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Lunes, 21 de Julio de 2025
Hace 50 años

PS: las balas que nadie controla

Claudio Sánchez

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Carabineros derriba la puerta de la sede socialista.
Carabineros derriba la puerta de la sede socialista.

Este artículo, título incluido, vinculado tangencialmente a la huelga del mineral de cobre El Teniente que afectaba por esos días al país, fue publicado el 30 de mayo de 1973 en la revista Ercilla, medio muy cercano a la Democracia Cristiana.

Con el dedo en el gatillo de la metralleta, el conscripto rancagüino David Rojas instaba al público a que despejara la calle. Los enérgicos ademanes, de pronto, cesaron: frente a él, en medio de los manifestantes, un rostro familiar. Era su padre (Luis Rojas, mecánico de El Teniente). Y entonces escuchó una voz: "Esta es CC-151, Radio Rancagua, en poder del comando femenino... Su hermana, improvisada locutora de los huelguistas, hacía un llamado a la calma desde los estudios de la emisora. Terribles momentos para un muchacho que apenas alcanza la mayoría de edad. Su comandante (el santiaguino teniente coronel Félix Cabezas) le exigía que cumpliera con el deber; su padre y hermana le suplicaban que no empuñara el arma contra ellos. 

Las denuncias de sectores opositores respecto a los intentos del gobierno de enfrentar a padres contra hijos parecieron confirmarse ("por lo menos debieron haber eximido a los hijos de los mineros", manifestó después la hermana del soldado Rojas). El nuevo elemento de discusión surgió el viernes, cuando aún la ciudad estaba bloqueada y Carabineros se retiraba a los cuarteles. 

Al otro día, el ex jefe de la zona de emergencia supo que lo destituían del cargo: el vespertino Ultima Hora publicó que era una orden del gobierno; el secretario general subrogante de la colectividad afectada, Adonis Sepúlveda, calificó de "débil" a Ackernecht.

La aparición militar en las calles rancagüinas coincidió con la llegada a la ciudad del nuevo jefe de la zona de emergencia, el coronel Orlando Ibáñez, de la Segunda División del Ejército. Relegado en el regimiento quedó el teniente coronel Christian Ackernecht. Horas antes, este último jefe de la guarnición dirigía el allanamiento a la sede local del Partido Socialista. Desde el edificio, militantes del PS dispararon contra liceanos, quienes regresaban al centro después de una concentración. Secuela: siete heridos, 33 socialistas a la cárcel e incautación de ocho pistolas, dos fusiles, una escopeta, Iinchacos, cadenas, bombas caseras, ácidos, comestibles y material propagandístico (fue necesario remover las tejas para encontrar el armamento). 

Al otro día, el ex jefe de la zona de emergencia supo que lo destituían del cargo: el vespertino Ultima Hora publicó que era una orden del gobierno; el secretario general subrogante de la colectividad afectada, Adonis Sepúlveda, calificó de "débil" a Ackernecht; Canal 9 acusó al militar de "demorar el allanamiento" para que alcanzaran a llegar sus colegas del 13. Democratacristianos y nacionales pidieron explicaciones al ministro de Defensa, José Tohá. En respuesta, un comunicado del comandante en jefe subrogante del Ejército: el cambio de mando era asunto reglamentario y se respaldaba al removido comandante Ackernecht. 

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El teniente coronel Christian Ackernecht a la derecha dirigió el allanamiento
El teniente coronel Christian Ackernecht a la derecha dirigió el allanamiento

Viernes: días escogidos 

Por tercera vez, en menos de treinta días, el viernes 25 de mayo se transformó en el día escogido (antes lo fueron los incidentes frente a la sede DC, en Santiago, y en el boulevard de Huérfanos: un comunista y un Patria y Libertad, víctimas de las balas), ahora 26 gremios rancagüinos decretaron paros de solidaridad con los mineros y estudiantes baleados. En la mañana, una toma de la carretera, frente a Punta de Codegua, incomunicó a la capital con el sur del país. Luego, el desfile por las calles de Rancagua. Frente a la Plaza de los Héroes, Carabineros esperó que terminara la Canción Nacional. Después hubo bombas lacrimógenas y confusión. 

El diputado democratacristiano de la zona, Ricardo Tudela, formuló una denuncia ante el presidente de la Corte de Apelaciones, Eduardo Araya: el alcaide de la cárcel, Carlos Lira (MAPU), se burlaba de los tribunales. La autoridad penitenciaria tenía en su oficina a los "incomunicados peces gordos" socialistas (el alcalde de Machalí, un regidor rancagüino, el secretario regional de la colectividad y funcionarios de gobierno). El resto, disfrutaba de las comodidades de las dependencias de los vigilantes y de la enfermería. 

El descontento de los vigilantes se acrecentó: uno de ellos fue a dar a la sala D, del tercer piso del Hospital Regional: las persecuciones y arbitrariedades le alteraron gravemente sus nervios.

El teniente de prisiones, Vicente Quijada, reclamó por la violación reglamentaria. Respuesta: lo relevaron del cargo y lo trajeron a Santiago. El personal reaccionó y amenazó con tomarse el recinto. Litré Quiroga, director del servicio, llegó rápidamente. Obligó a sus subalternos a deponer la actitud. Caso contrario, haría entrar al recinto tropas del Ejército. La contraofensiva funcionaria fue una amenaza de soltar a todos los reos. 

