“Hospital Clínico, ustedes están para salvar vidas, no para quitarlas”, rezaba un cartel levantado a las afueras del Hospital Clínico de Viña del Mar, cuando se conoció la noticia sobre el suicidio de Vanessa Araya, de 29 años, en abril de 2021. Hace dos años la profesional había ingresado al equipo de Enfermería de ese Hospital, asumiendo funciones en la UCI Covid. Turnos extenuantes, casi sin descanso, y gran agobio por el manejo de pacientes en contexto de pandemia, fueron las condiciones que enfrentó en su cotidiano quehacer por esos meses.
Sin embargo, lo que despertó las alertas para su familia y, en general, para los profesionales de la salud del recinto, fue que Araya había asumido el cargo vacante de una enfermera que, meses antes, había tomado la misma fatal decisión. En agosto de 2020, Florencia Elgueta, de 25 años, se quitó la vida después de haber puesto en conocimiento a sus superiores el hostigamiento que estaba sufriendo en su área de trabajo.
“Fue completamente desoída”, dice hoy la abogada que representa a la familia de Elgueta, Francisca Millán, del estudio jurídico AML Defensa de Mujeres. Más aún, acusa que hasta ahora el recinto dirigido por el médico cirujano de la Universidad de Chile, Carlos Orfali Bejer, no ha querido siquiera dialogar sobre el caso y que su única gestión ha sido presentar un recurso de protección para que la familia no los responsabilice públicamente por redes sociales.
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Eso, justamente, fue lo que motivó a la familia a presentar una demanda civil en contra de la institución, la que fue declarada admisible el 9 de mayo pasado por el 1° Juzgado Civil de Viña del Mar, y sobre la cual Millán ofrece detalles en esta entrevista.
- ¿Qué busca la demanda?
Es una demanda civil en contra del Hospital Clínico de Viña del Mar por $300 millones de pesos, por el daño moral ocasionado a la familia de Florencia, tanto a su madre como a su padre, al ser víctima del maltrato, acoso laboral y hostigamiento, lo que finalmente la llevó a la decisión de suicidarse. Es una figura de responsabilidad civil, porque el suicidio femicida, si lo queremos ver desde una perspectiva de género, no está penalizado ni regularizado en nuestro ordenamiento jurídico. Es decir, las acciones laborales se excluyen, pese a que la víctima muere por el daño directo que, en este caso, el Hospital le generó.
- De estar tipificado, ¿se configuraría un ‘suicidio femicida’?
Es discutible, porque efectivamente la violencia contra Florencia no está estrictamente delimitada a razones de género, pero nosotras como estudio jurídico decidimos tomar la representación del caso porque nos parece importante visibilizar las características específicas del maltrato o acoso laboral en contexto de carreras profesionales altamente feminizadas, como es la enfermería. El gremio de las enfermeras es absolutamente feminizado, la gran mayoría son mujeres [según el Colegio de Enfermeras, cerca del 85% de las profesionales son mujeres], y no es casual. Tiene que ver con el rol que se ha asignado a las mujeres en la sociedad y que se traslada a espacios profesionales en el ámbito de la salud. Por lo mismo, se reproduce a nivel institucional y, en otros códigos, también reproduce violencia machista.
Las acusaciones principales de hostigamiento y maltrato, que sufrían tanto Florencia cómo Vanessa, tienen mucho que ver con la subestimación de su rol, la deshumanización en el trato, y el abandono de las funciones de acompañamiento al ingreso de una profesional a un nuevo espacio laboral. Si eso lo combinamos con el propio estrés de este tipo de trabajo y el contexto de pandemia en que sucedieron los hechos, cualquier indicativo de maltrato laboral se agudiza.
"Las acusaciones principales de hostigamiento y maltrato, que sufrían tanto Florencia cómo Vanessa, tienen mucho que ver con la subestimación de su rol, la deshumanización en el trato, y el abandono de las funciones de acompañamiento al ingreso de una profesional a un nuevo espacio laboral".
En definitiva, el relato que ambas familias hacen -nosotras sin contactarnos directamente con la familia de Vanessa- es idéntico, y es el que sus familias han visibilizado. Al punto que no podían ni siquiera sentarse durante turnos extenuantes, tenían que pedir permiso, incluso, para ir al baño y, a veces lo pedían para poder sentarse durante unos minutos porque no resistían el ritmo al cual estaban sometidas. Y esto las enfermeras que están bajo situación de jerarquía lo sufren doblemente.
