Hace poco el candidato presidencial de La Libertad Avanza (LLA) les dijo “fracasados” a doscientos economistas que habían firmado una carta donde manifestaban la inconveniencia de una dolarización de la moneda en Argentina.
En otra oportunidad el mismo Javier Milei dijo que la decadencia en Argentina había comenzado con el gobierno de Hipólito Yrigoyen, presidente de la República a comienzos del siglo 20 y uno de los emblemas del radicalismo.
En uno de los debates señaló que en su juventud la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, había puesto bombas en jardines de infantes, cosa que era mentira. Y finalmente se largó con una más que desafortunada metáfora: “El Estado es el pedófilo en el jardín de infantes, con los nenes encadenados y bañados en vaselina”.
En pocos meses Milei se fue contra los radicales, contra la candidata de Juntos por el Cambio y contra lo que fuera, lo que demuestra que la construcción de su candidatura fue tan personal y mesiánica que olvidó la posibilidad de construir alianzas para una eventual segunda vuelta, y es que él estaba convencido de que ganaba en primera vuelta.
En pocos meses Milei se fue contra los radicales, contra la candidata de Juntos por el Cambio y contra lo que fuera, lo que demuestra que la construcción de su candidatura fue tan personal y mesiánica que olvidó la posibilidad de construir alianzas para una eventual segunda vuelta, y es que él estaba convencido de que ganaba en primera vuelta.
Ahora que no sólo hay segunda vuelta, sino que perdió ante el candidato oficialista Sergio Massa (casi por siete puntos: 36,68 % versus 29,98 %), este mesianismo se le vuelve en contra, porque debe buscar apoyos en los radicales y en los adherentes de Bullrich.
Anoche, en su búnker lleno de caras largas buscando explicaciones, Milei pronunció un discurso que más que ir en su línea anticasta (antiperonismo y antiderecha tradicional) fue un discurso meramente antikirchnerista: “Esta será la elección más importante de los últimos cien años, una elección que nos va a plantear si queremos continuar con este modelo que el kirchnerismo defiende o si queremos abrazar las ideas de la libertad, que son las que hicieron grande a Argentina en el siglo 19”.
Milei no sólo propuso volver a las ideas del siglo 19, sino que además cometió un grave error. Porque si hubo una candidata que planteó la elección presidencial entre kirchnerismo o muerte, ésa fue Patricia Bullrich, que salió tercera con 23,83 % de los votos. Es decir, la idea de kirchnerismo o muerte no prendió en el electorado, simplemente porque el candidato oficialista no es kirchnerista. Lo fue durante unos años, pero después ha tomado posiciones más de centro; es más, cuando surgió como un líder desde las filas del kirchnerismo en las elecciones parlamentarias de 2013, se planteó como la alternativa poskirchnerista y, cuando Mauricio Macri llegó al poder, le ayudó en el Congreso a aprobar varias leyes, dándole estabilidad al gobierno de Juntos por el Cambio.
En una torpeza sin igual, fue el propio Macri quien empujó a Massa y a su Frente Renovador a la unidad del peronismo, que confluyó en la candidatura y el posterior triunfo de Alberto Fernández en 2019. Hoy Sergio Massa no sólo no es kirchnerista, sino que de ganar hará la labor de enterrar a esta corriente del peronismo, al menos por unos años.
La alternativa entonces planteada por Bullrich ya estaba equivocada, pero podía prender dentro de los sectores que en 2015 estaban muy enojados con Cristina Fernández de Kirchner y lo que se llamó “la década ganada”, que entre muchas cosas tuvo un crecimiento de la economía, desendeudamiento con el Fondo Monetario Internacional, superávit fiscal, desequilibrios macroeconómicos, tarifas de servicios planchadas, planes sociales y una inflación que ya empezaba a crecer a costa del crecimiento del país. Pero Massa en 2015, cuando fue candidato presidencial y obtuvo 21,39 % de los votos en primera vuelta, fue funcional a Macri en el balotaje. Es decir, que actuó como antikirchnerista.
