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Martes, 6 de Mayo de 2025
Hace 50 años

Los cineastas de la RDA que engañaron a Pinochet y a la naciente junta militar

Gustavo Carazo
Rodrigo Eyzaguirre
Jorge Zapata

En 1973 un grupo de documentalistas alemanes se burló de los todopoderosos miembros de la Junta Militar. Generales, políticos de la derecha ultra conservadora e incluso los máximos dirigentes del Frente Nacionalista Patria y Libertad, cayeron en el engaño. Walter Heynowski y Gerhard Scheumann se infiltraron en la dictadura para retratar su crueldad y, también, la ignorancia de Pinochet.

En todos los rincones de Europa, Rusia y Cuba, personajes como Augusto Pinochet, Gustavo Leigh, Sergio Onofre Jarpa, Joaquín Lagos, Sergio Badiola y Federico Willoughby, entre otros, representaron la imagen más precaria del gobierno de facto chileno. Especialmente Pinochet, Lagos y Leigh dieron la vuelta al mundo como seres con preparación básica, casi torpes; altamente ignorantes y confiados; pero, asimismo, extremadamente peligrosos para la humanidad, traidores y homicidas sin control. Enemigos número uno de la causa que ellos -los alemanes- defendían.

Walter Heynowski y Gerhard Scheumann fueron los autores del guion sombrío de la historia nacional. Ambos eran cineastas de la República Democrática Alemana (RDA) declarada con letras de sangre como una nación comunista, protagonista de la Guerra Fría de mediados del Siglo. XX.

Ambos profesionales dirigían el estudio fílmico H & S, el más importante del gobierno de Erick Honecker, y se encargaban, de vez en cuando, de salir a filmar al mundo procesos políticos en gobiernos socialistas y comunistas. Tenían decenas y decenas de profesionales a su cargo. Todos ciegamente defensores del comunismo y con conocimientos de espionaje político. Donde iban desarrollaban trabajos de inteligencia.

A fines de los años 60', viajaron a Vietnam y realizaron diversos documentales - los más conocidos titulados Pilotos en pijama 1,2, 3 y 4- sobre la realidad política de esa nación, en la posguerra con Estados Unidos.

En febrero de 1973 llegaron a Chile con una misión más específica: destacar el triunfo pacífico, en las urnas, del socialismo. Una experiencia con fines doctrinarios muy importante para el régimen de Honecker.

La idea original, no obstante, muy pronto cambió de giro.

Fecha para los pasajes

Independiente de las razones que tenían los cineastas alemanes para venir a Chile, y de las distintas apreciaciones sobre su trabajo, su primera decisión fue buscar la mejor fecha para hacer un documental sobre el gobierno de Salvador Allende. Se eligió el mes de marzo de 1973, cuando se realizaban las elecciones legislativas, que podían ser muy significativas para la UP.

"Esa fecha se eligió con cautela, ya que, en marzo, en las elecciones, se consagraría la Unidad Popular. Estaba claro que antes del período de elecciones, los problemas se agudizarían notoriamente; también eran de esperarse conflictos políticos”, aclara Walter Heynowski.

“Quisimos comprometer nuestro credo de trabajo y no sólo documentar los imponentes trabajos del gobierno de Salvador Allende en el sentido concreto, sino que también documentar las actividades reaccionarias en persona y filmar a través de sus acciones", agrega.

Según el músico comunista Hans Stein, los alemanes vinieron porque pensaban que la derecha, con un triunfo en las elecciones, iba a dar un "golpe blanco" con el apoyo de la CIA y de los grandes grupos económicos multinacionales, con el beneplácito de los empresarios chilenos.

El primer rodaje

Para comenzar a rodar, Heynowski y Scheumann llegaron a Chile en febrero de 1973. Inmediatamente se contactaron con miembros del Partido Comunista, que les prestaron toda la ayuda logística necesaria. Entre ellos el músico y profesor germano, Hans Stein.

"Me llamaron por teléfono. Había un amigo periodista chileno que en Alemania les había dado mi nombre. Además, yo en ese tiempo militaba en el PC, que me dio la orden de trabajar con ellos antes de las elecciones parlamentarias", cuenta.

