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Martes, 8 de Julio de 2025
A 60 años de su trágica muerte

Marilyn: triste y solitario final

Abraham Santibáñez

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Marilyn en Corea
Marilyn en Corea

La actriz tenía angustia por la herencia genética que le dejó su madre, esquizofrénica. Se agravó, naturalmente, por su infancia desdichada y su constante búsqueda de amor desde que era adolescente. Los fracasos matrimoniales y sentimentales, el anhelo de ser "querida por ella misma", se fueron sumando en una monstruosa factura que sólo podía terminar en tragedia.

El autor, Premio Nacional de Periodismo, escribió este artículo para el Suplemento Dominical mientras ejercía como director del diario La Nación.

El cadáver, identificado con el Nº 81128, permaneció, sin reclamar, en la morgue del Condado de Los Angeles, hasta que Joe Di Maggio se encargó de los funerales.

Marilyn Monroe no había dado indicaciones acerca del lugar para su entierro. Pero había sido precisa en sus instrucciones sobre su persona y se cumplieron religiosamente: el maquillaje lo hizo Allan Snyder; el traje, Margie Plecher; y el peinado, la estilista Agnes Flanagan.

La ceremonia, en el pequeño cementerio de Westwood, entre los rascacielos de Los Angeles, fue un símbolo del "triste y solitario final" de la más famosa actriz de Hollywood de los años' 50. El rito religioso, presidido por un pastor luterano, duró apenas 20 minutos. 

Di Maggio sólo invitó a 24 personas, ningún nombre famoso, salvo el maestro Lee Strasberg. El féretro, cubierto de claveles blancos, estuvo acompañado por una media hermana de Marilyn, una pareja de ancianos que la cuidaron alguna vez, su maquilladora y la empleada negra que hacía el aseo en su departamento. Tras la reja cerrada, un millar de curiosos siguió con atención la ceremonia para luego disputarse las cintas y las flores como reliquias. 

Además de Joe Di Maggio, Marilyn se casó otras dos veces. Ninguno de sus ex maridos la acompañó en su último viaje. Tampoco la familia del presidente John Kennedy, con cuyo hermano Robert mantenía al final de su vida un tormentoso affaire.

"Me siento triste a veces porque me gustaría conocer a alguien que me juzgara por lo que soy. Es agradable hacer que la gente sueñe con una, pero me gustaría igualmente que me aceptaran por mi misma...".

La propia actriz, algún tiempo antes, había resumido sus dolores e inquietudes en un artículo para la revista Life:

— Cuando una es célebre, choca con la naturaleza humana en estado bruto. La celebridad arrastra siempre consigo la envidia y los celos. Hay gente a la cual uno conoce y que invariablemente parece preguntarse: "¿Qué tiene esta buena mujer? ¿Quién se cree?". Tienen la impresión de que mi celebridad les da todos los derechos, incluso el privilegio de abordarme y de decirme todo lo que se les pasa por la cabeza, cualquier cosa. Eso no es precisamente una bendición... Me siento triste a veces porque me gustaría conocer a alguien que me juzgara por lo que soy. Es agradable hacer que la gente sueñe con una, pero me gustaría igualmente que me aceptaran por mi misma...

Esta búsqueda -que la quisieran por ella misma- marcó a fuego la vida de Marilyn Monroe. Y también su muerte, el 5 de agosto de 1962.

Pasiones que matan 

En 1957 se casó con Arthur Miller. Y también conoció a John F. Kennedy, entonces un ambicioso senador demócrata por Massachusetts. 

El encuentro con John y Robert Kennedy se produjo en casa de Peter Lawford, cuñado de ambos. Según el testimonio de la ex esposa de Dean Martín, Jeanne, "es seguro" que hubo un involucramiento sentimental de los dos hermanos con la actriz. Está claro que mientras el matrimonio con Miller se derrumbaba estrepitosamente, la relación con los Kennedy siguió adelante.

Michael John Sullivan, un periodista que investigó las Pasiones Presidenciales -nombre de un libro sobre el tema editado en 1991- sostiene que después de que John se aseguró la candidatura en las elecciones de 1960, su relación se hizo más distante. 

