Una vieja leyenda de la Revolución Francesa asegura que cuando la reina María Antonieta se enteró que el pueblo de París se había quedado sin pan y pasaba hambre, la esposa de Luis XVI contestó: “Que coman croissant entonces”.
Esta historia probablemente sea parte del folclore de esa época, pero refleja bien uno de los malestares que contribuyeron a esa revolución: la enorme desconexión entre la elite y la gente de a pie y las grandes desigualdades entre las clases sociales. En el ambiente perfumado y alejado del Palacio de Versalles, en el cual los reyes pasaban la mayor parte del tiempo, nada hacía presagiar que en julio de 1789 se iniciaría un violento y sangriento proceso de transformación política y social que incluso le costaría -literalmente- la cabeza a la pareja real cuatro años después.
El contundente resultado del plebiscito constitucional chileno ha visualizado nuestro propio Versalles: Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea.
“Una correlación con los niveles de ingreso mostraron los resultados del Plebiscito”, aseguró de manera lacónica el diario digital Pauta. “Las pocas comunas donde el Rechazo logró imponerse comparten la característica de ser las zonas donde residen los grupos más acomodados del país”.
En efecto, en estas tres comunas de Santiago Oriente la votación fue completamente opuesta a la del resto del país. Junto a Colchane y la Antártica fueron las únicas comunas de Chile donde ganó el Rechazo. Mientras el Apruebo arrasó con 78,3% de los votos a nivel nacional, ganando en todas las regiones del país, el Rechazo obtuvo 67% en Vitacura. Mientras en La Pintana el Apruebo se impuso con 88,7%, en Lo Barnechea, donde se ubica La Dehesa, el Rechazo obtuvo 61%. Mientras en Coquimbo un 84,6% de los votantes optó por una nueva Constitución, en Las Condes el Rechazo ganó con 56% de los votos.
¿Qué explica resultados tan radicalmente opuestos? Hay tres posibles explicaciones, las que no necesariamente se excluyen entre ellas.
La primera es que la abrumadora mayoría que votó por el Rechazo en esas comunas (no fueron todos, después de todo) es un grupo de iluminados que, por alguna razón no del todo evidente, sabe lo que más le conviene al resto del país. De personificar a este votante sería alguien como Axel Kaiser, Hernán Büchi, todos los Chicago Boys o Sebastián Izquierdo.
La segunda es que simplemente votaron para mantener sus privilegios que, muchos de ellos y ellas piensan, se deben exclusivamente a sus propios esfuerzos. Después de todo, hasta Max Luksic, hijo del magnate, cree que su puesto en Canal 13 se debe al mérito. En este punto también influye el temor a la violencia social y, sobre todo, el miedo a que Chile se convierta en Venezuela. Como ocurre con muchos miedos de infancia, se interpretan las sombras nocturnas como monstruos que te pueden comer. De personificar a este votante sería alguien como, bueno, Max Luksic o José Antonio Kast.
La tercera explicación -hay que insistir que no excluye elementos de las dos anteriores- es que simplemente viven en una burbuja y no saben cómo vive y piensa la gran mayoría de sus conciudadanos. De hecho, hace dos semanas El Mercurio publicó un artículo titulado “La élite subestima la brecha entre su realidad y la que se vive en comunas de estratos medios y bajos”. Este se basaba en el estudio “Percepciones sobre desigualdad en la élite chilena” del Círculo de Directores, que reúne a más de un centenar de miembros de directorios de grandes empresas, y la firma de datos Unholster. En este se entrevistó a líderes de empresa, en la academia, la política y las comunicaciones sobre cómo perciben la desigualdad en Chile.
Dos botones de muestra. Al ser consultados sobre el avalúo fiscal de las viviendas de clase baja y de clase media, la elite estima que estos alcanzan valores de 27 millones y 84 millones de pesos, respectivamente. La realidad es otra: en promedio, el valor fiscal de las viviendas de clase baja es de 7 millones y las de clase media de 23 millones. Cuando se les preguntó sobre salud, los líderes encuestados calculaban que 39% de la clase media chilena tiene Isapre, cuando en realidad es sólo 18%.
De personificar a este grupo se viene a la mente el ministro de Ecnomía Lucas Palacios, quien a inicios de septiembre aseguró que una persona sola puede vivir perfectamente bien con 320.000 mensuales. O Andrónico Luksic quien, como gesto en medio del estallido social, se comprometió que el salario mínimos de los trabajadores de sus decenas de empresas iba a ser, a partir de las protestas, 500.000 mensuales. O el ex ministro Felipe Larraín quien animó a comprar flores, ya que estas no habían tenido un alza en el IPC a mediados de 2019. Y suma y sigue.
O sea, la elite económica que reside en esas comunas vive desconectada de la realidad social, no muy distinto a como ocurría con los borbones de la Francia de fines del siglo 18. Para muchos de ellas y ellos los resultados de ayer probablemente fueron un shock. Y así como cortesanos y burócratas del moribundo régimen monárquico le traían noticias frescas desde París, pero convenientemente ajustadas para darle en algo el gusto a la aristocracia, hoy muchos medios de prensa han cumplido ese rol.
La prensa (auto) miente
La cobertura que la prensa tradicional le ha dado -en general- al estallido social sólo viene a confirmar las tres explicaciones mencionadas. Nuevamente, dos botones de muestra: “Interior apunta a ‘grupos de delincuentes’ tras crecientes evasiones masivas en el Metro”, tituló el diario La Tercera el viernes 18 de octubre de 2019, y dos días después se despachó el titular “la crisis que nadie previó”.
Más reciente, el viernes 23 de octubre de este año, el diario digital El Líbero especuló con un factor sorpresa para el plebiscito. “No ser asociados con la opción que va perdiendo, o no ir en contra de lo ‘políticamente correcto’ son algunas de las razones del por qué un porcentaje del electorado espera el secreto del voto para expresar su preferencia”, afirmó el medio. “Según diversos analistas, tal como pasó en Colombia, el Brexit o con Donald Trump -donde los sondeos, previamente, no reflejaron el sentir de la gente-, este domingo la brecha entre el Apruebo y el Rechazo podría ser menor a la que se ha dicho hasta hoy”.
Con ello no sólo se profundizan las percepciones distorsionadas de la elite, sino que se auto mienten, ya que casi muchos de esos medios están en manos de grandes empresarios o son dirigidos por representantes de la propia elite.
Un historiador escribió: “El sector alto se encerraba en su ambiente perfumado y hermoso, sin querer saber nada de un mundo que cambiaba aceleradamente y con signos violentos. Tan espesa era esta nube rosada, que uno de los portavoces más inteligentes y respetados de la oligarquía declaraba en tono triunfal que la cuestión social no existía”.
No es una descripción de la elite francesa de fines del siglo 18, sino la de Sergio Villalobos sobre la elite la chilena de inicios del siglo 20.
Comentarios
Muy bueno el articulo de
A todo eso súmense los votos
Por lo de la Anécdota de
Excelente artículo, muy bien
La flojera e ignorancia de
No me parece el argumento
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