Ser juez es una tarea difícil, delicada. Se debe tener cabal conocimiento de las leyes, juicio ecuánime. No dejarse impresionar y tener una balanza lo más exacta posible para medir todo tipo de situaciones. Y no sólo eso. El magistrado, además, tiene que lucir una conducta intachable y un comportamiento moral consecuente con su alta función fiscalizadora en resguardo de la ley.
Más claro. Un magistrado no puede aparecer envuelto en negocios ni trasgrediendo las leyes. Porque no puede, en un momento dado, aparecer cometiendo delitos.
¿Ocurre esto en Iquique? ¿Ocurre con el juez Mario Acuña Riquelme?
Juzguen ustedes. Desde mayo de 1970, el juez Acuña cobra asignación familiar por su cónyuge, Viviana Normandin, que se desempeña como funcionaria de la Corporación de Fomento. (Según el estatuto administrativo, en su artículo 65, esta falta se castiga con la destitución del infractor.)
Además, el juez Acuña agregó a su mujer en la Declaración de Impuestos, como que "no trabaja". Esto lo hizo para rebajar el pago del Global Complementario. El 15 de julio de 1971, el mismo juez adquirió en la fábrica TECNA, de Arica, un automóvil Acadian Beaumont, en la suma de 95.312 escudos, según la factura 2546. En la compra de este Acadian el juez dio como domicilio la ciudad de Arica, en circunstancias que vive en Iquique. (Lo hizo para acogerse a franquicias que se otorgan a los que viven en Arica.)
Pagó con un cheque de su cónyuge por valor de setenta mil escudos. El saldo lo pagó con otros documentos. El origen de esos setenta mil escudos era: 40 mil escudos pagados por el fiscal Raúl Arancibia Hevia, por la venta de una citroneta que le hizo la esposa de Acuña. (Cabe hacer notar que en esta transacción no se pagó la transferencia.) Además, cuarenta mil escudos que le entregó el comerciante Raúl Nazar Guzmán, depositados en la misma fecha.
En concreto: el juez Acuña nunca pagó el impuesto a la compraventa de la Citroneta que le vendió al fiscal Arancíbia Hevia. (La citroneta tenía la patente AMC-30, de Iquique. Año 1971.) Además, aparece como poseedor, en condiciones irregulares, de los siguientes vehículos: Citroneta patente JY-659, de Providencia. Actualmente AKZ-68, de Iquique, 1972, y de un Fiat 600, patente GBV, de San Miguel.
Ahora bien. Nazar, que aparece entregando cuarenta mil escudos al juez Acuña, estaba encausado por el mismo juez Acuña por el delito de estafa. (A los pocos días de hacer entrega de esos cuarenta millones de pesos, mediante un cheque, el tal Nazar queda libre por disposición del juez Acuña: "por falta de méritos").
Pero eso no es todo. El mismo Nazar tenía en el tribunal del juez Acuña un juicio de arrendamiento en el que aparecía como demandado. (GANDOLFO BASSITINI, ERNESTO, con NAZAR GUZMAN, RAUL). Nazar volvió a ganar.
En concreto: el juez Acuña nunca pagó el impuesto a la compraventa de la Citroneta que le vendió al fiscal Arancíbia Hevia. (La citroneta tenía la patente AMC-30, de Iquique. Año 1971.) Además, aparece como poseedor, en condiciones irregulares, de los siguientes vehículos: Citroneta patente JY-659, de Providencia. Actualmente AKZ-68, de Iquique, 1972, y de un Fiat 600, patente GBV, de San Miguel.
A esto se agrega el oculto negocio que tenía con un procesado de su propio tribunal y el delito que significa cobrar Asignación Familiar por una esposa que trabaja. Pero la madeja que envuelve al juez Acuña Riquelme es mucho más compleja.
El siguiente capitulo se escribió a bordo de un Boeing de Línea Aérea Nacional. Fue el siete de abril de 1972. Dos hombres llegaron casi a la misma hora al aeropuerto de Iquique. Se saludaron brevemente. Y, luego, cada cual por su lado hicieron los trámites de rigor.
