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Lunes, 12 de Mayo de 2025
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Por qué un misil en Polonia podría presagiar la paz

Andrés Almeida

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Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

La semana pasada el mundo temió una amenaza nuclear al caer un misil en territorio de la OTAN. Pero, los eventos desencadenados por ese hito, en vez de ir a esa dirección, muestran que probablemente los actores comprendan que es hora de sentarse a negociar.

Este artículo de análisis informativo corresponde al newsletter exclusivo La Semana del sábado 19 de noviembre, el que hoy se comparte con todos los lectores. 

El pasado martes 15 de noviembre puede considerarse como uno de los días más tensos en lo que ha transcurrido de la guerra, debido a que un misil cayó en Polonia durante la tarde de ese día, a seis kilómetros de la frontera con Ucrania, en una granja de la localidad de Przewodów, causando la muerte de dos ciudadanos polacos.

"El terror ya no se limita a nuestras fronteras nacionales. Un misil ruso ha golpeado Polonia, territorio OTAN", declaró Volodímir Zelenski, el presidente ucraniano, al rato del incidente, con lo que lo siguió buena parte de la prensa occidental. De tal modo, pareció que se estaba desencadenado una seguidilla de hechos y decisiones que tenían el potencial de arrastrar a la Organización del Atlántico Norte (OTAN) a una guerra directa con Rusia. Algo posible si es que las palabras de Zelenski hubiesen sido ciertas o creídas sin ser verificadas.

Esto, pues esta alianza militar occidental -que incluye a varios países europeos (Polonia entre ellos), Estados Unidos y Canadá- establece en su artículo 5° que "un ataque armado contra una o más de ellas [las Partes], que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51° de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la parte o partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte". Es decir, se trata de un 'nos tocan a uno, y nos tocan a todos'.

Ya es claro el asunto no va a arrastrar a la OTAN a una aventura bélica directa, y es claro también que Polonia (y Ucrania) no se va a salir del guion que ha trazado Washington, así como que Zelenski quedó por primera vez aislado, cuestionado por parte de sus propios aliados y desprestigiado

El asunto era particularmente peliagudo pues el misil cayó en Polonia, el miembro de la OTAN que -junto con los países bálticos; Estonia, Letonia y Lituania- ha sido el más decidido en el apoyo a Ucrania y el más refractario a negociar con Rusia, por lo que -para los halcones bálticos, polacos y ucranianos- la situación se presentaba como una excusa perfecta para volcar el apoyo financiero y en pertrechos militares de Occidente hacia la beligerancia total, directa y tal vez inmediata. Esto último, si es que Polonia hubiese accedido rápido a la demanda de Ucrania de decretar la exclusión aérea del territorio ucraniano, lo que -en términos prácticos e inmediatos- habría enfrentado a las aviaciones de Rusia con las de las fuerzas de la OTAN apostadas en los países aliados vecinos a Ucrania; la misma Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumania. 

Nada de eso sucedió, y se evitó la peor escalada desde que la guerra empezó, porque primó una extraña prudencia por parte de los aliados internacionales más cercanos de Zelenski. De partida, el miércoles 16 de noviembre, el presidente polaco, Andrzej Duda, declaró que no tenía pruebas de que el misil haya sido ruso, y consideró que era "muy probable" que el proyectil correspondiese a una pieza de la defensa antiaérea ucraniana, la cual ese día estaba recibiendo uno de los más intensos ataques rusos a blancos del sistema eléctrico de Ucrania.

Duda exculpó a los ucranianos y responsabilizó a los rusos; “Ucrania se defendió, lo cual es obvio y comprensible, también disparando misiles cuya tarea era derribar misiles rusos”, dijo. “Por lo tanto, estábamos lidiando con un acto muy serio causado por la parte rusa, así como con todo el conflicto. El incidente de ayer sin duda es responsabilidad del lado ruso”, pero, el presidente polaco tampoco invocó el artículo 4° de la OTAN, mediante el cual habría podido consultar a los países miembros acerca de si el incidente correspondía o no a una amenaza rusa a la seguridad polaca, con lo que se habría mantenido cierta tensión mientras se investiga formalmente el origen del misil.

Horas antes, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, había dicho más o menos lo mismo que dijo Duda, y después, el presidente Joe Biden, desde Bali, en la reunión de los G-20, ratificó que Estados Unidos estaba en la misma línea, zanjando el asunto y contradiciendo directamente a Zelenski, quien ha insistido en la semana que pasó en que está "seguro" de que el proyectil no es ucraniano, aunque el jueves 17 de noviembre pasado tuvo que bajar su apuesta y señaló que "nadie está seguro al cien por cien" del origen del misil.  

La lógica detrás de eso es que los ucranianos habrían estado detrás del misil dirigido a Polonia para evitar el escenario de negociación que Estados Unidos -contra sus intereses- aparentemente está propiciando en un escenario en el que pese a la contraofensiva ucraniana exitosa, empieza a escasear el armamento occidental y aparece en el horizonte la llegada de por lo menos 200.000 nuevos soldados rusos al frente en el invierno europeo, la cual podría barrer relativamente pronto con los avances ucranianos.

Al respecto hay una investigación en curso, en la cual Ucrania quiere ser parte, pero ya es claro el asunto no va a arrastrar a la OTAN a una aventura bélica directa, y es claro también que Polonia (y Ucrania) no se va a salir del guion que ha trazado Washington, así como que Zelenski quedó por primera vez aislado, cuestionado por parte de sus propios aliados y desprestigiado.

