Claudio Orrego es el primer gobernador electo democráticamente en la Región Metropolitana (RM). El candidato de la Democracia Cristiana (DC) conquistó el 52,7% de las preferencias frente a Karina Oliva, la candidata del Frente Amplio (FA) y el Partido Comunista (PC), la otra candidata que había pasado a la segunda vuelta de esta elección, quien obtuvo el 47,3%. Esto se traduce en 785.023 votos obtenidos ayer Orrego.
La distancia entre los candidatos es de apenas 81.000 votos, lo que da cuenta de una elección estrecha en el que ahora es la segunda contienda electoral más grande del país, con un padrón de 5,9 millones de electores, solo menor a la elección presidencial.
Pero se trata de un triunfo importante, pues en esta elección se buscaba dilucidar varias aspectos que van a configurar el escenario político de este año clave de la política chilena (ver Lo que está en juego en esta elección de gobernador de la Región Metropolitana).
Uno de ellos era la hegemonía del centro y la izquierda. Algo en que parecía correr con ventaja el eje FA-PC luego de la elección del 15 y 16 de mayo pasado, cuando esta alianza logró 28 convencionales frente a los 25 que obtuvo Unidad Constituyente, la ex Concertación, además de sonados triunfos territoriales, como el de Rodrigo Mundaca como gobernador de Valparaíso en Valparaíso (independiente por el FA); o los de Iraci Hassler (PC) en la comuna de Santiago, Tomás Vodanovic (RD) en Maipú o Emilia Ríos (RD) en Ñuñoa.
A este complicado escenario general para Orrego, se sumó que la DC apenas obtuvo dos convencionales y que el PS y el PPD intentaron abandonarla a los pocos días de la elección, en lo que resultó un fallido pacto electoral con los partidos sostén de la candidatura de Oliva, su rival, con lo que no pudo contar con el total de la fuerza territorial de los aliados de los últimos 30 años.
Después de la elección de mayo, en la que era favorito, la campaña de Orrego quedó cuesta arriba.
Además, el desempeño de Orrego en primera vuelta fue decepcionante, pues apenas logró ventaja sobre Oliva con un 25,5% de las preferencias, contra un 23,4%. Muy lejos del 40% que esperaba obtener para evitar una segunda vuelta, y que algunos analistas y encuestadores creían como posible. Esto, además, sin mucho espacio para crecer, ya que el resto de las candidaturas con votaciones significativas parecían más afines a la izquierda; la ecologista Nathalie Joignat (15,2%) y Pablo Maltés (10,7%), el marido de Pamela Jiles.
Eso sí, y de manera inesperada, Orrego contó con varios errores de su rival, quien no se desempeñó bien en las instancias televisivas, ni manejó bien sus flancos débiles, por lo que varios votantes potenciales optaron por quedarse en casa el día de esta elección. Sea como sea, la participación terminó siendo escasa, 25,7% (versus el 43,4% de las elecciones de mayo).
Con todo, se trataba de un escenario adverso que muchos creían que Orrego no podría remontar, pues solo le quedaba apostar por lograr votación de la derecha, vapuleada en las candidaturas de Catalina Parot (Evópoli, 14,9%) y Rojo Edwards (Republicanos, 6,7%). Algo que se hizo de manera relativamente discreta, a partir de declaraciones de apoyo por parte de personeros de derecha, como los candidatos Joaquín Lavín (UDI), Mario Desbordes (RN), Ignacio Briones (Evópoli) y Sebastián Sichel (independiente apoyado por Andrés Chadwick).
"Nosotros somos parte de una coalición de centroizquierda que muchos quisieron darla por muerta y creo que hoy está viva. Unidad Constituyente no solo está viva en el Región Metropolitana, sino que en todo Chile, y aquí representamos una voluntad de cambio con gobernabilidad y con respeto a los demás", dijo en su discurso de victoria, donde prometió transformaciones, y agradeció a la DC, los partidos aliados, los independientes que confiaron en él, sin mencionar el voto submarino de derecha.
El bono de la derecha
Orrego ganó en buena parte gracias a los electores de derecha. Dada la segregación urbana de Santiago, el nivel de riqueza de sus comunas es predictivo de su posición política: a más ricas más de derecha. Y los resultados de Las Condes, Lo Barnechea y Vitacura son decidores, y no solo por los amplísimos porcentajes de diferencia con Oliva (88,6%, 94,9% y 90,9% para el decé, respectivamente).
