El periodista James Whelan describe las primeras horas de la mañana de aquel 11 de septiembre. En su descripción la ciudad a las 8:50 de la mañana estaba controlada. Ni un tiro se había disparado, las líneas telefónicas se habían cortado para evitar la comunicación entre los dirigentes de la Unidad Popular. Tanto la Universidad de Concepción como las industrias habían sido tomadas por el Ejército. Según Whelan, ya al mediodía, los dirigentes de la izquierda penquista iban detenidos a la isla de Quiriquina.
Esta rápida neutralización de las fuerzas de izquierda fue el resultado de la contra inteligencia que el Ejército había desplegado en la zona, previo al golpe de Estado. En ese plan militar la Universidad de Concepción debía ser una de las instituciones que debía ser rápidamente controlada por los militares.
En esa acción rápida y eficaz el control de la población era esencial. En la Universidad estudiantes y profesores fueron detenidos y las actividades se suspendieron. Durante 10 días la Universidad no funcionó. Algo similar pasó en los colegios secundarios. Paralelamente los controles se intensificaron controlando medios de comunicación (prensa y radio) y produciéndose también los allanamientos a los edificios públicos, fábricas y poblaciones. En ese control, los detenidos fueron enviados a distintos lugares: Base Naval en Talcahuano, isla Quiriquina y el Estadio Regional.
La situación más crítica, se dio en la isla Quiriquina. Allí donde funcionaba la escuela de grumetes de la Armada, la detención fue de un total de 900 a 1000 personas. Se sabe que esos prisioneros debieron construir el Fuerte Rondizzoni (centro de detención), bajo los apremios de los militares.
En esta perspectiva de análisis, los informes periodísticos principalmente los diarios El Sur, El Diario Color y Crónica, desarrollaban editoriales ligadas a la forma como se estaban produciendo los allanamientos y detenciones de los simpatizantes y adherentes de la Unidad Popular. Bajo el rótulo “enemigos”, “extremistas” o “indeseables”, las editoriales e informaciones de dichos medios de prensa se alineaban con el accionar de los militares. Es interesante observar que el golpe de Estado si bien alteró políticamente la cotidianeidad, la gente, las personas comunes, es decir, los que no estaban involucrados políticamente, no entendían lo que estaba pasando en el centro de la ciudad. Ellos sólo veían vigilancia policial y militar, bancos, correos y tiendas cerradas, de hecho, la plaza donde se situaba la intendencia, es decir, el poder político estaba lleno de militares. Señal que indicaba que se estaba produciendo un cambio. Lo que queda claro, sin embargo, es que en adelante y por medida de los militares sería obligación izar la bandera en todos los edificios públicos. Símbolo republicano, pero ahora bajo el control y tutelaje de los militares.
Otro cambio que se observaría en adelante dice relación con el control sobre la población. Ese mismo día, cientos de personas eran trasladadas a la cuarta comisaría de Concepción. Hacinados en los patios en un primer momento, luego fueron transportados a los centros de detenciones mencionados anteriormente. En palabras del general Washington Carrasco, nuevo intendente desde el mismo momento del golpe:
―Me adelanto a decirles, bajo mi palabra de honor, de general de la República, de que todos, absolutamente todos los detenidos, han sido tratados en la forma que corresponde y que se encuentran sin novedad y en perfectas condiciones en la Escuela de Grumetes de la isla Quiriquina. Están bien alojados, tienen buena alimentación, tienen atención médica, etc.
Camión militar con detenidos en la U. de Concepción.

Con el transcurrir de los meses y los años, las investigaciones judiciales y los testimonios de quienes estuvieron allí, señalarán que en aquellos lugares se practicaron flagelaciones y torturas. De acuerdo con los datos entregados 20 años después en el Informe Verdad y Reconciliación y reproducidos en el diario La Época, el Estadio Regional de Concepción contaba con 589 detenidos en el mes de octubre de 1973. 44 de esos detenidos eran mujeres. Algo similar ocurría en la escuela de grumetes de la citada isla Quiriquina, había 552 detenidos (entre ellos 33 mujeres y 53 extranjeros).
La situación más crítica, se dio en la isla Quiriquina. Allí donde funcionaba la escuela de grumetes de la Armada, la detención fue de un total de 900 a 1000 personas. Se sabe que esos prisioneros debieron construir el Fuerte Rondizzoni (centro de detención), bajo los apremios de los militares.
No está demás extenderse en los castigos que se aplicaban en esta primera fase de la dictadura, por un lado, estaba el castigo en el cual tenían a los detenidos en una piscina sin agua a pleno sol y de pie, lo que se conocía en jerga de los detenidos como “plantones”. Se sabe además que los duchaban a las 6 de la mañana con agua de mar, que extraían con un pistón. Se sumaba a esto los interrogatorios bajo la tutela de la fiscalía militar. Otros centros de detención fueron la cárcel pública de la ciudad que llegó a albergar para ese primer momento 63 detenidos y, por otro lado, la base naval de Talcahuano con 158 personas, dos de ellas mujeres.
La detención en esos recintos asumió formas de castigo que debían servir de escarmiento al resto de la población. En este sentido, es interesante ver cómo era el día del detenido. A tempranas horas de la mañana se los formaba y se les obligaba a correr alrededor de una cancha para posteriormente sentarlos en las graderías del gimnasio para ser interrogados. Por medio de torturas (la aplicación de golpes y electricidad), los detenidos muchas veces terminaban contando e inventando diversas situaciones para salvarse del suplicio.
Desde el Fuerte Borgoño, el detenido era trasladado al gimnasio de la Base Naval, donde se le hacía firmar lo que había declarado.
Dentro de los centros de tortura habría que agregar el Fuerte Borgoño, que se ubica en el mismo recinto naval. Los detenidos permanecían en calabozos de piso de cemento y provistos de una ventanilla. De acuerdo con las informaciones proporcionadas por quienes estuvieron en aquel lugar, las torturas que se practicaron con cierta regularidad fueron:
a) Submarino en el agua: las personas eran amarradas de pies y manos, con la cabeza hacia abajo, para luego ser sumergidos en un tambor con agua, donde permanecía por un tiempo.
b) Submarino en excremento: igual al anterior, pero en reemplazo de agua, el tambor contenía excremento humano.
c) Amarrado de pies y desnudo el detenido es arrastrado por un jeep por el campo de instrucción de la Base Naval.
d) La “campana”: un tarro cubre la cabeza del detenido, el que luego es golpeado, produciendo un intenso ruido.
e) Se introduce al detenido en un tambor con orificios el cual posteriormente se hace rodar por una colina.
f) Al detenido se le cuelga desnudo de un árbol con las manos amarradas durante varias horas, mientras se le golpea con una varilla.
g) Aplicación de corriente.
h) Abusos sexuales con las mujeres.
Desde el Fuerte Borgoño, el detenido era trasladado al gimnasio de la Base Naval, donde se le hacía firmar lo que había declarado.
Comentarios
buenos articulos.
Siiii...el "Fuerte Borgoño".
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