Este artículo es parte del newsletter exclusivo La Semana del pasado domingo 2 de marzo de 2025, y ahora se comparte para todos los lectores.
El viernes 28 de febrero de 2025 se convertirá en un hito de la historia política mundial. En esta reciente jornada -todos lo vimos- Donald Trump y JD (James David) Vance -las máximas autoridades de Estados Unidos- esquinaron al presidente ucraniano Volodimir Zelenski, en la Casa Blanca, frente a la prensa mundial, en vivo y horario prime, en una escena inédita desde que se inició la diplomacia moderna.
Muy probablemente el suceso no fue una casualidad ni un producto del azar o del caos, sino un momento diseñado por Washington para frenar en seco a Zelenski.
Al parecer, el líder ucraniano acudió al lugar en que fue humillado cuando no querían recibirlo, para intentar dar una lección a la nueva administración de Trump, con un apoyo bipartisano que consiguió en el Congreso estadounidense, con la idea de sacar del sentido común la idea de que Ucrania es la que debe pagar a Estados Unidos el esfuerzo de guerra estadounidense, a través de la apropiación de las tierras raras ucranianas, e insistir en que la reciente postura oficial estadounidense no favorece la paz, sino la maldad de Vladimir Putin, el presidente ruso.
Fue así como -en su cara- Zelenski escuchó de la dupla Trump-Vance, totalmente coordinada, que no va ganando la guerra, que no tiene cartas sino las que le entrega Estados Unidos, que está jugando a las apuestas con la Tercera Guerra Mundial, que fue a apoyar a los demócratas en campaña en Pennsilvania, y varias otras cosas más, cada una -por sí misma- capaz de producir grandes titulares en la prensa mundial.
El video es impresionante, y vale la pena verlo completo. Acá ElDiario.es lo dispone complerto y con subtítulos.
Me parece que todo estaba en un guión, pues desde el principio Trump hostigó a su ‘invitado’ por ir vestido con su tradicional atuendo semi-militar, para luego, recibir una agresiva pregunta de la prensa acerca de si tiene o no un traje.
Un detalle, en medio de toda la increíble escena, pero que seguramente está en el centro de los asuntos simbólicos que quería instalar la Casa Blanca, la cual pretendía pasar el ‘acuerdo’ por las tierras raras como un paso hacia la paz, y un Zelenski vestido para la ocasión en traje de combate era una declaración en sentido contrario.
La prensa liberal inmediatamente sacó a relucir una foto de Winston Churchill -un referente que se ha querido insistentemente asociar a Zelenski- en la Casa Blanca, también con traje de campaña, pero la foto es de 1942, al medio de la guerra, con el apoyo total de Estados Unidos. ya envuelto en el conflicto desde hace un año, y no en su final, y con el mayor aliado dándole explícitamente la espalda.
De todas formas, quitando el melodrama, las cartas estaban echadas desde hace una semana, luego de la conversación de Trump con Vladimir Putin, y la serie de declaraciones siguientes, en las que se hace evidente el giro estadounidense. Así lo expresé en la entrega anterior de este newsletter de Interferencia: Ucrania, fin del juego.
Sin embargo, las elites liberales de ambos lados del Atlántico apostaron a que una visita de Zelenski -antecedida por unas menos humillantes pero igual de estériles visitas de los líderes de Francia, Reino Unido y Polonia- podría producir un cambio relevante en la opinión pública estadounidense, y -consecuentemente- en la Casa Blanca.
No pasó, al menos en lo inmediato.
Esto porque tan importante como las consecuencias internacionales del hecho, es lo que está sucediendo de manera subterránea en la política interna estadounidense, que está tanto o más revuelta, con DOGE de Elon Musk buscando -probablemente- quebrar el poder burocrático de los enemigos de Trump en el Estado Federal. Tal vez ahí se explique -entre otras cosas- el ataque a USAID, una agencia de cooperación internacional que -a juicio de MAGA (Make America Great Again- alimenta las elites liberales más que resuelve los problemas sociales del mundo.
Quizá en la misma línea esté la amenaza de la actual administración de desclasificar los archivos del Caso Epstein, el cual -también conforme a MAGA, la plataforma política de Trump- demostraría una red de corrupción y perversión en el corazón de lo que llaman Deep State, una especie de complot de las élites burocráticas y económicas que controlan en la realidad las políticas estatales de Estados Unidos. Algo que también habría impedido que Trump gobernara acorde a su agenda en su primer periodo y que también explicaría el intento de asesinarlo a mediados de año, durante la campaña presidencial.
