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Jueves, 17 de Julio de 2025
Entrevista

Vñvm, ganador de Pulsar: “En la industria musical se marca la diferencia de clase”

Paula Huenchumil J.

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Vñvm engira por Mexico, festival EIMIM. Fotografía: Maria Evans Robinson
Vñvm engira por Mexico, festival EIMIM. Fotografía: Maria Evans Robinson

Francisco Moreira hizo historia en los Premios Pulsar, por el álbum Inatugen BSO, banda sonora mapuche de 'Bajo sospecha' producida en gran parte en un home studio en La Legua. “Cuando empecé a avanzar en mi trabajo me decían, ‘¿tú tocas violín?’ y me miraban raro”, dice el artista, quien también profundiza sobre su identidad: “Vñvm viene de sentirme mestizo, no me hacía el eco el Chile blanco”.

Sentado en la cafetería mapuche “Newen lamngen” en el Mercado Tirso de Molina, Francisco Moreira (Vñvm) está con su violín que tiene desde la adolescencia, “es un violin antiguo, que fue un gran esfuerzo de mi familia para cuando entré a estudiar al Conservatorio”, dice.

Vñvm (Üñüm) estudió seis años en el Conservatorio de la Universidad de Chile, e hizo historia en la última edición de los Premios Pulsar, por el álbum Inatugen BSO, al ganar como 'Mejor Compositor de Música para Audiovisuales'. Dicho disco reúne sus composiciones y cuenta con colaboraciones de Waikil, Daniela Millaleo, Ketrafe y Tüfachi Beat.

El álbum es la banda sonora del documental 'Bajo sospecha: Zokunentu', dirigido por Daniel Díaz Oyarzún. Una película que toma como punto de partida la detención por sospecha de su tío, el reconocido artista mapuche Bernardo Oyarzún, quien en 1998 fue arrestado en la calle por Carabineros, acusado de robar solo por su aspecto físico.  

Cuando conoció la historia de Bernardo Oyarzún en el documental 'Bajo sospecha', conectó principalmente por “el hecho particular que es la discriminación por apariencia”. 

Cuando Vñvm conoció la historia de Bernardo Oyarzún, conectó principalmente por “el hecho particular que es la discriminación por apariencia”. “Muchas veces iba a trabajar, empecé a avanzar en mi trabajo profesional como músico, y me decían, ‘¿tú tocas violín?’ y me miraban raro, como en menos ”, señala.

Leer: Director de documental 'Bajo sospecha: Zokunentu': “Es triste vivir en un país tan racista".

Desde los 9 años toca violín, comenzó en un programa de orquestas de la población O’Higgins cerca del metro Santa Julia, recuerda que esto era con recursos muy limitados. Nació en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, luego con su familia, migraron a Puente Alto y después a La Florida, junto a su madre, padre y hermana. 

Para el artista, el violín es como una forma aprender que viene desde el maestro- estudiante. "Estudiar significó un gran esfuerzo familiar, por suerte igual me iba bien, y ahí me metí a la política estudiantil, defendiendo los derechos también porque necesitaba tener un acceso a una beca, y pude finalmente obtener la Beca Bicentenario que me cubría gran parte del arancel”, comenta.

“Mi carrera era súper despolitizada, que era interpretación, muy individualista ‘como yo quiero avanzar en mi violín’. Estudias para hacer concertista y es una carrera como solista, eso no me hacía mucho sentido, tenía muchas inquietudes respecto a la música y mi identidad, entonces eso fue derivando un poco a que me dedicara a la música popular y de raíz”, reflexiona el músico.

-¿Por qué te denominas Vñvm, es decir, pájaro?

-Cuando tenía 14 años, tenía muchos pewmas (sueños), que me venían constantemente de mí como un hombre pájaro. Me veía mis propios brazos con plumas, veía mis piernas arriba de un árbol muy grande, un pewen (araucaria), eso fue constante por años. Aprendí a volar en sueño y aprendí a mantenerlo en el siguiente sueño. Y estos volares siempre eran sobre grandes campos, grandes extensiones de montañas, y fue como algo muy creativo, que me llegaba a mí después de despertarme, como vivir tu propia película.

