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Viernes, 18 de Julio de 2025
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Lula y Bolsonaro debaten en la víspera de la elección: los datos, las mentiras y el pasado

Andrés Almeida

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Bolsonaro y Lula en el debate de Globo
Bolsonaro y Lula en el debate de Globo

El viernes 28 de octubre pasado debatieron Lula da Silva y Jair Bolsonaro, a horas de la crucial elección de este domingo 30 de octubre. Acá algunas claves de ese debate y su impacto en los comicios.

Este artículo de análisis informativo corresponde al newsletter exclusivo La Semana del sábado 29 de octubre, el que hoy se comparte con todos los lectores. 

Los brasileños son muy buenos para varias cosas. La más conocida, es el fútbol, y tal vez la menos mentada es su capacidad para producir datos estadísticos de gran calidad, pues tienen instituciones públicas, universitarias y privadas respetadas y de larga data, a cargo de producir esa información.

El último debate presidencial da prueba de ello; Lula da Silva y Jair Bolsonaro llenaron de datos la discusión acerca de políticas públicas, la pandemia y casi todo lo relevante en esta elección presidencial, casi al mismo ritmo en que se acusaron mutuamente de mentir (y de ser corruptos) a propósito de la misma información que iban esgrimiendo (ver acá el dabate traducido al español por el canal argentino Todo Noticias).

Tal vez lo llamativo del caso sea que -para efectos del debate- no fue muy relevante la información en sí, sino la capacidad de cada candidato de hacerla creíble. Lula, buscando con ello otorgarse un porte presidencial dado su manejo de los temas, y Bolsonaro buscando horadar esa credibilidad, proporcionando otros datos, y acusando a su oponente de manera reiterativa y constante de "metiroso" (algo que resulta ominoso en boca de quien es objetivamente el menos amigo de la verdad).

Más allá del festín de los fact-checkers (para eso recomiendo este sitio argentino que ha cubierto la elección brasileña: Chequeado y este de Brasil; Lupa), lo que pasó en el debate da cuenta de la crisis de lo que algunos llaman la 'postverdad', pues finalmente lo importante nunca fue el mensaje ni su verdad, sino el mensajero y su credibilidad. Algo que además se ve reforzado por la crisis de los productores de datos pre-electorales; los encuestadores. 

Si se sigue la línea que indica que Brasil es un gran productor de información estadística, habría que pensar que en la elección presidencial del próximo domingo 30 de octubre, Lula da Silva se convertirá en el próximo presidente de Brasil, pues las principales encuestadoras predicen que está arriba de Jair Bolsonaro entre 5 y 7 punto en la intención de voto

Si se sigue la línea que indica que Brasil es un gran productor de información estadística, habría que pensar que en la elección presidencial del próximo domingo 30 de octubre, Lula da Silva se convertirá en el próximo presidente de Brasil, pues las principales encuestadoras predicen que está arriba de Jair Bolsonaro entre 5 y 7 punto en la intención de voto (para más detalles; Vea las distancias actualizadas entre Lula y Bolsonaro en los principales estudios electorales, de Nicólas Ioru en O Globo).

El problema es que estas mismas encuestas estuvieron equivocadas en varios puntos respecto de la primera vuelta presidencial del pasado domingo 2 de octubre, cuando le daban una ventaja a Lula de hasta 14 puntos, con lo que decían que era probable que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) se impusiera en primera vuelta con más de la mitad de las preferencias. Eso no pasó; Lula tuvo el 48,5% de los votos y Bolsonaro el 43%.

Además, eso dio municiones al actual Presidente, quien con eso reforzó su idea de que él es un antagonista de las elites y las instituciones tradicionales brasileñas -simbolizadas en las encuestadoras y en general en todo el tinglado de producción de información oficial- que defienden al estatus quo al apoyar a Lula. Una especie de versión brasileña del 'Deep State' de Donald Trump con que se fustiga a los demócratas en Estados Unidos.  

Más allá de los números, también hay preocupación en las filas lulistas por los elementos políticos y culturales que rondan la elección. Bolsonaro ha crecido en las últimas semanas gracias a su estrategia de polarización política -que despierta el voto anti PT, partido que es visto por muchos como un sector parasitario o derechamente corrupto de la vida pública brasileña-, y ha logrado robustecer sus argumentos electorales, vinculados al combate de la delincuencia, la reafirmación de los valores cristianos y la apuesta por la prosperidad económica. Todo ese arsenal fue disparado a discreción por Bolsonaro en el debate.

Respecto de la estrategia electoral de Bolsonaro, es interesante esta entrevista hecha por Paula Bianchi en Agencia Pública: "Bolsonaro está mucho más sintonizado con el Brasil de Hoy, dice Miguel Lago, en la que este sociólogo, crítico del actual Presidente brasileño, aborda casi todos los aspectos implicados. 

Es difícil predecir el efecto de esta nostalgia del pasado que busca evocar Lula, pero los expertos electorales insisten en que nunca los comicios son respecto de lo pretérito. De todos modos, esto puede funcionar si es que Lula logra instalar en la mente de los brasileños la idea de que es posible retomar ese pasado y darle un continuo hacia el futuro con Lula como conector.

