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Domingo, 20 de Julio de 2025
Guerra en Ucrania

Go Nuclear?

Andrés Almeida

Finlandia y Suecia anunciaron que se sumarán a la OTAN, lo que supone una escalada en los niveles de hostilidad. Esto podría llevar a que el conflicto con Rusia pase del Mar Negro al Mar Báltico, poniendo armas nucleares en el tablero.

Este artículo es parte del newsletter exclusivo La Semana del pasado domingo 16 de mayo de 2022, y ahora se comparte para todos los lectores.

Bajo el eufemismo de operación militar especial el presidente ruso Vladimir Putin circunscribió lo que a todas luces es en Ucrania una guerra propiamente tal. Las razones para no usar dicha palabra se escapaban a la comprensión occidental, y parecían tener un uso doméstico para no exaltar a la población rusa ni ucraniana, y parecían responder a dudosas razones de derecho internacional, en tanto Rusia justifica la invasión como una acción de respuesta frente a la violación de los acuerdos de Minsk para solucionar la situación del conflicto armado del Donbás, que data desde 2014.

Sin embargo, la voz rusa война (voyna) había sido eludida exprofeso para disponer de ella como una carta mayor en el naipe ruso, de modo que sirviera como disuasivo en una política eventual de desescalada de las hostilidades. De tal modo, voyna implicaba palabras mayores: declaración formal, estado de movilización nacional, disposición estratégica de todo el potencial militar de Rusia y una capacidad de fuego en otra escala, tanto en el escenario bélico convencional como en la amenaza de armas nucleares.

¿Es posible ese escenario?

Sí, pues los eventos militares y diplomáticos del conflicto han cruzado varias líneas rojas que hacen que estemos en una etapa de escalamiento de las hostilidades, y no al revés.

Todo indica que el arsenal occidental transformará el conflicto en territorio ucraniano en una guerra de desgaste que podría durar años, lo que ofrece una base para que ocurran accidentes o incidentes que alimenten el escalamiento de las hostilidades, haciendo más difíciles las negociaciones de una paz en que haya concesiones por ambos lados

De partida, por supuesto, la invasión rusa a Ucrania, que supuso en cambio diametral en el estatus quo de la seguridad global, y después, la reacción de la OTAN, que ha apostado por lo que ya parece un enfrentamiento por proxy contra Rusia, con el propósito de vencerla totalmente, proveyendo de grandes cantidades de armas y recursos a las fuerzas ucranianas y alentando la integración de Finlandia y Suecia a la alianza atlántica.

Respecto del primer punto, todo indica que el arsenal occidental transformará el conflicto en territorio ucraniano en una guerra de desgaste que podría durar años, lo que ofrece una base para que ocurran accidentes o incidentes que alimenten el escalamiento de las hostilidades, haciendo más difíciles las negociaciones de una paz en que haya concesiones por ambos lados. El canciller ruso Sergei Lavrov, incluyendo el incremento de sanciones económicas, habla de una "guerra híbrida total" entre Occidente y Rusia.  

Respecto de la posibilidad de una guerra larga de desgaste, es interesante este artículo de The Washington Post, en el que se explica por qué la directora de la Inteligencia Nacional, Avril Haines, piensa que Putin se preparó para un conflicto 'prolongado', lo que hace que el escenario sea más "impredecible y escalado".

Esto de algún modo objeta la idea occidental de que Ucrania puede lograr pronto el objetivo de sacar a las tropas rusas de los territorios invadidos después del 24 de febrero pasado. Algo que es alimentado por varios artículos que insisten en las debilidades militares rusas, como por ejemplo lo hizo The Economist con El Ejército de Rusia está en un estado lamentable, donde el semanario británico vaticina que las fuerzas rusas se agotarán mucho antes de cumplir sus objetivos en el Este y Sur de Ucrania. 

La integración de Finlandia es particularmente grave para los rusos, pues supone una amenaza a la existencia misma de la Federación Rusa, lo que traducido a la doctrina de defensa del país, justificaría el uso de armas nucleares.

