Fue una semana complicada para Donald Trump. Su ataque a Irán no tuvo el impacto que buscaba en la prensa mundial. Un documento del Pentágono, que fue filtrado a la prensa, señalaba que sus bombas no lograron un daño relevante a las instalaciones del programa nuclear persa.
Luego llegó otro golpe para Trump. El lunes pasado, una investigación del diario New York Times expuso las negociaciones y pactos con pandillas del presidente de El Salvador, Nayib Bukele. El NYT cita un cable de la embajada norteamericana en El Salvador enviado al Departamento de Estado, que señala que Osiris Luna, director de centros penales, fue en dos ocasiones a la sede diplomática para negociar un asilo de “lujo” a cambio de información de los acuerdos con los grupos delictuales que involucran al propio Bukele. Incluso, Luna narró a los agentes que él mismo había llevado a un líder pandillero buscado por la justicia a la cárcel para negociar. Además, que el dinero que Bukele había recibido de USAID se usó para dárselos a las pandillas y llevarles prostitutas al centro de detención. La noticia humilló a La Casa Blanca, al no haber podido impedir a tiempo la invitación a Bukele y evitar así los acuerdos con Trump.
Otros afectados son los enviados de Trump que visitaron la cárcel modelo de Bukele y que ahora se sienten que fueron engañados. Incluso diversos políticos y candidatos presidenciales de Latinoamérica llegaron a fotografiarse con los detenidos de fondo y hasta prometían replicar el modelo. Ahora tendrán que cambiar su discurso y evitar el nombrar a Bukele.
El fantasma de McCarthy
Ante estas derrotas políticas y mediáticas, Trump escribió un nuevo episodio de su reality show que pensó sería noticia mundial. Y así fue. Anunció que revocará la nacionalidad a algunos de sus ciudadanos.
El desnaturalizar a los ciudadanos fue una práctica muy utilizada durante la era del conservador senador Joseph R. McCarthy. Herramienta que se usó en casos graves con nazis o criminales de guerra, pero también muchos inocentes fueron acusados. En un año se presentaron más de 20 mil solicitudes y con una población mucho menor a la actual.
La idea de Trump, usando al Departamento de Justicia, es despojar a algunos estadounidenses de su ciudadanía en casos que involucren a norteamericanos que no nacieron en el país. Estamos hablando de casi 25 millones de personas.
Esta sanción fue utilizada el pasado 13 de junio, cuando un juez ordenó la revocación de la ciudadanía de Elliott Duke, un veterano militar originario de Inglaterra que fue condenado por distribuir pornografía infantil que, según se indicó, había realizado antes de convertirse en ciudadano estadounidense.
Otro caso de revocación de ciudadanía es al exembajador norteamericano Víctor Manuel Rocha, quien fue detenido por ser un espía a favor de Cuba por más de 40 años. Rocha emigró a Estados Unidos desde Colombia.
La desnaturalización se utilizó mucho durante la era McCarthy para aquellos que mintieron en sus solicitudes de ciudadanía sobre sus antecedentes penales o membresías en grupos ilegales como el partido nazi o comunista.
Para Trump la desnaturalización es el último paso en su remodelación del sistema de inmigración. Además, el presidente ha ido más lejos aún al buscar poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento.
Un hecho no menor, es que los actos de desnaturalización se hacen en cortes civiles, ya que todos los casos de inmigración son asuntos que manejan esos tribunales. El procedimiento indica que las personas sujetas a estos cargos no tienen derecho a un abogado y no exige la necesidad de muchas pruebas para que el gobierno acuse a sus ciudadanos.
El Departamento de Justicia está ampliando la gama de los criterios de los delitos que causarían la desnaturalización, como violaciones a la seguridad nacional y la comisión de actos de fraude contra individuos o el gobierno, tales como seguros de salud y ayudas sociales.
Es sabido que los naturalizados siempre han sido considerados de segunda clase. No sólo porque en el pasaporte se indica el país de nacimiento, sino también que en los controles de inmigración cuando ingresan los norteamericanos, los oficiales muchas veces cuando escuchan que los viajeros se identifican como ciudadanos de Estados Unidos, los agentes les recuerdan que no son nacidos en territorio de EE.UU. sino son sólo naturalizados.
Por años, las mentiras de algunos que aplican por visas, residencias y ciudadanías son comunes. No es nuevo eso. Muchos ocultan sus intenciones y no revelan su pasado. Es ahí donde el Departamento de Justicia buscará ingresar. Se sabe que se cometerán injusticias como en las ya famosas deportaciones, y más aún con la ampliación de la gama de razones para desnaturalizar. Es decir, excusas no faltarán.
La Corte Suprema podría intervenir como lo hizo en un fallo en 1967, que indicó que la desnaturalización es "inconsistente con la forma estadounidense de democracia, porque crea dos niveles de ciudadanía”. Hay que considerar que muchas personas perdieron o renunciaron a sus nacionalidades originales y hasta algunos no podrían regresar a sus países.
Los que se oponen a estas desnaturalizaciones piensan exigir que se revise el caso de la primera dama Melania Trump, quien emigró a Estados Unidos desde Eslovenia en 1996, y poco se sabe cómo obtuvo sus visas, residencia, y luego su ciudadanía en julio del 2006. Ella se casó con Trump un año antes.
Sabemos que el reality show de Trump todos los días anuncia nuevos episodios y siempre con grandes titulares. Su popularidad baja a diario y en otros países ya no le prestan atención. Algunos participantes de su administración no están a gusto y otros se han retirado, y eso que recién vamos en la primera temporada de cuatro.
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