- En abril de 2021, a los días del suicidio de Vanessa Araya, el recinto hospitalario señaló que abriría una investigación interna para aclarar los hechos...
Eso, para el caso de Florencia, no ha sido efectivo. No se ha hecho un proceso de sumario. Por el contrario, el Hospital ha negado toda responsabilidad e, incluso, parte de la comunidad del Hospital, y quienes son sindicados por la familia de Florencia como los principales responsables de este desenlace, han utilizado sus redes públicas y personales para desprestigiar a la familia y para levantar versiones alternativas al móvil del suicidio. En ningún caso se ha reconocido por parte del Hospital algún grado de responsabilidad en los hechos.
La familia de Florencia, por la desesperación ante la situación vivida han intentado mantenerla en la esfera pública, por lo que han hecho distintas publicaciones en redes sociales y el Hospital Clínico presentó un recurso de protección en su contra para que le ordenaran abstenerse de generar publicaciones referidas al tema.
"El Hospital Clínico presentó un recurso de protección en su contra para que le ordenaran abstenerse de generar publicaciones referidas al tema. Esa es la única gestión que ha hecho el Hospital al respecto".
Esa es la única gestión que ha hecho el Hospital al respecto. Por el contrario, nosotras, como estudio jurídico representantes de la víctima, cuando asumimos este proceso, hace un par de meses, previo a la instancia judicial, intentamos dialogar con el Hospital para efectos de explorar algún acuerdo para que la familia pudiera cerrar este proceso tan doloroso. Sin embargo, se negaron completamente a conversar.
- ¿Bajo qué argumentos?
Simplemente se negaron a realizar cualquier clase de reunión sin dar mayores explicaciones. Justamente esta demanda implica que ellos van a tener que contestarla y dar su propia versión de los hechos.
- En la mayoría de los casos de violencia hacia mujeres sus relatos son desestimados por los agresores y/o las instituciones que las amparan. ¿Esto responde al mismo patrón?
Sí, es negar la violencia institucional. Aquí las dinámicas de maltrato a los funcionarios y funcionarias de la salud están absolutamente normalizadas. Aquello que haga cuestionar esas prácticas frente a consecuencias tan graves, como es que una persona llega a suicidarse, es mucho más fácil desestimarlo, atribuirlo a otras razones y hacer caso omiso a las acusaciones. Una cuestión que ya no pueden hacer así de fácil cuando ocurre lo de Vanessa, que es el reemplazo de Florencia, y que termina con el mismo desenlace.
- En este Hospital se produjeron dos suicidios con una diferencia de un año. Dentro de lo que ustedes han podido investigar ¿cómo era la estructura y ambiente laboral en la que trabajaban estas profesionales? ¿qué factores comunes identifican en ambos casos?
Respecto a los hechos de Vanessa, tenemos conocimiento a través de lo que ha salido en prensa, pero los relatos muestran patrones de comportamiento interno, como altos niveles de agobio y hostigamiento laboral, con escasas posibilidades de descanso, falta de acceso a la supervisión de sus funciones que implican un recargo en las responsabilidades.
Ambas mujeres señalaron que ni siquiera tuvieron un proceso de inducción para ingresar a la UCI-Covid y tuvieron que hacerse cargo de un funcionamiento para la cual no estaban capacitadas, porque no lo habían hecho previamente. Esa también es una forma de maltrato laboral porque es ponerlas en una situación de excesivo agobio e, incluso, en categorías degradantes, porque se le exigen determinadas funciones sin considerarlas en su dignidad.
- Florencia Elgueta ya había alertado al interior del Hospital los malos tratos que estaba sufriendo. ¿Qué respuesta ha dado el Hospital sobre eso?
Sí, ella presentó solicitudes formales de cambio de funciones, porque inicialmente entró a trabajar en otra parte del Hospital y luego la derivaron a la UCI-Covid. Ella hizo también comentarios informales a sus superiores jerárquicos respecto de los hechos que estaban sucediendo e, incluso, de su intención de no continuar en ciertas áreas del hospital, a las cuales fue delegada unilateralmente, aunque eso no era parte de las funciones acordadas inicialmente. Todas esas solicitudes fueron desestimadas, desoídas, no consideradas y el Hospital tampoco ha dado explicaciones al respecto.
- Hay antecedentes que otros trabajadores, como supervisoras, técnicos, paramédicos ya habían presentado demandas laborales contra el Hospital. A partir de esos antecedentes es posible afirmar que el acoso ha sido algo sostenido en este lugar. ¿Las seremis de Trabajo y de Salud tienen alguna responsabilidad frente a esta situación?
