A inicios de los años ochenta y en tándem con el dominio de las teleseries mexicanas de mediatarde setentera, de la mano del chileno Valentín Pimstein y las venezolanas del triunvirato femenino conformado por Grecia Colmenares, Catherine Fulop y Jeannette Rodríguez, el Canal 13 logró imponer un segmento post-almuerzo -carioca- donde campeaba O'Globo y nombres legendarios como Tony Ramos o Betty Faria. Corría 1984 y esta pareja protagonizaba la icónica “Baila Conmigo”, que proseguía el legado que había ya dejado “Dacin' Days” con la inolvidable Sonia Braga.
Pero no era solo el melodrama lo que haría a esa telenovela inmortal, sino que también sus créditos de entrada: “Baila conmigo / como se baila en la tribu” , en la voz de Rita Lee.
No solo destacaba por su cabellera leonina, ni por su vestuario, ni por su extravagancia deslumbrante, sino que por temas que consideraban la extraordinaria “Lança Perfume”, un guiño a ese aerosol alucinógeno propio del Carnaval de Rio.
Lee que había sido, es y ahora fue, la reina del rock brasilero, había realizado sus primeras armas en la Tropicalia, resultó fundadora de la banda Os Mutantes, que ha sido reconocida influencia por su mezcla de estilos y eclecticismo -que van desde el jazz hasta la psicodelia-, no solo de la vecina Argentina del ahora recuperado Fito Páez, sino que de mundos tan distantes como el Seattle de Nirvana o el Glasgow de Belle and Sebastian; y, solo un año más tarde de que Ramos y Faria enamoraran el mediodía nacional televisivo, aterrizó en el Festival de Viña y llevó a cabo uno de los shows más recordados del evento veraniego.
La presencia escénica de Lee no solo destacaba por su cabellera leonina, ni por su vestuario, ni por su extravagancia deslumbrante, sino que por temas que consideraban la extraordinaria “Lança Perfume”, un guiño a ese aerosol alucinógeno propio del Carnaval de Rio asociado al desenfreno juvenil y vanguardista, sino que además por los temas de los Beatles, que ella, la reina del rock latino, empezó a traducir tempranamente en los sesentas, en variantes en portugués como “Minha Vida” (In my life).
Lee, hija de estadounidense e italiana y educada en colegio francés era políglota y desde pequeña hablaba aquellos cuatro idiomas, tanto que se dio maña para que sus amistades de la música tomaran clases de inglés en una visita a Inglaterra con un joven músico llamado Richard David Court, que luego se avecindaría en Brasil también, tomaría el nombre artístico de Ritchie, y perpetraría el hit inmarcesible de los Clásicos AM, “Amiga Veneno”, en un disco en el que hasta llegaría a tocar la guitarra el intérprete del Rock Progresivo Steve Hackett.
Cuando fue el día de la irrupción del propio Rock Latino a mediados de esa década de los ochenta, y tras la estela de Rita Lee, una hornada de otras bandas del Brasil, como Roupa Nova o Os Paralamas Do Sucesso, atravesarían las fronteras idiomáticas y radiales hacia Hispanoamérica, y harían que las viejas rencillas del folk contra las guitarras eléctricas, que habían significado marchas en el mundo paulista, gritos de “Judas”, o enojos contra Víctor Jara, resultaran definitivamente superados.
“Algunas estaciones de radio reproducirán mis canciones de forma gratuita, los colegas dirán que se me extrañará en el mundo de la música, quién sabe".
Esta semana, Lee, la “adorable Rita”, parafraseando a sus amados Beatles, nos ha dejado, y quedan resonando unas palabras que adelantó sobre las reacciones posibles a su partida, mostrando que el filo y la agudeza de su rock vanguardista y feminista nunca se extinguieron en su alma: “Algunas estaciones de radio reproducirán mis canciones de forma gratuita, los colegas dirán que se me extrañará en el mundo de la música, quién sabe, tal vez incluso le den mi nombre a un callejón sin salida. Los fans, esos sinceros, recogerán las carátulas de mis discos y corearán Ovelha negra”.
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