Milei no sólo propuso volver a las ideas del siglo 19, sino que además cometió un grave error. Porque si hubo una candidata que planteó la elección presidencial entre kirchnerismo o muerte, ésa fue Patricia Bullrich, que salió tercera con 23,83 % de los votos. Es decir, la idea de kirchnerismo o muerte no prendió en el electorado, simplemente porque el candidato oficialista no es kirchnerista.
Contrario a lo que muchos pensaban, Milei no está muriendo con las botas puestas, no está llegando con su discurso anticasta hasta el final, está transando, y en alguna medida esta actitud podría desilusionar a alguno de sus partidarios, que ya se encuentran en estado de shock. Porque tal como el propio Milei, esos partidarios imaginaban que iban a ganar en primera vuelta o iban a estar muy cerca.
En un Space de X (ex Twitter) un día antes de la primera vuelta del domingo pasado, 1500 libertarios escuchaban a Carlos Maslatón y otros partidarios de Milei especular con que el piso de la candidatura de La Libertad Avanza era de 36 %, uno de los hablantes incluso llegó a decir que Massa iba a salir tercero, con poco más del 22 % de los votos. Esta actitud triunfalista contrastaba con esos mismos libertarios, que en la noche en la que Milei se había impuesto en las primarias de agosto estaban sorprendidos de su performance. En otras palabras, nunca imaginaron ganar las primarias ni tampoco imaginaron salir segundos en la primera vuelta.
Esto habla de un problema estructural de LLA, y es que carece de organización territorial. Y al carecer de esta organización en un país federal y grande como Argentina, no sabe cómo está la situación en cada una de las veinticuatro provincias. Sabe lo que sucede en algunas, pero no en todas.
Además hacer una campaña efectiva sin esta organización territorial se hace muy difícil, porque la campaña por redes sociales tiene su techo. Hay gente que, por edad o porque prefiere el contacto cara a cara, no busca informarse de tal o cual candidato a través de redes sociales. Y si bien el manejo de redes del candidato de la LLA (de la mano del joven Iñaki Gutiérrez) fue espectacular, no alcanzó.
Y es que aún se necesitan militantes, aún son necesarios los locales partidarios, aún son necesarias las giras por el país. Milei estuvo casi diez días sin hacer una recorrida por los territorios, mientras que Massa iba a cuanto lugar podía y, como ministro de Economía, implementaba medidas que compensaban la alta inflación, como la devolución del IVA (21 %) en compras de supermercado, reforzamiento de bonos y demás ayudas.
Eso que hizo Massa fue lo que cierta parte del oficialismo le pedía a Alberto Fernández: hacer peronismo. Y ese hacer peronismo era poner dinero en el bolsillo de las personas y aliviarles, aunque sea levemente, la difícil situación económica.
Además hacer una campaña efectiva sin esta organización territorial se hace muy difícil, porque la campaña por redes sociales tiene su techo. Hay gente que, por edad o porque prefiere el contacto cara a cara, no busca informarse de tal o cual candidato a través de redes sociales. Y si bien el manejo de redes del candidato de la LLA (de la mano del joven Iñaki Gutiérrez) fue espectacular, no alcanzó.
La Libertad Avanza es un espacio político joven, por ello cualquiera diría que los casi treinta puntos de votación obtenidos en la primera vuelta habría que analizarlos con mesura y decir que fueron un éxito, como el propio Milei dijo en su discurso del domingo pasado. Sin embargo, el cuadro que dejaron los resultados de las primarias de agosto permitía pensar dos cuestiones inéditas para un espacio político tan joven: la desaparición de Juntos por el Cambio (o derecha tradicional) en caso de no llegar al balotaje y liderar la escena política. La segunda cuestión no se dio, pero la primera sí.
Hoy Juntos por el Cambio está en una fase de disolución: es muy probable que se divida en un grupo que contenga, por un lado, a Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y precandidato derrotado en la interna, y los radicales y, por otro lado, a gente que se identifica más con el PRO (el partido que fundó Macri).
