Estamos donde tú estás. Síguenos en:

Facebook Youtube Twitter Spotify Instagram

Acceso suscriptores

Domingo, 27 de Julio de 2025
[Jueves de medios]

Únanse al baile: la 'interseccionalidad' del nuevo Chile

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio (@ojodelmedio)

loncon-linconao.jpeg

La machi Linconao y Elisa Loncon. Foto: Amigos Penquistas
La machi Linconao y Elisa Loncon. Foto: Amigos Penquistas

Los medios deben recoger la diversidad que ha arrojado el nuevo proceso social y político. Para ello, debieran recurrir al concepto de interseccionalidad. "Es un lente a través del cual se puede ver de dónde viene y dónde choca el poder, dónde se entrelaza y se cruza. No es simplemente que haya un problema racial aquí, un problema de género allá y un problema de clase o diversidad sexual más allá”, explica Kimberlé Crenshaw, quien acuñó el término para explicar la opresión de las mujeres negras en Estados Unidos.

Hasta hace no más de cinco años nuestros medios de comunicación se parecían bastante al Chile que ostentaba cargos de poder. Los entrevistados en la prensa eran mayoritariamente hombres, los paneles televisivos concentraban figuras que ya peinaban canas desde hace varios años y –aunque parezca de perogrullo– una inmensa mayoría provenía del antiguo Distrito 23, compuesto entonces por Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea.

Ellos eran los con voz, los conocedores autorizados o, en términos del sociólogo francés Pierre Bourdieu, los agentes con legitimidad. Sus perfiles coincidían con lo que veíamos a diario en los salones del Senado y de la Cámara, así como en los pasillos de La Moneda.

Nos acostumbramos por demasiados años a los paneles divididos entre concertacionistas y derechistas, representantes de un equilibrio tan absurdo como impuesto por las elites. Dos caras de una misma moneda que durante décadas se acomodaron en sus mullidos sillones.

Hasta que Chile comenzó a cambiar.

Sucedió en primera instancia tras el fin del binominal, lo que permitió una bocanada inicial de aire fresco. Se renovaron tímidamente algunos apellidos, comenzó a descender el promedio de edad y aparecieron algunos atrevidos que –oh, sacrilegio– desafiaron el uso de la corbata.

Nos acostumbramos por demasiados años a los paneles divididos entre concertacionistas y derechistas, representantes de un equilibrio tan absurdo como impuesto por las elites. Dos caras de una misma moneda que durante décadas se acomodaron en sus mullidos sillones.

El crisol de identidades terminó de acentuarse con la elección de los convencionales constituyentes, quienes, escaños reservados, listas de independientes y cuotas de género de por medio, permitieron que por primera vez un órgano del Estado se pareciera más al Chile del día a día.

La inédita elección de Elisa Loncon como presidenta de la Convención –un hito reconocido por las más prestigiosas publicaciones del mundo– encontró esta semana en la elección de Gabriel Boric a la Presidencia de la República su corolario perfecto. El otrora dirigente estudiantil –como también destacaron canales y diarios de distintas latitudes– rompía con una serie de cánones. Desde su militancia en un partido fuera del duopolio hasta su edad, pasando por sus orígenes magallánicos e incluso sus tatuajes, su triunfo terminó con décadas de monotonía.

Es por ello que el vendaval electoral de 2021 significa un desafío mayúsculo para los medios de comunicación chilenos. Repetir las fórmulas que parecieron efectivas durante décadas ya no es suficiente si lo que pretenden es reflejar de alguna manera las instancias de poder. Aun así, sería un error sencillamente agregar a la tradicional ecuación de los paneles televisivos una tercera silla para sentar a un frenteamplista. La diversidad del nuevo Chile, ésa que con particular fuerza ha determinado nuestra política reciente representa desafíos muchos más complejos.

Si bien algunos pasos se han comenzado a dar en la dirección correcta, nuestros medios deben abandonar el domicilio político como único criterio de selección de entrevistados, integrantes de directorios y columnistas.