Eso me llevó, junto con las propias inquietudes de identidad, de mi historia familiar, que tenía que ver con sentirme mestizo, no me hacía el eco del Chile blanco, escuchaba música en inglés pero no era algo que me identificara. 

Aún tengo un poco perdidos mis orígenes, parte de la familia de mi mamá, es de origen mestizo de la cordillera de la Quinta Región, mis tatarabuelos, trabajaban de hacendado, pero no hay apellido mapuche de parte de mi mamá, lo que sí hay muchas fotografías de mis ancestros con cara rasgos indígenas. Mi papá que me crió es de apellido Moreira y de mi papá biológico, solamente sé que era una persona alta y morena.

Entonces no hay como algo como tangible, hay como brotes solamente en mí, y eso me lleva como autoidentificarme más como una persona mestiza - champurria-, más que es como una persona mapuche, que es lo que yo le hablaba con el Dani Díaz, lo champurria.

Por eso mismo cuando los medios periodísticos aparece como “banda sonora mapuche", me identifica así mucho más, porque es lo que yo hago, decir que es mapuche, que yo decirme mapuche a mí mismo. Con Leo (Díaz Collao) también hemos conversado de eso, ese mestizaje desde el posicionamiento político. Así que esa es un poco mi historia, es difusa, como que cuesta agarrarse un poco a veces del aire, pero hay unas afirmaciones en mí, hay una voluntad y un newen en mi, que yo no lo puedo obviar, a pesar de esta incertidumbre; entonces claro, yo me levanto desde ser un mestizo.

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Vñvm junto a Isleña antumalen en gira por Mexico, festival EIMIM. Foto Maria Evans Robinson
Vñvm junto a Isleña antumalen en gira por Mexico, festival EIMIM. Foto Maria Evans Robinson

-En ese sentido, ¿qué han conversado con los músicos mapuche con los que han trabajado? La identidad en la ciudad.

-Muchas veces hablamos de historias para atrás y nos damos cuenta que tenemos historias parecidas; mi abuela llegó a Santiago de nana, la abuela de Waikil, lo mismo, a vivir en poblaciones y en periferias.

-O nuestros abuelos, muchos panaderos.

-Claro. Ahora uno se da cuenta de cosas, mi abuelo hacía aguardiente y la enterraba en la tierra, y la ñaña Isleña Antumalen me decía lo mismo en Isla Huapi, claro, no hay relaciones de territorio, pero hay vivencias como cultura, que son iguales y eso es bacán conversarlo más allá del apellido. Hay un interés, trabajar en el arte desde la población, hay muchas cosas en común y también discrepancias.

-¿Por qué?

Decir que yo hago música champurria, es algo que desde mi mundo más mestizo me posiciona dentro de esa mezcla como un ente en el que yo visibilizo mi lado indígena. En cambio si vienes del mundo mapuche, decir que haces algo champurria, entonces invisibilizas lo mapuche. Esa fricción es lo que puede generar mi trabajo, y mi expresión de identidad, pero siento que me gusta, porque provoca cuestionamiento, sobre todo para las personas que tienen esa inquietud, y que no están tan claras de su origen, pero sí claras en sus inquietudes, y su posicionamiento político.

"Frente a las políticas de blanqueamiento de los Estados, de los discursos, de la tv, levantarse desde el otro lado, creo que se necesita valor".

Frente a las políticas de blanqueamiento de los Estados, de los discursos, de la tv, levantarse desde el otro lado, creo que se necesita valor para hacer eso. Por ejemplo, recuerdo que escuché una entrevista de Beatriz Pichi Malen, que es mestiza, y decía, “yo habito dos mundos, un mundo en mí y el mundo winka”, yo decido vibrar y conectarme con ese lado, y eso lo encuentro muy valeroso.

