Juan Chacón Díaz, 49 años, asentado de Malloco, tercera preparatoria. Es uno de los hijos de la Reforma Agraria. En su amplia casa de ladrillo y madera -que reemplazó a la antigua rancha de adobe- muestra los frutos del proceso: cuatro niños bien alimentados, que sólo se preocupan de estudiar y de llegar a ser "médico, ingeniero agrónomo, enfermera o mecánico"; refrigerador, cocina a gas licuado y televisor. Lo mismo ocurre con los otros 19 miembros del asentamiento. Renta mensual promedio: 30 mil escudos, aparte de ingresos extra por venta de novillos, cerdos y aves.
Pero Juan Chacón muestra un fruto adicional: un libro de setenta páginas, que escribió a costa de gran esfuerzo, desplegado a lo largo de dos años. Su título -punzante- no refleja su estilo candoroso: “Hasta aquí no más llegó tu patrón”. En él, este campesino que a los 20 años había olvidado leer y escribir y que aprendió "hasta a dividir" en un apasionado regreso a las aulas, rinde testimonio de dos épocas del campo chileno: aquella en que los terratenientes explotaban piadosamente a los inquilinos, y ésta otra -comenzada apenas en 1967- en que los campesinos organizados demostraron que para trabajar la tierra no hacía falta el patrón.
Juan Chacón Díaz.

Un comité secreto
Fue justamente la palabra "organización" la que hizo posible todas las demás del libro. Chacón empezó a vivir realmente cuando, imprevistamente, se convirtió en dirigente campesino en 1962. Eran los tiempos del presidente Jorge Alessandri y sindicalizarse estaba prohibido. En un potrero del fundo Malloco -frente a la hijuela del gobernante- catorce exasperados inquilinos formaron un comité secreto. Objetivo: postular a las parcelas que, según el gobierno, se venderían "muy baratas" a los campesinos, que pasarían a ser dueños de la tierra.
Hoy, Chacón ocupa la secretaría general, al mismo tiempo que se desempeña como dirigente agrario del Partido Demócrata Cristiano. Es, por tanto, uno de los conductores de la oposición en los campos al gobierno de Salvador Allende.
- El gobierno -evoca Chacón- ordenó que se comprara la hacienda Hospital a la Beneficencia. Para venderla a su vez, instaló una oficina a cargo de un funcionario. Había que dar una garantía de siete mil escudos para hacer número en la entrega de la parcela. ¿Saben a quién se las entregaban? A altos funcionarios públicos, jubilados, dueños de establecimientos comerciales y a los que llegaban con tarjetitas del ministro de Agricultura.
Fue el comienzo de una carrera que culminó en la presidencia de la Confederación de Asentamientos. Hoy, Chacón ocupa la secretaría general, al mismo tiempo que se desempeña como dirigente agrario del Partido Demócrata Cristiano. Es, por tanto, uno de los conductores de la oposición en los campos al gobierno de Salvador Allende. Aunque no puede trabajar su parte de tierra en el Asentamiento Malloco, sigue viviendo allí, en contacto diario con los problemas que aquejan al campesinado.
- Usted cuenta en su libro que se decidió por la DC al escuchar -en 1964- los planteamientos de Frei Montalva sobre Reforma Agraria, pero ésta era antigua bandera de lucha de comunistas y socialistas. ¿Nunca simpatizó con ellos?
- El PS y el PC no me daban confianza. Cuando gobernaron con los Frentes Populares y con Carlos Ibáñez no cumplieron con sus slogans "pan, techo y abrigo". Hubo, en cambio, colas y escasez y se mantuvieron los abusos del latifundio. Al principio, pensé que Frei era uno más. Pero junto con mis compañeros de organización conocí a Chonchol, Rafael Moreno, Gumucio y TriveIli. Al oírlos, nos dimos cuenta de que organizados seríamos capaces de hacerlos cumplir. Frei, con sus discursos, nos dio vuelta: "Es imposible -pensábamos- que este caballero esté mintiendo. No es dueño de fundo, como la mayoría de los señores del Parlamento. No es un Bulnes, ni un Alessandri, ni un Pedro Ibáñez". Y tanto no era, que la derecha debió observar cómo él, desde el gobierno, estimuló la organización campesina.