En esa línea, el rechazo a Zelenski también podría ser una forma de destruir el poder burocrático de los enemigos de Trump al interior de Estados Unidos, al privarlos del control de todos los mecanismos de la alianza con Ucrania, por la cual circulan cientos de miles de millones de dólares e ingente información muy valiosa.
Todavía hay que ver si la apuesta de Trump va a ser exitosa, pero en estos pocos días parece estar conteniendo la reacción interna -que lo acusa de barbarie e irresponsabilidad-, y la externa, con Europa aislada, juntándose en cumbres como las recientes de Múnich y París, y la que viene de Londres, donde difícilmente se pondrán de acuerdo en una manera unánime en que puedan presionar a Estados Unidos o a Trump.
Es que lo brutal de este episodio -que recuerda más al despido medieval de plenipotenciarios con plumas y brea de un castillo, que a un sistema diplomático contemporáneo- es un mensaje en sí mismo. Se está hablando el idioma del poder, y no es claro que Europa tampoco lo tenga. Algo que pone en riesgo la continuidad de la OTAN e incluso de la misma Unión Europea.
Hace horas, Musk twitteó que "está de acuerdo" a otro twitt que decía que "es hora de dejar la OTAN y la ONU". lo que aumentó las críticas que dicen que se trata de un millonario desquiciado, pero que -en realidad- no parece hasta ahora haberse salido del libreto del gobierno de Trump, sino más bien se encargado de anunciarlo (o tirar sondas).
Con todo, Europa no parece tener muchas cartas tampoco, por mucho en que crean -como le dijo un oficial europeo al secretario de Estado Marco Rubio- que un año más de desgaste basta para quebrar el esfuerzo militar de una Rusia que no estaría tan fuerte. Rubio declaró que no cree en esos datos, los que seguramente son los mismos que publicó The Economist en Cómo Vladimir Putin planea jugar con Donald Trump.
Francia, la mayor potencia nuclear y militar europea, no tiene el peso ni el liderazgo para liderar una aventura contra Rusia sin Estados Unidos, cuando ni siquiera ha podido evitar el desacople de su esfera de influencia los países del Sahel o defender a Dinamarca de los ataques de Trump por Groenlandia.
El Reino Unido también -entre el Brexit y Trump- se encuentra todavía más aislado que Europa, con una fuerza militar en declive y dependiente de Estados Unidos. Así y todo, Keir Starmer comprometió $3.000 millones de dólares a Ucrania, usando los ingresos de los activos rusos congelados. Un apoyo relevante, pero que no es claro que pueda convertirse rápidamente en sangre y balas, que es lo que a Ucrania le hace falta.
Tampoco Alemania tiene mucho que decir, pues no tiene una fuerza militar capaz de operar fuera de sus fronteras y está en graves problemas económicos, fundamentalmente por su esfuerzo de guerra, las sanciones contra Rusia, que se volvieron autosanciones al privarse de energía barata y por el sabotaje de un gaseoducto Nordstraeam, realizado seguramente con al menos la aquiescencia de los Estados Unidos de Joe Biden. Siendo -además- la potencia europea más cercana a la frontera rusa.
[Otros artículos seleccionados]
- Al centro del drama Trump-Zelenski hay algo inquietante, de Thomas L. Friedman en The New York Times.
- Desnudez, bebida y tabaco: la inusual diplomacia de Winston Churchill, de The Economist.
- El mundo que Trump quiere de Michael Kimage en Foreign Affairs.
- ¿Quién manda en Washington? Un multimillonario caótico y no electo cree que lo es, de Moira Donegan en The Guardian.
- La pregunta que nadie se atreve a hacer: ¿qué pasa si Gran Bretaña tiene que defenderse de Estados Unidos? de George Monbiot en The Guardian.
- La jefe de Asuntos Exteriores de la UE afirma que el mundo libre necesita un nuevo líder tras la disputa entre Trump y Zelenski, de Nadeem Badshah en The Guardian.
- El fin del atlantismo: ¿ha matado Trump la ideología que ganó la guerra fría? de Madeleine Schwartz en The Guardian.
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