La periodista María Olivia Mönckeberg publicó en 2003 uno de sus libros más importantes y conocidos hasta la fecha: El Imperio del Opus Dei en Chile, a través de Editorial Debate, con miles de copias vendidas hasta hoy. En 2016, una versión actualizada también arrasó en las librerías. Veinte años después de esta primera edición, este mes la destacada comunicadora,- Premio Nacional de Periodismo del 2009-, lanza una tercera edición de esta investigación, donde también aparece uno de los personajes más destacados del Opus Dei de los últimos años, el numerario Luis Silva Irarrázaval, consejero constitucional electo con la mayoría más alta en las elecciones de este año.
El libro es el resultado de años de una profunda investigación sobre el movimiento religioso fundado por Josemaría Escrivá de Balaguer, el Opus Dei o “la Obra de Dios”, que agrupa a un sector más conservador y elitista de la Iglesia, y el que debe ser el más influyente entre los grupos conservadores de España y América Latina.
Mönckeberg, en esta entrevista, habla sobre la influencia y la fuerza que sigue teniendo el Opus Dei en Chile, sobre todo a través de sus colegios privados y la Universidad de Los Andes, y ahora en su relación tan estrecha con el Partido Republicano, organización que obtuvo la mayoría en el consejo constitucional y que, según la periodista, está imponiendo sus ideas en la propuesta de carta magna.
"Lo que ahora me llama más la atención y en la medida que uno sigue investigando y observando el proceso de este movimiento, noto la relación entre religión y política, lo que las personas creen y practican y lo que quieren que haga o practique todo un país".
“No olvidemos que Silva Irarrázaval, pocos días después de la elección, decía en una entrevista ‘¿Por qué cresta, siendo mayoría, tenemos que llegar a acuerdos con la minoría?’. En el fondo es porque quiere que sus principios permanezcan en la nueva Constitución y como marco para la vida cívica y política del país”, comenta Mönckeberg en esta entrevista con Interferencia.
- Respecto a los republicanos, ¿qué significa este cruce entre el Opus Dei, ligado al área conservadora de la política y a los republicanos en especial? Usted lleva años investigando este tema, entonces, ¿este cruce le sorprende o le llama la atención? ¿O cree que era algo esperable?
- Me ha llamado la atención. Incluso te diría que hace 20 años, cuando saqué la primera edición del libro El Imperio del Opus Dei en Chile, sentía que el Opus Dei había crecido, por cierto. Había llegado a Chile a mediados de los 50 con el primer sacerdote opus en Chile, Adolfo Rodriguez y había sido recién fundado en 1928 por Josémaría Escrivá de Balaguer. Después, con la primera actualización que hice del libro en 2016, veía que seguía creciendo. No obstante, no es una cosa numérica, de hecho ellos no dicen cuántos son, pero sí que han aumentado su influencia, me parece indudable.
Lo que ahora me llama más la atención y en la medida que uno sigue investigando y observando el proceso de este movimiento, noto la relación entre religión y política, lo que las personas creen y practican y lo que quieren que haga o practique todo un país. Eso es lo que estamos viendo en cierto modo, con lo que pasa en la discusión de lo que podría ser una nueva constitución. Pero esto no ocurre sólo en el Opus Dei, aunque no he seguido al movimiento de Schoenstatt por dentro, se ve que pasa también. Luis Silva, por ejemplo, es un numerario de La Obra, es una figura destacada allí adentro, la gente confunde lo que es el numerario con los supernumerarios. Él es uno de los brazos derechos del Partido Republicano, es de confianza de su fundador, José Antonio Kast, un partido nuevo.
Y resulta que José Antonio Kast, y su mujer y su familia, pertenecen a un ala muy conservadora del movimiento Schoenstatt y lo han manifestado en todos sus planteamiento, su programa de gobierno era convergente con lo que plantea Luis Alejandro Silva y de las centenares de enmiendas que presentaron en el proceso constitucional. Estamos viendo que se ha radicalizado el debate constitucional, lo han dicho muchos expertos, algunos hablan de la kastconstitución, la constitución republicana… Pero no olvidemos que Silva Irarrázaval, pocos días después de la elección, decía en una entrevista “¿Por qué cresta, siendo mayoría, tenemos que llegar a acuerdos con la minoría?”. En el fondo es porque quiere que sus principios permanezcan en la nueva Constitución y como marco para la vida cívica y política del país.
