El lunes 26 Mario Marcel concurrió al congreso para hacer dos presentaciones, una fácil y otra no. La fácil era presentar la agenda de pagos digitales ante la comisión de Hacienda del Senado. La difícil, explicar a los diputados la participación del Banco Central de Chile (BCCh) durante los tres retiros de los fondos previsionales que ellos mismos, los diputados, aprobaron en contra de todas las advertencias y anatemas de los economistas.
Marcel estaba saliendo al paso de la errónea interpretación de un diputado de la UDI, quien señaló en un matinal que el BCCh financió los tres retiros anteriores y “ya no tiene plata” para solventar un cuarto.
Con la batería acostumbrada de láminas, gráficos y frases, Marcel negó que el Banco Central hubiese entregado un crédito a las AFP, solo les adelantó liquidez a través de un mecanismo de compra al contado y venta a plazo de instrumentos financieros (bonos bancarios, fundamentalmente). El instituto emisor recibió estos instrumentos en prenda y firmó con las AFP un contrato para que estas los recompraran al cabo de un lapso. Lo mismo que hace la “tía rica” con relojes y candelabros, pero con papeles.
De una frase Marcel debe estar arrepentido. “Cada retiro incrementa las posibilidades de retiros adicionales y, por ende, de un retiro total de fondos”.
Marcel omitió los plazos y precios de estas operaciones y se limitó a comunicar los saldos.
La omisión es perturbadora, pero no necesariamente grave. Sí lo es una frase de la que hoy debe estar arrepentido. “Cada retiro incrementa las posibilidades de retiros adicionales y, por ende, de un retiro total de fondos”.
Quizá confiaba, como otros economistas “del consenso” que el cuarto retiro no alcanzaría el quórum y quedaría archivado como un mal sueño. Las señales iban en esa dirección, pero todo cambió al conocerse los retiros realizados por ministros, parlamentarios, convencionales oficialistas y su propio candidato presidencial. La pueril explicación de que temían una expropiación de los fondos sólo profundizó el desplome de la narrativa.
Ahora el Banco Central se enfrenta a un escenario inédito. Si no renueva las facilidades de liquidez que proveyó en los retiros anteriores, se le acusará de obligar a las AFP a una liquidación apurada de activos, dentro o fuera del país. Si lo hace, se sumará a las presiones inflacionarias que dice estar combatiendo. Si las neutraliza con éxito (tiene herramientas para hacerlo), que sus vaticinios de inflación eran exagerados. Lo menos que se dirá es que la reciente alza de tasas fue una bofetada para la clase media y un aliciente perfecto para hacer retiros e invertirlos en depósitos a plazo.
El lenguaje crea realidad y Mario Marcel, un hombre de números, lo está aprendiendo con dolor.
¿Quién empuja los precios?
A partir del segundo retiro y de las primeras señales de aumento en los precios minoristas, muchos intentaron instalar una narrativa culposa: que los responsables de la inflación eran los propios ciudadanos y los políticos populistas que hicieron posibles los retiros.
Los retiros se suman a condiciones internacionales y del capitalismo a nivel mundial que han impulsado la inflación, pero sostener en público que las crearon es ignorancia o mala fe.
Es cierto que el 18-O y el COVID rompieron la alianza entre políticos y tecnócratas que gobernó desde 1990. Pero la narrativa retiros-inflación era algo peor que una verdad a medias. Los economistas transversales súbitamente parecían haber dejado de leer Bloomberg y el Economist. De pronto se tornaron provincianos y Chile volvió a ser una economía cerrada como en los años cincuenta del siglo pasado, sin vínculos comerciales y financieros con el exterior.
Después de décadas de inflación baja o casi nula, los precios han vuelto a subir a nivel mundial. El origen está en la propia dinámica que enfrenta al capitalismo financiarizado y global con las realidades geopolíticas de la pandemia: cadenas de suministro alteradas, precios de los combustibles y del transporte marítimo por las nubes, escasez generalizada de mano de obra.
