En sólo 11 días se desplegó un libreto bien coordinado que ha catapultado a Michelle Bachelet, una vez más, a la primera plana de la política presidencial. Esta fue la secuencia.
El 22 de enero la ex Presidenta Michelle Bachelet dijo en un seminario realizado por la Universidad de Chile que Lula da Silva, el mandatario brasileño, le había sugerido postular nuevamente a La Moneda, ya que él estaría contento con su actual tercer período. Entre los asistentes había alcaldes y subsecretarios.
El 26 de enero Bachelet publicó una columna en el diario español El País instando a que “nuestra unidad como progresismo debe basarse en ideas en común, pero también debe traducirse en un pacto político lo más amplio posible (…) Tengo la convicción de que unidos podemos vencer”.
El 2 de febrero la encuesta Pulso Ciudadano dio a conocer que, por primera vez en este ciclo electoral, Bachelet aparece segunda en los sondeos presidenciales, detrás de Evelyn Matthei pero desplazando a José Antonio Kast al tercer lugar. Y ese mismo día, que fue recién el lunes pasado, la prensa se entera de la anécdota con Lula y Bachelet vuelve a estar en boca de todos.
Lo que los socialistas callan es que cuanto más tiempo de vueltas el nombre de la ex mandataria, más oxígeno recibe ese partido para su verdadero objetivo en este año electoral: las parlamentarias.
¿Qué hay detrás de este Blitzkrieg comunicacional? Para dilucidarlo hay que ver las reacciones a esta ofensiva. Camilo Escalona, secretario del Partido Socialista, rápidamente se subió a la ola y en una entrevista a La Tercera el 30 de enero afirmó que con una candidatura presidencial de Bachelet “habría un nombre que tendría la posibilidad de aunar” a la centroizquierda. La timonel del PS, Paulina Vodanovic fue más concreta y en conversación con el mismo diario, publicado el jueves 6 de febrero, aseguró que “si ella estuviera disponible, cuenta con el apoyo del partido”.
Lo que los socialistas callan es que cuanto más tiempo de vueltas el nombre de la ex mandataria, más oxígeno recibe ese partido para su verdadero objetivo en este año electoral: las parlamentarias. Porque, y esto tampoco lo dicen en público, la centroizquierda está convencida de que las presidenciales están perdidas. Es decir, toda la energía de ese sector con cara a los comicios de noviembre está puesta en el Congreso.
“Como todos dan por descontado una derrota presidencial, todos quieren ser parlamentarios”, afirma un connotado estratega de ese sector, que sólo habló bajo la condición de no ser nombrado. “Entonces la presión es muy fuerte, lo que hace casi inviable un escenario de una sola lista de nuestro sector”, asegura.
Así, Bachelet no sólo es un nombre que marca bien en las encuestas, y que por sí misma es capaz de taponear cualquier candidatura alternativa de ese sector (como el de la ministra Carolina Tohá del PPD), sino que es funcional para poner un poco más de disciplina y soñar, de manera improbable, con la idea de una sola lista oficialista. Y, sobre todo, su nombre puede impulsar las candidaturas parlamentarias del progresismo.
“Al PS y al Frente Amplio Bachelet les acomoda como candidata, porque independientemente de que gane o no, no los obliga a tomar una decisión por uno u otro candidato que surja en el sector. Y el PC también está cómodo con Bachelet, porque va a evitar que tengan la obligación de levantar un candidato disruptivo”, asegura un político al tanto de los primeros tanteos presidenciales en ese sector.
“Bachelet es una carta muy conveniente, no necesariamente en el resultado electoral, sino que en el clima que se puede construir en la primera parte de este año”, dice esta fuente. “Tengo la impresión de que es por eso por lo que reflota ahora, unido a la mitología que los medios y las encuestadoras construyen en torno a ella”.
En otras palabras, más que una oportunidad o una esperanza presidencial de la centroizquierda, es una moneda de cambio. Y así se vislumbra un escenario de pesadilla para ese sector: Bachelet no va a bajarse hasta no bajarse, es decir, hasta que el plazo legal esté definido. Por lo tanto, no va a dejar crecer ninguna otra candidatura. “Y así, en el mejor de los casos, vamos a terminar con dos listas y con dos primarias en nuestro sector”, dice esta fuente.
Y el resultado será el mismo que todos pronostican ahora: un triunfo presidencial de la derecha. Pero, tal vez, en las parlamentarias las noticias para la centroizquierda sean mejores. Al menos a eso apuestan.
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Mucha cháchara sin fundamento
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