Pero Heynowski y Scheumann no viajaban solos. Los acompañaba el camarógrafo y jefe de Documentales de los estudios H & S, Peter Hellmich, quien tenía la misión de infiltrarse, en la derecha chilena, como periodista de Alemania Federal, con el fin de captar la opinión de la oposición y sus supuestos intentos "golpistas". Hellmich pertenecía a los estudios H & S desde 1969 y había trabajado en importantes producciones, como Kongo Muller, filmada también en ese año.

HelImich era el personaje secreto tras Heynowski y Scheumann, pues vivía en Berlín occidental. Eso significaba que podía viajar con pasaporte occidental a todas partes del mundo. Tenían incluso una oficina en esa ciudad, que era "pantalla" para occidente.

Sin embargo, hay quienes creen que los cineastas alemanes ingresaron al país con "chapas", gracias al apoyo logístico de la Stasi, el servicio secreto de la RDA. Sin embargo, en una reciente visita de Heynowski a Chile (en 2001), durante el V Festival de Cine de Valparaíso, el cineasta desmintió este rumor. No obstante, algunos se niegan a aceptarlo.

''Llegaron disfrazados, con una fachada de occidentales. Venían recomendados por la hermana de Roberto Thieme, de Patria y Libertad. Se codearon con los militares, a quienes llevaban a almorzar y obsequiaban flores a sus señoras. Eso me lo contaron ellos. Para mí eso es un verdadero trabajo de inteligencia", dice el cineasta chileno Pedro ChaskeI.

Este trabajo se refleja en el modo de relacionarse de ambos grupos mientras permanecieron en Chile entre febrero y marzo de 1973. Los dos, el de Heynowski y Scheumann, y el de Peter Hellmich, se alojaron en el Hotel Carrera, pero los contactos entre ambos eran exiguos.

"Se juntaban algunas veces en las noches para hacer planes (...) Si se veían en la calle hacían como que no se conocían", recuerda Stein,

Stein trabajó durante febrero y marzo de 1973, exclusivamente con el equipo de Heynowski y Scheumann. Una de sus principales misiones fue visitar el norte para recoger antecedentes del movimiento obrero. En ese viaje, también visitaron Pisagua que fue utilizado como campo de detención de dirigentes comunistas durante el gobierno del radical Gabriel González Videla. De hecho, el ex presidente radical fue uno de los principales objetivos del grupo liderado por Heynowski y Scheumann, pero en la película Ich war, ich bin, ich werde sein (Yo fui, yo soy, yo seré) aparece ridiculizado hurgándose la nariz con los dedos. Un método de burla muy típico de los alemanes.

Pero mientras el grupo de Heynowski y Scheumann entrevistaba a González Videla y viajaba por el norte conociendo la historia del salitre, el grupo de Hellmich comenzaba su infiltración en la oposición al gobierno de la Unidad Popular. De acuerdo a la versión aportada por el mismo Stein, el grupo de Hellmich estaba compuesto por unas seis personas, entre sonidistas, "una especie de gerente, un taxista comunista, de nombre Archivaldo, y un traductor español que había vivido en Alemania". Y si el grupo de Heynowski y Scheumann visitó el norte, el de Hellmich realizó un viaje al sur para entrevistar a los latifundistas alemanes, presentándose siempre como periodista de Alemania Federal.

Era tal el cuidado para no ser descubiertos que personas claramente identificadas con la izquierda, como el mismo Stein, tampoco aparecían junto al grupo de Peter Hellmich.

Hellmich se infiltró en círculos castrenses y de ultraderecha, gracias a sus condiciones personales: "Era carismático, bueno para los chistes, vividor", según recuerda el cineasta Orlando Lühbert, director de Taxi para Tres (película ganadora del último Festival de San Sebastián). El mismo anota que "Hellmich se quedó mucho tiempo en Chile gastando plata de la RDA, invitando a militares a fiestas y comprándoles regalo a las mujeres de los militares".