"El mundo ha cambiado, Chile ha cambiado y la cultura también. Por ejemplo, en todos los temas de género, en todos los sectores sociales y grupos familiares hay realidades distintas en ese tema, que la de nuestros padres y abuelos. Y pareciera que el mandato conservador es uno, no puede salir nada de esa línea".
Eso es hasta novedoso o curioso. Porque al menos en mi generación, no estábamos acostumbrados a que sea tan estrecha esa relación entre religión y política. Obviamente, esa relación existió en la historia de Chile, es cuestión de revisar las disputas por el Estado laico. Y resulta que ahora son esos principios los que parecen primar.
Del Opus Dei te dicen que La Obra no es distinta a lo que son los mandatos de la Iglesia Católica. Pero a ver, uno podría responder que el Opus Dei es un sector muy conservador de la Iglesia Católica.
Y hay otra cosa, lo que uno advierte, sobre todo los mayores, en el caso mío de la juventud de los sesentas, es que el mundo ha cambiado, Chile ha cambiado y la cultura también. Por ejemplo, en todos los temas de género, en todos los sectores sociales y grupos familiares hay realidades distintas en ese tema, que la de nuestros padres y abuelos. Y pareciera que el mandato conservador es uno, no puede salir nada de esa línea. Hay que sumar que la iglesia es una organización bastante desprestigiada, donde solo el 48 % de los chilenos se dice católico, versus el 70 % de hace algunos años. Y en ese ambiente, estos grupos que tienen acceso a universidades, tienen colegios, tienen mucha influencia.
- Parece ser un poco contraintuitivo reeditar un libro así, en el contexto en que la Iglesia está más desprestigiada, ya los jóvenes no se acercan tanto a ella, siendo que en otras épocas la Iglesia podía impedir que algún grupo de música tocara en Chile o que se viera alguna película en particular, ahora ya no. Entonces, ¿por qué sacar un libro así dentro de este contexto? ¿Qué le motivó?
- Es que no hay que equivocarse, aquí una cosa es el Opus Dei y otra es la Iglesia en su conjunto. Hemos visto que se han develado casos de abusos en congregaciones, en curas diocesanos, de salesianos, maristas, jesuitas, legionarios de Cristo, que, en cierto modo, a estos últimos se les veía compitiendo con el Opus Dei por sus colegios en barrios altos y su influencia en la élite. Pero una cosa es el desprestigio y la crisis de la Iglesia, que incluso reconocen los católicos. Pero con el asunto de los abusos el Opus Dei, en Chile no se ha visto tan tocado como otros grupos y, por lo que conocemos, quizás desconocemos casos. Hay un caso de un sacerdote, Patricio Astorquiza, que hacía columnas en El Mercurio, que tiene cinco casos de acusaciones de abuso sexual, y es Opus Dei. Y hay otro, denunciado hace poco, donde se llegó a acuerdo monetario con el abogado que lo denunció.
"Una parte que actualicé en el libro es la lista de donantes de la Universidad de los Andes. Allí te encuentras con nombres relacionados con los principales grupos económicos del país, que año a año entregan sumas considerables".
A lo mejor tiene que ver con una característica del Opus Dei, lo que ellos definen como “el trabajo bien hecho” y ese trabajo bien hecho orientado a Dios. Se habla de trabajo profesional bien hecho, de apostolado bien hecho, etc.
Pese a esta crisis de la Iglesia Católica, esta prelatura -por ahora sigue siendo prelatura, no sabemos si va a seguir así o no-, con su influencia, este “imperio” como lo pongo en el título del libro, tiene poder. Tienen poder porque quizás hacen bien las cosas que hacen, de acuerdo a sus postulados y proyectos. En los setentas se propusieron hacer colegios para niños, allí nació el Liceo Los Andes, que después fue colegio. Luego vino el colegio Tabancura, el colegio Cordillera, y después otros en Viña del Mar y Santiago. Y después hicieron los colegios subvencionados. Y su gran obra es la Universidad de los Andes, un proyecto académico con sus ideas, por eso es delicado el tema de las carreras de salud y con la cláusula de conciencia institucional frente a la interrupción del embarazo.
