En estos días se habla en Washington D.C. que el secretario de Estado, Marco Rubio, saldría de la administración Trump. Sus enemigos lo están logrando a través de Venezuela y Cuba.
Al inicio del gobierno de Donald Trump, el actual enviado para misiones especiales, Richard Grenell postulaba a dos trabajos en la actual administración: director de la C.I.A. o secretario de Estado. No logró ninguno. Desde ahí comenzó la disputa con Rubio porque lo relaciona con el sistema y no como un Maga.
La batalla entre Grenell y Rubio aumentó cuando el enviado especial viajó a Venezuela y logró la liberación de seis norteamericanos detenidos por el gobierno de Maduro. Las imágenes del diplomático de Trump y el dictador venezolano causó molestias en el Departamento de Estado, pero Trump estaba feliz con sus logros.
Es sabido que los celos entre los miembros del gabinete de Trump son infantiles. Las competencias entre quienes alaban más y complacen a su jefe aumentan cada día.
Luego del viaje de Grenell a Caracas, del que Rubio no estaba enterado, se intensificaron las zancadillas en Washington contra el enviado especial, logrando que fuera nombrado director del Centro Kennedy, una posición sin mucha relevancia y menos aún estratégica. Como era de esperar, Grenell no se dio por vencido y logró un nuevo golpe contra Rubio.
Richard Grenell volvió a negociar abiertamente con Maduro, y desde la isla caribeña de Antigua consiguió la liberación de un antiguo miembro condecorado de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Debido a este logro de Grenell y con la ayuda de Chevron, la petrolera estadounidense continuará operando dos meses más en Venezuela, eliminando la postura previa en la que Rubio afirmaba que a final de este mes Chevron abandonaría los pozos petroleros venezolanos. Nadie sabe aún cual es la última postura de Estados Unidos sobre Chevron en Venezuela ya que las fechas se extienden a menudo.
Marco Rubio, para no quedarse atrás, anunció su operación secreta del rescate de cuatro colaboradores de María Corina Machado que habrían sido extraídos de la Embajada de Argentina en Caracas y trasladados a EEUU. Otros afirman que no fue un operativo y que se hizo de común acuerdo con el gobierno de Maduro y que en vez de armas y soldados se usaron millones de dólares en coimas.
El factor cubano
La inteligencia cubana por años tiene información de sus opositores en la capital norteamericana a través de una red de espías infiltrados en el gobierno de EEUU. Entonces no debe extrañarnos que el volumen de la carpeta de Rubio que se maneja en La Habana sea cuantioso.
Uno de los espías que más antecedentes tiene sobre Rubio es Víctor Manuel Rocha, un ex embajador norteamericano y conocido republicano que se presentaba como un anticomunista y acérrimo fanático de Trump. Sin embargo, espió durante 42 años para Cuba hasta que fue detenido y condenado a 15 años de prisión.
Su baja sentencia para este tipo de delitos se debe a la información que está entregando a las autoridades, que no sólo incluye a los miembros de los servicios de inteligencia cubanos en la región, sino que nombres de políticos, lobistas y funcionarios del gobierno norteamericano.
Rocha, de 74 años, no solamente fue embajador norteamericano en Bolivia, sino que estuvo 25 años en el Consejo de Seguridad Nacional. Su conocimiento sobre Marco Rubio era parte de su labor como espía. Para la isla era prioridad saber las actividades del senador, no sólo, porque es de origen cubano, sino por ser uno de los enemigos simbólicos de la dictadura cubana. Rocha informaba del origen de recursos de las campañas políticas de Rubio y de relaciones con sus donantes, políticos y empresarios latinoamericanos.
Como si fuera poco, el espía Rocha, al retirarse del servicio diplomático, abrió una consultoría como asesor especial del Comando Sur de EE.UU., que es la rama del ejército estadounidense que, entre varias cosas, vigila a Cuba.
Un elemento peligroso para Rubio es que Cuba comparta sus antecedentes con países aliados, como Venezuela, ya que ellos pueden dar información a Grenell que quiere a toda costa sacar a su enemigo político y ser el nuevo secretario de Estado.
Rubio cada día suma más enemigos, pero los que tiene en Washington D.C., son de más cuidado. Uno de ellos es el ex enviado especial para Latinoamérica, Mauricio Claver-Carone, de quien se dice que fue sacado de la administración por Rubio. Otros son los lobistas norteamericanos que tienen clientes en Venezuela y que no gustan de Rubio, porque según ellos, su anticomunismo no los deja avanzar con sus representados como es el caso de Chevron, y a diario presionan en la Casa Blanca para sacarlo del Departamento de Estado.
Si Rubio sale de la administración, truncaría su camino para la candidatura presidencial. En cambio, Richard Grenell finalmente tendría la pista despejada para convertirse en el nuevo secretario de Estado, hecho que sería bien recibido por muchos como Cuba, Venezuela y Chevron que llegarían a ser “great again”.
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