A decir verdad, el asalto de la turba bolsonarista a las sedes de los poderes democráticos en Brasilia ya había sido anunciado. Primeramente, con la partida de Bolsonaro a EE. UU. antes de entregar el poder y con su anterior renuencia a aceptar su derrota. Antes que eso, con el asalto al Capitolio de la turba trumpista a comienzos de 2021 y con las denuncias de fraude de parte de los derrotados. Y aún antes que eso, con este documental filmado en 2019, con Bolsonaro recientemente instalado en el poder y con Lula en prisión.
Y Al filo de la democracia (Petra Costa) se remite aún más atrás: a las protestas contra la entonces presidenta Dilma Rousseff; a aquel momento en que la documentalista descubre la rabia anti-política de las elites que bajaba raudamente y en cascada hacia las clases medias, pavimentando así la regresión al fascismo.
Ahora bien, Costa no se esmera en explicar el origen de esta rabia por la sencilla razón de que escogió contar el devenir de la política brasileña desde una mirada persona, con ella hablando desde la vereda del frente. Y el origen (o más bien adscripción) de su mirada es un elemento que explica mucho y que también es un activo que resulta útil para la narración. Y en más de un sentido. Ya veremos por qué.
Podríamos decir que el documental comienza con el final, con la tumultuosa entrega de Lula a las autoridades brasileñas que lo encarcelarán por 580 días en una prisión de Curitiba. Hay más caos que tragedia en la selección de las imágenes y de los sonidos, y de ese caos se huye hacia el pasado. Hacia la historia familiar y después personal de Petra Costa, que parece indisolublemente unida a las fracturas de su país.
Las imágenes de archivo, privadas y públicas, se alternan recurrentemente con travellings y tomas cenitales de Brasilia, con su espacialidad monumental y artificialmente cívica, como si nos quisieran recordar que la democracia brasileña es antes que todo un sueño y una abstracción.
La dictadura militar, el retorno a la democracia, la aparición de Lula y sus sucesivas derrotas electorales hasta su elección en 2002, se abalanzan raudamente como episodios de la vida de Costa y develan la intención de mostrar cronológicamente cómo se llegó a la detención de Lula y por qué.
Las imágenes de archivo, privadas y públicas, se alternan recurrentemente con travellings y tomas cenitales de Brasilia, con su espacialidad monumental y artificialmente cívica, como si nos quisieran recordar que la democracia brasileña es antes que todo un sueño y una abstracción.
La cámara se pasea por los pasillos y las oficinas vacías de los palacios de Planalto –sede del gobierno– y de Alvorada –residencia presidencial– como si fuera un fantasma penando por una quimera rota. Defraudada sistemáticamente por las personas que pululan por Brasilia a lo largo del documental; y finalmente mancillada por la turba cuatro años después de su estreno.
Desde la mirada de la realizadora brota y germina el tono fúnebre de este documental que en suma sí cuenta una tragedia y que a la vez nos prepara para lo peor. Y la mirada de la realizadora tiene la particularidad de brotar de la marginal rama izquierdista de un robusto árbol oligárquico.
Con total transparencia, se nos dice que su perspectiva es la de una intelectual de izquierda con contactos políticos directos con Lula y Dilma, y con contactos familiares algo más difusos con diversos políticos de derecha. Y también con una de las empresas constructoras salpicadas por los sobornos a Petrobras.
Las entrevistas con Dilma y con Lula son testimonios realmente valiosos de su forma de ser tras bambalinas, y en especial de su templanza tras ser derrotados sucesivamente por el lawfare.
Es decir, hablamos de una persona doblemente privilegiada que pone ese privilegio al servicio del documental. Las entrevistas con Dilma y con Lula son testimonios realmente valiosos de su forma de ser tras bambalinas, y en especial de su templanza tras ser derrotados sucesivamente por el lawfare. Y no es de extrañar: ambos enfrentaron a una dictadura, la proscripción, la clandestinidad, prisión y la tortura, en el caso de Dilma. Uno y otro aparecen como personajes realmente grandes, y la cercanía que Costa logra con ellos está al servicio de esa imagen de grandeza.
Se pudo haber explicado más los escándalos de corrupción endémicos que terminaron salpicando al PT –oportunistamente explotados por la prensa y la derecha–; se pudo haber dicho algo más sobre los esquemas de sobornos del PT para saber si alcanzaban o no a Dilma o a Lula. Sin embargo, Costa no lo consideró necesario pues el registro minucioso de los gestos, las palabras y las acciones de los enemigos bastaban para probar su punto: la quimérica democracia brasileña empezó a peligrar cuando Lula llegó al poder por primera vez. Y no por causa de Lula sino por la histeria de sus adversarios.
De la truculencia al sainete y de ahí a la desesperación, las triquiñuelas del lawfare contra la izquierda y sus consecuencias son acentuadas con piezas musicales originales y otras del repertorio clásico, dejando tras de sí la impresión –bastante verosímil– de que la democracia brasileña es tan quimérica como volátil. Y que quien se la toma en serio corre el riesgo de alcanzar sublimes éxtasis de alegría y después caer en amargas depresiones cívicas en cuestión de meses. Igual que aquí.
Casi premonitoriamente, Al filo de la democracia muestra una y otra vez las manifestaciones de la izquierda y la derecha –multitudinarias, festivas unas, rabiosas otras–, poblando los monumentales espacios de Brasilia y dejando a la vista la tensión evidente entre la quimera y la realidad; entre la idea y su materia prima.
Pero, ¿de dónde viene esa distancia insalvable entre lo uno y lo otro? La tensión mencionada terminó de explotar con el asalto bolsonarista en 2023, lo que dio a la metáfora usada por la cineasta una nueva dimensión y una nueva gravedad. La quimera fue rota –como en el bombardeo de La Moneda, de hecho–, pero el documental lamentablemente no alcanza a dar las razones profundas de lo que acaba de ocurrir.
En parte, porque fue filmado cuatro años antes; en parte, porque escogió defender la democracia desde una izquierda victimizada por una derecha inescrupulosa. Una mirada más profunda a los temores, prejuicios y carencias que hicieron posible el bolsonarismo y sus coletazos habrían agregado más elementos a este relato. Pero bueno, es fácil decirlo con el diario del lunes.
Acerca de…
Título original: Democracia em Vertigem (2019)
Nacionalidad: Brasil
Dirigido por: Petra Costa
Duración: 121 minutos
Se puede ver en: Netflix
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