Una parte que actualicé en el libro, y es interesante, es la lista de donantes de la Universidad de los Andes. Allí te encuentras con nombres relacionados con los principales grupos económicos del país, que año a año entregan sumas considerables. Partiendo por uno de los más importantes mecenas, Eduardo Fernandez León, supernumerario. Él y su familia dan sumas siderales, y nunca se ha confirmado, pero algunos dicen que les regaló el terreno donde se construyó la Universidad de Los Andes, en San Carlos de Apoquindo, que año a año crece y tiene proyectos arquitectónicos interesantes, porque está hecha para perdurar por siglos, así se lo plantean y, en general, se plantean así todos sus proyectos.
- A un año del motu proprio que emitió el Papa -y considerando que esos procesos de la Iglesia son lentos y complejos-, ¿evalúa que fue un golpe al Opus Dei?
- Me da la impresión que bien no les cayó.
"Es evidente que hay cierta libertad de movimiento que se la quitan. Pero hay algunos que lo han interpretado como un golpe fatal, pero hasta ahora no se ha visto nada de eso".
Yo no me haría aún una perspectiva, pese a que ahora hay un segundo motu proprio y que también hubo una reunión a comienzos de año del consejo, a nivel mundial, del Opus Dei, y también en Chile, pero no han dado versiones sobre lo que trató. Sólo hay una nota muy chica donde el vicario, Fernando Ocáriz, habla del asunto. No hay una idea cabal de lo que está ocurriendo.
Hay algunos personajes que dan algunas pautas y ahí uno, leyendo entre líneas, podría entender qué está pasando. Y el numerario Joaquín García Huidobro, que escribe en El Mercurio, aparece restándole importancia. Y esa actitud se repite cuando uno habla con ellos, de restarle importancia. Ellos sí reafirman, en general, la obediencia al Papa y pertenecer a la Iglesia católica. Es un hecho, eso sí, que pasan a depender del dicasterio del clero. Eso significa que dependen de la misma área que otras congregaciones religiosas, sin ser una congregación.
Lo otro que ya se sabía del año pasado, es que el prelado del Opus Dei no puede ser obispo. Y parece que es un hecho que van a tener más regulación, los van a observar más en sus cuentas, ingresos y egresos.
Es evidente que hay cierta libertad de movimiento que se la quitan. Pero hay algunos que lo han interpretado como un golpe fatal, pero hasta ahora no se ha visto nada de eso.
El Opus Dei de hoy es mandante y más con el transcurso de las décadas. No es que les vayan a infringir un castigo y aún hay muchas tensiones en el Vaticano y no está claro el efecto definitivo del motu proprio.
Otra cosa que yo menciono es la expansión de su influencia. Es un hecho que las vocaciones sacerdotales han disminuido a nivel mundial. Sin embargo, no sé si podrías decir lo mismo del Opus Dei, al menos se mantienen sus vocaciones, y cada año siguen ordenando en Roma sacerdotes Opus Dei, al menos uno o dos por año, uno de ellos el hijo de Raúl Bertelsen, ex rector de la Universidad de Los Andes. Y hay que tener en cuenta que las últimas camadas de sacerdotes Opus Dei son ex alumnos, fundamentalmente, del colegio Tabancura y algunos del colegio Cordillera. Ese dato me pareció relevante; la influencia educacional por un lado, pero también ese poder que no se ve en otras congregaciones. Te diría que hoy día se puede hablar de un semillero de vocaciones sacerdotales que están en los colegios del Opus Dei, particularmente en el Tabancura. Y los van cultivando. Y a diferencia de otros movimientos, para ser sacerdote del Opus Dei, primero tiene que ser numerario. No es que la persona se sienta con vocación y diga “quiero ser cura”, no, la persona tiene que decir “quiero ser numerario”. Y quizás, después de eso, el padre lo llame a ser cura. Y les dicen así, que el padre los llame. Y como son obedientes, deben obedecer al llamado.
Como también pasa que otros siguen siendo numerarios, como el rector de la Universidad de Los Andes, que sigue siendo numerario y ha sido bien evaluado y hace dos semanas lo designaron en un tercer periodo de rector a José Antonio Guzmán Cruzat. Él aparece en el libro entrevistado cuando era más joven, antes era director de comunicaciones del Opus Dei.
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La expropiación oligarquica
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