En el caso de Patria y Libertad, la penetración de Hellmich llegó al punto de que le contaron cómo habían engañado a la opinión pública chilena al fingir la muerte de un miembro del grupo que transportaba armas en avión, desde Argentina. (En verdad este caso, protagonizado por Roberto Thieme, fue rápidamente conocido en Chile).

"Recuerdo que una vez habían acordado juntarse con el jefe de Patria y Libertad. Fueron hasta una población, pero antes tuvieron que cambiarse de cuatro autos antes de que el tipo les diera la entrevista", dice Stein.

Una vez concluida la misión de los meses de febrero y marzo, ambos grupos regresaron a Alemania Oriental para comenzar a editar el material conseguido en Chile.

Salvoconducto

A principios de agosto de 1973, Hellmich y su grupo volvieron a Chile. Heynowski y Scheumann, en cambio, nunca más volvieron, por lo menos durante el gobierno de Augusto Pinochet.

Ese mismo mes se efectuó el paro de camioneros que, literalmente, paralizó el país. En medio de las protestas, hubo un enfrentamiento entre carabineros y camioneros, donde murió un huelguista.

“Tres días después hicieron un gran funeral en San Antonio. Asistió una gran cantidad de gente, entre taxistas y camioneros. Desde Santiago a la costa era casi una sola fila. Hellmich quería filmar eso, pero el problema era que no estaba el español que lo había acompañado en otros trabajos. Entonces, discutimos mucho porque encontraba que era peligroso asistir al funeral, porque nos podían descubrir", cuenta Stein.

Al final se arriesgaron y partieron a San Antonio en el taxi de Archivaldo. De repente, en medio de la fila donde no había escapatoria, aparecieron unos taxistas del sindicato que ubicaban al chofer como comunista y lo empezaron a increpar. Stein quiso engañarlos diciéndoles que hablaba poco español, que era un traductor de la embajada y que tuvieran cuidado con cualquier cosa que fueran a hacer.

"Intenté disuadirlos diciéndoles que habíamos tomado ese taxi sin conocer su filiación política, pero no hubo caso. Comenzó un terrible griterío y le rompieron los neumáticos al auto en que viajábamos", recuerda.

En ese desorden el chofer escapó mientras la turba que los acosaba gritaba que querían prenderle fuego al auto. Entonces apareció Sergio Onofre Jarpa y dijo que él conocía a "estos amigos" alemanes y que no les hicieran nada. Sencillamente, les salvó la vida.

Los contactos de Hellmich con la derecha, los regalos a las señoras de los militares y sus amistades con miembros de Patria y Libertad, habían surtido efecto.

Con la ayuda del político pudieron filmar el funeral del camionero sin ningún problema. Fue como un salvoconducto. Y entrevistaron en plena vía pública a León Vilarín, presidente de la organización gremial de los transportistas.

Uno de los taxistas que estaban ahí los llevó hasta San Antonio y luego, incluso, otro transportista los trajo de regreso a Santiago, en la noche.

Al llegar a casa, Stein comenzó a llamar al taxista para saber qué había pasado con él. Se sentía responsable por su seguridad.

Archivaldo llegó a su casa como a las cuatro de la mañana del día siguiente. "Me contó que arrancó, se salió de la carretera y se metió a una casa de campesinos al costado del camino. Tuvo que caminar un buen trecho y luego tomó un bus hasta llegar a Santiago", comenta Stein.

El taxista dejó su automóvil abandonado. Stein le dijo que los alemanes le iban a responder por el auto. Él le contestó que no había nacido en auto y que no había mayores problemas por la pérdida del vehículo.

Cambio de pauta

A los pocos días del suceso en San Antonio, Hellmich llamó por teléfono a Stein. "Me dijo que venía el golpe y yo le dije que no venía ningún golpe", recuerda Stein.

El martes 11 de septiembre de 1973, Peter Hellmich estaba en el octavo piso del Hotel Carrera con su cámara apuntando sobre La Moneda. Ello le permitió conseguir material inédito: el bombardeo de los Hawker Hunter del palacio presidencial, que aparece crudamente mostrado en el documental Más fuerte que el fuego: Las últimas horas en La Moneda.

