Estamos donde tú estás. Síguenos en:

Facebook Youtube Twitter Spotify Instagram

Acceso suscriptores

Jueves, 7 de Agosto de 2025
[Newsletter La Semana]

Cumbre de paz en Suiza: ¿la última carta de Zelenski?

Andrés Almeida

volodymyr_zelenski.jpg

Volodymyr Zelenski. Foto: @Zelenskyyua.
Volodymyr Zelenski. Foto: @Zelenskyyua.

La idea del presidente ucraniano, entre otras cosas, es exigir a Rusia que se retire hacia las fronteras de 1991, incluida Crimea, y rinda cuentas ante tribunales internacionales. Si ese fuera el objetivo real de la cumbre, nació inalcanzable. De tal modo, la cumbre solo puede ser una escenificación para reeditar la condena por la invasión rusa y aislarla de la comunidad internacional.

Este artículo corresponde a la edición del newsletter exclusivo La Semana del domingo 26 de mayo y se ofrece ahora para todos los lectores.

A mediados de junio en Lucerna, Suiza, fue convocada por Ucrania una cumbre internacional para la paz, cuya principal característica es que no está invitada una de las partes del conflicto; Rusia, la cual además, lleva una ventaja considerable en la guerra.

La idea del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, es que las distintas delegaciones invitadas, al más alto nivel, inicien la discusión a partir de su propio plan de paz, que entre otras cosas, exige a Rusia que se retire hacia las fronteras de 1991, incluida Crimea, y rinda cuentas ante tribunales internacionales. Es decir, obligar a Rusia, a nombre de la comunidad internacional que lo apoya y el derecho internacional, a aceptar una derrota, como si hubiese sido vencida por las armas.

Evidentemente, si ese fuera el objetivo real de la cumbre, nació inalcanzable, pues no hay escenario posible en que Rusia acepte algo así; sin una derrota militar completa, a esta altura, algo que se ve fuera de la realidad, ni un cambio de régimen bajo un terremoto político, en el que salga Vladimir Putin del escenario, reemplazado por algún sector más o menos pro-occidental, lo que tampoco parece estar cerca de suceder, especialmente luego de que el presidente ruso conjuró ese riesgo en junio de 2023, cuando aplacó la sublevación de Yevgueni Prigozhin.

De tal modo, la cumbre solo puede ser una escenificación para reeditar la condena por la invasión rusa y la idea de aislar a Rusia de la comunidad internacional, y a partir de ahí, constreñir otras propuestas de paz que mínimamente incluyan los intereses rusos y contemplen la realidad del escenario bélico, en voz de países como China, Brasil o Turquía.

Es así como Moscú desconoce cualquier compromiso que surja de Lucerna, y ha reforzado su idea de mantener sus objetivos de guerra, que son anexar las provincias ocupadas militarmente, desmilitarizar Ucrania, por la vía de la guerra de atrición que está llevando a cabo, y desnazificar el país, lo que en términos prácticos significa propiciar un cambio de régimen en el cual se eliminen constitucionalmente los aspectos que los rusos consideran rusofóbicos -como las restricciones al idioma ruso o la adscripción de Ucrania a la OTAN- y se prohíban símbolos del nacionalismo ucraniano emparentado con el pasado nazi, como lo es el ensalzamiento del pronazi ucraniano Stephan Bandera.

China, por su parte, elaboró hace más de un año su propio plan de paz en el que se consideró como principios considerar la integridad del territorio ucraniano y las preocupaciones de seguridad rusas, lo cual fue saludado por Moscú y rechazado por Kiev. A esto se sumó recientemente el trabajo de Brasil, en el cual los cancilleres de ambos países realizaron nuevos planteamientos, que incluyen seis puntos para desescalar la guerra: 1/ la no ampliación de las hostilidades, 2/ el diálogo y la negociación como método, 3/ la resistencia al uso de armas de destrucción masiva, 4/ la prohibición de ataques a plantas nucleares, 5/ el aumento de la asistencia humanitaria en las regiones afectadas y 6/ la oposición a la división del mundo en grupos políticos o económicos aislados.

