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Lunes, 21 de Julio de 2025
[Análisis económico]

Un nuevo período especial del capitalismo

Carlos Tromben

Coincidencia o no, el apogeo de la URSS duró casi las mismas cuatro décadas que el período de oro del capitalismo financiero global, basado en tasas de interés bajas y bonos del tesoro. No es fácil pensar en lo que vendrá después.

En Chile se vivía la primera campaña presidencial en casi dos décadas cuando comenzaron a llegar las imágenes desde Berlín. Frente a la puerta de Brandemburgo se había perdido todo el respeto, los jóvenes descorchaban botellas de champaña, se subían al muro, lo acometían a martillazos y se llevaban trozos de recuerdo, a vista y paciencia de los indolentes policías de una RDA que aún existía en el papel.  

Fue un 9 de noviembre de 1989; dos años después se había terminado la Unión Soviética y con ella un acuerdo económico vinculante con muchos países. Cuba era uno de ellos, de modo que el fin del suministro de petróleo e hidrocarburos subsidiado por la URSS implicó una severa crisis económica en la isla. El PIB se habría contraído en un 36% durante tres años consecutivos y los habitantes debieron sobrevivir en base a todo el ingenio, la solidaridad y el individualismo posible dentro del sistema. Se acuñó el término “período especial” para denominar una vida cotidiana muy dura y desprovista de las certezas de antaño.

Algo similar se vive hoy. Después de cuarenta años, un período similar al que duró el apogeo de la URSS, las condiciones que sostuvieron el florecimiento de un sistema capitalista global de alto crecimiento se están esfumando. 

El año de referencia es 1982, cuando se alcanzó en Estados Unidos (y las grandes economías occidentales) el punto máximo de tasas de interés y la inflación comenzó a aflojar. Lo que se inició a partir de entonces es lo que el premio nobel de Economía Robert Shiller denomina la burbuja del milenio, un período histórico caracterizado por un alto crecimiento del PIB, de las bolsas y de los activos financieros. 

Ni las sucesivas crisis regionales o globales posteriores a 2001, cuando reventó la burbuja de las acciones tecnológicas, revirtió por completo esta macrotendencia al libre comercio, el multilateralismo globalizante, la desregulación financiera, la flexibilidad laboral y el surgimiento de un gigantesco sistema financiero paralelo a la banca tradicional, capaz de captar e invertir recursos enormes. 

No deja de ser entonces paradojal que la URSS y sus subsidios energéticos hayan sido para Cuba lo mismo que para Wall Street eran las tasas bajas. La época de la inflación bajo control. La época en que una crisis bancaria se solucionaba sencillamente con papeles.

Casi todos los “accidentes” de este período fueron provocados por alzas de tasas puntuales, supuestas normalizaciones después de períodos prolongados de expansión monetaria. El problema era que cada oleada expansiva estimulaba un tipo recurrente de comportamiento. La inversión a crédito o apalancada, el apetito simultáneo por el riesgo y su contrario, la seguridad. 

En estas cuatro décadas se ancló la expansión del mercado financiero a la gestión eficiente de la deuda pública, el activo libre de riesgo y alto en liquidez, que compensa todos los demás riesgos implícitos: la bolsa, las acciones tecnológicas, las criptomonedas, los países emergentes, la deuda de alto riesgo.

Se busca la recompensa (yield), el chute de azúcar, ojalá bajo en calorías y la sal baja en sodio. Algo que solo se logra con tasas bajas y constantes. Pero siempre hay que subirlas en algún momento y si es mucho, cada cierto tiempo alguna empresa de riesgo quiebra, una industria o categoría completa y se habla de crisis. Mercados emergentes, deuda hipotecaria securitizada, criptomonedas, ahora bancos. 

Las crisis anteriores se resolvieron con la misma receta: más dinero barato bajo. La sigla anglosajona QE (Quantitative Easing) sinónimo de compra masiva de deuda pública por el Banco Central. Hoy es imposible adoptarlo por la inflación, que la Fed tiene que reprimir por mandato. Aunque haga daño. 

Para evitar que se produzca una corrida bancaria, el gobierno tiene que asegurar los depósitos al cien por ciento. Yanet Yellen lo descartó al principio y desde arriba fue llamada a rectificar. La fórmula es cobrar un seguro a cada banco y se puede hacer si el fisco también pone plata.

Se llegó a hablar de la economía Goldilocks, la economía ricitos de oro que no crece demasiado ni padece de una inflación significativa que obligara a subir las tasas.

La gran crisis de 2009 tuvo varias réplicas. La más conocida fue la crisis del Euro en 2011, pero no hay que olvidar la pataleta (“taper tantrum”) de 2013, cuando el mercado de bonos se derrumbó ante el solo anuncio de que la Fed volvería a subir las tasas debido a la reactivación de la economía. O la breve crisis del yuan en 2015, de la que se habla poco hoy, pero estuvo a punto de desembocar en algo mayor. 

Las tasas se mantuvieron bajas alimentando un sistema enfermo, basado en una liquidez artificial y un apetito insaciable por el riesgo. 

Se llegó a hablar de la economía Goldilocks, la economía ricitos de oro que no crece demasiado ni padece de una inflación significativa que obligara a subir las tasas. Los economistas del consenso identificaron una “nueva normalidad” donde todos nos manteníamos dentro de nuestras zonas de confort y los ejecutivos de Wall Street (y su versión local de Sanhattan) podían seguir cobrando sus comisiones ad eternum. 

Se habló de una Fed paloma, una Fed matriarcal que surtiría para siempre de leche a los mercados. La pandemia estiró el elástico monetario todavía más, pero entonces comenzó a flaquear el sistema de comercio global. Las ayudas directas consolidaron un desajuste de oferta y demanda que ya no podía revertirse sin intervención directa sobre las tasas. La Fed paloma fue sustituida por la Fed halcón, la Fed aguilucho, que picotea carcasas. 

De modo que el fin de estos cuarenta gloriosos años comenzó con el COVID y se ratificó con la guerra de Ucrania. No solo la inflación estaba de vuelta una vez más, como el payaso siniestro de Stephen King. Ahora el sistema de gobernanza global que operó con gran eficacia, hay que reconocerlo, entre 2008 y 2015, había dejado de existir como tal. 

No deja de ser entonces paradojal que la URSS y sus subsidios energéticos hayan sido para Cuba lo mismo que para Wall Street eran las tasas bajas. La época de la inflación bajo control. La época en que una crisis bancaria se solucionaba sencillamente con papeles. La Fed pródiga, la FED paloma, la época del dinero tan barato que daba lo mismo donde invertirlo. High Risk, high yield, high tech. Podríamos rapear media hora solo a base de name-dropping. 

Ahora estamos en el período especial. Se cortó la leche. Las vacas serán flacas hasta nuevo aviso.

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Comentarios

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El capitalismo crea un individuo que enferma de individualismo.

es de no creer, muy bueno el artículo, hace crear conciencia, e invita a salir del sistema de deuda, donde solo algunos se hacen millonarios en base a la especulación

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