Estas tres comunas -las únicas urbanas en que ganó el Rechazo en 2020- contribuyeron con 182.394 votos para Claudio Orrego, es decir el 23,2% de su votación general, siendo que estos territorios solo representan el 7,5% del padrón electoral de la Región Metropolitana. Una cifra muy por encima de las tres comunas más pobladas de la RM; Puente Alto, Maipú y La Florida. Estas otras tres comunas -que representan el 18,7% del padrón metropolitano- aportaron solo el 13,8% del caudal electoral de Orrego: 108.208 votos.
Orrego obtuvo 129 mil votos extra en las tres comunas del Rechazo respecto de la primera vuelta; más que la diferencia que lo separa de Oliva en la segunda vuelta (81 mil).
Respecto de la primera vuelta, el dato es aún más claro. En esa instancia de mayo, Orrego obtuvo en Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea 53.273 votos: apenas un 29,2% de lo que logró en esta segunda vuelta en las mismas comunas: 182.394. Es decir, 129.121 votos y más de la distancia que lo separa de Oliva.
Un análisis similar puede hacerse para las otras comunas de Santiago Oriente donde ganó Orrego (aunque sin esos porcentajes descuadrados de ventaja con Oliva). Por ejemplo, en Ñuñoa en primera vuelta ganó Oliva con 33.726 votos (30,9%) contra 30.374 de Orrego (27,8%). Pero en la segunda vuelta, Oliva incluso bajó su total a 33.598 votos (perdió 128), mientras que Orrego lo incrementó en 13.194 votos. Al final Orrego venció aquí con un 56,5%.
Oliva sintió el golpe. En su discurso de aceptación de la derrota dijo:
“Quiero partir diciéndole a las más de 30 comunas de la Región Metropolitana, comunas populares, comunas de trabajadores, de trabajadoras, comunas que dieron el Apruebo, que hicieron un cambio en este país, que nos dieron su confianza y sus votos porque es donde ganamos. No ganamos en otras partes que no sean el pueblo [...] Le felicitamos [a Orrego] y esperamos que construya una región para todas y todos, no sólo para las comunas del Rechazo“.
Las cuentas de Provoste y Jadue
Las palabras de Karina Oliva responden a un análisis político que apunta a batalla electoral grande que viene: la elección presidencial.
Esto, pues esta segunda vuelta de gobernadores siempre fue vista como una especie de ensayo de las fuerzas políticas para enfrentar noviembre, y se asumió que lo que pasaría con Oliva repercutiría en la opción de Daniel Jadue (PC), así como lo que pasaría con Orrego -en menor medida- con Yasna Provoste (DC), los candidatos más serios de la izquierda y el centro.
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Y el temor a conjurar, para el sector de la izquierda, es justamente tratar de evitar que ante un desplome de la derecha, la ganancia termine siendo para la DC, en un escenario como el de 1964, cuando la derecha apoyó sin condiciones a Eduardo Frei Montalva (DC) para evitar el ascenso de Salvador Allende (PS), tal como sucedió.
Así y todo, la derrota de Oliva no parece afectar la línea de flotación de la candidatura de Jadue, aunque le quita el aura de ganador que podría haber logrado en caso de haber coronado el territorio electoral más poblado del país con una candidata por quien se jugó por completo.
La derrota de Oliva y la victoria de Orrego no derriban a Jadue ni encumbran a Provoste, pero él baja y ella sube.
Al menos, la postal de la noche anterior fue de unidad, pues Oliva se vio flanqueada por los dos candidatos presidenciales de su sector: Jadue y el más distante Gabriel Boric (FA). Junto con destacar que Oliva haya disputado la instancia Jadue señaló que "nadie se habría imaginado que la derecha iba a tener su día negro y que hoy lo volvería a tener [...] un retroceso fundamental que nos permite soñar con transformar Chile desde los territorios", dijo ya pensando en las presidenciales, donde debe buscar la unidad de la oposición.
Tampoco el triunfo de Orrego encumbra completamente a Provoste (y menos a la candidata del PS, Paula Narváez).
Provoste no puede atribuirse el triunfo de Orrego, pues fue distante de su candidatura, optando por apoyar fuertemente a Carlos Pezo en su Región: Atacama. Sin embargo, su candidato fue derrotado por el independiente ex PS Miguel Vargas, quien obtuvo el 59,4% de los votos.
De tal manera, la presidenta del Senado -quien votó en Vallenar- solo pudo llegar a saludar a Orrego varias horas después, luego de un largo viaje en auto, y después también de la llegada de Paula Narváez, quien también subió a escena de manera improvisada, pues las relaciones entre el PS y la DC siguen heridas.
Pero, pese a lo desprolijo de la puesta en escena, a pocos les cabe duda de que Provoste es ya la candidata de un partido y probablemente un sector que todavía no está muerto.
Comentarios
Yo no se porque todas las
SIENTO QUE EN ESTAS
Pero Orrego no se sabe aun
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