Elegir un adversario no es algo extraño en la política argentina reciente. En el libro Mundo PRO: anatomía de un partido fabricado para ganar, de Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Alejandro Bellotti, se cuenta cómo Néstor Kirchner eligió como enemigo al PRO, que tenía como líder a un frágil e inexperto Mauricio Macri, pero gracias a la elección de Kirchner, Macri logró visibilidad y de ahí comenzó a crecer. Puede decirse que Kirchner fue su estímulo.
Además de la elección del gobierno de Milei ha habido tres hechos que han posibilitado la resurrección de la Confederación General del Trabajo (CGT): antes que nada, la demanda espontánea de la gente cuando hace un mes Milei anunció sus primeras medidas contenidas en el megadecreto presidencial, que tenían como fin la desregulación de la economía. En una misma noche se pasó de un cacerolazo a una concentración a las afueras del Congreso hasta altas horas; allí la gente empezó a exigir un paro nacional como única herramienta para contrarrestar las medidas del Presidente.
Pasados los días quedaba claro que dicho paro sólo sería posible si se ponía al frente una central sindical. La CGT recibió el mensaje y, si bien al principio se mostraba poco convencida, organizó una marcha a los tribunales de justicia para dejar un recurso de amparo, que frenaría la reforma laboral que incluía el megadecreto. La marcha convocó a cincuenta mil personas, y eso que la CGT jugó a media máquina. Y es que por más que los dirigentes de la central sindical no tuvieran ganas de salir a la calle, las bases, los trabajadores y la otra gran central sindical (la Central de Trabajadores de la Argentina, CTA), les estaban pidiendo una actitud más decidida.
Los tres ejes que preocupan a la CGT son el gobierno de grandes corporaciones, la reforma laboral y la reforma jubilatoria. Dos de estas tres están en el megadecreto y la ley ómnibus. Y la central sindical por lo pronto ya ganó una pequeña batalla, la de la reforma laboral.
De poco sirvieron las descalificaciones del gobierno hacia la central sindical. Tampoco sirvió la disposición del gobierno, a pocos días de esas descalificaciones, para entablar una negociación si la CGT desactivaba el paro. Ambas actitudes contrapuestas sólo fortalecían a la central sindical, que leyó bien el escenario, porque en ningún momento Milei se mostró dispuesto a echar marcha atrás a la reforma laboral, sólo quería sentar a la mesa a la CGT para legitimar dicha reforma, lo cual -de ocurrir- hubiera sido un grave error político.
Hay que consignar que el gobierno había tanteado previamente a los dirigentes de la CGT y ellos, en principio, habían aceptado sentarse a la mesa para discutir las reformas; sin embargo, al anunciar el megadecreto, sin previa discusión, y al analizar los alcances de éste -entre otras cosas, el megadecreto estipulaba una reforma de salud, sector donde los sindicatos tienen mutuales y reciben dinero por eso- los dirigentes sólo podían tomar otra actitud, menos receptiva si se quiere.
Si bien para la CGT el diagnóstico era claro, la estrategia a seguir no lo era tanto. Desde un arranque el gobierno de Milei se perfiló como el gobierno de las grandes corporaciones o grupos económicos, del llamado Círculo Rojo. Algunos ejemplos para ilustrar esto. El propio Milei trabajó diez años en Corporación América, de propiedad del empresario Eduardo Eurekian. También vienen de este corporación el jefe de gabinete Nicolás Posse y el ministro del Interior Guillermo Francos, es decir la mesa chica de Milei “podría responder” a Eurekian. Además el ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona y el ministro de Infraestructura Guillermo Ferraro asesoraron a Corporación América. Por otro lado, la familia de la canciller Diana Mondino es propietaria del Banco Reola y ella misma ha integrado directorios de varias empresas. Finalmente, en YPF el mando lo tiene el grupo Techint de Paolo Rocca y, por si todo esto fuera poco, el empresario Gerardo Werthein, del grupo Werthein, fue designado embajador de Argentina en los Estados Unidos. Ah, y el propio Milei estuvo hospedado dos meses en el Hotel Libertador, de propiedad de Eduardo Elsztain, dueño del grupo IRSA. De hecho, Elsztain fue quien acercó a Milei a la religión judía.
No sólo el gobierno de Milei está cerca del Círculo Rojo, sino también las medidas de desregulación (tanto el megadecreto como la ley ómnibus, que en total cambian o derogan mil leyes, y que funcionan como una Constitución a la medida) parecen ir en beneficio de estos grandes grupos económicos. En el plenario de comisiones de diputados, donde se está discutiendo la ley ómnibus, el abogado Enrique Viale señaló que la nueva norma sobre bosques tenía como principal beneficiario a Eduardo Elsztain, quien en la provincia de Salta podría desmontar 150 mil hectáreas.
