Qué pasó con las maquinarias de los grandes partidos, se cuestionan los analistas que no lo vieron venir. Quiénes son y qué piensan los candidatos de la Lista del Pueblo, agrega El Mercurio dos días después de las elecciones. Juan Sutil, quien apoyó con su billetera a 28 candidatos –pero no logró elegir a más de 8– es más honesto y declara: "No conocemos a gran parte de los independientes”.
Conforme pasan los días, comienzan a aparecer las primeras respuestas. Un primer informe publicado en Ciper revela que los integrantes de la Lista del Pueblo solo fueron parte del 4% de los paneles de televisión, seis veces menos que los postulantes de Unidad Constituyente, lista que pese al despliegue mediático obtuvo menos electos. Para dejarlo más claro: mientras la Lista del Pueblo recibió 16 invitaciones a los sets televisivos entre marzo y abril, los candidatos de Chile Vamos recibieron 133. Los medios tradicionales siguieron la receta de siempre, pero obtuvieron un resultado diametralmente opuesto.
El último estudio de Conecta Media arroja más revelaciones. Durante los tres meses que antecedieron a las elecciones, los candidatos a la gobernación metropolitana con mayor cobertura mediática fueron –en orden decreciente– Claudio Orrego, Pablo Maltés, Catalina Parot y Karina Oliva. Esta última obtuvo un 40% menos de cobertura que el postulante DC, pero en las urnas apenas los separó el 2% de los votos. El mismo estudio muestra cómo las noticias sobre el alcalde Felipe Alessandri quintuplicaron a las de la desafiante Irací Hassler, quien terminó arrebatándole el sillón municipal de Santiago con 3 mil votos de diferencia.
¿Volverá el Partido Republicano a pagar avisos de página completa en El Mercurio, La Tercera y LUN para las elecciones de noviembre tal como lo hizo ahora en mayo? Solo si quieren botar su dinero.
Pero quizás el caso más emblemático que explica cómo no es necesario acudir a los medios tradicionales para conquistar el voto es el del abogado Daniel Stingo, quien debió abandonar la comodidad del panel de Buenos días a todos a dos semanas de transcurrido el estallido de 2019. Su figura cuestionadora resultaba incómoda en un espacio históricamente dedicado al consenso. Stingo optó por asociarse con otros dos periodistas para fundar La voz de los que sobran, su propia plataforma digital, lo que junto a un importante despliegue en terreno sería clave para convertirse en el candidato constituyente más votado de todo el país.
Los ejemplos sobran, se comienzan a repetir y parecen convertirse en tendencia. En las antípodas, en cambio, ni la invisibilización ni las campañas negativas de la prensa tradicional parecen haber ejercido mayor influencia. LUN le dedicó su única portada política en semanas a Hugo Gutiérrez con la advertencia que le hizo un juez en su audiencia, pero el ex diputado comunista –uno de las víctimas favoritas en los diarios de los Edwards– obtuvo la primera mayoría en el Distrito 2.
Lo mismo ocurrió con Jorge Sharp, quien fue reelecto alcalde porteño pese a las tres portadas que dedicó El Mercurio de Valparaíso para criticar la gestión municipal la misma semana de la elección. O qué decir de Cathy Barriga, quien, según Conecta Media, duplicó a su contrincante en apariciones mediáticas, fue beneficiada con una extensa entrevista en el matinal de Canal 13 a pocos días de los comicios y aun así fue derrotada en Maipú.
Quienes parecían dominarlo todo con tanta soltura hasta hace un año y medio hoy son dueños de poco y nada. Si hasta entonces aparecer o controlar los medios se traducía con relativa certeza en apoyo en las urnas, hoy la tendencia parece ser la inversa. Tras el estallido, la socióloga Francisca Márquez explicaba en Ciper que los medios hegemónicos “han construido de manera sigilosa, pero sistemática, un modelo icónico y estereotipado de nuestra realidad, empobreciendo o anulando la polifonía en la discusión política y de clase”.
Desde la Universidad Católica de Valparaíso, Pedro Santander iba más lejos y los llamaba sencillamente “dispositivos de desaliento y desmovilización”, suerte de anestesistas capaces de distraer nuestra atención de cualquier opción que pudiera parecer a una alternativa al poder constituido.
¿Volvería a comprar Sebastián Piñera un canal de televisión tal como lo hizo en 2005? Probablemente no. ¿Tiene hoy el director de El Mercurio el mismo nivel de influencia que tuvo Agustín Edwards Eastman en 1970 para reunirse en Washington con el director de la CIA? Cuesta imaginarlo. ¿Volverá el Partido Republicano a pagar avisos de página completa en El Mercurio, La Tercera y LUN para las elecciones de noviembre tal como lo hizo ahora en mayo? Solo si quieren botar su dinero.
Todo indica que no serán los independientes ni la primera línea quienes rodearán la Convención Constitucional para presionar por una nueva Carta Magna que refleje el espíritu del estallido. Estas fuerzas estarán cómodamente sentadas al interior de los salones, mientras los dueños de medios, encuestadoras, partidos y gremios miran por la ventana buscando respuestas para conocer a “los que no conocemos”.
Revise en Twitter el trabajo de Ojo del Medio
Comentarios
Me encantan las noticias de
Me gustaría recibir
Me interesan sus comentarios
TV, hoy en día pesa menos que
Los medios oficiales entre
La anestesia de los medios
Buen periodismo
Laraja. Felicitaciones.
Buenas tardes, saludos a
Excelente análisis del
Excelente información
.........aajajajaajaj.....un
N9 soy de derecha tampoco de
Añadir nuevo comentario