El ex presidente del Perú entre 1990 y 2000, Alberto Fujimori, fue puesto en libertad este miércoles en cumplimiento de una orden del Tribunal Constitucional. Lo anterior, a pesar de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos pidió a las autoridades del país vecino que se abstuvieran de hacerlo.
El ex mandatario fue condenado en 2009 a 25 años de cárcel por diversos delitos de lesa humanidad y corrupción, pero en marzo del año pasado el Tribunal Constitucional peruano determinó restablecer el indulto en su favor otorgado en 2017 por el ex presidente, Pedro Pablo Kuczynski.
En su momento, Fujimori fue declarado culpable de ordenar a un escuadrón de la muerte, conocido como el Grupo Colina, llevar a cabo dos masacres, así como por su participación en los secuestros del periodista Gustavo Gorriti y del empresario Samuel Dyer, ambos en 1992.
A propósito de su reciente liberación, Interferencia revisita un momento clave en la historia judicial de la ex autoridad peruana: el día en que llegó de imprevisto a Chile, en su avanzada por evadir a los tribunales de su país.
Este artículo fue publicado originalmente en abril de 2022, momentos donde se revisaba la solicitud de liberar al ex mandatario. En esa oportunidad, en conversación con nuestro medio, Antonio Maldonado, ex procurador Anticorrupción de Perú y quien fuera uno de los principales persecutores de Fujimori, relató detalles inéditos de la jornada en que el entonces prófugo buscó asilo en tierras chilenas.
Existían alertas
A las 13:30 horas del domingo 6 de noviembre de 2005, Fujimori aterrizó en un vuelo privado en el aeropuerto de Santiago. Viajaba en un avión BD-700-1 A10 de la empresa chilena Aerocardal, perteneciente al hoy fallecido empresario Miguel Kaufmann. La aeronave viajó un día antes desde Japón, escalando en México. Todo el viaje costó $450 mil dólares al ex presidente, según informaciones del diario La República.
Llegaba con una orden de captura emitida por Interpol en 2003 a raíz de las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, las cuales fueron ejecutadas por su Gobierno en 1991 y 1992, respectivamente, y que costaron la vida de 25 personas. Pese a esto, no fue interceptado por la Policía de Investigaciones de Chile, ingresando sin problemas para dirigirse al Hotel Marriott de Santiago. Según El Universal, dos funcionarios de la policía fueron dados de baja por esta irregularidad.
“Yo hablé con el jefe de la policía que estaba a cargo del aeropuerto de Santiago ese día, quien estuvo totalmente dispuesto a prestar testimonio. Él no estaba en el momento que llega Fujimori y cuando se enteró que el funcionario lo dejó pasar, le dijo a su subalterno ‘¿Acaso tú no sabes quién es?’. De inmediato intentó contactar a la embajada peruana en Chile, pensando que había un turno de emergencia el día domingo, pero no había nadie trabajando en ese momento”, relató a nuestro medio Antonio Maldonado.
Siempre se ha dicho que Fujimori llegó de imprevisto, pero en conversación con Interferencia, el ex procurador Anticorrupción peruano reveló que habían señales que daban cuenta de que esto podía ocurrir.
Siempre se ha dicho que Fujimori llegó de imprevisto, pero en conversación con Interferencia, el ex procurador Anticorrupción peruano reveló que habían señales que daban cuenta de que esto podía ocurrir.
La primera de estas ocurrió un par de semanas antes del aterrizaje en Chile y Maldonado señala que es un antecedente que nunca antes había podido contar públicamente: en 2005, él mantenía contacto con un grupo de ex coroneles, comandantes y capitanes del Ejército peruano, quienes habían sido expulsados de sus cargos por no someterse a Vladimiro Montesinos, ex jefe del Servicio de Inteligencia Nacional de Perú y brazo derecho de Fujimori.
Estos uniformados mantenían un servicio de inteligencia clandestino, el cual seguía los pasos del entonces prófugo ex presidente. En esta misión, lograron incluso interceptar los correos electrónicos de Fujimori, desde los cuales se percataron de que estaba preparando un viaje, lo cual fue alertado de inmediato a Maldonado.
La otra señal no fue tan explícita, pero a la luz de los hechos posteriores, resultó ser una dulce coincidencia o una especie de alerta. En octubre de 2005 un funcionario de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito invitó a Maldonado a un seminario organizado por ellos, donde participaba una delegación de fiscales del Poder Judicial chileno. El funcionario de la ONU le insistió en que tomara un café con ellos.
El ex persecutor peruano señala a nuestro medio que este encuentro fue clave, porque es a partir de esta relación que durante los primeros días posteriores a la llegada de Fujimori a Santiago, la representación del Estado peruano estuvo a cargo de estos fiscales.
