Estamos donde tú estás. Síguenos en:

Facebook Youtube Twitter Spotify Instagram

Acceso suscriptores

Lunes, 21 de Julio de 2025
[Voces lectoras]

Los libertarios: ¿Anarquistas o neoliberales?

Christian Palocz*

Los libertarios originales estaban en contra de la propiedad privada y el Estado, por considerarlos estructuras de opresión. Los neo-libertarios, en cambio, elevan lo primero a categoría suprema de la naturaleza y sólo comparten con los originales su desdén por el Estado por, supuestamente, quitarles riqueza a los individuos.

Los libertarios originales estaban en contra de la propiedad privada y el Estado, por considerarlos estructuras de opresión. Los neo-libertarios, en cambio, elevan lo primero a categoría suprema de la naturaleza y sólo comparten con los originales su desdén por el Estado por, supuestamente, quitarles riqueza a los individuos.

El término “libertario” alguna vez fue sinónimo de lucha y libertad, pero hoy en día se pasea travestida como el nuevo emblema de la derecha neoliberal.

Esto es curioso, porque rasguñando solo un poco la historia, “libertario” surgió allá por 1857. Joseph Déjacque, un anarquista francés, usaba el término para describir una visión de libertad profundamente ligada a la abolición de la propiedad privada y las jerarquías económicas. En Valparaíso, en 1893, se editó ‘El Oprimido’, que fue el primer periódico libertario en Chile, es decir el primer impreso anarquista. 

Está claro que los “libertarios” del siglo 21 ya no piensan en abolir la propiedad privada. Más bien lo contrario, fomentan la libertad de poder talar un bosque nativo en la Araucanía para plantar eucaliptos y pinos, en vez de liberar a alguien de la explotación.

La apropiación del término es una “revolución de los nombres”, como diría Confucio. El filósofo chino abogaba por la rectificación de los nombres, porque, según él, cuando los términos pierden su significado, todo el orden social se desmorona.

Los neo-libertarios –pensemos en ideólogos como Steve Bannon, comentaristas como Axel Kaiser o políticos como Javier Milei o Jair Bolsonaro– han hecho del libertarismo una especie de pastiche mal cocido entre el sueño americano y el individualismo salvaje. Su versión de libertarismo no es más que un neoliberalismo vestido de libertador. Estos no predican la libertad en el sentido anarquista que es un orden sin la “casta gobernante”, sino que la libertad para que gobierne el capital y la propiedad privada.

A diferencia de la tradición libertaria de izquierda, que enfatiza la igualdad y la justicia social, el libertarismo de derecha hace hincapié en la libertad económica individual, en el libre mercado sin restricciones y en la minimización del rol del Estado en asuntos económicos. Esta interpretación se distancia de la concepción original de Déjacque, que veía la libertad como inseparable de la justicia social y el bienestar colectivo, y que consideraba que el libre mercado sin controles generaba desigualdad y opresión.

Así, la palabra ha sido robada y despojada de su significado original. Déjacque, que escribió Le Libertaire en el exilio entre 1858 y 1861, probablemente se revolcaría en su tumba si viera lo que han hecho con su legado. En aquel entonces, ser libertario significaba luchar, sobre todo, contra la propiedad privada y las jerarquías económicas que oprimían al pueblo. Era una palabra de lucha, una palabra que usaban los anarquistas para evitar la persecución estatal.

En Francia durante la década de 1890, cuando las leyes anti-anarquistas obligaron a los activistas a buscar formas más seguras de autodenominarse, inventaron “Libertaire”, o sea libertario. En España, por otro lado, el comunismo libertario fue una bandera de los anarquistas que luchaban contra el poder opresor y, como siempre, la propiedad. Basta recordar cómo los anarquistas catalanes se tomaron y después gestionaron de manera comunitaria las industrias y comercios de Barcelona al inicio de la Guerra Civil (1936-1939).

La apropiación descarada del término es una auténtica “revolución de los nombres”, como diría Confucio. El filósofo chino abogaba por la rectificación de los nombres, porque, según él, cuando los términos pierden su significado, todo el orden social se desmorona. Y aquí estamos, en pleno siglo 21 viendo cómo ‘libertario’, esa palabra nacida de la lucha anarquista, se ha convertido en el fetiche favorito de los neo-libertarios, esos adalides del sálvese quien pueda que confunden la libertad con su derecho a explotar el mundo. Hoy, el “libertarismo” que enarbolan los neo-libertarios, o libertarios criollos, no es más que una trampa retórica para justificar sus intereses económicos y políticos. Pero no hay que confundirse, no hay nada de libertario en ello. Es más bien un capítulo más de cómo el lenguaje puede ser manipulado para disfrazar los viejos privilegios bajo un nuevo nombre.

* Christian Palocz estudió filosofía en la Universidad de Columbia de Nueva York  y es doctorado en filosofía del European Graduate School.



Los Más

Ya que estás aquí, te queremos invitar a ser parte de Interferencia. Suscríbete. Gracias a lectores como tú, financiamos un periodismo libre e independiente. Te quedan artículos gratuitos este mes.



Los Más

Comentarios

Comentarios

Añadir nuevo comentario