Pero antes fue intensa y apasionada. Tanto, que en algún momento Marilyn coqueteó con la idea de que Kennedy podría divorciarse de Jacqueline y llevarla a la Casa Blanca. Ello era imposible y, finalmente, el presidente decidió romper por completo con ella. 

No ocurrió lo mismo con Robert. Por el contrario, según éste y otros testimonios, el affaire se hizo cada vez más angustiante para ella en el breve lapso entre la asunción de Kennedy (enero de 1961) Y su propia muerte (agosto de 1962). 

Todos los informes coinciden en el agudo deterioro de la actriz. Su trabajo se hizo cada vez más errático. Ya durante la filmación de Una Eva y dos adanes, terminó exasperando a sus compañeros -Jack Lemon y Tony Curtís- por sus constantes atrasos.

Todos los informes coinciden en el agudo deterioro de la actriz. Su trabajo se hizo cada vez más errático. Ya durante la filmación de Una Eva y dos adanes, terminó exasperando a sus compañeros -Jack Lemon y Tony Curtís- por sus constantes atrasos. Se dice que la tarea de despertarla empezaba cada mañana a las 6:30, con la ayuda de abundante café puro y un masajista. Algunos días el ritual se prolongó hasta las cuatro de la tarde. En otros, simplemente fue necesario postergar la filmación. 

Una droga mortal

La somnolencia se debía a la más explosiva mezcla inventada por la vida moderna: la angustia, los medicamentos y el alcohol. 

Marilyn Monroe tenía angustia por la herencia genética que le dejó su madre, esquizofrénica. Se agravó, naturalmente, por su infancia desdichada y su constante búsqueda de amor desde que era adolescente. Los fracasos matrimoniales y sentimentales, el anhelo de ser "querida por ella misma", se fueron sumando en una monstruosa factura que sólo podía terminar en tragedia.

La declinación, sin embargo, tuvo altibajos. El 19 de mayo de 1962, en el Madison Square Garden, Marilyn volvió a creer que su sueño de amor con el presidente todavía era posible. 

Esa noche, en el inmenso anfiteatro, cuando todavía faltaba una semana para que Kennedy cumpliera sus 45 años, se juntaron 15 mil demócratas para reunir fondos para la campaña parlamentaria. Se presentaron diversos animadores y al final, como sorpresa, apareció la actriz. En palabras de Adlai Stevenson estaba vestida sólo "con su piel y lentejuelas”. 

Cantó brevemente, y al final el "Cumpleaños feliz señor presidente", con su voz característica, sexy e insinuante. 

Cuando le tocó hablar, Kennedy proclamó con orgullo: "Ahora me puedo retirar de la política. después de haber escuchado cantar el Cumpleaños Feliz de un modo tan dulce y apasionado".

No era, sin, sin embargo, el comienzo de una nueva etapa en sus relaciones. Por el contrario, de ahí en adelante -probablemente por presiones del Servicio Secreto, que obligadamente sabía todo y temía las repercusiones de un escándalo. JFK no volvería a verla. Sí, por lo menos, así lo afirma enfáticamente el periodista John Sullivan, fue el turno de Robert Kennedy, Más cauto, William Manchester, autor del libro La Muerte de un Presidente, aseguró, en otra obra, que la última aventura de Marilyn fue "con un abogado, un destacado hombre público". 

Según Manchester, Marilyn estaba abrumada por una serie de temores. en los días finales de su vida, en especial por su relación con este prominente político de Washington.

Según Manchester, Marilyn estaba abrumada por una serie de temores, en los días finales de su vida, en especial por su relación con este prominente político de Washington. 

Hasta que una noche de agosto, furiosa con él y con consigo misma -dice- "colocó un montón de grabaciones de Frank Sinatra en su tocadiscos, se tragó todas las pastillas de Nembutal de su botiquín y se hundió en un coma letal". 

La historia registra que al día siguiente Robert Kennedy habló en una reunión de la asociación norteamericana de abogados en San Francisco. Y después se fue, con su familia a la Feria Mundial de Seattle.



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