En cuanto a la alerta de los uniformados, Maldonado reconoce que se distrajo: “Yo estaba en otra lógica, tenía un montón de cosas en la cabeza y se me pasó, fue una negligencia absurda de mi parte. Cuando ocurrió, estos militares me mencionaron ‘le dijimos que iba a pasar, no le dijimos dónde viajaba pero le dijimos que saldría de Japón’. Podríamos haber hecho mucho más de haber reaccionado antes, considerando que logramos en pocas horas conseguir la detención de Fujimori, esto porque tan desprevenidos no estábamos”.
La lentitud de la Concertación
“José Antonio, Fujimori está en Chile”.
A eso de las 13:45 horas del domingo 6 de noviembre de 2005, el embajador peruano en Chile de la época, José Antonio Meier fue la primera autoridad política en enterarse de la llegada del ex presidente de Perú.
La alerta le llegó a través de un llamado directo hecho por el dueño de la agencia de lobby Imaginacción, Enrique Correa, según reveló a Interferencia Antonio Maldonado, lo cual confirmó posteriormente a nuestro medio este empresario de las asesorías que fue ministro secretario general de Gobierno de Patricio Aylwin entre 1990 y 1994.
Hasta ese instante Correa, Meier, Maldonado y los despistados policías chilenos del aeropuerto, eran los únicos ajenos al círculo estrecho de Fujimori que sabían del aterrizaje.
Hasta ese instante Correa, Meier, Maldonado y los despistados policías chilenos del aeropuerto, eran los únicos ajenos al círculo estrecho de Fujimori que sabían del aterrizaje.
Meier había asumido como embajador en Chile en agosto de 2002, nombrado por el presidente Alejandro Toledo. Según relata Maldonado en un artículo aún no publicado, el cual construyó en base a diálogos con Meier y que facilitó a Interferencia, unos seis meses después de comenzar sus funciones, el diplomático recibió una circular confidencial enviada por el entonces ministro de Relaciones Exteriores de Perú, Manuel Rodríguez Cuadros. En esta encomendaba a los jefes de misión en otros países realizar gestiones al más alto nivel con las respectivas autoridades locales para conseguir compromisos de acatar la Advertencia Roja emitida por Interpol, la cual consistía en detener y expulsar inmediatamente a Alberto Fujimori en caso de que éste arribara a determinado territorio.
Dada la instrucción, el embajador peruano se reunió a mediados de 2003 con el entonces presidente de Chile, Ricardo Lagos Escobar, en el Despacho Presidencial del Palacio de La Moneda. El ex mandatario aseguró que en caso de que Fujimori pisara suelo chileno, este sería detenido y expulsado de inmediato.
Pero la tarde de noviembre de 2005 el compromiso chileno no fue tal. Ante la dificultad de tener una respuesta del Gobierno en Perú, Meier decidió actuar por su cuenta y llamó a Ricardo Lagos, quien no contestó. Posteriormente intentó contactarse con el entonces ministro secretario general de Gobierno, Osvaldo Puccio, pero tampoco atendió. Luego hizo lo mismo con el entonces titular de Defensa, Francisco Vidal, corriendo la misma suerte. Finalmente, al primero que pudo encontrar por teléfono fue al entonces canciller chileno, Ignacio Walker, con quien sí pudo conversar y exponerle lo que acontecía en ese instante. Eran cerca de las 14:00 horas.
Embajador Meier: Muy buenas tardes Canciller… Me ha llegado un rumor al cual le doy alto grado de confiabilidad que Fujimori habría llegado hoy a Santiago. He tratado de hablar con el Presidente Lagos pero no ha contestado…José Ignacio, ¿Has escuchado el rumor? ¿Puedes confirmarlo? En todo caso, dada a la alta probabilidad que le atribuyo a este rumor te expreso a nombre del Gobierno del Perú, que, de confirmarse el rumor, solicitaré formalmente al Gobierno de Chile que lo detenga y lo expulse de inmediato al Perú.
Canciller Walker: No tengo ningún conocimiento de eso. No sé nada de ese rumor. Pero, José Antonio, hay que mantener la calma. Averiguaré y te vuelvo a llamar.
Así comenzó el diálogo entre los gobiernos peruano y chileno esa jornada, según reconstruyó Antonio Maldonado en conjunto con José Antonio Meier.
El embajador se encontraba 60 kilómetros fuera de Santiago en un almuerzo, pero dada la contingencia debió movilizarse rápidamente a la capital chilena. En el trayecto, recibió un llamado de Walker confirmando la presencia de Fujimori en Chile.
“Sin reacción y sin instrucciones oficiales del Gobierno del Perú, Meier tomó una decisión ejecutiva que resultó crucial en el desarrollo de éstos históricos eventos: el embajador, a nombre del Gobierno peruano le exigió verbal y firmemente al Canciller Ignacio Walker, que el Gobierno chileno detenga y expulse de inmediato al Perú al prófugo Fujimori, tal como se lo había expresado anteriormente. Al llegar a la Embajada, el embajador Meier elaboró y envió una nota diplomática dirigida a la Cancillería chilena pidiendo al Gobierno de Chile la detención de Fujimori y una solicitud al juez del crimen correspondiente para que lo detenga y expulse al Perú”, detalla Maldonado en el artículo citado anteriormente.
