Cinco años le tomó al periodista Freddy Stock escribir su nuevo libro, 5 minutos. La vida eterna de Víctor Jara, lanzado a fines de agosto por Vía X Ediciones. Años en que estuvo inmerso en leer todo lo que se había publicado de Jara, conversar con quienes lo conocieron y trabajaron con él, con quienes estuvieron detenidos con el cantante y con quien encontró su cuerpo en la morgue y avisó a Joan Jara sobre el destino final de su esposo.
En especial, ese personaje es el que va hilando el libro de Stock, Héctor Herrera, funcionario de la morgue en ese momento. Dividido en cinco capítulos, haciendo referencia a los cinco minutos del tema Te Recuerdo, Amanda, uno de los temas más famosos de Víctor Jara, el libro va avanzando recorriendo ese día en que Herrera, arriesgando su vida, visita a Joan Jara y logra que el cuerpo del artista pueda tener sepultura,
"Esta metáfora de que la vida es eterna en cinco minutos, siempre me dio vueltas, desde la primera vez que escuché Te recuerdo, Amanda, que debe haber sido cuando era muy niño. Es muy profundo su significado. Lo interpreto para este libro, en el sentido de que hay pequeñas cosas fugaces que te marcan para siempre, tú crees que no fueron importantes, pero que terminan siendo determinantes en tu vida completa. Y así como le ocurren a las personas, también le ocurre a las sociedades, hay momentos que las determinan por completo de ahí en adelante", comenta el periodista a Interferencia.
Este es su tercer libro, los tres dedicados a grandes artistas de la música nacional. El primero fue La historia no autorizada de Los Prisioneros, Corazones Rojos, mientras que el segundo trabajo fue Historia de Los Jaivas, Los Caminos que se abren. Con 5 minutos. La vida eterna de Víctor Jara, Stock vuelve a lucir sus conocimientos musicales, como periodista especializado en esta área, y su análisis de la música y el impacto en la historia musical de Chile de Víctor Jara son claves en este libro.
"Cuando Víctor Jara llega a Chile, se da cuenta de la importancia de la guitarra eléctrica y el rock, y conoce a Los Blops y a él le estalla la cabeza. Piensa 'aquí hay algo distinto'. Era primera vez que una música de contenido social, o si tú quieres llamarla música popular o de protesta, se une con ésta de otro mundo, que es el mundo del hippismo, de los rockeros", comenta, adelantando uno de los análisis de su biografía.
-Ya se han hecho varias biografías, documentales, investigaciones y reportajes sobre Víctor Jara, su vida y su obra, imagino que debe ser un desafío proponerse hacer esta biografía. ¿Cómo trató de entrar de manera más original, qué es lo que se propuso a la hora de escribir el libro?
- Partiendo de la premisa de que es imposible que la vida de alguien, y menos de una personalidad como la de Víctor Jara, quepa en 500 páginas. Siempre al final tú tienes que buscar un punto de vista para, desde esa mirada, acercarte a una personalidad como en este caso la de Víctor. Hay libros muy buenos, como el de Gabriel Sepúlveda sobre el Víctor del teatro, hay libros de entrevistas de gente que lo conoció, hay documentales sobre su muerte como el que está en Netflix y la biografía de la misma Joan Jara, la piedra angular de todo, Un canto inconcluso. Lo distintivo es el acercamiento que uno hace, lo que significa para uno y la propia investigación.
Yo espero, ojalá, que este libro sea complementario al libro de Joan, que es un libro precioso, hecho desde adentro hacia afuera, es una historia muy íntima por razones evidentes. Mi visión de la vida de Víctor es al revés, desde afuera hacia adentro, tratar de entrevistar a la máxima cantidad de personas posibles que lo hayan conocido, investigar mucho sobre lo que Víctor hizo, también recoger muchos testimonios de personas que lo conocieron. Incluso di con un libro, por ejemplo, que hizo un soviético que vino a Chile a conocer el proceso de la UP y conoció a Víctor Jara y quedó maravillado con este personaje. Él hizo un libro en homenaje a Víctor.
Toda la investigación, las entrevistas, me ayudaron a armar una arquitectura de este ícono de nuestra identidad nacional. Creo que puedo aportar en eso. Y también tiene el significado de que coincide con la conmemoración de los 50 años, con esta reflexión también, de porqué una dictadura mata de 44 balazos a un artista.