No hablaron entre sí en el trayecto a Antofagasta. Allí el avión, denominado "caletero", hizo escala. Y ambos hombres bajaron. Minutos más tarde trasbordaban al Boeing LAN-Chile, en viaje directo a la capital.
Los dos pasajeros, ahora sentados uno al lado del otro, conversaron animadamente. Una hora y media más tarde aterrizaban en Pudahuel. Y quince minutos después desaparecían a bordo de un moderno automóvil.
Uno de esos misteriosos pasajeros era el traficante en drogas, prontuariado en la Asesoría Técnica de Investigaciones, Pascual Gallardo Quintanilla. Su acompañante era el juez del Primer Juzgado de Iquique, Mario Acuña Riquelme.
¿Qué lazos unen al traficante Gallardo Quintanilla con el juez Acuña Riquelme? Veamos. En agosto de 1969 la policía detectó un fuerte contrabando y comercialización de drogas. A raíz de ello fue detenido y llevado a los tribunales un tal Mario Morales Flores. Junto con él cayeron otros pájaros de cuentas.
Entre ellos figuraba Pascual Gallardo Quintanilla, el acompañante de viaje del señor juez. Esto sorprendió a los que conocen el ambiente iquiqueño, porque el traficante Gallardo Quintanilla siempre se jactó de su amistad con jueces y ministros.
El proceso se inició, como correspondía, en el Primer Juzgado, cuyo titular era el juez Acuña. Sin embargo, misteriosamente apareció en el Cuarto Juzgado del Crimen de Santiago una querella por estafa de un tal Nicolás Sensenich en contra de uno de los detenidos. (La querella ingresó con el rol 100.540.)
El juez Acuña, entonces, se declaró "incompetente". Y todo el proceso por tráfico de drogas debió llevarse al Cuarto Juzgado de Santiago, para ser agregado a la querella por estafa. Sin embargo, un actuario de apellido Rojas, que llevó todos los antecedentes a Santiago “extravió" inexplicablemente todos los papeles en el trayecto.
En cuanto a los documentos que implicaban al traficante Pascual Gallardo Quintanilla desaparecieron entre manos misteriosas desde las bóvedas del Primer Juzgado de Iquique y el delincuente nunca fue declarado reo.
Dos años y medio más tarde el pasado siete de abril de 1972, el juez Acuña viaja a Santiago. Compra el pasaje 97354 y lo paga con el cheque número 288181 del Banco de Chile. La cuenta corresponde a la del secretario del tribunal iquiqueño, Renán Osorio. Y por extraña coincidencia, viaja a su lado el traficante Gallardo Quintanilla. No hablan en el trayecto hacia Antofagasta. Pero sí lo hacen en el viaje a Santiago. Y luego, como ya hemos dicho, se pierden misteriosamente en un moderno automóvil que los espera en Pudahuel.
La historia, sin embargo, tiene otros detalles que se remontan a la Navidad de 1971. Y a un delincuente apodado "El Gallina". Ocurrió así.
"El Gallina" es conocido también como Francisco Valenzuela o Manríquez Valenzuela. Hasta hace unos dos años era un delincuente de poca monta. Su único bien visible era una carretela. Un buen día "El Gallina" desapareció de la circulación. Regresó diez años más tarde, increíblemente rico. Se le conocieron tres automóviles modernos y se supo que tenía cuentas en dólares en el extranjero.
Llamó la atención a los investigadores que "El Gallina" apareciera depositando un mínimo de cien millones de pesos cada dos días en una de sus cuentas.
El climax, sin embargo, del auge social de "El Gallina" se produjo el 24 de diciembre de 1971. Ese día el juez Acuña interrumpe su labor. Emite un largo bostezo. Se arregla sus vestimentas y sale. En la puerta le solicitan que atienda a un niño que ha sido detenido. Si no lo hace, el niño pasará la Pascua en la cárcel. El juez contesta que la oficina ya está cerrada. Y que por ser Pascua sólo atiende hasta las doce. Le insisten, pero el juez se muestra inconmovible.
En una inspección se le descubrió, además, un pagaré-dólar por 18 mil dólares, contra una cuenta de su propiedad en un banco uruguayo. Al mismo tiempo se le detectaron cinco grandes bodegas con cientos de toneladas de alimentos, mercaderías y medicinas de todo tipo. Todo listo para ser llevado fuera del país.