Los retiros se suman a estas condiciones, pero sostener en público que las crearon es ignorancia o mala fe.
Bloomberg citó ayer una encuesta del INE británico: 40% de los ciudadanos ya no encuentran en el comercio la misma cantidad y variedad de productos que antes. Un 18% dice no encontrar productos de primera necesidad con la misma fluidez que antes. Hay colas en las gasolineras y la cadena de supermercados COSTCO anunció racionamiento de papel higiénico y toallas de papel. Es una isla, cierto, pero no Venezuela.
La casi totalidad de los bancos centrales con mandatos complejos (inflación y empleo) sostienen que se trata de una situación pasajera, que no amerita sobrerreacción ni un alza apresurada ni rotunda en las tasas de interés. No obstante, la enorme liquidez inyectada para hacer frente a la pandemia deberá ser retirada en los próximos meses. Es cuestión de cerrar el grifo a tiempo, pero sin premura. De lo contrario el sufrimiento se redoblará.
Viene un invierno en materia de escasez de productos y alza de precios, es un hecho. ¿Pero a cuánto llegarán las temperaturas mínimas, el alza en la precipitaciones o incluso la nieve?
El Banco Central de Chile es otro animal. Su mandato único lo impulsa en el sentido contrario. Tiene que inyectar liquidez para los retiros y al mismo tiempo neutralizarla. Según su propio diagnóstico, al cuarto retiro se podrían sumar un quinto o un sexto, o incluso uno total. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Es solo culpa del populismo y la desesperación? ¿Le cabe alguna responsabilidad a una tecnocracia insensible, ortodoxa, casi teológica en su soberbia?
Viene un invierno en materia de escasez de productos y alza de precios, es un hecho. ¿Pero a cuánto llegarán las temperaturas mínimas, el alza en la precipitaciones o incluso la nieve? Con su última alza de tasas de interés, el Banco Central de Chile está indicando su disposición a vestirse con ropa para recorrer la Antártica.
En su intervención del lunes y en el correspondiente comunicado de prensa, Marcel señaló que el escenario de nuevos retiros tiene “dimensiones difíciles de procesar”. Sin embargo, ante lo desconocido sigue actuando con un asombroso nivel de omnisciencia, vaticinando que no habrá nuevos compradores para los bonos que deberán liquidar las AFP, ni siquiera para los que emite la tesorería general de la república.
Claramente, el Banco Central está jugando en una cancha para la que no estaba preparado y no es culpa de él. Nadie estaba preparado. El sistema fue diseñado en la postrimerías de la dictadura para operar en un contexto normal de comercio e inversión, aquel en que los chilenos compran a crédito y ahorran a la fuerza.
Ahora es todo lo contrario: se puede comprar al contado, pero no hay suficientes cosas en el comercio. Hay que traerlas desde lejos, de Asia, donde se está incubando otra crisis crediticia de consecuencias incalculables.
Las instituciones económicas del país tienen que ponerse al día con un mundo diferente a los livianos años 90. Estamos en plena crisis ambiental, geopolítica, demográfica, migratoria.
En un contexto así, sorprende escuchar economistas del Frente Amplio “prestándole ropa” al Central a todo evento. ¿Aspiran a ser consejeros en un gobierno de Boric? Defendiendo majaderamente una autonomía que nadie cuestiona no solo se suman al establishment. Evitan problematizar el mandato único del Banco Central y discutir la necesidad imperiosa de incorporar el empleo y las pensiones.
Las instituciones económicas del país tienen que ponerse al día con un mundo diferente a los livianos años 90. Estamos en plena crisis ambiental, geopolítica, demográfica, migratoria. No hacer nada, seguir tal cual, es la mejor receta para el descalabro.
Comentarios
Muy buen artículo. Y digamos
Las cifras del INE dan cuenta
......opssss....¡¡
Lo declarado por el pdte. Del
Añadir nuevo comentario