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Viernes, 18 de Julio de 2025
[Jueves de medios]

Tomar partido

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio (@ojodelmedio)

A estas alturas, no hay espacio a dudas respecto de este vuelco de los medios tradicionales chilenos –aún más– hacia la derecha. Sus páginas dan espacio para todo tipo de justificaciones: la transfobia no se condena, por ejemplo, pero sí las supuestas campañas de "cancelación" de voces que tienen chipe libre en sus entrevistas y columnas.

Prácticamente una semana tuvo La Tercera para expresar su opinión sobre los ataques verbales que el diputado Gonzalo de la Carrera emitió contra su par Emilia Schneider. Aun así, decidió ocupar sus editoriales de esa semana para hablar de las elecciones en Italia y Brasil, educación, seguridad ciudadana, urbanismo y economía. Debió llegar el domingo para que su comité editorial finalmente se refiriera al caso, pero lo hizo bajo el titular “Intolerancia y cancelación de opiniones”.

Vale la pena recordar, por cierto, que los últimos actores políticos que denunciaron campañas cancelatorias en su contra fueron movimientos como Amarillos por Chile, que hasta el día de hoy gozan de columnas mercuriales.

“Resulta completamente legítimo cuestionar los dichos y actuaciones del diputado De la Carrera”, señaló el texto en la única línea en la que opinó sobre el ataque transfóbico del republicano, para luego dedicar cinco párrafos para denunciar “intentos de cancelación”, “actitudes de intolerancia preocupantes”, y “un nuevo y poco disimulado intento por cancelar opiniones”. En otras palabras, el diario ocupó su editorial más importante de la semana para criticar supuestos intentos de acallar a quienes precisamente disfrutan de las más generosas vitrinas en nuestro sistema de medios.

Vale la pena recordar, por cierto, que los últimos actores políticos que denunciaron campañas cancelatorias en su contra fueron movimientos como Amarillos por Chile, que hasta el día de hoy gozan de columnas mercuriales, una cobertura prácticamente diaria en Ex-Ante e incluso la conducción de un espacio estable financiado por Enade para conversar sobre “la vida, el país y el futuro”.

Sectores de la derecha más radical, envalentonados por el contundente triunfo del Rechazo, son recibidos en cada conferencia de prensa por un ramillete de micrófonos sedientos de escuchar sus más novedosas barbaridades. Cada declaración parece asegurar suficientes clics como para que valga la pena el bochorno que significa emitir o publicar algunas de sus declaraciones. Los Kaiser, De la Carrera y Urruticoechea empujan con éxito los límites de la cancha hacia la derecha para dejar prácticamente como sensatos a dirigentes de la UDI, RN y Evópoli que hace menos de un año votaban por José Antonio Kast sin necesidad de taparse la nariz o esbozar mueca alguna.

Meloni se impone en Italia, Bolsonaro obtiene una buena cosecha de votos en Brasil y el experto en derechas Cas Mudde nos alerta en una entrevista que “la tradición de la derecha chilena tiene una conexión muy fuerte con la derecha radical e incluso con la extrema derecha” heredera directa de la tradición de Pinochet, “que no creo que tengamos que tener un debate sobre si era de extrema derecha o no”.

“Las élites están polarizadas”, nos advierten con insistencia sociólogos y politólogos en cada entrevista desde hace tres años, sin que quede necesariamente claro los efectos de esta realidad. Lo que sí resulta más evidente es que mientras más hacia el extremo se mueven los partidos de derecha chilenos, más hacia la derecha también se inclina nuestro sistema de medios tradicionales.

La superioridad moral con la que sus editoriales y buena parte de sus columnistas se expresa a diario luego del 4S deja poco espacio para las dudas respecto de este vuelco –aún más– hacia la derecha.

“Dios, Patria y Familia” fue el lema con el que la futura primera ministra italiana se impuso en las recientes elecciones de su país y perfectamente podría ser por estos días el eslogan que acompañe las gruesas letras negras que El Mercurio lleva en su portada cada mañana. La superioridad moral con la que sus editoriales y buena parte de sus columnistas se expresa a diario luego del 4S deja poco espacio para las dudas respecto de este vuelco –aún más– hacia la derecha.

Los dirigentes comunistas que desde hace algunos meses ostentan cargos de poder rara vez aparecen en sus páginas si no es para verse envueltos en una polémica o controversia; las decisiones que emanan desde La Moneda son explicadas la mayoría de las veces como “altamente ideologizadas”; mientras los aciertos y avances –que los hay– reciben cobertura cada día más mezquinas.

La avalancha que significó el estallido social contra las ideas que defiende este sector y que parece haber quedado en suspenso con el plebiscito de salida fue un golpe demasiado fuerte al orgullo de quienes rara vez se vieron tan cuestionados en sus convicciones. Lo que parecemos vivir desde entonces es una revancha pura y dura, que sataniza hasta los puntos que más acuerdo generaron en la propuesta constitucional y que grita “octubrismo, octubrismo” ante cualquiera que ose recordar los orígenes de la revuelta de octubre de 2019.

¿Se anuncia una reforma de pensiones? Démosle entonces generosa tribuna a todos sus detractores. ¿Chile vuelve a ocupar un puesto en el consejo de Derechos Humanos de la ONU? Sí, pero otorguémosle a la noticia el mismo espacio que a las explicaciones del embajador en Madrid. ¿La ministra de Mujer menciona las palabras “aborto libre” en una entrevista televisiva? Levantemos una polémica artificial que logre “enredar el diálogo constituyente”.

Quienes se quejaban por el volumen con el que discutían los temas al interior de la Convención Constitucional no quieren darse cuenta de que el griterío no se ha acallado, sino que apenas ha cambiado de voces. Quienes ahora estrujan sus gargantas –para destruir más que para construir– son quienes durante un año tuvieron que ver lo que pasaba en la Convención a través de la ventana. Y los medios de comunicación más tradicionales parecen estar mucho más a gusto con este nuevo orden. Desde hace rato ya tomaron partido.



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Comentarios

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Que mal estamos

Un análisis certero que deja ver cómo se ahuyenta a la democracia, dejando a este grupo de fascistas y derechistas en el primer plano de la escena política.

Magnifica columna !!!!! !Máxima nota!

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