Supuestamente sus palabras remecieron al oficialismo. Quizás fue así en el área chica de la política. Pero, lo cierto es que los dichos de Óscar Landerretche contra la opción del Partido Comunista previo a las elecciones primarias -en las que puso en duda la aceptación de un resultado desfavorable a Carolina Tohá-, fueron palabras al viento para el electorado de izquierda y centroizquierda que concurrió a las urnas para darle un triunfo holgado a la candidata comunista, Jeannette Jara Román.
Vienen tareas de frente, y en la misma línea del desafío de Landerretche; desentrañar el puzzle anticomunista que se arma cada vez que un personaje de ese partido tiene opciones claras de influir en una posición de poder.
Si bien el resultado del domingo pasado supone un freno al cuco anticomunista, dada la feroz derrota de Tohá, quien encarnó precisamente ese discurso, en su versión centrista, lo cierto es que proseguirá con fuerza el clamor del establishment para que Jara vire aún más hacia el centro, desoyendo al electorado más de izquierda que le dio el triunfo. ¿El expediente para ello? Insistir en que mientras más Jara se acerque al PC, más lejos estarán sus posibilidades de llegar a La Moneda.
“Jara enfrenta el desafío de transformar su triunfo en una candidatura competitiva a nivel nacional. Su mayor reto será ampliar el techo electoral del PC sin perder identidad, convocando al centro político y ordenando al oficialismo tras un proyecto común", dijo Marco Moreno a El Mercurio.
El analista político y asesor de la misma Jara, Darío Quiroga, dice a Interferencia que “la gente quiere probablemente una lógica de moderación, de diálogo, pero esos atributos no están en el centro político. Lo que de alguna manera se busca es conexión en el diálogo. En ese sentido incluso uno puede tener mesura desde posiciones de izquierda o desde posiciones de derecha”.
Quiroga cree que “el desafío que va a tener la candidatura de Jara es poder abrir otros significados que no implique caer en el chantaje de que lo único que tú tienes que hacer es hacer ofertas de seguridad que además sean ofertas estridente, ofertas simplistas, ofertas que resuelven todo con más policía”.
¿Moderarse o cambiar la gramática del debate?
Igualmente, algunos analistas que hablaron con este medio a condición de mantener su anonimato para hablar más libremente, afirman que Jara partió perdiendo, pues no aprovechó el momento político de su primer discurso como abanderada presidencial de la izquierda y la centroizquierda, al no tocar los ejes de lo que probablemente será el debate de esta elección; como el combate contra la delincuencia, ni los puntos en los que ella puede ganar agenda; como la situación de los trabajadores, en especial los subcontratados.
Estos mismos analistas señalan que posiblemente el electorado actual de Jara -los que concurrieron a votar por ella en las primarias presidenciales- son personas que consideran un error el haber traído a la ex Concertación a gobernar con el Frente Amplio. Los mismos partidos que ahora quedaron abajo del barco clamando por moderación.
Algo que plantea el desafío de responder a una barra que votó por ella probablemente para no abandonar el eje de demandas por grandes transformaciones urgentes, y a unos aliados que piden todo lo contrario, quienes pese a estar derrotados, pueden hacer mucho daño desde adentro, en la forma de fuego amigo.
Para el sociólogo Alberto Mayol, Jara “es la la persona dentro del gobierno que tiene a su haber actos de eficacia y acuerdos, pero no acuerdos hechos por aquellos que son sospechosos de una colusión previa, que son los de centro derecha con la centro izquierda, sino que es un caso más radical con defensa de posturas más radicales que gustan pero con un pragmatismo asociado”.
El sociólogo cree que la candidata comunista tiene “una alta probabilidad de convertirse en un liderazgo de gran relevancia para el momento histórico no solamente para ganar una elección presidencial”.
La tradición de moderación del PC
Pese a los llamados desesperados por la moderación de Jeannette Jara y el PC, vale la pena recordar que este partido tiene una larga tradición que va en esa línea.
En la década de los 40, ante la emergencia del fascismo y el nazismo, los comunistas pactaron con los partidos de centro, tanto en Chile como en Francia, lo que dio pie al Frente Popular, una alianza multiclasista que moderó los impulsos revolucionarios de los partidos comunistas que seguían la línea de Moscú.
En los 70, el PC fue la principal fuerza que respaldó las políticas moderadas de Salvador Allende, en relación a la velocidad en que debían ir las grandes transformaciones que estaban teniendo lugar en Chile, y el respeto irrestricto a la vía legal para alcanzar el socialismo.
Pese a ello, la campaña de Guerra Fría identificó a los comunistas como los grandes antagonistas del autodenominado ‘mundo libre’, y los identificó con las pulsiones autoritarias de los socialismos reales de Europa, Asia y Cuba.
Sin embargo, a partir de los 80 los comunistas se radicalizaron y abrazaron la política de insurrección frente a la dictadura de Augusto Pinochet, habiendo creado el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. La caída del Muro de Berlín en 1989, y el inicio de la Transición en el país dejó a los comunistas aislados e izquierdizados, hasta que volvieron al sistema político durante los gobiernos de Michelle Bachelet, y en especial, dado el cambio del sistema electoral binominal que los excluía, en la segunda administración de la ex Presidenta.
Durante el gobierno actual, poco o nada ha sido el ruido que el PC ha hecho en relación al abandono de las políticas e ideas más de izquierda por parte de Gabriel Boric.
Sin embargo, los lazos de lealtad de los comunistas chilenos -en especial, los más viejos-, con cubanos y venezolanos son un problema, pese a que Jara parece no estar dispuesta a pagar esa cuenta ni quedarse pegada cuando la llaman por esto a pizarra.
Asimismo, también hay un flanco abierto respecto de la política económica que pretende Jara, no porque esté pensando en planes quinquenales, sino porque no se sabe hasta qué punto tiene un parecer dogmático y no pragmático respecto de qué hacer en esta área.
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