Sin embargo, para que estas propuestas tengan legitimidad ante los rusos, quienes además, hoy por hoy llevan ventaja en la guerra y tienen menos incentivos para avanzar en planes de paz, no pueden ser parte de la cumbre de Zelenski. Al menos no en el más alto nivel, razón por la cual chinos y brasileños enviarán delegaciones menores, las cuales seguramente no tendrán más atribuciones que comunicar las posturas oficiales, escuchar y tomar nota.

Los turcos, por su parte, han planteado que las conversaciones debiesen partir desde los elementos de acuerdo de las conversaciones que mantuvieron rusos y ucranianos en Estambul, a principios de la guerra, las cuales fueron abandonadas por Zelenski, ante las promesas occidentales de armarlo hasta los dientes para expulsar a los rusos. Estos acuerdos planteaban, básicamente, garantías de seguridad para Rusia, como que Ucrania no se uniría nunca a la OTAN, y se reconocería la anexión rusa de Crimea y la parte del Donbás ocupada por su Ejército, a cambio del reconocimiento de Zelenski, la admisión de Ucrania a la Unión Europea y otras garantías de seguridad para el país.

Respecto de estas conversaciones, los rusos han dicho que con el tiempo cambió el escenario bélico y de seguridad, fueron anexados, los oblast de Jersón y Zaporiyia, y ocupados sus territorios a la orilla derecha del Dniéper, y que no confían en las partes negociadoras que abandonaron Estambul y que no cumplieron los anteriores Acuerdos de Minsk, en los cuales se ofrecían garantías para la población ruso-parlante de Ucrania y ciertos grados de autonomía para los territorios de mayoría étnica rusa.

Es así como Moscú desconoce cualquier compromiso que surja de Lucerna, y ha reforzado su idea de mantener sus objetivos de guerra, que son anexar las provincias ocupadas militarmente, desmilitarizar Ucrania, por la vía de la guerra de atrición que está llevando a cabo, y desnazificar el país, lo que en términos prácticos significa propiciar un cambio de régimen en el cual se eliminen constitucionalmente los aspectos que los rusos consideran rusofóbicos -como las restricciones al idioma ruso o la adscripción de Ucrania a la OTAN- y se prohíban símbolos del nacionalismo ucraniano emparentado con el pasado nazi, como lo es el ensalzamiento del pronazi ucraniano Stephan Bandera.

En el marco de este momento diplomático, Vladimir Putin -junto con decir que Rusia está abierta a negociaciones de paz que consideren la actual realidad militar y política- además, ha levantado la cuestión de la legitimidad de Zelenski como presidente de Ucrania y -por lo tanto- como contraparte de cualquier negociación.

Esto, porque Zelenski se negó a realizar las correspondientes elecciones en su país, aduciendo que éstas están prohibidas bajo la ley marcial ucraniana de 2022 y que plantearlas constituía una ‘traición’. Ello, pese a que otros dicen que la Constitución ucraniana está por encima de la ley marcial, y obliga al mandatario a celebrar elecciones presidenciales, prohibiendo únicamente los comicios parlamentarios en tiempos de guerra. Además, dicen los críticos del mandatario ucraniano, incluso bajo la misma ley marcial, el Presidente puede llamar a elecciones presidenciales, por lo que no es verdad que están prohibidas. 

Las cancillerías del mundo, al parecer, están sopesando la invitación de Zelenski, extendida a 160 países, con lo que habrá que observar el rango de las delegaciones que envíen a Lucerna los 80 países que han confirmado su presencia. Algo que será una buena medida del respaldo que Zelenski tiene a nivel personal y su capacidad de llegar al Sur Global, dando por descontado el apoyo de los países de la OTAN y sus aliados. Hasta ahora, se ha dicho que asistirán 70 mandatarios, lo que incluye a Nahedra Modri de la India, tal vez la figura más relevante, dada la pertenencia de India al BRICS, y excluye a Cyril Ramaphosa, de Sudáfrica, también del mismo conglomerado, quien declinó la invitación.