-Usted estructuró el libro en cinco capítulos, aludiendo a los cinco minutos de la canción Te Recuerdo, Amanda, y todos los capítulos empiezan con una parte de ese día cuando la persona que encontró el cuerpo de Víctor Jara en la morgue va a buscar a la viuda y le permite darle sepultura. Es una escena terrible, que cuenta lo que está pasando en Chile en ese momento, en la familia de Víctor Jara, etc. ¿Por qué quiso centrar los inicios de los capítulos en ese momento? ¿Por qué para usted es un momento clave?
- Yo creo que la primera cosa que nació del libro es el título, cómo se iba a llamar. Esta metáfora de que la vida es eterna en cinco minutos, siempre me dio vueltas, desde la primera vez que escuché Te recuerdo, Amanda, que debe haber sido cuando era muy niño. Es muy profundo su significado. Lo interpreto para este libro, en el sentido de que hay pequeñas cosas fugaces que te marcan para siempre, tú crees que no fueron importantes, pero que terminan siendo determinantes en tu vida completa. Y así como le ocurren a las personas, también le ocurre a las sociedades, hay momentos que las determinan por completo de ahí en adelante. Y también hay personas que pasan por la vida como una ráfaga, que mueren jóvenes como le ocurrió a Lennon y como le ocurrió a Víctor Jara, que murieron a los 40 años. Imagínate todo lo que le quedaba por delante, pero aún así su vida se hizo eterna, en esos cinco minutos que vivió.
- Su libro también describe con detalle el trabajo musical de Víctor Jara, esas iniciativas que tenía de experimentar, de tocar con otros músicos. ¿Cómo definiría musicalmente a Víctor Jara? ¿Era atrevido musicalmente o curioso?
- Yo hice una clase en la escuela de Periodismo de la Universidad de Chile que se llamaba Sociología política del rock, y básicamente explicaba al rock como el principal movimiento político de occidente de la posguerra. Cómo el rock había dado vuelta todas las maneras de pensar. Y con el rock, como movimiento, se potencian todos los fenómenos sociales que hicieron que el mundo fuera diferente, a partir de estas generaciones de jóvenes que por primera vez vivieron distinto que los padres, se vistieron distinto, comieron cosas distintas, fueron a lugares distintos, en fin. Y por eso yo veo el rock como una actitud, más que como música solamente, la música es una consecuencia, pero el rock como tal es un fenómeno cultural y político completo.
En ese sentido, creo que Víctor Jara es uno de los grandes pilares de nuestro movimiento rock, contestatario. Y cuando le preguntaban a Víctor si él hacía 'música de protesta', él decía que no, que no le gustaba el término ‘música de protesta’, que le gustaba el término de ‘música popular’. Y haciendo la biografía, creo que logré entender a qué se refería con eso, porque a partir del descubrimiento que él hace del rock, cuando viaja a Estados Unidos a la costa oeste con la escuela de teatro la Universidad Chile, y cuando precisamente la explosión del rock estaba ocurriendo, él se da cuenta que el rock era una gran herramienta popular, sobre todo de la juventud, para lograr cambios importantes en su propio sistema, dentro del imperialismo. Lo veía como un virus revolucionario dentro del imperialismo, por eso es que se trajo una obra de teatro que se llamó Viet-rock, y porque vio que ahí había todo un movimiento de trova en contra de lo que aquí llamábamos el imperialismo.
Víctor Jara viene con esa idea de lo popular, de lo masivo, de la importancia de llegar a la máxima cantidad de personas posibles, en la conquista de un ideal. Víctor era un político, era un artista pero con una muy potente conciencia política y con la conciencia del deber que él veía en los artistas, ligado a su partido, el PC, y su proyecto político que era la Unidad Popular y por eso él tiene que sacrificar el teatro, en el sentido de tener que dedicarse más a la música que al teatro hacia el final de los sesentas. Él se lo contó a sus mejores amigos, a la gente más cercana, que fue un dolor artístico tener que congelar el teatro para dedicarse a cantar porque eso lo hacía también más popular y podría transformarse en una mejor herramienta, en beneficio de la causa de cambio de la Unidad Popular.
- ¿Y qué canciones cree que reflejan mejor ese ímpetu de influir políticamente?
- Creo que es una de las canciones más populares, que es la canción que grabó con Los Blops, El derecho de vivir en paz, que con Abre la ventana, María es la primera en donde pone guitarras con música folklórica. Porque cuando llega a Chile, se da cuenta de la importancia de la guitarra eléctrica y el rock, y conoce a Los Blops y a él le estalla la cabeza. Piensa "aquí hay algo distinto". Era primera vez que una música de contenido social, o si tú quieres llamarla música popular o de protesta, se une con ésta de otro mundo, que es el mundo del hippismo, de los rockeros. En esos momentos los hippies eran atacados por todos, de derecha a izquierda. Los de la derecha los encontraban inmorales y drogadictos, y los de la izquierda los trataban de lo mismo, además de considerar que eran evasivos y no estaban centrados en las necesidades del pueblo.