Junto al gobierno de la Unidad Popular, también se derrumbó el guion de Heynowski y Scheumann para la primera película sobre Chile. En las nuevas ideas que comenzaron a surgir tuvo un papel preponderante Peter Hellmich, quien a los pocos días del golpe se fue de Chile, pero volvió sin ningún problema a fines de 1973. El objetivo era ver la realidad chilena después del golpe militar y verificar las primeras acusaciones sobre violaciones a los derechos humanos.

Gracias a su cercanía con el mundo castrense, el camarógrafo alemán pudo conseguir un pase para ingresar a los campos de detención de Chacabuco y Pisagua.

El error de Lagos

En su tercer viaje, Hellmich sabía que comenzaba a jugar con fuego. Un paso en falso le costaba la vida. Lo tenía claro. Su sagacidad y profesionalismo se pusieron a prueba a los pocos días de haber aterrizado en Pudahuel. "Desde sus pantalones, zapatos, calzoncillos, hasta su material fílmico eran occidentales. No podía dejar espacio a la duda de los servicios de inteligencia chilenos", recuerda Hans Stein.

Traía tres misiones muy claras: contactar a los detenidos en los campos de detención, tomar imágenes de la mayor cantidad de "compañeros de lucha" vivos y entrevistar al hombre que había causado el cambio de rumbo de aquel país ideal para la RDA: Augusto Pinochet.

Tras pasar los controles de rigor, llámense Sergio Badiola, flamante edecán de la Junta Militar, y Federico Willoughby, asesor comunicacional del nuevo gobierno, Hellmich, el asistente español y otro grupo de profesionales de H & S entrevistaron al presidente de la Junta. Como era su estilo, comenzaron a grabar antes de que el entrevistado -en este caso Pinochet- estuviera listo, y lo ridiculizaron arreglándose la “chaqueta manchada con sangre”- como dicen ellos en el documental Yo fui, yo soy, Yo seré, antes de comenzar las preguntas de rigor. Lo hacen repetir varias veces la misma frase, como si no tuviera más que decir: “El marxismo es como un fantasma…”.

En este mismo documental, Pinochet aparece en varias oportunidades con anteojos verdes, oscuros, gruesos y toscos, con los que da la vuelta al mundo. Su imagen es cuasi terrorífica y es utilizada, en años posteriores, para retratarlo en pancartas de protesta en el extranjero.

Al terminar la entrevista, Hellmich pidió a Pinochet autorización para tomar imágenes de Chacabuco. El militar asintió, pero tomó sus resguardos: "sin visita de detenidos". El alemán, resignado, aceptó, no le quedaba otra. A los minutos después salía de la oficina de Sergio Badiola con el papel firmado que autorizaba la visita al campo de detención. Escrito a máquina, a doble espacio, el mandato estaba anotado en dos planas. En la primera se leía la orden de cooperación firmada por Badiola, en el reverso estaba la frase "sin visita de detenidos".

Llegaron al hotel Carrera y cranearon la fórmula para cumplir su objetivo. Tenían dos papeles firmados por el edecán: el permiso de vuelo y la orden de cooperación. Sin mucho pensarlo, colocaron ambos papeles unidos por el dorso en una carpeta transparente. Un arreglo calculado: sólo leería los documentos quien se tomara el trabajo de mirar la carpeta por ambos lados. Y el general Lagos, que estaba a cargo de Chacabuco, no estaba para perder el tiempo. Sólo se conformó con ver la firma de Badiola.

Alquilaron un avión deportivo 60 del tipo Piper Cherokee para llegar a la zona. Ya en tierra muestran imágenes del recibimiento, con sonrisas y ademanes de buena crianza de los militares a cargo de los portones del recinto. La presencia de la prensa internacional en Chacabuco causó revuelo entre uniformados y detenidos.

Después de filmar cuanto quisieron, sin ninguna restricción, y de conversar con todo tipo de detenidos, Hellmich y su grupo tuvieron una larga entrevista con varios periodistas de izquierda recluidos allí. Uno de ellos fue Alberto Gamboa, que hasta antes del golpe se desempeñaba como director del diario Clarín.