Al margen de su inesperada opulencia "El Gallina" mostró una nueva e increíble faceta. Su extraordinaria amistad con jueces y ministros de la Corte de Iquique.A tal punto llegaba esta amistad, que "El Gallina" estacionaba su elegante coche en el lugar destinado a los magistrados de la Corte. Y esto lo hacía diariamente, y con ostentación.
El climax, sin embargo, del auge social de "El Gallina" se produjo el 24 de diciembre de 1971. Ese día el juez Acuña interrumpe su labor. Emite un largo bostezo. Se arregla sus vestimentas y sale. En la puerta le solicitan que atienda a un niño que ha sido detenido. Si no lo hace, el niño pasará la Pascua en la cárcel. El juez contesta que la oficina ya está cerrada. Y que por ser Pascua sólo atiende hasta las doce. Le insisten, pero el juez se muestra inconmovible.
En ese momento se detiene frente al tribunal un Acadian Beaumont dorado. Se bajan de la máquina "El Gallina" y un mafioso identificado como Fernando Layi. Ambos traen una gran caja. Son regalos de Pascua para el señor juez. Acuña sonríe, saluda a los mafiosos, y con tranco rápido se dirige al Juzgado. Abre la puerta y permite que "El Gallina" y Layi coloquen sobre su escritorio el regalo de Pascua.
Luego el señor juez y sus amigos se alejan rápidamente en el Acadian. Y esa noche un niño de Iquique pasó su primera Pascua entre rejas. Una tarde de abril cayeron presos varios connotados comerciantes de Iquique. Los cargos eran graves e irrefutables: tráfico de dólares, monedas de oro y escudos. Contrabando de aumentos, medicinas y mercaderías. Además, evasiones reiteradas de impuestos.
Se les identificó como Julio y Buenaventura Súñer; Oscar, Antonio y Víctor Malagarriga Podestá. (El primero de los Malagarriga es regidor del PN.) Cayeron también Jaime CIotet Malagarriga, y los hermanos Aldo y Hugo Machiavello.
Por primera vez se lograba probar esta clase de delito a los "intocables" de la zona. El juez les concedió la libertad bajo fianza. No así a los Súñer, cuyo delito de tráfico de dólares es inexcarcelable. El caso conmocionó a la zona porque, por primera vez, caían peces gordos, y no los delincuentes habituales, o capataces, contratados para la parte fea del delito.
A los Súñer, por ejemplo, se les comprobó evasión tributaria por TRES MIL MILLONES DE PESOS. Y sólo una parte del cuantioso contrabando detectado por la policía fue avaluada (Esto es más que todo el fabuloso presupuesto que mueve la Junta de Adelanto de Arica.)
El contrabando incluía azúcar, harina; leche en polvo, Nescafé, hilo, zapatos, confecciones, medicinas en todos sus tipos, máquinas de coser, de escribir, bicicletas, televisores, objetos de arte y artículos suntuarios.
Los Súñer operan en Chile desde hace varios años. Poseen, debido a este robo al país, cuentas en dólares y libras esterlinas en Barcelona y otras ciudades europeas. Financian contrabandos, "quitadas", laboratorios de cocaína y tráfico de drogas. Con dólares preferenciales importan artículos suntuarios que luego sacan del país.
En la misma situación se encuentran los hermanos Machiavello, y los Malagarriga Podestá. El fuerte de estos últimos es el contrabando de whisky y de porcelanas finas. Todos unidos por un cordón umbilical a jueces, ministros, abogados, funcionarios y policías venales. (Como se ha comprobado.)
Y bajo el común denominador de intereses comunes. Intereses que se alargan mucho más allá de nuestras fronteras. Y que tienen, en Chile, su principal base de operaciones, a 300 kilómetros de la ciudad de Iquique. Esto es en Arica.
Comentarios
Que 50 años no es nada
Soy Iquiqueño, todo esto que
Mario Acuña fue designado
Gracias por la verdad
Agradecida de la aclaratoria
El famoso dicho: "Hecha la
Añadir nuevo comentario