El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugirió desde el Air Force One, en medio de su gira oficial por Asia, que su vicepresidente, JD Vance, y su secretario de Estado, Marco Rubio, son “excelentes candidatos” para disputar la presidencia en 2028. Añadió que, de conformar una dupla, serían “imparables”.
El comentario del mandatario respondió a las especulaciones sobre una eventual candidatura suya al cargo de vicepresidente en un futuro gobierno. Trump descartó esa posibilidad, calificándola de “forzada” y “poco adecuada”.
Sus palabras, sin embargo, abrieron una lectura política inmediata: Vance y Rubio podrían verse forzados a competir por representar la sucesión del movimiento MAGA (Make America Great Again) de cara a las próximas elecciones, pese a la lejanía de estas.
Durante el momento en que Trump mencionó a Rubio como posible candidato, el secretario de Estado —presente en la escena— bajó la mirada con modestia y apenas esbozó una sonrisa.
Rubio ha sido una figura clave en la política exterior estadounidense y encarna el ADN trumpista en su relación con América Latina.
La designación de Rubio no fue casual. Trump buscaba imprimir un giro en la política exterior norteamericana hacia América Latina. Su primer paso fue nombrar al cubano-estadounidense como secretario de Estado, convirtiéndolo en el primer latino en ocupar dicho cargo. Además, Rubio domina el español.
Antes de su nominación, se destacó por sus críticas a la influencia china en la región y por estrechar lazos con el presidente salvadoreño Nayib Bukele. También fue promotor de una división simbólica entre una izquierda democrática y otra compuesta por “dictadores”.
Trump le entregó la tarea y Rubio se convirtió en el brazo fuerte que el líder republicano buscaba. No ha dudado en confrontar directamente a mandatarios latinoamericanos como Gustavo Petro y Nicolás Maduro. Incluso protagonizó una escaramuza indirecta con Gabriel Boric, luego de que el presidente chileno se negara a responder un llamado telefónico suyo. “Los presidentes hablan con presidentes”, replicó Boric.
Rubio, Latinoamérica y el Caribe
En los últimos días, Rubio arremetió contra el presidente colombiano, Gustavo Petro, luego de descartar la imposición de aranceles a su país.
“Nuestro problema con el actual presidente [Gustavo Petro] es que no está cooperando en nuestra lucha contra las drogas. Consideramos que era mejor abordarlo de manera individual”, declaró el secretario de Estado.
Además, responsabilizó a Petro del deterioro en las relaciones entre Washington y Bogotá, y adelantó que las sanciones apuntarán directamente al mandatario, su familia y colaboradores.
El Departamento del Tesoro anunció el pasado viernes que incluirá a Petro, a su esposa Verónica Alcocer, a su hijo Nicolás Petro y al ministro del Interior, Armando Benedetti, en la lista de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), conocida como “Lista Clinton”, por presuntos vínculos con el narcotráfico, informó DW.
Las sanciones van en línea con las declaraciones de Trump, quien calificó a Petro como “líder del narcotráfico” y anunció la suspensión de la ayuda económica a Colombia, aunque Rubio luego matizó el tono.
El accionar de Rubio en Colombia se conecta con la estrategia estadounidense hacia Venezuela. A comienzos de septiembre, el secretario de Estado afirmó: “No existe duda de que [Nicolás] Maduro es un narcotraficante”.
Las declaraciones se produjeron durante su visita a Quito, Ecuador, donde se reunió con el presidente Daniel Noboa y anunció que las bandas criminales Los Lobos y Los Choneros serían catalogadas como organizaciones terroristas, según consignó El País. La medida permite al ejército enfrentarlas como si fueran un enemigo externo.
La ofensiva de Rubio se enmarca en los recientes movimientos de Estados Unidos en el mar Caribe, donde fuerzas estadounidenses han lanzado misiles contra lanchas presuntamente dedicadas al narcotráfico, en lo que se interpreta como una advertencia hacia Venezuela. Según los servicios de inteligencia norteamericanos, dichas embarcaciones transportarían drogas hacia Estados Unidos. Hasta ahora, se contabilizan al menos diez ataques y 43 personas fallecidas.
“Vamos a continuar cazándolos, como siempre lo hemos hecho, pero esta vez no los arrestaremos. El presidente quiere hacerles la guerra como ellos lo han hecho durante 30 años, sin que nadie les respondiera”, afirmó Rubio desde territorio ecuatoriano.
No obstante, varios analistas observan con cautela estas declaraciones, interpretándolas como parte de una estrategia de intervención con trasfondo geopolítico.
El más reciente Informe Mundial sobre Drogas de la ONU señala que solo el 5% de la droga que ingresa a Estados Unidos proviene de Venezuela, mientras que el 87% lo hace a través de las costas de Colombia y Ecuador.
En cuestión de semanas, el conflicto ha escalado. La Casa Blanca estaría evaluando una posible operación encubierta de la CIA en Venezuela para atacar rutas del narcotráfico, aunque no se han revelado detalles. Rubio solo adelantó que se enfocaría en “golpear las rutas de transporte de drogas”.
En esa línea, CNN informó que Estados Unidos desplegó un portaaviones en el Caribe por orden del secretario de Defensa, Pete Hegseth, como parte de un plan impulsado por Trump para atacar instalaciones vinculadas a la producción de cocaína.








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