Estamos donde tú estás. Síguenos en:

Facebook Youtube Twitter Spotify Instagram

Acceso suscriptores

Sábado, 9 de Agosto de 2025
Historia de los Chicago Boys (cap. 9)

Lo permanente y lo transitorio del modelo económico impuesto en la dictadura militar

Manuel Délano
Hugo Traslaviña (*)

En este último capítulo del libro “La herencia de los Chicago boys”, publicado en 1989, los autores realizan una aproximación de lo que, según ellos, ocurrirá con el modelo económico impuesto bajo el gobierno del general Augusto Pinochet, en los años siguientes con el retorno de la democracia al país.

Las grandes transformaciones económicas y sociales realizadas en 16 años por el equipo de Chicago se proyectan en el tiempo por la fuerza de los hechos. Aunque prácticamente todos los cambios fueron resultado de la imposición emanada del poder militar implacable, absoluto y no pocas veces indolente ante las graves consecuencias sociales, el producto de estas reformas estructurales juega a favor de sus promotores debido a una razón de peso: por el grado de arraigo que éstas consiguieron en la nueva realidad del país. 

Este hecho se ha visto favorecido por un marco internacional que valora y estimula el reforzamiento de los mercados y, al mismo tiempo, reniega del estatismo y del centralismo económico excesivo.

Ante esta situación, y de no mediar un vuelco político revolucionario, será muy difícil revertir la nueva tendencia global de desarrollo capitalista refundada por los Chicago boys. Es decir, a no ser que se produzca una transformación tan profunda como la que hizo posible aquellos cambios estructurales. En este sentido, el modelo aplicado fue sin duda exitoso: la mayoría de sus reformas estructurales sobrevivirán a sus impulsores aún con una economía dirigida por sectores que se opusieron al gobierno militar que las prohibió. .

Los economistas neoliberales se aprovecharon hábilmente del régimen dictatorial para reimpulsar el desarrollo capitalista. Lo hicieron con las armas no convencionales -y tal vez por lo mismo más efectivas en el largo plazo-de los cambios económicos profundos. Persuadidos por la necesidad de emprender estas reformas, los Chicago boys remozaron integralmente el languideciente capitalismo que existía en Chile hacia septiembre de 1973. Los resultados del experimento se pueden clasificar por su grado de arraigo institucional y por el comportamiento de las variables macroeconómicas fundamentales, que son las que en definitiva tienden a reforzar la ideología capitalista que subyace en las transformaciones. Con el paso del neoliberalismo por Chile, el país quedó más integrado con el exterior y, por lo tanto, más dependiente de los mercados de productos, de capitales e inversión extranjera. El eje del desarrollo pasó del intento de industrialización sustitutiva a la apertura externa basada en la exportación de recursos naturales, con escaso valor agregado, sobre todo en aquellos sectores donde hay ventajas comparativas.

Hacia el fin del gobierno militar, las empresas transnacionales y los grupos locales controlaban los sectores claves de la economía. Por otra parte, la influencia del aparato administrativo y productivo del Estado se había reducido. El impacto de las inversiones privadas previstas en minería y la reducción de las leyes del cobre en los yacimientos de Codelco-Chile, probablemente contribuirán en el futuro a esta pérdida de peso específico por parte del Estado.

La gran paradoja de las transformaciones de los Chicago boys es el ambiente social que alimentaron con sus reformas. Al comenzar la década de los noventa, la sociedad chilena exhibía extraordinarios contrastes y desigualdades entre quienes materialmente estuvieron incorporados a las reformas estructurales y quienes fueron excluidos de sus beneficios. La principal muestra de esta polarización -pero no la única- era la regresividad en la distribución del ingreso.

Después de 16 años de aplicación sin contrapeso de las políticas liberales es un hecho cierto que aumentó la adhesión de los sectores políticos que al comienzo no compartieron las tesis libremercadistas. En el futuro esa adhesión podría traducirse en un esfuerzo por perfeccionar el modelo de Chicago.

Con todo, es lícito y realista pensar que los amplios sectores sociales perjudicados por los cambios impuestos, en el futuro pueden sentirse poco motivados a salir en defensa del modelo. Es más, cuando éste se someta al examen de legitimarse en democracia, es altamente probable que estos sectores salgan a impugnarlo, a través de las nuevas formas de participación que les entregue la apertura política.

Lo  anterior significa que entre los riesgos futuros del modelo de Chicago sobresale el rumbo que puedan tomar las manifestaciones de insatisfacción de los sectores sociales postergados. Es decir, el tipo de identidad política que puedan tomar estos sectores en función de sus grados de desarraigo con el orden establecido.