Después de esto hubo tres llamados telefónicos más entre Meier y Walker. En el primero, el canciller chileno acusaba recibo de la nota diplomática. En el segundo, horas más tarde, informó al embajador peruano que ésta no servía dado que “Fujimori ya ha entrado al país y sólo un juez lo puede detener”, relata el documento de Maldonado.
La información que manejaban con Meier es que durante estas horas el ex presidente Lagos pensó en ocupar la presencia de Fujimori como una carta de negociación ante la difícil situación bilateral entre ambos países.
Según cuenta a Interferencia el ex procurador Anticorrupción, la información que manejaban con Meier es que durante estas horas el ex presidente Lagos pensó en ocupar la presencia de Fujimori como una carta de negociación ante la difícil situación bilateral entre ambos países, motivada por la aprobación en Perú de la Ley de Líneas de Base del Dominio Marítimo del Perú, la cual establecía límites de forma unilateral.
Pero esta aspiración de Lagos habría llegado a su fin cuando casi al anochecer la entonces candidata presidencial de la Concertación, Michelle Bachelet, declaró sobre Fujimori que “este hombre tiene pendiente una orden de busca y captura internacional. Tendría que haber sido detenido y expulsado en ese momento…”, dijo públicamente quien ganaría esa elección en ese entonces.
Ocurrido esto; llega la tercera llamada en que Walker dice que “necesitaban (el Gobierno Chileno) una nota en la que el gobierno peruano activaba el tratado de extradición con Chile”. Esta fue tramitada durante la noche del domingo por el Gobierno de Toledo y firmada por Meier, con la cual se facilitó la detención de Fujimori, a eso de la una de la mañana del lunes 7 de noviembre de 2005, dando inicio al proceso de extradición que se concretó en septiembre de 2007.
El misterio que persiste
“¿Conocía el gobierno de Chile, anticipadamente, del arribo de Fujimori? ¿Cuánto, en efecto, conocía el Presidente Lagos del viaje de Fujimori? ¿Tuvo Fujimori algún tipo de ayuda -desde Chile- para su viaje? ¿Es coincidente el viaje de Fujimori con la presión que hacíamos desde la Procuraduría ad hoc, en los procesos judiciales contra Andrónico Luksic Craig, y nuestro interés de solicitar a Chile su extradición hacia el Perú? ¿Por qué el Presidente Toledo no insiste en la expulsión de Fujimori y acepta la detención por motivos de extradición?”, son preguntas planteadas por Maldonado a partir de sus conversaciones con Meier.
Tanto en Perú como en Chile, hasta el día de hoy, es un misterio quién o quiénes facilitaron la entrada de Fujimori y todo indica que recibió un apoyo político y económico, considerando que después de ser liberado bajo fianza en 2006, vivió en lujosas casas en Las Condes y en Chicureo, hasta que dejó el país detenido y extraditado en 2007.
“Esto no fue casualidad para nada. Cree Meier, con más fuerza que yo, que fue Andrónico Luksic Craig el artífice de la estrategia de la llegada de Fujimori a Chile. Entre otros elementos, era una forma para salir de su problema jurídico”, dice a nuestro medio Antonio Maldonado respecto de las sospechas que mantienen hasta hoy, las cuales nunca pudieron comprobar.
El empresario chileno-croata, integrante de la familia con mayor fortuna en Chile –$ 22.800 millones de dólares según el último ranking Forbes–, tuvo una estrecha relación con el gobierno de Fujimori a partir del favor que hizo este último al hombre de negocios para que instalara una planta de fideos Lucchetti en una reserva natural de Lima, hechos que lo mantuvieron perseguido por la justicia peruana –entre esto por el mismo Antonio Maldonado–, entre 2001 y 2006.
Estos hechos, enmarcados en lo que se conoció como Caso Luchetti y Vladivideos, fueron ampliamente revisitados por Interferencia en 2019, incluida la publicación completa del registro audiovisual que muestra la reunión entre Luksic y Vladimiro Montesinos, a propósito del acto de corrupción que permitió la construcción de la planta de fideos.
Hasta hoy no existen pruebas que vinculen la llegada de Fujimori a Chile con Andrónico Luksic Craig. Tan sólo la coincidencia recién mencionada junto con el hecho de que además del vuelo de Fujimori, Aerocardal tenía entre sus clientes a Minera Los Pelambres, empresa del grupo Luksic.
Hasta hoy no existen pruebas que vinculen la llegada de Fujimori a Chile con Andrónico Luksic Craig. Tan sólo la coincidencia recién mencionada junto con el hecho de que además del vuelo de Fujimori, Aerocardal tenía entre sus clientes a Minera Los Pelambres, empresa del grupo Luksic.
Interferencia contactó a las comunicaciones de Quiñenco, grupo empresarial perteneciente a esta familia, desde donde señalaron que el nexo sospechado es "total y absolutamente falso".
Comentarios
Añadir nuevo comentario