Los rusos, por su parte, se frotan las manos, pues esto les permite hacer verosímil la versión que indica que la caída del misil ucraniano en Polonia no se trata de un accidente, sino que fue un ataque ucraniano de bandera falsa; deliberado para provocar una escalada militar. 

La lógica detrás de eso es que los ucranianos habrían estado detrás del misil dirigido a Polonia para evitar el escenario de negociación que Estados Unidos -contra sus intereses- aparentemente está propiciando en un escenario en el que pese a la contraofensiva ucraniana exitosa, empieza a escasear el armamento occidental y aparece en el horizonte la llegada de por lo menos 200.000 nuevos soldados rusos al frente en el invierno europeo, la cual podría barrer relativamente pronto con los avances ucranianos. Esta situación coincide con que esa misma semana se produjo un feroz ataque a Ucrania con 96 misiles. cuando se suponía -errónea o falsamente- que Rusia estaban cerca del quiebre de stock de su armamento, según repetidamente habían informado las inteligencias estadounidense y británica.

Otro elemento que habla de la apertura a negociar de Estados Unidos es que se informó que la inteligencia rusa se habría abierto a incluir en la lista de intercambio de prisioneros a Brittney Griner, una basquetbolista estadounidense que cumple pena por porte de marihuana en una colonia penal rusa, cuyo caso conmueve a la opinión pública estadounidense.    

Los rusos han aprovechado también esta crisis de credibilidad de Zelenski para reforzar sus posturas respecto de dos eventos anteriores de la guerra, que podrían ser releídos si es que se comienza a dudar sistemáticamente de los escrúpulos del lado ucraniano.

Uno de ellos es respecto de la autoría de la masacre de Bucha, ocurrida en abril de este año, en la retirada rusa del frente de Kíev, donde rusos y ucranianos se culpan mutuamente del asesinato de más 400 civiles, la cual -desde la perspectiva rusa- sirvió a los ucranianos para tener un pretexto y salirse de las negociaciones que en ese momento se planteaban en Estambul.

Otro elemento que habla de la apertura a negociar de Estados Unidos es que se informó que la inteligencia rusa se habría abierto a incluir en la lista de intercambio de prisioneros a Brittney Griner, una basquetbolista estadounidense que cumple pena por porte de marihuana en una colonia penal rusa, cuyo caso conmueve a la opinión pública estadounidense.    

En general, son pocos en Occidente quienes dieron algo de credibilidad al lado ruso en este episodio, pero esto puede cambiar, más ahora que los órganos de propaganda del Kremlin están difundiendo un video en el que los soldados ucranianos ultiman prisioneros de guerra rusos desarmados en el suelo. 

El otro episodio es respecto del atentado en septiembre contra los gaseoductos Nord Stream frente a las costas de Suecia en el mar Báltico, que transportan gas desde Rusia a Alemania, donde las partes se acusan mutuamente de sabotaje. Esta semana la investigación estableció que fue efectivamente un atentado, y las miradas se dirigen hacia los británicos, quienes empiezan a ser los principales sospechosos de ser lodos autores del atentado, en complicidad con los estadounidenses. 

Eso, porque existe un mensaje comprometedor hackeado por el fundador de Megaupload, Kim Dotcom, desde el teléfono de Liz Truss, quien entonces era la secretaria de Asuntos Exteriores de Boris Johnson. "¿Cómo saben los rusos que el Reino Unido voló los oleoductos de North Stream en colaboración con los Estados Unidos? Porque Liz Truss utilizó su iPhone para enviar un mensaje a Antony Blinken diciendo ‘Está hecho’ [It's done] un minuto después de que el oleoducto explotara y antes de que nadie más lo supiera”, twitteó Dotcom el 30 de octubre pasado

 

Acá una lista de artículos a mi jucio interesantes respecto de estos tópicos:

La frenética carrera de EE.UU. para analizar los hechos tras la caída de un misil en Polonia, de Natasha Bertrand, Kevin Liptak, Oren Liebermann y Kylie Atwood para CNN en Español.

Zelenski comienza a perder el encanto entre sus aliados tras la gestión de la crisis del misil en Polonia, de María G. Zornoza, de Público de España.

"El objetivo de Zelenski es escalar el conflicto para no negociar con Rusia", de Daniela Díaz en Sputnik.

- Una 'bandera falsa' sobre Polonia, en Scott Ritter Extra.

- El apetito por armas de Ucrania está agotando las reservas occidentales, de Jack Detsch y Amy Mackinnon en Foreign Policy.

- ¿Cómo Rusia fue capaz de lanzar este gran ataque aéreo contra Ucrania? de Lara Jakes y Marc Santora, en The New York Times.

- Alto general estadounidense insta a la diplomacia en Ucrania, mientras los asesores de Biden se resisten, de Pedro Panadero en The New York Times.

- Rusia alimenta las esperanzas en la liberación de Griner, pero Estados Unidos dice que son solo paabras, de Ivan Nechepurento y Richard Pérez-Peña.

- Occidente no debería dictar a Ucrania los términos de la paz, dice canciller checo, por Dan Sabbagh, en The Guardian.

- Hackearon el celular de Liz Truss: el misterioso mensaje que despertó una grave acusación de Rusia sobre Nord Stream. de La Nación de Argentina.

- Tres escenarios de cómo podría desarrollarse la guerra en Ucrania, en The Economist.

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