Pero hay un elemento de tipo ideológico que juega a favor de la proyección del modelo. Sin ser marxistas, los Chicago boys intuyeron que las estructuras económicas y el tipo de relaciones sociales que éstas generan son las que determinan buena parte de la ideología dominante. Y que es cuestión de tiempo para que tales estructuras se puedan enraizar en el modo de vida de las personas y, por qué no decirlo, en las mentes de quienes son más vulnerables a los estímulos materiales que a las utopías. Eso explica la severidad con que estos economistas aplicaron los cambios estructurales. Y eso mismo explica por qué el capitalismo está hoy en Chile mejor asentado que en la década  de los 60, pese a la mayor vulnerabilidad externa que exhibe por el rigor que imponen los acreedores, y pese a la cuantiosa deuda social que legarán los Chicago boys a los gobiernos futuros.

Dentro de poco la economía neoliberal dejará de descansar en la existencia de un régimen de fuerza. Tal como ocurrirá con otras reformas fundamentales acometidas en más de 16 años de dictadura, la sobrevivencia del modelo dependerá cada vez más· de los grados de satisfacción y de los frutos que logren las personas. En democracia el hombre común, ése que evalúa los resultados por lo que tiene en el bolsillo, por lo que gana, por lo que come y por lo que es capaz de hacer con sus finanzas personales, pasará a tener un rol determinante en la estabilidad del modelo de Chicago, como nunca lo tuvo en tiempos del régimen pinochetista, en el que sólo unos cuantos tecnócratas, los gremialistas y los poderosos hombres de negocios tenían posibilidades de influir en las decisiones políticas.

El modelo de Chicago, con sus variantes más aterrizadas a la realidad política que ofrece el país, se enfrenta a la democracia con ventajas inocultables. Después de todo, algunas de sus políticas han conseguido, incluso, partidarios en la centroizquierda. No sería raro que también los tenga en la izquierda tradicional, aunque sus representantes más ortodoxos se nieguen a reconocerlo públicamente. El dirigismo absoluto y el estatismo convencional ya no tienen los grandes influyentes defensores que abundaron en los años 60 y 70. Menos ahora, después de las experiencias reformistas de la Unión Soviética, China Popular, Polonia, Hungría y otros países del bloque socialista que iniciaron la descentralización de sus economías.

La ausencia de un modelo alternativo global es hoy notoria en la izquierda chilena. En tanto, la Democracia Cristiana sepultó casi por completo la utopía del "socialismo comunitario" que sostuvo hasta el mismo golpe militar de 1973. La aspiración de una economía social de mercado que plantea ahora la Democracia Cristiana y la Concertación de Partidos por la Democracia consiste, en esencia, en la mantención de ciertas bases fundamentales construidas por los Chicago boys. Lo que pretendería mantener del modelo de Chicago la oposición al régimen militar es el fomento de las exportaciones y el rol de la empresa privada. Pero buscando una mayor equidad en la distribución de los frutos del crecimiento. Esto último sería factible de alcanzar, según los opositores, a través de la participación activa de los diferentes sectores sociales en forma concertada. ·

A su vez, la mayor parte de la izquierda, incluidos los sectores ortodoxos, ha modificado su actitud frente a la inversión extranjera y valora mucho más que antes el rol del sector privado en la economía. Los sectores catalogados como del socialismo renovado creen hoy día que los mecanismos para lograr una mayor equidad social no radican exclusivamente en el control directo de los medios de producción por el Estado, sino en el uso de herramientas tributarias y legislativas para negociar una mejor distribución de los beneficios.

En la etapa de la transición a la democracia, la sociedad chilena no presenta un terreno abonado para emprender nuevos proyectos de transformación global. Los costos de las drásticas y pendulares experiencias de las últimas décadas, partiendo por las reformas efectuadas durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei, con la "revolución en libertad"; siguiendo con el intento socialista del Presidente Salvador Allende, para terminar con la modernización del sistema capitalista durante el régimen militar, inhiben la articulación de propuestas radicales durante el retorno a la normalidad democrática.

El balance que hacen los opositores del resultado de las políticas económicas durante el gobierno de Pinochet está teñido con tonos grises, en que no todo se da en blanco o en negro. Hay una fuerte crítica a los costos sociales excesivos; así como a situaciones puntuales que acentúan las diferencias de clases. También hay severos juicios al predominio de los grupos económicos y de las transnacionales; a las pérdidas para el erario nacional que ha significado la privatización de empresas públicas; a la depredación ecológica que han causado en estos años las compañías extranjeras autorizadas por el régimen militar para explotar los recursos naturales; al intento de sumar un rígido escenario institucional que pretende impedir modificaciones gruesas a la economía; y a la insensibilidad para oír y atender las reivindicaciones más sentidas de los sectores sociales de menores ingresos.