En este sentido, el 23,83 % es muy difícil que se traspase a Milei, no sólo porque habló mal de Bullrich, sino porque Rodríguez Larreta y los radicales no estarían dispuestos a embarcarse en ese viaje. De hecho, algunos dirigentes radicales ya han anunciado eso.
Además, las familias de Massa y Rodríguez Larreta son amigas y, si bien la amistad no garantiza una alianza política, sí refuerza la idea de que Juntos por el Cambio, en caso de llamar a votar por Milei, se rompería más rápido. Entonces Milei se encuentra con la paradoja de haber deseado la disolución de la derecha tradicional (parte de la casta) y ahora necesitar de su apoyo para ganar la segunda vuelta.
Por otra parte, en este panorama de derrota de la derecha tradicional y de esta nueva derecha mucho ayudó Mauricio Macri. Cuando Rodríguez Larreta se perfilaba como el exclusivo candidato de Juntos por el Cambio, puso en competencia a Patricia Bullrich, alguien sin carisma, mejor perfilada para dar una interna que para competir con otros espacios políticos.
La contienda entre Rodríguez Larreta y Bullrich fue sangrienta y dejó muchos heridos, tan dura fue que, cuando Bullrich ganó las primarias, su contrincante no pudo reponerse. Y a la vez se encontraron que la votación entre ambos no había sido la esperada y que les había pasado por al lado Milei.
Eso que hizo Massa fue lo que cierta parte del oficialismo le pedía a Alberto Fernández: hacer peronismo. Y ese hacer peronismo era poner dinero en el bolsillo de las personas y aliviarles, aunque sea levemente, la difícil situación económica.
Macri, no contento con la disputa que él mismo había generado, le hizo guiños a Milei después de las primarias. Es decir, que primero impidió el liderazgo de Rodríguez Larreta y luego quiso impedir el de Bullrich. Además, la lectura de Macri de que Juntos por el Cambio necesitaba un discurso más duro o más de derecha para combatir al de Milei solo sirvió para entregarle votos en bandeja al candidato de LLA.
Si Milei fue excluyente con el resto de las fuerzas políticas con su discurso anticasta y Juntos por el Cambio se desangró en una interna, Massa aprovechó la ocasión para insistir en un Gobierno de unidad nacional, donde estuvieran los mejores. Por eso no extrañó que la noche del domingo pasado agradeciera a todos los que habían participado de la elección: “Quiero agradecerles a los más de veinticinco millones de argentinos votaran lo que votaran, porque a cuarenta años del nacimiento de nuestra nueva era democrática de alguna manera los argentinos manifiestan, abrazan, este sistema como un sistema para elegir a quienes gobiernan”.
Incluyó en esos agradecimientos a las fuerzas armadas, a la policía, a los fiscales o apoderados de mesa de todos los partidos. Y luego agregó: “Quiero hablarles a esos miles y miles de radicales que a lo largo y a lo ancho de la Argentina comparten con nosotros valores democráticos, como la educación pública, la independencia de poderes…”. No sólo convocó a los radicales, sino también a quienes votaron a los otros dos candidatos en carrera: Juan Schriaretti (6,78 %) del peronismo de Córdoba y Myriam Bregman (2,7 %) del Frente de Izquierda, de inspiración trotskista.
Por último, hay que consignar que no es imposible un triunfo de Milei en segunda vuelta, pero no la tiene fácil, y deberá reponerse del golpe anímico y de realidad que le impuso la primera vuelta. Y además de un elemento con el que ya no cuenta: hasta antes del domingo era el ganador de las primarias, era el León.
Hoy es el segundo, el gran perdedor de la primera vuelta. Hoy es, usando su propio lenguaje, el fracaso Milei. Pese a ello, no todo es fracaso para La Libertad Avanza, ya que obtuvo ocho senadores y más de treinta diputados en la elección de parlamentarios, con lo que tendrá un interesante bloque. Si se consolida como espacio político, podría ser la nueva derecha argentina, tal como el PRO supo ser la nueva derecha por más de veinte años.
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Con tanto lider puro y casto
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