Surgió entonces el recurso desesperado: la toma del fundo. Era el año 1966 y nunca se había intentado algo semejante. Chacón fue, en esta materia, un precursor, que consiguió astutamente el respaldo de la autoridad para sus objetivos.
El "pololeo" de Chacón con el PDC no fue fácil al principio. Hasta que no se aprobó -en 1967- la ley de Reforma Agraria hubo, de parte del simpatizante freísta, muchos recelos y decepciones. Los meses pasaban y el proyecto se discutía interminablemente en la Cámara de Diputados. Mientras tanto, arreciaban los despidos en los fundos y los salarios permanecían impagos hasta por tres meses. Los reclamos en contra de los patrones eran desestimados en las Inspecciones del Trabajo y en los Juzgados de Policía Local.
Surgió entonces el recurso desesperado: la toma del fundo. Era el año 1966 y nunca se había intentado algo semejante. Chacón fue, en esta materia, un precursor, que consiguió astutamente el respaldo de la autoridad para sus objetivos.
Chacón con Hugo Trivelli, ministro de Agricultura de Frei Montalva.

- Tuve con el gobernador del Departamento una larga conversación. Dialogamos primero sobre organización. Una vez que me sentí más en confianza y sin nervios, me arriesgué: "Quiero tomarme el fundo una de estas noches -le dije-, porque es la única solución para aliviar en parte nuestra angustiosa situación”.
"Hombre..., qué falta de respeto", me contestó. Entonces le pedí que me siguiera escuchando: "El presidente nos dijo una vez que las puertas del gobierno estarían abiertas para escuchar a los campesinos organizados. Cierto que le planteo algo ilegal. Pero si usted me dice que es algo malo, sólo me queda un camino: irme a mi rancha y seguir esperando a que salga la ley de Reforma Agraria". Me retiré haciéndole una venia y, casi al salir de la oficina, me detuvo: "Bueno, siéntese nuevamente".
"Me pasó un cigarrillo y me habló de la liberación de los campesinos. Le pedí su visto bueno para la toma y además otro favor: 'Si me llegan a tomar preso, trate de sacarme de los calabozos, porque hace mucho frío en las noches'".
El fundo se tomó y, pese a las intenciones de latifundistas y policías, el preocupado dirigente no fue a la cárcel. Todos los diarios -excepto El Mercurio y El Diario Ilustrado- destacaron el hecho. Días después, llegaron los funcionarios de CORA y tomaron posesión del fundo. Por estar "notoriamente mal explotado", bastó la ley Alessandri de Reforma Agraria, que los campesinos motejaban de "reforma de macetero".
Fue el fin de una era.
Hoy, parece haber algunas contradicciones con ese pasado.
"El gobierno [de Allende] se lanzó en una carrera política de expropiaciones, en vez de ir por etapas... Debió verse primero si había presupuesto suficiente para trabajar lo expropiado".
- ¿Qué razones han llevado a los campesinos DC a establecer ahora un frente común con los empleadores agrícolas y los latifundistas expropiados?
- Ellos son los que se allegan a nosotros. Los campesinos no nos olvidamos del triste pasado y les decimos: "Hasta ahí no más alleguen su caballo, señores. No traten de subirse al carrito, porque no tendremos unidad con ustedes".
¿Individualismo en el campo?
Sus hijos se preparaban para ser médicos o ingenieros.

- Este gobierno cumplió con la meta que se trazó el anterior: terminar con el latifundio. ¿Considera esto un avance en sí mismo?
