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Martes, 13 de Mayo de 2025
[Jueves de medios]

Hagamos historia ¿o hagamos histeria?

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio (@ojodelmedio)

Los medios de comunicación están llamados a informar. En momentos de máxima polarización, sin embargo, su labor debe considerar gran parte del ruido ambiente que escucharemos en las próximas cuatro semanas y ya hemos comenzado a presenciar: personas hablando es la "estalinización" de la política y hasta acusaciones de censura por el caso de Matías del Río, son sólo ejemplos de este fenómeno.

Agosto comienza con todo un país atento a lo que ocurrirá dentro de un mes. En las calles el proyecto de nueva Constitución se vende como pan recién salido del horno, mientras en la esfera digital los altos niveles de polarización calientan las temperaturas invernales. Contrario al cliché periodístico que habla de una “tensa calma”, Chile está en acción con todos los actores políticos, económicos, culturales y mediáticos desplegados al máximo de sus capacidades.

Y, como era de esperar, la campaña –criticada desde el primer día por el Rechazo– ha encontrado un contra-relato que bien podría resumirse como “hagamos histeria”.

El elector es un animal que se mueve y toma decisiones guiado no solo por la razón sino en gran medida en base a sus pasiones y así lo entienden los comandos del Apruebo y el Rechazo. No basta únicamente con la frialdad de un árido texto constitucional; también es clave apelar a la esperanza de un futuro mejor, el miedo que provocan los cambios, la envidia que generan otras sociedades o la rabia de sentirse excluido.

“Hagamos historia” fue el concepto clave promovido por el gobierno para informar sobre el proceso electoral, apelando a una narrativa que se acerca a la lógica apruebista: lo que está en juego el 4 de septiembre es una oportunidad única que nos permitirá dejar en el pasado una Carta Magna redactada durante los días más oscuros del país. Y, como era de esperar, la campaña –criticada desde el primer día por el Rechazo– ha encontrado un contra-relato que bien podría resumirse como “hagamos histeria”.

De esta manera pasamos de las “interpretaciones tendenciosas” de las que habló Carlos Peña en una columna mercurial a una serie de acciones que han buscado generar ruido, confusión y pánico en un país que, como teorizó Eugenio Tironi en una comentada entrevista en Diario Financiero, ya está cansado luego de tres años estresantes. Esto, a su juicio, nos ha puesto “exaltados, mal genio”.

La histeria, el miedo y el estrés dialogan de perfecta manera con el relato del Rechazo. ¿Para qué cambiar la Constitución si esto solo traerá más incertidumbre? ¿Queremos darles más visibilidad a grupos que suelen ser más bulliciosos o será mejor retornar a la parsimonia de los ternos y corbatas que marcaron las últimas décadas?

Clave en la difusión de esta histeria han sido ciertos medios de comunicación que han servido como amplificadores de cada polémica levantada desde sectores conservadores sin necesariamente considerar su verdadero valor noticioso.

El periodista Freddy Stock fue uno de los primeros en levantar la voz y comparó estos sucesos con las constantes simulaciones del futbolista brasileño Neymar, quien se hiciera mundialmente conocido por sus demostraciones de dolor antes faltas inexistentes o de menor connotación. Ante el revuelo generado por los dichos de Izkia Siches (“se pegaron en la cabeza”) Carlos Correa explicó en su columna en La Tercera que se trata de un “exceso de piel delicada” provocado por “cierta tendencia al desparpajo” por parte de la ministra. Más lejos fue el exconvencional Patricio Fernández, quien describió el fenómeno como “exageración y alharaca”, los que, a su juicio, logran su objetivo de cegar a la población.

La responsabilidad de los medios de comunicación es clave cuando prestan sus micrófonos para difundir cualquier tipo de declaraciones. No se explica de otra manera que hayan tenido tanta vitrina políticos que han hablado de “estalinismo” y “prácticas nazis”.

Con analogías diversas y ante hechos distintos, los ejemplos anteriores ilustran una tendencia de ciertos sectores a ensuciar el debate a cualquier costo, creando una cortina de humo que busca dejar en segundo plano las acusaciones que se les hacen de propagar noticias falsas. El ambiente enrarecido solo parece favorecer a quienes promueven discursos de miedo y rabia, por sobre los intentos del sector contrario de generar un ambiente de esperanza y expectación ante un futuro esplendor que se ve tan cercano.

La responsabilidad de los medios de comunicación es clave cuando prestan sus micrófonos para difundir cualquier tipo de declaraciones. No se explica de otra manera que hayan tenido tanta vitrina políticos que han hablado de “estalinismo” y “prácticas nazis” al momento de describir la decisión del Apruebo de visitar dos millones de casas y repartir publicidad entre quienes apoyen su opción. ¿Se dirían tantas barbaridades si supieran estas voces que sus altisonantes declaraciones caerán en saco roto? Existe una simbiosis entre quienes más histeria demuestran y quienes dan tribuna a sus alaridos.

La comentada salida del periodista de TVN Matías del Río de la conducción de Estado Nacional es otro ejemplo palpable. Se podría creer que algunos medios actúan de buena fe al cubrir el hecho si al mismo tiempo dedicaran el mismo nivel de cobertura a casos tanto o más graves. Juan Cristóbal Peña fue uno de los que lo planteó de manera más clara: “La escandalera porque sacan a un conductor de un programa de TV es proporcional al silencio por espionaje del Ejército a periodistas, por telefonazos de La Moneda al dueño de un canal, por agresiones y detenciones a periodistas que cubrían el estallido social”.

Respecto de este caso, por ejemplo, el editorial de El Mercurio apuntó algunos de sus dardos al exconvencional Daniel Stingo y sus peticiones de “intervención” en TVN. El texto no recordó, sin embargo, que el abogado fue uno de los primeros en ser sacado de pantalla del canal estatal tras el estallido. Claro, se trataba de una figura incómoda para el cuestionado gobierno de Piñera. Marcando el punto sobre el nivel de hipocresía despertado por el caso, Rodrigo Herrera denunció cómo tras dos semanas de estallido se prohibió en Mega, canal en el que trabajaba en 2019, mostrar las cifras actualizadas de violaciones a los derechos humanos. Hoy, claro, la polémica adquiere nuevos ribetes ad portas del plebiscito.

Los medios de comunicación están llamados a informar y para ello la noticia debe ser llamativa y cercana. En momentos de máxima polarización, sin embargo, su labor debe considerar que gran parte del ruido ambiente que escucharemos en las próximas cuatro semanas.

Mantener la calma y promover un intercambio de ideas que permita tomar decisiones informadas es un objetivo que se diluye cuando lo que se busca es el rating o los clics a costa de cualquier tipo de confrontación. Formatos televisivos recientes como Sin filtros –conducido por Gonzalo Feito en el canal VIVE– o 100 indecisos –de Mega– contribuyen a alimentar este zumbido permanente que nubla la razón y nos acerca un paso mal al hastío absoluto.

Los medios de comunicación están llamados a informar y para ello la noticia debe ser llamativa y cercana. En momentos de máxima polarización, sin embargo, su labor debe considerar que gran parte del ruido ambiente que escucharemos en las próximas cuatro semanas solo buscará llevar agua al molino de una de las dos opciones. Querámoslo o no, Chile vive un trance histórico. Que la histeria promovida por unos pocos no nos haga olvidarlo.

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Sabemos cómo y quiénes hacen de un imprescindible medio en un show de miedos. Aún así, creo que esta vez, así como en las recientes elecciones, la conjura no les resultará...

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