Es por ello que el vendaval electoral de 2021 significa un desafío mayúsculo para los medios de comunicación chilenos. Repetir las fórmulas que parecieron efectivas durante décadas ya no es suficiente si lo que pretenden es reflejar de alguna manera las instancias de poder.

Es por esto que resultó llamativo lo que sucedió tras el triunfo de Gabriel Boric, cuando los paneles televisivos se llenaron una vez más de las mismas voces de la Transición. Sin ni un asomo de vergüenza, algunos de los grandes derrotados se apresuraban en entregar consejos y hacer peticiones al gobierno entrante.

Pero no era solo un problema generacional. Ni de sector político. Tampoco de género. La brecha que se advertía entre este puñado de voces autorizadas y lo que representaban las fuerzas ganadoras tenía muchos más matices.

El concepto de interseccionalidad nos enseña cómo distintos factores sociales se superponen, dejando obsoletos aquellos modelos que solo consideraban la posición política o el género. La Convención Constitucional y la forma en la que se han agrupado distintos sectores se ha convertido en el mejor ejemplo. ¿Cómo se comportan hombres y mujeres? ¿Cuánto influye el origen étnico, la orientación sexual, la existencia de discapacidades, el nivel de estudios, el regionalismo y la edad, entre otros elementos?

Estas son las preguntas que hoy deberían estar haciéndose en las reuniones de pauta de diarios, radios, canales de televisión y medios digitales. ¿Son válidos hoy los criterios que se empleaban hace un lustro para dotar de legitimidad a las voces que escuchamos a diario opinando de lo humano y lo divino? ¿En qué medida se han incorporado las mujeres? ¿Representantes de pueblos originarios? ¿Ciudadanos de regiones?

“La interseccionalidad es un lente a través del cual se puede ver de dónde viene y dónde choca el poder, dónde se entrelaza y se cruza. No es simplemente que haya un problema racial aquí, un problema de género allá y un problema de clase o diversidad sexual más allá”, explica Kimberlé Crenshaw, quien acuñó originalmente el término para explicar la opresión que sufrían las mujeres negras en Estados Unidos.

En otras palabras, no basta con incluir a las mujeres si no se considera también, por ejemplo, a las mujeres mapuches, o a quienes habitan comunas periféricas del Gran Santiago. Es insuficiente darles cabida a representantes de fuerzas políticas “no tradicionales” si no hay espacio también para quienes vienen de regiones.

El concepto de interseccionalidad nos enseña cómo distintos factores sociales se superponen, dejando obsoletos aquellos modelos que solo consideraban la posición política o el género. La Convención Constitucional y la forma en la que se han agrupado distintos sectores se ha convertido en el mejor ejemplo.

Si hasta hace poco el carnet de militancia era pasaporte suficiente, el Chile que hoy llega a los más altos cargos exige que los medios estén a la altura y revisen sus protocolos. No es presentable que sigan gozando de la misma tribuna sectores que tras una elección como la de constituyentes admitan ni siquiera conocer a grupos que son electos para representar a grandes mayorías.

Tras dos años particularmente convulsos, Chile parece ser mirado desde afuera con inéditas dosis de admiración. El sistema de medios aun sigue en búsqueda de explicaciones, pero un buen comienzo sería incorporar a sectores más diversos a sus instancias de tomas de decisión. De no hacerlo, nos quedará claro que lo que ocurrió durante décadas no fue un afán por representar de manera fiel los equilibrios de poder, sino tan solo asegurarse de que todo permaneciera tal cual y como estaba.

Los medios deben adoptar una nueva perspectiva para entender y luego explicar realmente el Chile de hoy. Es momento de que se unan al baile.

En este artículo



Los Más

Ya que estás aquí, te queremos invitar a ser parte de Interferencia. Suscríbete. Gracias a lectores como tú, financiamos un periodismo libre e independiente. Te quedan artículos gratuitos este mes.

En este artículo



Los Más

Comentarios

Comentarios

No es verdad que el binominal desapareció, miren el senado, mitad y mitad, el sistema de D'Hont también lleva al binominalismo.

Añadir nuevo comentario