Víctor Jara vio eso que ven los genios, vio en esta mixtura, en este maridaje cultural social y político, de la guitarra eléctrica con la música y la lírica que él proponía a la sociedad, una revolución completa en nuestra historia. Una revolución que quedó truncada, una de las tantas cosas que quedaron truncadas con la dictadura.
- Y a propósito de lo que dice, que Víctor Jara era un genio, y considerando que usted ha hecho otras biografías, como la de Los Jaivas y Los Prisioneros, ¿cómo cree que nacen estos genios, estos referentes de la música popular? ¿Son fruto de sus tiempos, de su época? ¿O aparecen por una cosa medio mística?
- Yo creo que son las dos cosas. Creo que los grandes artistas determinan y son determinados por la época que les toca vivir.
No piensas en Los Beatles y la beatlemanía que causaron si no los sitúas dentro de lo que significaron los años 60 en occidente, o a Los Jaivas, no puedes analizarlos sin la explosión del hippismo hacia fines de los sesentas en Chile o a Víctor era imposible también situarlo fuera del contexto de la explosión de la Unidad Popular y de la Nueva Canción Chilena, a Los Prisioneros, si no lo ves inmersos dentro de una dictadura que los persiguió. Entonces creo que los artistas desde ese trampolín de cambiar la estructura de su propia sociedad y de su momento, se hacen también clásicos, porque las sociedades van teniendo las mismas necesidades. No es casualidad que en el estallido social uno de sus himnos haya sido El derecho de vivir en paz, junto con otra canción antigua como el Baile de los que sobran, que es un himno en favor de la inclusión, porque sigue habiendo muchos excluidos en Chile. Creo que eso es lo que nos une finalmente como nación y lo lindo de Víctor Jara y de nuestra identidad cultural, que hay un mismo sentimiento en común, porque nacen en la misma tierra y tienen un cordón muy poderoso cultural emotivo que es la música y que es precisamente la historia de un cantante como Víctor.
- ¿Y cómo desarrolló el último capítulo, dedicado al asesinato de Víctor Jara? En el libro precisa que decidió esperar la condena a Barrientos, uno de sus asesinos, para lanzar el libro.
-Ahí me ayudó mucho Nelson Caucoto y ese equipo de abogados de derechos humanos, para entender un poco el proceso, porque es muy largo y hay muchos involucrados. Hay dos investigaciones judiciales, una en Chile y otra que se hizo en Estados Unidos, y también me ayudó mucho la investigación que hizo la propia Mónica González al respecto para Los Archivos del Cardenal. Para reconstruir todo, también hice varias entrevistas a personas que estuvieron con Víctor en el Estadio Chile en esos momentos, como Boris Navia, que era un abogado que trabajó en la Universidad Técnica y que cayó preso junto a Víctor, así como el presidente de la Federación de la estudiantes de la UTE, también con Víctor Canto, quien trabajó con él en la Dicap.
- Puede ser frustrante para el lector darse cuenta que el crimen de Víctor sigue en impunidad, en el sentido de que sus autores no están tras la cárcel.
- El asesino material o el que tiró el primer tiro fue Pedro Barrientos, según lo que determinó la justicia estadounidense. En ese momento era un teniente que estaba en ese camarín, esa noche del 15 al 16 de septiembre y lo mata . Y luego ordena a sus colegas que entren al camarín y lo terminan rematando, por eso tiene 44 balazos.
Pero la justicia chilena también determina otros culpables, entre ellos el condenado que se suicidó y otros que están vivos, que tenían en cuota de responsabilidad y culpabilidad como autores o cómplices, en todo el proceso que sufrió Víctor Jara, que fueron cuatro días terribles, junto a Litre Quiroga, que fue el otro cuerpo que encontraron cuando encontraron el cadáver de Jara.
- Usted destaca harto al personaje de Héctor Herrera, que es quien va a buscar a Joan Jara y le avisa que encontró el cuerpo de Víctor Jara. Es como uno de esos tantos héroes anónimos, además de que los mismos vecinos de la zona donde dejaron sus cuerpos lo reconocen y llaman a Carabineros para que sean retirados. O sea, hay un cariño popular que generaba Víctor Jara.