Algo que ha causado una fuerte controversia jurídica en el país, acicateada por el hecho de que Zelenski no llamó al Tribunal Constitucional para resolverla, pues eso -adujo el gobierno ucraniano- debilitaría el liderazgo y el esfuerzo de guerra. Es así como el mandatario ha dicho que este asunto no le “molesta mucho” e insiste en que no debe abrir el diálogo con Rusia y, por el contrario, debe solicitar mayor involucramiento militar de la OTAN en el conflicto.

Por su parte, los rusos han aprovechado para realizar una fuerte campaña para deslegitimar a Zelenski, quien vive su momento más bajo en cuanto a popularidad a nivel nacional, y de respeto a nivel internacional, y cuyo periodo constitucional habría terminado el 20 de mayo pasado. Esto, pues, más allá de los aspectos jurídicos, el hecho de que Zelenski no haya ido a elecciones, demuestra cierta debilidad, quien en campaña hubiese debido enfrentar públicamente críticas legítimas por casos de corrupción, la impopular movilización, y el fracaso militar de la contraofensiva.

Es así como el propósito de los rusos al objetar la legitimidad de Zelenski es más bien comunicar que no se sentarán con él en la mesa, y que cualquier negociación razonable ha de ser con otro liderazgo ucraniano. 

En paralelo, las cancillerías del mundo, al parecer, están sopesando la invitación de Zelenski, extendida a 160 países, con lo que habrá que observar el rango de las delegaciones que envíen a Lucerna los 80 países que han confirmado su presencia. Algo que será una buena medida del respaldo que Zelenski tiene a nivel personal y su capacidad de llegar al Sur Global, dando por descontado el apoyo de los países de la OTAN y sus aliados. Hasta ahora, se ha dicho que asistirán 70 mandatarios, lo que incluye a Nahedra Modri de la India, tal vez la figura más relevante, dada la pertenencia de India al BRICS, y excluye a Cyril Ramaphosa, de Sudáfrica, también del mismo conglomerado, quien declinó la invitación.

Todo indica que Xi Jinping, el presidente de China, no irá a Lucerna (incluso está en duda que el canciller chino vaya en representación del país), como tampoco irá Lula de Silva, su homólogo brasileño, cuyos países están haciendo las propuestas de paz que contemplan los intereses rusos. 

Pero, más importante aún, Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, no iría a Suiza, según Bloomberg, dado que tiene una importante actividad de campaña en Hollywood, en un escenario electoral en que le está costando competir con Donald Trump por su reelección, y donde el tema de Ucrania ha perdido interés doméstico.

Es así que recientemente Zelenski llamó a ambos líderes a no restarse de Suiza, apelando a sus supuestas obligaciones con el derecho internacional.

Si bien es difícil que el llamado cause efecto entre los dos principales líderes mundiales, lo que deslavará la cumbre, Zelenski consiguió el compromiso del presidente chileno Gabriel Boric, y del argentino Javier Milei, quienes en América Latina han dado señales de respaldo personal a Zelenski y se han alineado con Estados Unidos en esta materia.   

La pregunta que sobreviene es qué puede salir de esa cumbre sin Rusia, sin Biden y sin Xi.

 

Artículos relevantes

- Una cumbre suiza para una improbable paz en Ucrania de Serge Enderlin en Le Monde

- El presidente de Ucrania le pide al mundo defender a su país de Andrew E. Kramer en The New York Times.

- Volodimir Zelenski no está en condiciones de negociar la paz, la columna de Serguéi Maidukov en Newsweek.

- El mandato de Zelenski como presidente de Ucrania expiró: ¿qué significa esto? de Sputnik.

- Biden se ausentará de la cumbre de paz en Ucrania para recaudar fondos en Hollywood de Jennifer Jacobs y Alessandro Speciale en Bloomberg.

- Zelenski llama a los líderes mundiales a ir a la ‘cumbre de paz’ de Ucrania tras letal ataque a Járkov de Shaun Walker en The Guardian.

- Erdogan ofrece a Zelenski acoger una cumbre de paz que incluya a Rusia de Lara Villalón en El Mundo.



Los Más

Ya que estás aquí, te queremos invitar a ser parte de Interferencia. Suscríbete. Gracias a lectores como tú, financiamos un periodismo libre e independiente. Te quedan artículos gratuitos este mes.



Los Más

Comentarios

Comentarios

Añadir nuevo comentario