La bandera económica -eso sí- es la más controvertida y por donde Lula ha entrado a socavar a Bolsonaro. Esto, pues el actual Presidente no cumplió con la expectativa de sacar a Brasil del estancamiento económico durante su mandato -tal como prometió en 2018- y las condiciones de vida de los sectores más pobres se han deteriorado sensiblemente.

Bolsonaro insiste en el tema económico reforzando la idea de que Brasil está en la línea correcta, solo que la pandemia del Covid ha refrenado su ímpetu. Prueba de ello sería que el país no está golpeado por la inflación y cayó mucho menos de lo esperado en cuanto su crecimiento económico. Además, su discurso liberalizador -pese a que no tiene el peso de la elección que ganó en 2018- entusiasma a amplios sectores rurales brasileños, los cuales han aprovechado la liberalización del mercado de las tierras, lo que ha implicado la explotación -y depredación- de los recursos amazónicos y de otras zonas agrestes de Brasil.  

Lula, en cambio, ha buscado de manera constante contrastar el momento económico actual de carestía, con la prosperidad que emergió en Brasil durante su largo mandato (2003-2010), cuando el país y América Latina en general, crecieron a un ritmo acelerado, dado -por sobre todo- el super ciclo de los precios de los commodities. De tal modo, Lula en el debate hizo todo tipo de florituras respecto de sus logros objetivos como Presidente, en materia social y económica, fustigando a Bolsonaro, quien durante estos cuatro años nunca subió -por ejemplo- el sueldo mínimo.

Es difícil predecir el efecto de esta nostalgia del pasado que busca evocar Lula, pero los expertos electorales insisten en que nunca los comicios son respecto de lo pretérito. De todos modos, esto puede funcionar si es que Lula logra instalar en la mente de los brasileños la idea de que es posible retomar ese pasado y darle un continuo hacia el futuro con Lula como conector. En el debate, al menos, el candidato del PT lució 'presidencial', en especial cuando pidió perdón a los televidentes por la baja calidad de la discusión dada por la estrategia de Bolsonaro de impugnarlo todo, insinuando que si contendor no tiene porte ni dignidad para el cargo.   

De todos modos, queda la duda respecto de la capacidad de Lula de retomar su pretérita época dorada y hacer grandes transformaciones, como lo fue sacar a decenas de millones de brasileños de la pobreza para engrosar la actual impaciente y escéptica clase media. Hoy esos mismos segmentos se sienten estancados, y viven una crisis de expectativas que la aleja de la clase política. Algo que incluye a Lula, por mucho que él sea -en parte- su creador, pues ya ha pasado casi dos décadas desde entonces.

Además, hay que considerar que en las pasadas elecciones del domingo 2 de octubre, Bolsonaro no solo se volvió competitivo en miras a la segunda vuelta de este domingo, sino que el resultado de la elección parlamentaria fue muy favorable a la derecha y a la centro derecha, lo que permite pensar que Lula no tendrá las herramientas legislativas como para emprender medidas importantes que permitan un giro en la economía brasileña (ver Nueva composición de la Cámara y el Senado redefine división de fuerzas en el Congreso, de CNN).   

A juicio de Alfredo Behrens, un amigo mío uruguayo, profesor de la escuela de negocios de Universidad de Sao Paulo, con quien conversé para conocer sus impresiones sobre la elección, el contraste entre la nostalgia como herramienta electoral, y la realidad social y política actual de Brasil, juegan en contra de la credibilidad de Lula como restaurador de una prosperidad perdida, y menos como un líder de izquierda. Esto, pues Lula en caso de ganar tendrá que forzosamente mirar a la centro-derecha, para lo cual ya ha hecho gestos al electorado cristiano, como oponerse al aborto.

Hay que considerar que en las pasadas elecciones del domingo 2 de octubre, Bolsonaro no solo se volvió competitivo en miras a la segunda vuelta de este domingo, sino que el resultado de la elección parlamentaria fue muy favorable a la derecha y a la centro derecha, lo que permite pensar que Lula no tendrá las herramientas legislativas como para emprender medidas importantes que permitan un giro en la economía brasileña

Aún así, según Alfredo, Lula sigue teniendo la ventaja para el domingo, dado el mal performance de Bolsonaro como Presidente. En tal sentido, el actual mandatario probablemente sólo tiene para exhibir objetivamente como logros, algunos avances en materia de seguridad y lucha contra la delincuencia (lo que no es menor y le ha granjeado gran popularidad en el Estado de Rio de Janeiro, por ejemplo), mientras que tiene que responder por un desastroso manejo de la pandemia, en la que Brasil puso el 11% de los muertos a nivel global, y cuyos deudos seguramente irán a votar este domingo.   

Algunos artículos interesantes para entender la elección brasileña:

Así fue como el presidente de Brasil creó la falacia de las elecciones amañadas, de Jack Nicas, Flávia Milhorance, Ana Ionova y Gray Beltran, un especial para The New York Times.

Millones de brasileños desconfían de las elecciones debido a Bolsonaro, por Jack Nicas para The New York Times.

- Bolsonaro, la destrucción como estrategia de Naiara Galarraga Cortázar para El País.

- Lula, una resurrección de Naiara Galarraga Cortázar para El País.

- El futuro del lulismo, de Camila Rocha para Piauí.

-Brasil a flor de piel, la columna de Flavia Ríos que explica por qué el país ya giró a la derecha, lo que incluye a Lula. 

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Muy buen compacto de la contingencia en Brasil. Lula Presidente!

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