Rodrigo Ruiz Encina es antropólogo y doctor de Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte de la Universidad de Chile. Dentro de las filas del Frente Amplio (FA) es conocido: es parte del círculo más cercano de Jorge Sharp desde antes de que ganara la Alcaldía en Valparaíso y llegó con él a la municipalidad como su asesor comunicacional y parte del gabinete.
En los 90 e inicios de los 2000 fue militante de la Surda, junto a su hermano Carlos Ruiz, y fue parte del grupo de los que partió con Sharp y Gabriel Boric cuando la Izquierda Autónoma se dividió y dio paso al Movimiento Autonomista, y posteriormente, al partido Convergencia Social.
Ruiz también fue uno de los fundadores de El Desconcierto y es catalogado, junto a su hermano, como uno de los ideólogos del FA, al menos hasta su salida del conglomerado, lo que sucedió tras la firma del acuerdo del 15 de noviembre de 2019 por parte de Revolución Democrática y Boric. Junto con Ruiz y Sharp, decenas de militantes hicieron público su alejamiento, pero dos años después, los caminos los volvieron a unir durante la campaña presidencial de Gabriel Boric, a quien apoyó.
Sin embargo, a pesar de su cercanía ideológica con Apruebo Dignidad, Ruiz también tiene una visión crítica del FA y cree que el trabajo para el próximo gobierno de Boric será arduo. Para Ruiz, la prioridad política debe estar en incorporar a sectores de la ciudadanía que antes estaban alejados de la política, especialmente sectores populares, no solo respecto del gobierno, sino que también de la democracia.
"Yo creo que lo que puede pasar, es que se repita lo que pasó en la primera transición, que fue cuando se hizo una exclusión política a ese mundo popular, a fines de los 80 y principios de los 90".
“Yo creo que lo que puede pasar -y es una de los grandes peligros de este momento que podemos llamar una segunda transición- es que se repita lo que pasó en la primera transición, que fue cuando se hizo una exclusión política a ese mundo popular, a fines de los 80 y principios de los 90. Y eso termina con una revuelta, con estallidos que vienen de la Revolución Pingüina hasta ahora y que van declinando la estabilidad del sistema político”, opina en esta entrevista, donde analiza el momento político previo a que Boric asuma el gobierno en marzo de este año.
- Empecemos por lo más reciente. Lo que pasó en la Convención Constitucional con el Frente Amplio y su intento por ganar la Mesa Directiva, al comienzo, sin ceder ese espacio a independientes. Hay como un leitmotiv en las críticas por la desconexión del conglomerado con el momento político ¿Como lo ve usted? ¿Es un problema de fondo? ¿Es algo que puede corregirse cuando asuman el gobierno?
- Creo que en las elecciones presidenciales en segunda vuelta, a mi criterio, ocurrió una importante incorporación electoral de un sector que no estaba siendo convocado por la primera vuelta ni por las fuerzas políticas tradicionales. Eso es claro y es un sector que no sé moviliza desde el campo político formal. Eso fue clave para un triunfo de Gabriel Boric. Son sectores que vienen desde afuera o más allá de los márgenes tradicionales de convocatoria del Frente Amplio.
Lo que vemos días después de las presidenciales, en la elección de la presidencia de la Convención Constitucional, es un Frente Amplio que pareciera no haber tomado nota de eso y que intenta gobernar la Convención formalmente, más allá de la fuerza que ejerce de facto, digamos, y no abre espacios reales de conversación, de apertura, de compartir el traspaso institucional con este tipo de sectores, que están representados en la Convención por otros colectivos de convencionales, que no eran ni del Frente Amplio ni del Colectivo Socialista, sino que más se relaciona con los espacios que se articularon alrededor de la candidatura de [María Elisa] Quinteros, como Movimientos Sociales, la Coordinadora Constituyente Popular, etc. Esos espacios son los que llevan estas otras voces y que tuvieron que abrirse camino ellos solos.