En sintonía con lo anterior la ley ómnibus establece además la venta de 41 empresas del Estado, entre ellas Aerolíneas Argentinas, Banco Nación (el equivalente a Banco Estado en Argentina), todos los medios públicos de comunicación (TV Pública, Agencia Télam, Radio Nacional) e YPF (que si bien cotiza en Bolsa de Nueva York y no es para nada deficitaria, ya no tendría participación el Estado). De aprobarse la ley ómnibus y de concretarse la venta de estas empresas del Estado, podrían beneficiar a uno de estos (u otros) grupos económicos. Y es que lo central para Milei es que “todo lo que pueda estar en manos privadas quedará en el sector privado”. Es el mercado el que debería regirlo todo y esto implicaría un achicamiento del Estado en función de la premisa dicha esta semana en el Foro Económico de Davos: “Si se adoptan medidas que entorpecen el libre funcionamiento de los mercados, la libre competencia, los sistemas de precios libres, si se entorpece el comercio, si se atenta contra la propiedad privada, el único destino posible es la pobreza”. Por lo tanto el camino es justamente el contrario.
Y en este escenario planteado por el Presidente se incluye el sistema jubilatorio. En los 90, Argentina asumió el modelo chileno de AFP, pero diez años más tarde, durante la primera presidencia de Cristina Fernández, se estatizaron los fondos de las AFJP (como se llamaron aquí) y se pasó a un sistema de movilidad jubilatoria, donde cada tres meses se reajustaban los haberes. Si bien esa fórmula ha ido cambiando (con Macri y luego con Alberto Fernández) no se había eliminado hasta ahora. Precisamente la ley ómnibus elimina la fórmula de reajuste de jubilaciones y la reemplaza por una actualización por decreto presidencial. Pero esto no es lo relevante, porque dentro de la estatización de las AFJP se estableció un Fondo de Garantía y Sustentabilidad, que son acciones de empresas de propiedad de todos los jubilados o de aquellos que aportan para su retiro. Esas acciones tienen un valor de 13.100 millones de dólares, pero además en este fondo hay activos por 76.000 millones más, que, según la ley ómnibus, se trasferirían al Tesoro Nacional.
Los tres ejes que preocupan a la CGT entonces son el gobierno de grandes corporaciones, la reforma laboral y la reforma jubilatoria. Dos de estas tres están en el megadecreto y la ley ómnibus. Y la central sindical por lo pronto ya ganó una pequeña batalla (la de la reforma laboral): un juzgado laboral acogió el amparo que interpuso hace casi un mes y esta semana se resolvió que lo tratará la Cámara Nacional de Apelaciones.
En cuanto a que este es un gobierno de grandes corporaciones, ha circulado un fuerte rumor que los estudios de abogados de esas corporaciones participaron de la redacción del megadecreto y de la ley ómnibus; de ser así, como señaló Vilma Ibarra, ex secretaria legal y técnica de la Presidencia de Alberto Fernández, el megadecreto debería ser decretada nulo, porque “los estudios jurídicos privados están para asesorar a los privados y no para redactar decretos del Poder Ejecutivo Nacional”.
Falta poco para que el mundo sindical argentino ponga a prueba su poder de fuego. ¿Tendrá la talla o hará falta un apoyo más orgánico del peronismo? A un mes y medio de asunción de Javier Milei será también un lindo desafío para el gobierno, ya que un par de encuestas lo han mostrado en franca caída de su popularidad.
Por su parte, el gobierno, con la tendencia que ha tenido de no negociar y de mostrarse inflexible, ha dicho esta semana que los trabajadores estatales que adhieran al paro se les descontará ese día. Esta medida es muy similar a la de hace un mes, cuando la izquierda convocó a la primera manifestación contra Milei; en esa ocasión el gobierno repitió hasta el cansancio la frase “el que corta no cobra”, en directa alusión a que quienes cortaran la calle no recibirían su plan social. Hace un mes la intimidación funcionó y los manifestantes marcharon por las veredas, pero esta vez queda la incógnita de si la intimidación tendrá la misma eficacia, porque una cosa es la CGT y otra las organizaciones sociales de izquierda.
De hecho, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), que pertenece a la otra gran central sindical (la CTA), ya rechazó esta medida del gobierno. Su titular Rodolfo Aguiar, incluso, se dio el lujo de bromear con la plata que eventualmente se descontaría a los trabajadores: “¿Qué van a hacer con la que van a descontar? Porque va a ser mucha, la adhesión va a ser total. ¿Se la van a entregar al FMI, la van a depositar en la cuenta de Techint o le van a pagar al Hotel Libertador?”. Vale aclarar que la CTA ha sido mucho más combativa que la CGT en los últimos años.
Pero no sólo el paro va a repercutir en Argentina, ya está repercutiendo fuera del país, con adhesiones y apoyos de otras organizaciones sindicales, como la Central Única de los Trabajadores (CUT-Brasil), la Central Unitaria de Trabajadores y Trabajadoras de Chile (CUT), la Euskal Sindikatua, la Confederación Intersindical Gallega, la Unión Sindical Obrera de España, la Unioine Italiana del Lavoro de Italia y la Federación General del Trabajo de Bélgica. Falta poco para que el mundo sindical argentino ponga a prueba su poder de fuego. ¿Tendrá la talla o hará falta un apoyo más orgánico del peronismo? A un mes y medio de asunción de Javier Milei será también un lindo desafío para el gobierno, ya que un par de encuestas lo han mostrado en franca caída de su popularidad.
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