-Y en esa línea, reconocer esa parte indígena, a veces tiene que ver con el fenotipo, “con la cara de indígena”, y que justamente el documental Bajo Sospecha se basa en la detención por sospecha a base de discriminación, ¿cómo conectó con ello?

-Yo no conocía la historia de Bernardo Oyarzún, cuando la conocí me hizo mucho sentido. "Bajo sospecha" es una tremenda película, es un gran trabajo de guión y de montaje para lograr hablar de tantas historias, con el tiempo no lineal y con el hecho particular que es la discriminación por apariencia.

Me conecta por eso y también porque cuando era chico me webiaban por la nariz grande, por pomuloso, me causó harto problemas emocionales. También creo que es porque venimos de clase baja, siempre teníamos muchos problemas económicos y hay mucha discriminación que tiene que ver con lo material. Digo eso porque particularmente en la universidad, en el Conservatorio, me enfrenté muchas veces a discursos clasistas de la Universidad de Chile.

"En la universidad, en el Conservatorio, me enfrenté muchas veces a discursos clasistas de la Universidad de Chile".

Me enfrenté muchas veces a que mi impresión de identidad era discriminada, “que era flaite”, yo hacía música que sonaba callejera, que “porque hacía esa música de población, de música popular, entonces me ponían malas notas en los exámenes, por suerte mi profesor me apoyaba, llegaba siempre al fin de año con un 6,3 y la Comisión me ponía un 4, “tocaste Bach de forma súper callejera”, me dijeron una vez en un examen.

Muchas veces iba a trabajar, empecé a avanzar en mi trabajo profesional como músico, y me decían, “¿tú tocas violín?” y me miraban raro. Yo trabajaba a veces en Las Condes, en Vitacura, weas que te pagan los cuicos, y claro cuando leseaba sin el traje elegante, la gente te discriminaba como te ves. Luego empecé a jugar con eso, a veces llegaba vestido de elegante, para ver cómo reaccionaba la gente.

“Bajo sospecha” también muestra la ciudad como tal, como la cuna de esta historia, ver al Bernardo en el metro o caminando en la calle, haciendo arte contemporáneo, que es súper elitista además. Posteriormente me entero que cuando Bernardo presentaba la obra le preguntaban si él era artista o no. A mi me pasaba algo muy similar cuando tocaba violín, me miraban con cara de “no pensé que tocabas violín”, “qué bacán que gente como tú lo haga”.

Es una historia de un artista y eso me identifica mucho con mi trabajo. Es una temática que se abarca menos, es diferente cuando se habla en las películas o documentales como la defensa del territorio.

-¿Y cómo fue el proceso de creación ya conociendo de qué trataba el documental?

-Es como un proceso paralelo, no es que me hayan dicho esto está terminado, musicalízalo. Fue un trabajo en pandemia, a través de envíos online, yo me aconsejé con Angela Acuña, que es violonchelista, productora musical y compositora de cine. A ella le dije “amiga, debo hacer la música para una película, ¿cómo lo hago?” Me dijo trabaja tres propuestas, poniendo límites creativos. Era algo nuevo para mí, primera vez que estaba haciendo esto, “ojalá hazte cercano al director”, me dijo también. Yo me esforcé, hicimos match con Dani Díaz, más allá de querer forzarlo, sino que se dio y nos llevamos muy bien.

Entonces, las propuestas fueron siendo aceptadas. Así avanzamos por unos siete meses de proceso creativo. Yo me compré un micrófono, grabé en mi pieza en un estudio en pandemia. Así que el origen de la producción de Bajo Sospecha fue en home studio en La Legua, estaba viviendo con otras compañeras y compañeros, tenía una sala de música, pero no estaba acustizada, afuera pasaba un camión o auto y se escuchaba la wea, “ya no sirve la toma, grabamos de nuevo” y así un poco fue generando como el material.

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Promoción para el videoclip de la cancion "Negümküley Mapu". Fotografía por Felipe Poblete (productor de la película) y Matias Mondaca (montajista del videoclip)
Promoción para el videoclip de la cancion "Negümküley Mapu". Fotografía por Felipe Poblete (productor de la película) y Matias Mondaca (montajista del videoclip)

-¿Cuándo decide invitar a otros artistas?