''Los militares nos avisaron temprano que teníamos una visita de periodistas alemanes que querían ver la realidad y que querían conversar con toda la gente que representara algo y en este caso con los periodistas (...) Incluso, dijeron que en vez de bañarnos a las 3:30 de la tarde del día anterior, como era común, nos ducháramos a las 9:00 de la mañana del día de la visita, para que estuviéramos "bien peinaditos y olorosos", recuerda Gamboa.

Después de la conversación, grabada y supervisada por cerca de diez militares, Gamboa y otro periodista, Luis Henríquez, se arriesgaron a contarle, a sus entrevistadores, los atropellos a los derechos humanos que se vivían en Chacabuco:

''No sabía que ellos eran de la RDA. Me arriesgué a contarles todo porque observé que el que parecía como jefe del grupo, conversó mucho con un colega comunista, Luis Henríquez. Conversaban mucho y muy amigablemente, muy sueltos, tanto Henríquez como el alemán. Cuando nos pusimos de acuerdo para salir a caminar con el español, pasé por el lado de Luis y le dije: ¿se puede o no se puede contar todo? Me hizo un gesto de aprobación con su cabeza. Por eso me arriesgué y conté todo. Los abusos, atropellos, todo lo que sucedía en un campo de concentración. Con ellos nos abrimos bastante y yo me arriesgué a contar bastantes cosas. En esos momentos estábamos sufriendo", cuenta Gamboa.

Semanas más tarde, el mismo grupo de documentalistas visita el campo de detención de Pisagua y muestran imágenes inéditas de la "militarización" de los detenidos, a quienes se les obligaba a marchar por los patios del recinto, entonando cantos militares.

También conversan con numerosos detenidos y detenidas, a quienes se les pregunta su nombre, su militancia política y la fecha de detención.

La vergüenza de Leigh

Meses después del bombardeo a La Moneda, los alemanes consiguen una entrevista exclusiva con el entonces general de Aviación, Gustavo Leigh, quien accede muy gustoso a hablar con los germanos.

El jefe de los aviadores tenía enormes ganas de contar su experiencia al mando de la misión de ataque aéreo a la casa de gobierno y de compartir su bagaje cultural con la prensa internacional.

En el preámbulo de la conversación -que queda muy bien retratada en el documental Más Fuerte que el Fuego: Las Últimas Horas en La Moneda- el locuaz uniformado conversa suelto de cuerpo sobre su admiración por los aviadores alemanes que combatieron en la Segunda Guerra Mundial. Tira al aire un par de apellidos, como recordando algún pasaje de algún libro de historia bélica que leyó entre líneas, y segundos más tarde -quizás con el íntimo afán de caer bien a sus entrevistadores y dar una imagen de cultura amplia- se manda la frase para el bronce: "¿Sabe? Yo soy muy admirador de la música alemana. Me encantan Beethoven y Mozart".

El general no sabía que Mozart era austríaco. Grave error para los germanos, que aprovecharon su malogrado comentario para ridiculizarlo en el documental.

Sin ir más lejos, en el reciente Festival de Cine de Valparaíso, la escena causó largas risotadas del público que repletó el Teatro Municipal de la ciudad.

Luego de la "caída" de Leigh, les tocó el turno a los aviadores que bombardearon La Moneda. Cuatro de los uniformados que participaron en la misión, grabaron una especie de comercial televisivo, en el que aparecen subiéndose a su avión con ropa de combate, y luego de decir sus apellidos, confirman que atacaron el edificio de gobierno. Algo así como: "Sí, yo bombardié La Moneda... ".

Una sonrisa nerviosa se dibuja en los rostros de los aviadores que terminan su actuación a bordo de los Hacker Hunter.

Luego de 28 años de aquella hazaña, la suerte de los tres grandes cerebros de esta operación de inteligencia en Chile ha sido disímil.

Gerhard Scheumann murió a fines de 1998, a la edad de 67 años. Peter Hellmich vive en Berlín Occidental. La última vez que se supo de su existencia en Chile fue en 1997 cuando, por intermedio de Hans Stein, intentó entrevistar a Margot Honecker. Sin embargo, ella se negó.