El descontento de los vigilantes se acrecentó: uno de ellos fue a dar a la sala D, del tercer piso del Hospital Regional: las persecuciones y arbitrariedades le alteraron gravemente sus nervios. Otro reclamó: "el alcaide Lira me trajo de Rengo, donde vivo con mi esposa e hijos, simplemente porque mi familia es de oposición". 

EI poder femenino 

La radio Rancagua pasó a convertirse en la preferida de la ciudad (su propietaria, Zunilda Acuña, viuda de Romero, desmintió ser comunista). Mientras las mujeres permanecían en el edificio, los hombres hacían guardia en las cercanías y en la planta. Esta última, sin embargo, fue desalojada diez horas después del allanamiento a la sede socialista (el senador Rafael Moreno, DC, calificó el hecho como una "grotesca venganza"). 

Pero la orden del intendente Luis Baeza, ex dirigente minero, tuvo un breve efecto: un día después de la detención, el ministro sumariante, Aldo Guastavino, los dejó en libertad bajo fianza de cien escudos. Y pese a que los militares cortaron la energía a la radio desde la planta, el ingenio pudo más que las leyes: técnicos de El Teniente acondicionaron un equipo, para que la emisora se captara en la ciudad, de unos 120 mil habitantes. 

Desde la toma de los estudios, sólo los militares han llegado a las puertas del medio de comunicación. La dinamita en poder de los huelguistas hizo tomar providencias especiales a Carabineros. Seis detectives de ronda, en la madrugada del sábado, tuvieron una poco airosa retirada: un minero, explosivo en mano, los obligó a subirse a la patrullera y volver al cuartel. 

La interpretación del cuerpo legal rompió la Confederación del Cobre. Trabajadores de Cobrechuqui se apoderaron de las dependencias del máximo organismo gremial. Razón: los dirigentes oficialistas no han ayudado a los huelguistas.

Pero los vejámenes no sólo fueron para los policías. También los "patos blancos" (mineros que rompieron el movimiento) debieron concurrir a un sui generis tribunal: osadas mujeres los interrogaron, a costa de vergonzosos strip-tease de los varones. 

En Santiago, el vicepresidente Almeyda (Allende estaba en Argentina) anunció a fines de semana el decreto que ordenaba la reanudación de faenas. 

Según el gobierno más del noventa por ciento de los trabajadores sube diariamente a la mina. Los interventores, Fernando Fanjsilver y Galvarino Melo, junto al jefe de la Zona en Estado de Emergencia y el intendente llamaron a los dirigentes de los sindicatos en huelga. La respuesta fue categórica: sólo habrá solución cuando se pague el 41 por ciento, dispuesto en la Ley 17.713. 

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Más de 30 detenidos en la ocasión.
Más de 30 detenidos en la ocasión.

La interpretación del cuerpo legal rompió la Confederación del Cobre. Trabajadores de Cobrechuqui se apoderaron de las dependencias del máximo organismo gremial. Razón: los dirigentes oficialistas no han ayudado a los huelguistas. Los afectados desmintieron: siempre hemos participado en las conversaciones. Fuerzas de Carabineros, por orden del intendente de Santiago, desalojaron la Confederación. 

En Rancagua, los gremios tomaban bando: transportistas, comerciantes, médicos, estudiantes, con la huelga. Dentro de ellos, sectores contrarios que buscaron la normalidad. 

Profesoras del Jardín Infantil Rancagua College (edificio contiguo a la sede socialista) se presentaron voluntariamente donde el juez Lenin Lillo. La parvularia María Cristina Marín se extrañó de que el día del baleo no fueran al colegio los hijos de tres implicados en el suceso: Miguel Lee Urzúa (a quien los manifestantes le incendiaron su Fiat 600), Joaquín Aedo (éste además fue expulsado del Colegio de Dentistas) y Pedro Pallamar. El centro de padres del jardín infantil les canceló la matrícula a los pequeños, con acuerdo de la dirección. Sus compañeros se habían salvado de la lluvia de balas que surgieron desde el PS, y que al parecer nadie controla.

En el momento mismo de ser derribada la puerta -tras la cual se ocultaban 33 militantes del PS- se escucharon diálogos dramáticos entre los militares y carabineros.

Minutos de tensión 

El allanamiento de la sede socialista de Rancagua provocó diversas reacciones. Registrada la escena en las cámaras de TV, la opinión pública fue enfrentada a una acción policial-militar como no se había visto anteriormente. De acuerdo con las atribuciones que emanan de la zona de emergencia, el teniente coronel Christian Ackernecht dirigió sus tropas con una sincronización impresionante. En el momento mismo de ser derribada la puerta -tras la cual se ocultaban 33 militantes del PS- se escucharon diálogos dramáticos entre los militares y carabineros. Los primeros advertían a los oficiales de la policía que tomaran precauciones. Desde el local, minutos antes, se había disparado en forma intensa. El allanamiento se cumplió en escaso tiempo: los detenidos fueron enviados de inmediato a la cárcel local. Y comenzaron las reacciones: la principal, el reemplazo del jefe de la Zona de Emergencia. 



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