- No es un avance completo. Tal como se lo dijimos a Allende, hay que entregar al campesino la tierra expropiada para que éste siga produciendo. No se hizo así, los fundos quedaron abandonados y los campesinos se mueren de hambre. El gobierno se lanzó en una carrera política de expropiaciones, en vez de ir por etapas. Se expropiaron fundos que estaban produciendo harto maíz y trigo. Ahora hay que importarlo. Debió verse primero si había presupuesto suficiente para trabajar lo expropiado, y pedir a los campesinos que siguieran por un tiempo más con el patrón, para asegurar la producción.
- ¿A qué otros factores atribuye los actuales problemas en la producción agraria?
- A que el campesino está desorientado. Quiere que se le asigne la tierra, de acuerdo con la ley, y el gobierno no quiere escucharlo. Pese a que el sistema de asentamiento por tres años, para dar paso enseguida a una cooperativa de asignatarios, ha probado ser el mejor.
- ¿Existe claridad acerca de las razones del gobierno para impulsar los Cera?
- Los Cera (Centros de Reforma Agraria) son ilegales. Con ellos se pretende que los campesinos pasen a ser inquilinos del Estado, del ministro de Agricultura y de los mandos medios del agro.
- De acuerdo con su experiencia, ¿cómo se trabaja mejor la tierra: como empresa colectiva o como esfuerzo individual?
- En la práctica, el campesino trabaja mejor cuando mayor es su participación. Cuando la tierra es suya -sin que esto signifique dividirla- ya no mira el sol para saber cuánto queda para terminar su faena. Trabaja con responsabilidad, porque sabe que debe pagar el crédito, las maquinarias y la tierra que se le asignó dentro de la sociedad cooperativa.
- Hoy, muchos campesinos confiesan trabajar para el mercado negro.
- Para dar cumplimiento a sus compromisos bancarios, el campesino puede verse tentado a vender en el mercado negro, pero los responsables son los gobernantes. En vez de aceptar la libre comercialización de los productos, les imponen precios a los campesinos y éstos lo ven entonces como un patrón. El precio del saco de papas, por ejemplo, lo fijan en 440 escudos, en circunstancias que producirlo cuesta dos mil. Viene el señor del mercado negro y ofrece tres mil doscientos. Claro que Dirinco controla mucho la situación, exigiendo guías de libre tránsito.
- Pero parece no ser suficiente.
- No. Para evitar el mercado negro bastaría con darnos un margen de utilidad de hasta un diez por ciento. Ganamos nosotros, come la gente y el mercado negro se va a las pailas.
Son las experiencias de un campesino. Chacón dice que si a ellas se une la sabiduría de los técnicos, "la Reforma Agraria será un éxito sin vuelta". Pero, por el momento, sus tareas son de beligerante oposición. En la Confederación de Asentamientos se estudia la estrategia a seguir en caso de que el gobierno bloquee la última Reforma Constitucional, que - según su autor, el senador Rafael Moreno (PDC), asegura la asignación de títulos de dominio a los campesinos y la inexpropiabilidad de las 40 hectáreas básicas. Según el gobierno, la enmienda tiende a preservar los derechos de los terratenientes y a establecer el minifundio.
"El campesino trabaja mejor cuando mayor es su participación. Cuando la tierra es suya -sin que esto signifique dividirla- ya no mira el sol para saber cuánto queda para terminar su faena".
Así se da hoy la disputa en el campo, al cabo de seis años de Reforma Agraria. Atrás quedaron los días en que se pagaba cinco pesos por el voto, provocando agradecidas exclamaciones en el inquilino: "¡Qué bueno es el patroncito!".
- Tan bueno era -recuerda Chacón con ironía- que cuando amanecían muertos algunos animales, nuestro patrón, el Pechoño, los hacía descuerar y luego los mandaba a la carnicería del fundo: a cada inquilino le entregaba una ración de carne.
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Lo conocí antes de que
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