De los trabajos en Chile no ha querido referirse, a pesar de que en varias oportunidades se le ha invitado a conversar sobre el tema.

Walter Heynowski cumplirá 74 años en noviembre próximo. A fines de agosto visitó nuestro país como invitado especial al V Festival de Cine de Valparaíso. Desde hace un tiempo está empeñado en promover estos documentales en Chile. Conscientes del valor de las imágenes, personeros del gobierno de Ricardo Lagos intentarán adquirir copias de los documentales para el archivo histórico del país.

En estos días (noviembre de 2001), Heynowski redacta un libro con sus memorias, donde el capítulo sobre Chile tiene un lugar destacado.

(*) Artículo publicado en la revista La Huella en noviembre de 2001, basado en una tesis de grado desarrollada por Gustavo Carazo, Rodrigo Eyzaguirre y Jorge Zapata en la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales.



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Comentarios

Comentarios

Están equivocados en el reporta el autor de esa película no son los alemanes de la ex RDA, por cómo documentalista les pido que aceleren esa nota, porque quién realmente filmó y realizó dicho documental es el señor Miguel Herber , periodista y cineasta español y anarquista, quién en un juicio 1976 les ganó el juicio a los alemanes que le robaron su película, por lo tanto exijo que ratifiquen esa información..Miguel Herber es el autor de esa película cuando trabajaba para la RAI de Italia..

Que bueno. material, gracias por publicarlo.

Me interessn articulos de Interferencia..

Gracias a esos ignorantes, tontos y casi analfabetos existe Chile....y millones de Chilenos salimos de la extrema pobreza, gracias a esa ignorancia.

Interesante

Bien mala la historia, solo un cabro chico la creeria. Esto es un cuento para adoctrinar a tontos útiles

Pido por favor a interferencia y al director que aclaren el artículo de los alemanes que engañaron a Pinochet.. vuelvo a señalar que el autor de dicha película e el señor Miguel Herber. Los alemanes del este le robaron su película, en 1976 Miguel Herber recuperó los derechos de autor de la película, por favor investiguen bien.. Miguel Herber gran documentalista y periodista español, es más en chile no se le reconoce a él cómo autor del documental es más en acto de desagravio Miguel Herber quemó bsu documental y lo enterró en España..por favor investiguen más, vuelvo a insistir los alemanes no filmaron ni hicieron la película es el señor Miguel Herber.

https://sitiocero.net/2012/03/miguel-herberg-y-su-polemica-con-estudio-hs/ Acá está el artículo donde se cuenta la verdad de quién es el autor y dueño de la película Miguel Herber.. investiguen un poquito pues lo exijo como documentalista, además quién escribe Marcos Luza, realizado la playa esperanza, documental que narra la historia de un grupo de mujeres ex presioneras política en campo de concentración de prisionero de guerra de Pisagua, dónde pude encontrar a las mujeres que filmó Miguel Herber 30 años después.. atentamente, Marcos Luza.

Estimado Marco. Necesito ponerme en contacto contigo urgente, por los documentales de Mamá Baldra y Playa Esperanza. Te dejo mi correo: ara.figueroa.pizarro@gmail.com. Mil gracias. Saludos.

76 años, pensionado

Pedro vega, salga de su burbuja, solo en su mente usted cree que chile salió de extrema pobreza a usted se le olvida que vive en un país tercer mundista por lo tanto siempre va haber pobreza, no eres más que un ignorante y pobre estúpido

La derecha creó oligarcas que no tienen más futuro que un búnker y comer enlatados. El calentamiento global está aquí y se instaló gracias a esta corrupta avaricia. Pueden hacer que el agua se vuelva plata pero la plata nunca volverá a ser agua. Gracias Interferencia por este reportaje, por favor aclaren los derechos de Miguel Herber.

Resulta irrisorio el tratamiento que se.les.da a los .jerarcas del gobierno militar,.es una buena oportunidad para dejar a la.vista la absoluta falta.de.educacion de esa parte.de la .politica los.cineastas alemanes estaban bien preocupados de su regreso a la RDA por el hambre que se vivía.en esa época.en ese conflictivo.psis

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