"Hay una necesidad de empujar los cambios con la gente. No sólo con las estructuras políticas del Frente Amplio y la ex Nueva Mayoría".
De hecho, cuando se genera la presión para que ellos bajen sus candidaturas y cerrar un acuerdo por arriba, y ellos, los independientes, no lo hacen, en mi lectura no es que hayan estado haciendo una negociación electoral, sino sostener la necesidad de que otros actores forman parte de esos espacios, lo que no siempre termina siendo la variable de ajuste de acuerdos de gobernabilidad en la Convención.
Efectivamente -también lo he planteado en otros espacios- uno se hace la pregunta, a partir de este tipo de señales, cuánta apertura va a tener el nuevo gobierno, o cuándo va a comprender que para llevar adelante un proceso de transformaciones tiene que buscar con todo ese mundo popular chileno que está siendo hoy en día procesado por las alternativas al sistema político tradicional.
Hoy creo que es imposible llevar un proceso de cambios sin esa gente, más cuando vamos a tener un Congreso que no va a ser favorable al gobierno de Boric y con una coyuntura económica desfavorable. Hay una necesidad de empujar los cambios con la gente. No sólo con las estructuras políticas del Frente Amplio y la ex Nueva Mayoría.
-¿Qué pasa cuando una fuerza política como el FA se transforma en oficialismo por primera vez?
- He planteado que la clave es la participación. Si este es un gobierno que se abre a procesos participativos y trabaja con la gente, junto a la gente, y se pone al servicio de conglomerados cada vez más amplio, mayoritarios, es posible que incluso pueda sortear escenarios adversos.
En cambio, si sólo se apoyan en una línea institucionaliza, que es lo que ha mostrado hasta ahora el Frente Amplio, entonces puede haber problemas, les puede costar más llevar adelante el proceso de cambios, que, por lo demás, no es un proceso abstracto, responde a demandas concretas que muchos sectores de la sociedad han planteado, y que hoy día tienen respecto de este nuevo oficialismo, del gobierno de Boric. Es una expectativa muy alta y hay que cumplirla.
"Hay muchos sectores que apoyaron la elección presidencial no siendo parte del entorno de Apruebo Dignidad, y queriendo serlo, quienes miran con preocupación este proceso, en particular la incorporación de lo que fueron esferas de poder de la Concertación".
Creo que tienen que abrirse a un proceso participativo donde trabajen con la gente, con sus ritmos, ver cómo se hacen las cosas, se comparten los problemas y no se convierte sólo en un problema del gobierno, sino que en un problema de la sociedad movilizada. Ese es el dato clave, respecto a cuánta fortuna va a tener el próximo gobierno. En definitiva, que se comporten menos como el oficialismo y más como un gobierno con la gente.
- Se ha hablado respecto de la dificultad que ha tenido el presidente electo y su equipo para conformar un nuevo gabinete y otros equipos. Habría personas que no estarían dispuestas a entrar en el gobierno ahora hasta ver que se afiance ¿Cómo cree que va a ser este proceso considerando también que los rostros y líderes más conocidos del Frente Amplio están en la Convención?
- Es un tema muy relevante que va a comunicarle a la sociedad un tono, una orientación. La forma en cómo se constituya el próximo gabinete tiene un valor simbólico muy fuerte, no sólo por la gestión, sino por el mensaje que comunica desde un principio.
Creo, por lo que escuchado y he visto, que hay muchos sectores que apoyaron la elección presidencial no siendo parte del entorno de Apruebo Dignidad, y queriendo serlo, quienes miran con preocupación este proceso, en particular la incorporación de lo que fueron esferas de poder de la Concertación. Sectores que son identificados, con justa razón, como quienes gestionaron el modelo neoliberal, sus desigualdades, y que le dieron gobernabilidad. Eso es justo lo que mucha gente no quiere ver, ese tipo de gente instalada en el gobierno de Gabriel Boric.
Creo que es mejor equivocarse por inexperiencia que por una mala orientación política, respecto de este tema.