-Sí, este libro en ese sentido está lleno de homenajes. Rinde culto a muchas cosas que uno desde niño veía y estimaba, no sólo a Víctor Jara que uno escuchaba y conocía, también a quienes intentaron hacer un Chile mejor y que terminaron asesinados. El promedio de edad de los detenidos y las detenidas desaparecidas en Chile es de 29 años y el 75 % de las personas que fueron víctimas de la dictadura tenían menos de 35 años. Por lo tanto, la dictadura fue una masacre contra la juventud chilena primordialmente, la mayoría sin militancia política, eran campesinos y eran obreros. Para ellos va este homenaje.
Cuando comencé a hacer periodismo en los noventas me tocó entrevistar a Joan Jara, allí Joan me contó de la existencia de este joven, que en ese momento no podía decirme el nombre porque había llegado a un acuerdo de guardar la identidad de esta persona y me decía que él tenía 22 años puntual, que había avisado que estaba el cadáver de Víctor Jara, como cientos de cadáveres tirados en el suelo de la morgue. Todo eso lo cuento en el libro, según el relato de Joan y del mismo Héctor.
Con el tiempo se supo que este joven se llamaba Héctor Herrera, logré conocerlo, estuve en su casa en Francia, ya que se fue exiliado. Y el libro también es un homenaje para él, cómo lo digo en el prólogo, es un homenaje a esa valentía, de un joven de 23 años que arriesga la vida para que Víctor Jara no fuera un desaparecido. Él sentía que al hacer ésto por Víctor Jara, estaba haciéndolo por todas esas jóvenes y esos jóvenes que vio ahí muertos, masacrados en el suelo, una cosa muy fuerte para él. A mi me llama siempre la atención toda esa juventud que luchó por un Chile mejor.
- En lo personal me ha llamado siempre la atención ese perfil psicológico de Víctor Jara, que quizás tenga que ver con ser un genio, como lo defines, y que en el libro aparece muy claro, esa sensibilidad que tenía, muy atento a los colores, imágenes, sonidos y a sus propias emociones. Y a la vez eso se mezcla con la claridad y la dureza de la política. Es muy llamativo.
-Sí, yo traté de salir de los estereotipos para poder llegar a concluir algo objetivo, con la información de las personas que lo conocieron. Víctor sin duda era una persona con una formación muy disciplinada, muy disciplinado y muy severo sobre todo cuando trabajaba. Cuando muere su madre, él era muy joven y su madre era su pilar, y él encuentra entonces la figura paterna haciendo el seminario y después haciendo el servicio militar. Y luego, entrando a la Universidad de Chile a estudiar teatro se convierte en el primer director de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile que sale de la escuela de teatro, eso le hace la disciplina. Me contaban que cuando él hacía clases a las ocho de la mañana, se cerraba la puerta, no entraba nadie más a su clase, y si andaba enojado se notaba. Pero eso denotaba el amor que él tenía hacia el trabajo y hacia la docencia.
Mi teoría es que todas las canciones y todo el trabajo artístico de Víctor Jara nace del amor. Incluso las canciones que parecen muy ideológicas, también nacen del amor, del cariño y del amor que sentía por su pueblo. Yo creo que él levantaba una bandera, elige una bandera y se convierte en un ferviente militante del Partido Comunista, porque sintió que desde esa habilidad él podía realmente luchar por los cambios que su pueblo necesitaba, cambios que él vivió, si él había sido hijo del inquilinaje y parte de una de las tantas familias que emigraron del campo a la ciudad. Él también vivió la pobreza. Yo creo que ese cariño, ese amor, lo marcan hasta la muerte. Era una persona muy cálida en ese sentido, pero también muy disciplinada.
- ¿Qué hace a Víctor Jara un personaje tan eterno? ¿Qué pasa que la juventud de hoy igual lo busca? ¿Es su muerte trágica? ¿O su trayectoria, sus letras?
- Te lo puedo responder con una frase que dice Keith Richards en un documental que está en Netflix, cuando dice que él no envejece, sino que evoluciona. El concepto de juventud es una actitud. Y también lo decía el presidente Allende, cuando dijo que hay jóvenes viejos y viejos jóvenes. Gracias al rock, estas figuras como Víctor Jara siguen vigentes. En parte, a esa generación de los baby boomers les debemos mucho, quienes tuvieron una mentalidad que expandió el pensamiento. En esa época no era tan común tener estas actitudes, la jovialidad frente a la vida y la energía frente a la vida como la de Víctor Jara. Porque la actitud de Víctor era siempre estar moviéndose, siempre estar buscando y experimentando. De alguna manera, siempre sorprendía.
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Gracias por aceptar mi nombre
Me gustó mucho esta
un muy buen artículo sobre
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