-Al principio era violín y trompe, pero cuando me dijeron “grabemos con más instrumentos mapuche”, yo pensé altiro en Waikil, porque Waikil además de ser rapero, es ayekafe, trabaja en la música mapuche, tocando instrumentos mapuche, sabe muchísimo, es súper bueno en los ritmos, pifilkatufe innato, así nada el tema champurria del disco Inatugen.

"Al principio era violín y trompe, pero cuando me dijeron “grabemos con más instrumentos mapuche”, yo pensé altiro en Waikil".

Le dije, “ayúdame en esto”, con él ya llevamos trabajo previo de años, de trafkim. Yo estoy trabajando con su disco desde hace cinco años. Ha habido un mutuo apañe siempre.

La música del documental es incidental, que acompaña el relato y a veces este protagonista como algunas escenas de la peli, pero cuando yo digo al equipo “¿hagamos la canción? ¿cómo la canción?, me dijeron”. En las películas no es necesario, yo digo “hagamos canción en mapudungun, yo no canto, podríamos invitar a dos voces que siempre he querido juntar que es Daniela Millaleo con Ketrafe”, ellos no habían producido nada juntos hasta el momento y son voces que para mi pactan muy bien y lo que representan como artistas. Con Tufachi beat también era de mi piño, que en la pandemia hacíamos pistas de rap.

Así que me aceptaron el single, quedó bueno, convencí al Dani Díaz que no quería en un momento hacer la letra, él no quería llevarse tanto protagonismo. Recuerdo que parte de producción la hice entre medio de un viaje a Barcelona que tenía una gira, iba en el avión mezclando a Ketrafe y Daniela Millaleo, haciendo la pista. La canción la hicimos master, con Gonzalo Rodriguez, ingeniero en sonido del Gam, el master final del disco que uno escucha en Spotify, lo hizo Dante de Tufachi Beat, lo hicimos en home studio, en una población en la comuna de La Florida.

"Es una producción que casi en un 80% se hizo en home studio que compite en categoría de Mejor Música de audiovisual, por eso es un orgullo".

Entonces es una producción que casi en un 80% se hizo en home studio que compite en categoría de Mejor Música de audiovisual, por eso es un orgullo porque tienen que ver también con una lucha de clases que es algo muy importante para mí en el arte.

Yo estuve nominado al Pulsar, el 2017 con mi primer disco, nadie me conocía, postulé en categoría música de difusión de pueblos originarios, en esa época estaba Luanco también. En esa época nadie me cachaba. Me acuerdo que ganó Álex Anwandter, que me encanta su música, pero ganó cuatro premios Pulsar, Alexander es hijo de una familia colona de Valdivia, que puede levantar un disco y un trabajo artístico con una base ya económica. Entonces claro, en la industria musical hay harta de diferencia de clase, en visibilidad y en producción, así que bacán sortear esas barreras.

-¿Qué sintió cuando ganaron el Premio Pulsar?

Fue muy emocionante, no te dan plata los Pulsar, te dan un reconocimiento, una estatuilla, y ojalá te llamen para más trabajos. Llamé a todo el equipo. Todos celebramos. Le dije a Tufachi Beat que fuera a recibir el premio. Es un logro igual, y a pesar de que yo compuse casi todos los nueve track, menos el último, más colaborativo, hay un sentimiento de grupo, se trabajó con mucho newen y dedicación con los tiempos, con acuerdos y reconocimientos. 

Ojalá que esta escena crezca en visibilidad, ojalá que uno pueda ver a Pailita, a Princesa Alba y música mapuche disponible, de todo tipo, no solamente la que uno conoce como de la ruka, sino también la champurria, la mestiza.

(Sobre el disco este medio publicó en Columna musicólogos (CMUS) una reseña de Leonardo Díaz Collao, investigador adjunto del Núcleo Milenio sobre Culturas Musicales y Sonoras)



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