Ninguna directa, sin perjuicio que siempre es importante revisar las prácticas que se están dando al interior de estas instituciones. Eso, al ser este Hospital una institución de carácter privado, lo que es lamentable, pues en este país se permite tratar derechos tan básicos como el de la salud como si fuera vender pan o comprar autos. De tal modo, el control es muy limitado y la supervisión estatal corre más por el lado de lo que se puede hacer bajo el Código del Trabajo, que por el área de la salud propiamente tal.
"Si haces un símil a una familia, las enfermeras tienen asociado este rol estereotípicamente femenino de cuidar el entorno y de ser absolutamente invisibilizadas y subestimadas en esa función de manera constante".
- ¿Cree que el suicidio asociado a factores laborales es un tema poco visibilizado?
Es algo que claramente pasa más de lo que se muestra. El suicidio, tal como todos los resultados de muerte, siempre son la expresión más grave de la violencia que se vive en diferentes espacios. Lo que hay más abajo de eso es sumamente relevante porque es el camino que cimienta resultados de esta naturaleza.
Específicamente el tipo de violencia laboral que se sufre dentro de las instituciones de salud es especialmente grave, por la carga que implica, por las exigencias y el nivel de dedicación laboral que se espera por parte de sus funcionarios y funcionarias, sobre todo quienes ejercen labores intermedias de cuidados.
Organizaciones feministas han llevado adelante una campaña que pide tipificar el ‘suicidio femicida’, como han sido los casos de Antonia Barra, Francisca Moll, Amira Godoy, entre muchas otras mujeres. Hace algunas semanas entregaron una solicitud formal a la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana. ¿Eso coincide con factores laborales?
Sí, claramente, porque el suicidio en ocasiones, como lo es bajo el concepto de ‘suicidio femicida’ y en contextos como los que pasa con Florencia y Vanessa, es el desenlace de un nivel de violencia que les hace imposible seguir resistiendo el contexto. Las víctimas comparten una situación común frente a la que terminan viendo el suicidio como la única salida a la violencia a las que se ven sometidas.
- Si lo vemos desde un enfoque de género, ¿cómo afecta esto a las mujeres específicamente?
El suicidio, en general, tiene tasas más altas en los hombres; es un desenlace más masculinizado. Cuando hablamos de ‘suicidio femicida’ hay otro rasgo y se hace otro análisis. Aquí la situación es más específica, porque la violencia se ejerce sobre un grupo de funcionarias de la salud que está muy feminizado y que, por lo tanto, reproduce las lógicas subyacentes a las personas que cuidan, en términos generales. Si haces un símil a una familia, las enfermeras tienen asociado este rol estereotípicamente femenino de cuidar el entorno y de ser absolutamente invisibilizadas y subestimadas en esa función de manera constante.
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- El gremio de enfermeras ha denunciado en varias ocasiones actitudes sexistas dentro de los equipos médicos, ¿qué dinámicas observa a propósito de este caso?
El sistema de turnos y la recarga laboral durante estos, realmente raya en líneas inhumanas y degradantes. Por ejemplo, sin estar con posibilidad de sentarse o, también, la falta de instrucción y correcta inserción de las profesionales en el espacio laboral.
Es decir, nadie está preocupado de la salud mental ni de la dignidad de las funcionarias, sino que sean alguien más que ‘reventar’ dentro de este proceso, para seguir sosteniendo una institución de esta naturaleza.
Ese nivel de desconsideración, el maltrato constante, el agobio, hostigamiento y subestimación es lo que produce el maltrato psicológico que termina en una decisión tan irreparable como las que ambas tomaron.
- El Hospital no se ha hecho cargo de la salud mental de sus funcionarios.
Exacto.
- Aquí no solo hay un daño directo producido a la mujer que decide tomar esta decisión, sino que también a su entorno familiar. ¿Cómo lo aborda la demanda?
El daño alegado es la repercusión sobre la familia que son quienes le sobreviven a Florencia y tienen que hacerse cargo de lo que significa esta situación para ellos. La representación de nosotras es a la familia por el daño que les ha generado, la negligencia o el abandono de deberes, que orillaron a Florencia a este desenlace. En la demanda se señala que -al ser irreparable e irreversible el daño que les causaron-, se vuelve necesaria la figura de la reparación en equivalencia.
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