Hernán Larraín, el ministro de Justicia y de Derechos Humanos, estaba indignado el viernes pasado.
“Francia otorga asilo político a Palma Salamanca, condenado por tribunales chilenos como autor material del asesinato de un senador en plena democracia”, escribió en su cuenta de Twitter. “Más puede la política que el derecho, más puede la izquierda cuando la victima es de derecha. Así se degradan las instituciones”.
La aireada reacción pública de este ministro de Estado recuerda a las pataletas de la derecha cuando Augusto Pinochet quedó detenido en Londres. Han pasado exactamente 20 años, pero, al juzgar por los dichos del ministro militante de la UDI, poco ha cambiado.
Como dice el tango, “20 años no es nada”, y así el ministro Larraín tuvo su propio déjá vu: se le cayó el carnet de la UDI y de discípulo de Jaime Guzmán.
El hecho de que Francia concediera asilo político a Ricardo Palma Salamanca, sindicado como uno de los pistoleros que asesinó al ideólogo de la dictadura Jaime Guzmán en abril de 1991, es considerado un escándalo por el establishment de la derecha dura chilena.
El canciller Roberto Ampuero, izquierdista durante su juventud, pero quien ha hecho carrera política negando y acusando su propio pasado, citó para hoy lunes al embajador de Francia en Chile. No puede llamar en señal de protesta al embajador chileno en Francia, por cuanto ese puesto está vacante desde que sumiera Piñera por segunda vez.
Las agencias de noticias informan que muchos representantes de la derecha están llamando a conferencias de prensa para denunciar a Francia y la aberración de haberle concedido asilo a alguien que asesinó a un senador en democracia.
El diputado Leonardo Soto escribió en Twitter que “no sé por qué el Gobierno esperaba algo distinto de Francia por Palma Salamanca”. Y acto seguido, el parlamentario socialista afirmó: “Aquí hubo decenas de ciudadanos franceses asesinados o desaparecidos y sus autores nunca fueron extraditados a Francia ni condenados en Chile. ¿O acaso olvidan el asesinato del Padre André Jarlán, aún impune?
El periodista Juan Cristóbal Peña, autor del bestseller Los Fusileros, afirmó que “desde una perspectiva política, el asilo a Palma Salamanca y su familia conlleva implícito un juicio de los franceses a la transición a la democracia y a la justicia chilena de esos años”.
La decisión francesa ha sido un balde de agua fría para la derecha más dura chilena, para quienes el asesinato de Jaime Guzmán constituye el hito político más relevante de los últimos 30 años.
Y tal como en 1998, esta decisión de un país europeo ha provocado que la derecha más dura salte y pegue el grito al cielo, acusando que Inglaterra, entonces, y Francia, ahora, son países que están bajo el influjo de un poco definido socialismo internacional.
Pero al menos el ministro Larraín sinceró su postura, y demostró que su corazón está más en ser militante de la UDI, que en ministro del Estado chileno.
Mientras tanto los columnistas satíricos de la derecha, como Joe Black de El Mercurio, parecieron perder todo su refrescante humor habitual. Está bien bromear con la izquierda, e incluso con algunos deslices menores de la derecha, pero con Jaime Guzmán no se bromea.
Y no importa que ese diario haya publicado lo que, probablemente, fue el chiste más cruel en la historia del periodismo mundial: “El fantástico número del proyectil humano disparado sobre los muros de una embajada”, rezaba la lectura de un dibujo de Lukas en 1974. La referencia era a la militante del MIR, cuyo cuerpo ya muerto había sido lanzado al patio de la embajada de Italia en el barrio Italia.
Pero, vamos Joe y El Mercurio: ¿no creen que la historia de un guerrillero (o llámenlo terrorista) que se fuga en la víspera de un Año Nuevo desde el patio central de una cárcel de alta seguridad, siendo rescatado por un helicóptero, no merece algo de su atención lúdica, tal como lo hicieron con la Videla?
Vamos Joe Black, ¿no es acaso una historia entretenida? ¿O tu humor está, después de todo, limitado por la ideología de los medios para los cuales trabajas?
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