Esto último resulta aún más injusto si se tiene en cuenta, por ejemplo, la acogida y protección al sistema financiero que otorgó el régimen militar en los tiempos de crisis, pero, simultáneamente, existe por parte de los sectores críticos un reconocimiento al papel del mercado; al saneamiento de las finanzas públicas; al impulso que adquirieron las exportaciones y al equilibrio conseguido en las cuentas macroeconómicas.

Esto bien podría beneficiar la proyección del modelo de Chicago en el futuro, pero no a sus manifestaciones más ortodoxas, como las observadas entre 1979 y 1982, cuando el ministro Sergio de Castro se ufanó de la aplicación del ajuste automático, manteniendo congelado el tipo de cambio y presionando por una baja general de los salarios de los trabajadores.

Difícilmente podrían darse en el futuro esquema democrático pronunciamientos favorables a políticas económicas de aparente austeridad,  pero marcadamente discriminatorias, como en los tiempos del ex ministro Hernán Buchi (1985 a 1989). En ese período el Fisco, los trabajadores, los cesantes, los pensionados y los sectores de bajos ingresos padecían severas restricciones, mientras que al sector privado se le daba manga ancha para multiplicar sus utilidades y aumentar sus niveles de consumo, pagando bajos salarios, profitando de las reducidas tasas de tributación y beneficiándose de las privatizaciones.

Los defensores del modelo ortodoxo de los Chicago boys se han resistido a socializar la economía de mercado. Se oponen de hecho a redistribuir el ingreso, usando los instrumentos directos del Estado; a corregir las desigualdades en las relaciones laborales y a pagar en parte la deuda social contraída por el propio modelo durante su aplicación.

Inevitablemente, la economía de mercado tendrá que ser sometida a un conjunto de reformas y rectificaciones, si sus partidarios desean que en los gobiernos democráticos no sufra desfiguraciones profundas por efecto de las presiones sociales. Así parece que lo estaban entendiendo sus defensores más lúcidos en la última etapa del régimen militar. De hecho, hasta el programa de gobierno ofrecido por el candidato derechista Hernán Büchi, hizo concesiones populistas  que  implicarían  algunos cambios -aunque menores- al modelo.

Büchi, audazmente, ofreció en su programa lo que como ministro de Hacienda no estuvo en condiciones de dar: Isapres para todos, un millon de nuevo empleos, aumento de las pensiones y de las asignaciones familiares, la construcción de 100 mil viviendas al año (en el último año de régimen militar sólo se construyeron 80 mil, siendo 1989 uno de los años más activos en esta materia de todos los que gobernó el general Pinochet), el mejoramiento de las remuneraciones de los profesores y el aumento de los subsidios directos para los sectores más postergados.

Después de todo, hasta los partidarios de la proyección del modelo comenzaban a advertir que la profundidad de las modificaciones futuras estará en relación directa con el grado de participación que lleguen a tenerlos grupos sociales y políticos marginados del poder durante el régimen militar.

(*) - Manuel Délano es periodista de la U. de Chile, magíster en Comunicación Estratégica UAI y diplomado en Aprendizaje y Enseñanza en Educación Superior, fue corresponsal en Chile del diario El País de España, editor de Economía en revista HOY, editor general del diario La Nación, consultor de organismos internacionales y es autor y editor de libros, artículos y estudios y docente universitario.

(*)- Hugo Traslaviña es periodista especializado en economía. Titulado en la Universidad Católica del Norte y Magíster en Gestión Empresarial, de la Universidad Técnica Federico Santa María. Se ha desempeñado como reportero y editor en revistas y diarios y en la agencia internacional Reuters. Es profesor en la Universidad Central y miembro del directorio de la Asociación Interamericana de Periodistas de Economía y Finanzas, Capítulo Chileno (AIPEF Chile). También es autor del libro "Inverlink, la ruta de una estafa" (Editorial Planeta 2003) y "Llegar y llevar, el caso La Polar'' (Ediciones Mandrágora, 2013).

En este artículo



Los Más

Ya que estás aquí, te queremos invitar a ser parte de Interferencia. Suscríbete. Gracias a lectores como tú, financiamos un periodismo libre e independiente. Te quedan artículos gratuitos este mes.

En este artículo



Los Más

Comentarios

Comentarios

Felicitaciones por el trabajo investigativo,con profundidad.,veraz

Añadir nuevo comentario