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Miércoles, 23 de Julio de 2025
Reseña

El gran cuentero

Carlos Tromben

La biografía escrita por Víctor Cofré entrega detalles inéditos sobre la compleja personalidad de Julio Ponce Lerou, protagonista de innumerables escándalos de los que siempre zafó, pero también antecedentes sobre el sistema que le permitió prosperar a través de una eficaz combinación de audacia y seducción. 

“Lo encuentro un huevón simpático”. Las palabras son de Osvaldo Puccio, un socialista histórico, funcionario de gobierno y embajador, y se refieren a un hombre cuya sola mención acumula adjetivos. Las recoge el periodista Víctor Cofré en el que es, sin lugar a duda, el libro más exhaustivo y mejor escrito sobre la enigmática figura de Julio Ponce Lerou.

Ese enigma proviene, en gran parte, de la forma en que el personaje armó su fortuna y se instaló en el panteón de los nuevos ricos de la dictadura: desde la sombra y lo más lejos posible de los medios, es decir, la antítesis del sobreexpuesto Sebastián Piñera. 

En base a una extensa investigación con documentos, minutas de agencias reguladoras, carpetas del poder judicial y fuentes directas entre los numerosos de aliados y enemigos de Ponce, Cofré logra construir un retrato profundo no solo de él, sino del sistema político y financiero que le permitió enriquecerse en el que desplegó sus encantos.

Semejante tarea requería no solo de capacidad investigativa y de síntesis. A lo largo de las 416 páginas del libro Cofré aborda y resuelve con pericia narrativa varios desafíos donde otros antes que él fracasaron. Logra explicar en simple el caso cascadas, arrojar luz sobre las complejas operaciones y esquemas bursátiles urdidos por Ponce para controlar SQM y la industria del litio, así como su eficacia para zafar de la justicia una y otra vez. 

Cofré incluso da cuenta de aquellos detalles insoslayables en toda buena biografía, construyendo con ellos un personaje público complejo: que padece de una bipolaridad hoy bajo control, que es ateo, toca la flauta traversa y es un amante de los caballos. Que sabe pelear y defenderse. Que en cuarenta años ha construido y controlado un imperio de oscuras sociedades casi sin estampar su firma en un papel. 

Particularmente sabrosos son los capítulos dedicados a su colisión por dinero con Sebastián Piñera, o la espectacular judicialización de la red de protección política que Ponce construyó a derecha e izquierda por intermedio de su principal testaferro, Patricio Contesse González. 

Ponce Lerou: Pinochet – El Litio- Las Cascadas – Las Platas Políticas (Catalonia, 2019) funciona también como una perturbadora crónica sobre las dificultades prácticas que enfrentan la justicia y las instituciones reguladoras para abordar los delitos, fraudes y manipulaciones del mercado financiero. 

No pudieron con Ponce un Superintendente de Valores y Seguros emparentado con el gremialismo duro como Fernando Coloma (es hermano del senador UDI), ni fiscales empoderado como Carlos Gajardo y Emiliano Arias. Al final, el caso de las platas políticas fue cerrado con pocas víctimas y unos cuantos corderos que se sacrificaron por voluntad propia para proteger la integridad del Gran Sacerdote. Su alejamiento del día a día de SQM, por exigencias de la Corfo para mantener el contrato de licitación del litio, representan un castigo de índole más bien simbólica.

Pese a la muy sólida investigación, Cofré desecha aristas muy relevantes como el rol de las AFP en la construcción el imperio Ponce. Frases someras dejan entrever que los ahorros previsionales de los chilenos fueron instrumentales en ello, y que los directores nombrados por las administradoras hicieron de Ponce el presidente mejor remunerado de cualquier sociedad anónima nacional. Tampoco hurgó en el hecho que todavía, al día de hoy, existan fondos previsionales invertidos en algunas de las empresas del esquema.

Tampoco indaga en el rol de la banca en el financiamiento de las cascadas, en particular de Corp Banca, vinculado a través de Álvaro Saieh con el diario La Tercera. Suponemos que estas omisiones obedecen a motivos prácticos y de extensión.

Sin embargo, la mayor debilidad del libro sea sumarse, o más bien no impugnar el elemento central de la narrativa construida por el propio biografiado y sus escuderos: el supuesto talento de Ponce para los negocios y su mérito de “haber levantado a Soquimich del suelo”. 

Es una pena ya que Cofré, periodista especializado en negocios, mercados y finanzas, tenía todos los elementos para desmontar ese relato mítico y hasta cierto punto ficticio.

El libro incluso consigna que, cuando regresó a Soquimich en 1987, Ponce venía de un sonoro fracaso como empresario agroindustrial. Había apostado por enriquecerse mediante la engorda de ganado en tierras de otros, con financiamiento barato de la Corfo. Cuando todavía era yerno del dictador. Al final los costos los terminó asumiendo la agencia estatal. “Tenía más capacidad inventiva que ejecutiva”, señala una de las fuentes de este episodio.

Después de quedar casi en la ruina, Ponce recibió otro salvavidas de su entonces suegro: hacerse cargo de Soquimich cuando la minera metálica se encontraba en pleno proceso de privatización a través del capitalismo popular. Los trabajadores habían recibido acciones con cargo a sus indemnizaciones por años de servicio. Lo que hizo Ponce fue orquestar, junto con los ejecutivos de la empresa, una exitosa compra hostil de dichas acciones. Consiguieron créditos, armaron un poder de compra y luego, una vez adquiridas las acciones, organizaron un complejo esquema de sociedades cascadas para controlarlas con poco capital.

¿Este es el genio de los negocios, trabajador incansable y epítome de la meritocracia provinciana? ¿O un cortesano singularmente dotado para el arte de contarle historias a banqueros, fiscales y funcionarios públicos?

Otro detalle no considerado en el análisis es que la minería en general y la no metálica en particular son negocios con enormes barreras de entrada. Soquimich, rebautizada como SQM, jamás tuvo competencia real por los recursos que explota, y su flujo de caja deriva de la concesión del Salar de Atacama, un bien que pertenece al Estado. Aparte de ingenieros competentes, SQM requería sobre todo de cortesanos capaces de sostenerlo mediante la influencia, el cohecho y otras prácticas que el poder judicial chileno tuvo tantas cortapisas en demostrar.

Si el talento empresarial es diseñar estratégicas y condiciones para que una empresa prospere con dinero y recursos ajenos, el de Julio Ponce equivale a lo que en otras esferas de la sociedad como cuenteo. 

Ponce sería entonces un tipo de individuo presente en toda sociedad, especialmente aquellas que viven procesos acelerados de cambio estructural, y cuya característica es salirse con la suya. Se anticipan a sus perseguidores, y en los momentos de mayor debilidad saben ocultarlo detrás de una fachada de autocontrol, seguridad e ironía. La famosa mirada de soslayo con que Ponce aparece en la portada de este muy recomendable libro de investigación.

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