Respecto del segundo punto, Finlandia postuló a ser miembro de la OTAN, ante lo cual probablemente le seguirá Suecia, en un proceso que en un año puede transformar el mar Báltico en un "lago de la OTAN". Esto es, un lugar donde todos los países con costas en dicho mar son adversarios declarados de Rusia, país que tiene salida a dicho mar por San Petersburgo, ciudad que está a solo 301 kilómetros de Helsinski, y por Kalingrado, un pequeño enclave ruso rodeado por Polonia y Lituania. 

La integración de Finlandia es particularmente grave para los rusos, pues supone una amenaza a la existencia misma de la Federación Rusa, lo que traducido a la doctrina de defensa del país, justificaría el uso de armas nucleares. Ambos países comparten una frontera de 1.340 kilómetros y tienen una larga historia de conflictos bélicos que los ha enfrentado, la última vez en la Segunda Guerra Mundial, que llevó a la firma del Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua Fino-Soviético de 1948, el que establece que ambos países no pueden integrar alianzas militares contrarias.

Para los analistas occidentales, en tanto, la movida de Finlandia supone una paradoja para Rusia, pues emprendió la guerra para evitar la expansión de la OTAN hacia sus fronteras, logrando justamente lo contrario, lo que mostraría el inmenso error de cálculo del presidente ruso, que lo llevaría a la derrota. Un artículo en esa línea es de The New York Times, donde Marc Santora y Natalie Kitroeff escriben: Está cobrando vida la pesadilla nórdica de Putin

¿Usará Rusia las armas nucleares si finalmente Finlandia se suma al club de defensa liderado por Estados Unidos?

Todo el mundo confía en que no, pero es -sin duda- un paso más cerca, pues la integración de Finlandia a la OTAN y el paso previo, que es el reciente acuerdo de asistencia militar firmado por Finlandia y Suecia con el Reino Unido, implicará con alta probabilidad que Rusia declare la movilización nacional u otra medida previa a la guerra formal. De partida, los rusos ya avisaron el reforzamiento de la frontera finesa. 

El riesgo parece entenderlo Turquía, país que objetó indirecta y parcialmente la integración de esos países bálticos a la alianza atlántica, aludiendo que esos gobiernos han apoyado de alguna manera a los movimientos de liberación kurdos contra los que combate el estado turco.

Al respecto, recomiendo leer Estados Unidos está ampliando sus objetivos en Ucrania: eso es peligroso, donde Brendan Rittenhouse Green y Caitlin Talmadge escriben uno de los pocos artículos interpretativos occidentales que ponderan los riesgos de la situación actual, con lo que proponen una estrategia que en algún momento implique una negociación entre rusos y ucranianos.

El riesgo parece entenderlo Turquía, país que objetó indirecta y parcialmente la integración de esos países bálticos a la alianza atlántica, aludiendo que esos gobiernos han apoyado de alguna manera a los movimientos de liberación kurdos contra los que combate el estado turco. Turquía es un país miembro de la OTAN, pero cuyo líder Recep Erdoğan mantiene vínculos de confianza con Putin, los que se ha manifestado en que las rondas de conversaciones que ha habido entre rusos y ucranianos han sido en territorio turco. Además, Turquía, así como cualquier otro de los 30 miembros de la OTAN, puede bloquear la postulación de un tercer país, como lo podría ser Finlandia.   

Respecto del temor (o no) a una guerra nuclear, me interesó este artículo de periodismo histórico de Daniel Immerwhar en The GuardianOlvidar el apocalipsis: por qué nuestros miedos nucleares se desvanecieron y por qué eso es peligroso, donde se aborda el impacto político en la desescalada de los conflictos de la Guerra Fría, por parte de una cultura que vivió el miedo al desastre nuclear en el siglo 20. 

Al respecto es interesante también la postura de Jürgen Habermas, quien advierte en El PaísHasta dónde apoyamos a Ucrania. Habermas, el gran intelectual, aborda el dilema de Europa.

En tanto, la guerra en territorio ucraniano sigue estancada, con avances modestos por parte de Rusia -lo que incluye el reforzamiento de posiciones y el aviso de que Jersón se unirá a la Federación Rusa- y una contraofensiva exitosa por parte de las fuerzas ucranianas en Jartóv.

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