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Jueves, 18 de Abril de 2024
[Jueves de medios]

El duopolio mediático versus Google y Facebook: hagan sus apuestas

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio

La amenaza que las grandes plataformas digitales representan para los medios tradicionales es un fenómeno que lleva décadas de estudio. Si bien en un comienzo las culturas digitales prometieron democratizar el uso de la palabra y luchar contra los monopolios, al cabo de algunos años el mundo se dio cuenta de que nada de esto ocurriría. “La economía digital se está convirtiendo en un modelo hegemónico”, explica Nick Srnicek en su libro Platform Capitalism.

Admision UDEC

Gigantes digitales como Google, Facebook, Apple o Amazon tienen espaldas financieras más anchas que las de muchos países y, claro, la sombra que proyectan afecta de manera directa a una serie de actores que a duras penas logran convivir con esta nueva realidad.

En nuestro país, como en otras latitudes, la prensa escrita es uno de los principales damnificados. “El sostenimiento del periodismo está en riesgo”, señala el inserto publicado a página completa esta semana en una serie de diarios reunidos en agrupaciones de medios de 13 países, desde Estados Unidos hasta Chile. Promoviendo la existencia de “un ecosistema digital sano y equilibrado” y acusando que “los ingresos que financiaban el periodismo profesional son absorbidos por intermediarios que concentran más del 80% de la publicidad digital mundial”, el inserto es firmado en Chile por la Asociación Nacional de la Prensa (ANP).

La discusión sobre quién debería llevarse los ingresos publicitarios no es nueva. En el último año, países como Australia han visto cómo cada bando –las plataformas, por un lado; los diarios, por el otro– luchan por lo que les parece justo. En el caso particular de Chile resulta particularmente llamativo que empresas periodísticas que históricamente se han opuesto a todo tipo de regulaciones levanten la voz clamando por ecosistemas “sanos y equilibrados”. El Estado, nos han dicho con insistencia en sus editoriales, debería mantenerse lo más alejado posible. Cualquier marco regulatorio, nos han advertido, iría en contra de los valores de independencia y libertad que tanto se repiten en sus páginas.

Resulta pertinente recordar en estas líneas que todo el discurso de un Estado pequeño y casi invisible quedó en el olvido durante los años 80 cuando el gobierno de la época debió salir al rescate de la gran prensa escrita tras la crisis del 82. “El Mercurio y La Tercera se subordinaron a la dictadura por afinidad ideológica, pero también por ataduras financieras”, explica María Olivia Mönckeberg en Los Magnates de la Prensa. Cuatro décadas después, como si nada nunca hubiera pasado, ambos diarios son los primeros en poner el grito en el cielo cada vez que un think tank conservador señala que Chile ha caído en algún ranking de libertad económica.

Ahora bien, ¿qué nivel de legitimidad tiene para enarbolar estas banderas de justicia un sistema de medios escritos en el dos empresas concentran más del 80% de la lectoría y casi el 90% de la inversión publicitaria? ¿Se puede hablar de un ecosistema “sano y equilibrado” en un país en que la prensa escrita regional prácticamente desapareció en las fauces de estos dos gigantes? ¿Será el mejor momento para levantar la voz luego de que la más reciente encuesta CEP arrojó que apenas uno de cada cinco chilenos confía en nuestros diarios?

El tema es complejo y, a diferencia de la propuesta de una Ley de Medios que sí logró entusiasmar a parte del electorado (pese a ser criticada con dureza por todos los medios escritos), en este caso parece ser un tema que le importa solo a los diarios. El último informe del Reuters Institute abordó el financiamiento de los medios privados y concluyó que a nivel mundial es un tema ajeno a las grandes mayorías. ¿Deberían recibir dineros del Estado o tener algún tipo de protección respecto de Google y Facebook? A nadie parece importarle mucho.

La discusión es particularmente compleja en el caso chileno, donde la escasa transparencia del gasto público en avisaje en medios es vox populi. Más aún, un reciente reportaje publicado por El Mostrador reveló que en años electorales los dineros puestos por el Servel en la prensa tienden a favorecer a los diarios de la cadena de la familia Edwards, en desmedro de otros medios que no necesariamente publican en papel.

El inserto firmado por la ANP confirma la existencia de crecientes “desiertos informativos”, áreas en las que los periódicos locales se han visto forzados a cerrar por falta de recursos. Margaret Sullivan, columnista de medios del Washington Post y autora de Ghosting the News, llama a este fenómeno “la noticia más preocupante de nuestros tiempos” y cuenta cómo uno de cada tres brasileños vive en uno de estos desiertos.

En el caso de Chile, agregamos nosotros, la concentración de medios nos ha llevado a tener enormes “desiertos de pluralismo”. Es así, por ejemplo, como en mayo de este año la huelga de los trabajadores de Emelnor –empresa que agrupa a los diarios de los Edwards en el norte– dejó por varios días sin información de calidad a las ciudades de Arica, Antofagasta, Iquique, Tocopilla y Copiapó, entre otras. El vacío informativo coincidió con las trascendentales elecciones de constituyentes, alcaldes, concejales y gobernadores.

Es cierto, la campaña enarbolada por la ANP tiene mucho de justicia, pero su implementación significaría a su vez beneficiar a un puñado de empresas que históricamente no han hecho más que debilitar el pluralismo informativo en el país. Por lo demás, las incipientes regulaciones que han nacido en otros rincones del planeta solo benefician a las grandes cadenas periodísticas, dejando nuevamente al desamparo a los medios regionales y comunitarios. Dicho en otras palabras, proteger a los grandes medios tradicionales de los efectos de las plataformas digitales podría acentuar diferencias internas que en Chile ya son escandalosas.

El Mercurio y Copesa son hoy dos osos polares –cada vez más flacos– que se balancean nerviosos sobre sendos trozos de hielo que se derriten cada día más rápido bajo sus pies. A su lado, pingüinos y focas –los medios alternativos digitales– sortean con mayor holgura las inclemencias propias de nuestros tiempos. A ninguno les sobre el alimento, claro está, pero al menos los más pequeños se muestran más ágiles y acostumbrados a la sobrevivencia del día a día. ¿Quiénes lograrán salvarse? Esto recién comienza.

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Comentarios

El diario de Agustín y la tercera pueden ser "exterminados como ratones"...no les lloraré y haré causa solidaria....que reciban de su propia medicina

Esos medios son llorones, con todos la propaganda de sus empresas se financian solos.

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