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Jueves, 24 de Julio de 2025
[Sábados de Streaming - Películas]

Cónclave: Las tinieblas de adentro y las de afuera

Juan Pablo Vilches

No tiene penetración psicológica ni una teología muy elevada, y su época la obliga a chapotear en el maniqueísmo político. Dicho esto, este thriller vaticano acata eficazmente los mandatos del entretenimiento.

La elección del Papa de turno parece importar cada vez menos e interesar cada vez más. En pleno proceso de desencantamiento del mundo y de secularización de la sociedad, este rígido y hermético ritual atrae precisamente por su porfiado atavismo, el que nos presenta una ventana hacia un mundo ido para siempre y –por lo mismo– radicalmente distinto de nuestra prosaica y mecánica cotidianeidad.

Visto de esta manera, no es de extrañar que la cobertura periodística y cinematográfica de este curioso proceso electoral se fije en sus detalles y procedimientos, muchos de ellos milenarios y cuyo sentido solo puede explicarse en este enrarecido contexto, voluntariamente ajeno al mundo y su (acelerada) mutación. 

En efecto, películas como Cónclave hacen descansar buena parte de su puesta en escena en los detalles llamativos y derechamente exóticos que nos proporcionan la diversión de lo raro, mientras encandilan la vista con su exquisita factura o con su mera belleza. Los trajes cardenalicios, las murallas de mármol, el barroquismo de los anillos, las pinturas de Miguel Ángel, los votos y la urna donde van a morir; todo está puesto ahí para que hable… y sin embargo no parece decir nada.

El Cardenal Lawrence (Ralph Fiennes) es el decano del Colegio Cardenalicio y, por lo tanto, el encargado de dirigir el cónclave que elegirá al sucesor del Papa recientemente fallecido de un paro cardíaco. Su presentación ante el público y ante su nueva tarea es vertiginosa, pesada y tensionada con su propio malestar con el rol eminentemente administrativo de su cargo, el que no coincide en absoluto con su vocación pastoral.

¿Será un drama psicológico sobre el peso de encumbrarse en una jerarquía tan demandante para un ser humano normal? Parece que sí… pero no. Muy pronto entendemos que esto no se trata de lo que Lawrence siente, sino sobre lo que ve y lo que escucha. Nada muy edificante, a decir verdad. Nada muy distinto de lo que puede encontrarse en cualquier institución mundana.

La trayectoria de Lawrence cumpliendo con su función puede resumirse en una muy bien construida secuencia de contratiempos, por decirlo elegantemente, generados por las ambiciones cruzadas y las disputas ideológicas en torno a la elección del nuevo Papa y el rumbo que le dará al catolicismo desde su trono en el Vaticano.

Los candidatos van desde el liberalismo del Cardenal Bellini (Stanley Tucci), pasando por el conservadurismo moderado del Cardenal Tremblay (John Lithgow), el emergente peso de África con el Cardenal Adeyemi (Lucian Msamati), y la impaciencia reaccionaria del Cardenal Tedesco (Sergio Castellito); y el guion está muy bien ajustado para que cada uno muestre en su momento la verdadera naturaleza de sus ideas y de sus actitudes.

El personaje más significativo de este entramado es Tedesco, un reaccionario que dista del calmo desdén por lo nuevo y lo extraño, y que habla y se mueve como un caudillo carismático, acorazado tras sus certezas y una estridente masculinidad. Como Trump. O como Mussolini, de hecho.

La amenaza de que el Papado quede a cargo de un fascista obsesionado con regresar al mundo pre-conciliar, lo vuelve todo más simple y más difícil al mismo tiempo, donde Lawrence y sus colegas deben discutir en medio de un maniqueísmo político que propicia cierto relativismo moral, tolerante de males menores ante la amenaza de un mal mayor.

Así, el trayecto de Lawrence ante esta sucesión de intrigas funciona como un thriller bastante dinámico, pero uno que no depende de persecuciones, explosiones ni otras truculencias, sino de gente mintiendo y diciendo la verdad en una habitación cualquiera, supuestamente aislados de lo que ocurre en el mundo exterior.

Y esta máquina funciona, lo que no es poco; pero para hacerlo quedan en el camino una mayor profundidad psicológica que la estupenda actuación de Fiennes no alcanza a compensar, la que convive con discusiones políticas y teológicas más bien simples pero funcionales a los conflictos en cuestión.

Acá estamos lejos de Los dos papas (Fernando Meirelles, 2019), y la exposición de la humanidad de Joseph Ratzinger y Jorge Bergoglio ante la necesidad ineludible de que la iglesia cambie; y estamos aún más lejos de Habemus Papam (Nanni Moretti, 2011), una fantasía en que un Papa pasmado sale al mundo mientras que el mundo entra al Vaticano a los sones de “Cambia, todo cambia”.

Eran otros tiempos, claramente. Eran tiempos en que la sensibilidad progresista que predomina en la industria cinematográfica en Europa y EE. UU. se sentía lo suficientemente segura para predicar la actualización de la iglesia, de modo que sirviera con su poder real y simbólico a los débiles y a los pobres.

Cónclave, por su parte, comparte el mismo afán progresista de sus predecesoras –y ahí está la enigmática figura del Cardenal Benítez (Carlos Diehz) para probarlo–, pero claramente surgió de un contexto de amenaza y urgencia, que en la película se expresa con los atentados explosivos que hacen temblar a la Capilla Sixtina y con las filípicas xenófobas e islamófobas del Cardenal Tedesco.

Rodeado de cardenales y candidatos fascistas, mentirosos, manipuladores o pusilánimes, y rodeado de tinieblas dentro y fuera del Vaticano, Lawrence trata de mantenerse fiel a sí mismo ante la seguidilla de contratiempos, y ante la tentación de ser elegido Papa a falta de mejores opciones.

Sin embargo, el noble intento de ser fiel a sí mismo y a su misión termina exhibido como una gestión permanente problemas, cada vez más grandes y cuya culminación –que no revelaremos acá– es tan estrambótica que hasta roza involuntariamente el exceso propio de la comedia.

Así, tras un vertiginoso thriller de conversaciones en voz baja, la película se despide desparramando consternación y un vago optimismo, el que puede permitirse por tratarse de una ficción. Aparte de eso y de un legítimo entretenimiento, esta película no tiene mucho más que ofrecer.

Acerca de…

Título original: Conclave (2024)
Nacionalidad: Reino Unido y EE. UU.
Dirigida por: Edward Berger
Duración: 120 minutos
Se puede ver en: Prime Video

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