Haciéndose los sorprendidos, tal como lo hace una mujer al descubrir que su marido la engaña, aunque ella y todo el barrio lo sepa, así están los chilenos conservadores al enterarse que sus fuerzas armadas y la policía están involucradas en el narcotráfico. Para Chile siempre es, un caso aislado.
Los chilenos por años han presumido que en su país no hay corrupción ni narcotráfico en las policías y fuerzas armadas. La verdad es que siempre lo hubo. Lo que no existen son las investigaciones internas, judiciales y sentencias serias. El periodismo juega un rol mínimo al exponer lo que el país llama, casos aislados.
Primero hay que entender la idiosincrasia del sector conservador y su fanatismo por los uniformes. Se les llama botoneros. Entre más medallas mejor, y si el color de piel del uniformado es de tez blanca y tiene apellido alemán, ya es un orgasmo. Ciegos seguidores que argumentan que las acusaciones a sus soldados son casos aislados.
Algo parecido ocurre cuando los parroquianos se enteran de que el cura violaba menores. Para ellos eran sólo tocaciones y obviamente, casos aislados.
El libro La Delgada Línea Blanca, publicado el año 2000 por los periodistas Rodrigo de Castro y Juan Gasparini, deja en claro y con evidencias el cartel de narcotráfico que tenía Pinochet y su ejército. Por años se dedicaron a enviar toneladas de cocaína a EEUU y Europa, usando aviones militares y de la fuerza aérea. Otro gran caso aislado.
Durante la dictadura militar, las Fuerzas Armadas chilenas secuestraron, torturaron y asesinaron, incluso a menores de edad, y hasta se auto premiaron con una medalla del 11 septiembre por sus crímenes. Para muchos, también se trató de casos aislados.
En cada debate presidencial o entrevistas los políticos botoneros sacan a relucir a las Fuerzas Armadas venezolanas como narcotraficantes, lo que es cierto, pero sin duda no hablan así de sus soldados y recurren al repetido discurso de que en Chile son sólo casos aislados.
Raros principios de los conservadores chilenos. Matar compatriotas, incluso a niños, no molesta tanto como que roben y sean narcotraficantes. Eso les duele. Aunque duermen tranquilos porque para ellos son casos aislados.
La noticia de los militares chilenos involucrados en narcotráfico causó alertas en diversas embajadas en Chile. Más aún cuando no hace mucho se realizó el ejercicio “Estrella Austral 2025”, que significó el despliegue de más de 700 efectivos de varios países e incluso contó con la presencia del Comando Sur de los Estados Unidos. Durante las ceremonias todo eran sonrisas y fotografías mientras se repartían entre aplausos los premios y galvanos. Ahora Chile tiene que dar explicaciones a sus homólogos los que no creerán tan fácilmente el cuento de que se trata de un caso aislado.
En Estados Unidos y Europa, la participación de soldados en temas de narcotráfico es considerado muy grave y se investigan de inmediato. Las sentencias son drásticas y no se usa la frase de que sólo es un caso aislado.
Los últimos comandantes en jefe del ejército chileno están acusados de corrupción. Lo mismo ocurre con los ex directores de las policías. No debe sorprender entonces ahora que los militares sean descubiertos en negocios de narcóticos. Pero claro, para ellos, son casos aislados.
El reciente caso de la Fuerza Aérea chilena, involucrada en el traslado de estupefacientes, y que a vista de todo un país se trató de silenciar y sabotear para que la justicia no investigara, tiene elementos más importantes que saldrán pronto a la luz. No se trata de un grupo de soldados y un pequeño negocio ilegal de drogas. Es algo grave que escalaría a más funcionarios y a otras ramas de las fuerzas armadas. Definitivamente, este no es un caso aislado.
Al sector conservador de Chile le cuesta reconocer estos hechos y prefieren ocultar todo bajo la alfombra. Sus orgullos son: la familia, iglesia, policías y militares. Para ellos, es impensable que un miembro de las fuerzas armadas sea un narcotraficante. Luego, se olvidarán de las acusaciones y su foco de atención será el desfile militar en el mes de septiembre. Ahí se verán a los comandos chilenos marchar, cantando casi a gritos y luciendo sus medallas que se auto otorgan sin haber disparado una sola bala. Total, nadie los cuestionará porque se trata sólo de casos aislados.
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