- Me da la impresión que hay tensión al interior de Apruebo Dignidad y del FA respecto de la interpretación de la victoria de la segunda vuelta, porque mientras unos dicen que Boric ganó trasladándose al centro político, otros dicen que no, que tiene que ver con haber convocado a otros que no votan habitualmente, a un sector más anti José Antonio Kast ¿Cree que esa tensión va a seguir existiendo?
- Ahí hay un tema de lectura que es muy importante que el gobierno afine. Ni la moderación ni el giro al centro, creo que nunca fueron la idea. El problema era cómo se podía ensamblar el discurso y la acción de esta nueva fuerza de gobierno con el tipo de demandas que establecen sectores mayoritarios de la sociedad, que quieren y requieren cambios, y que no están organizando o comprendiendo esos cambios en función de la dualidad izquierda-derecha.
"A mi nunca me pareció satisfactorio como marco de análisis esa idea de irse o no al centro. Más bien había que aliarse con esos sectores hacia abajo, que salen a votar, por ejemplo, el papel que tuvieron en las elecciones las mujeres jóvenes".
Entonces, la idea no es irse al centro o girar a la derecha para tener más estabilidad. Esto tiene que ver más con un eje vertical que horizontal, más hacia abajo. A mi nunca me pareció satisfactorio como marco de análisis esa idea de irse o no al centro. Más bien había que aliarse con esos sectores hacia abajo, que salen a votar. Por ejemplo, el papel que tuvieron en las elecciones las mujeres jóvenes. Creo que esa gente no está pidiendo moderación, ellas salen a votar porque vieron en Kast una lógica perversa, abyecta, respecto a las mujeres, de la diversidad sexual, etcétera.
Esa gente quiere ciertas garantías, ciertos procesos de cambios visibles respecto a sus tareas en la sociedad, sus roles, su reconocimiento. Y eso no se resuelve yendo al centro. Se resuelve con medidas concretas que enganchen, que movilicen y articulen a los sentidos que están constituidos en esos sectores.
Si el gobierno no se abre a ese tipo de demandas y sensibilidades instaladas en la sociedad, que no son de un conglomerado político, pero que están en gran parte de la sociedad, ahí podríamos tener una reproducción de esta especie de elitismo, que se da en algunos dirigentes del Frente Amplio, y que tiene que ver con preferir tomar en cuenta sólo a otros segmentos de las elites, en vez de a estos sectores populares de la sociedad chilena actual, que son distintos a los sectores populares con los que tradicionalmente lidia la izquierda.
Creo que el posible vicio elitista tiene que ver principalmente con eso; ¿a quienes escuchamos más? ¿con quienes dialogamos? ¿con la élite política? ¿con el sector empresarial o estos sectores sociales? Estos creo yo que son los que se movilizan, los que impidieron el triunfo de Kast y permitieron el escenario en el que estamos. Y esos sectores tienen voces. Que se les cierre el paso a esos sectores en la Convención es expresivo.
He escuchado a convencionales decir "oye, yo soy una dueña de casa" ¿Por que está el relato que tienen que ser los expertos, los que tengan posgrado o de ciertas universidades los únicos autorizados para tener cargos importantes en la Convención? ¿Por qué no puede haber una dueña de casa? Creo que es importante que una dueña de casa esté en espacios directivos en la Convención, que esa manera de entender la vida tiene que estar presente ahí, su información, su experiencia vital. También son fundamentales los abogados, constitucionalistas, con currículum, pero el primero no está presente o suficientemente claro su papel, creo.
- ¿Cómo se pueden hacer escuchar estos sectores sociales? Porque uno podría pensar que tuvieron cierta aparición a través de la Lista del Pueblo, pero ahora ese sector está más disperso, perdió fuerza.
- Lo que hemos visto responde a dos cuestiones. Por un lado la negativa de los sectores tradicionales de élite a darle espacios a sectores populares. Y en segundo lugar, y no menos importante, a una importante incapacidad política de estos sectores para constituirse en una alternativa. Eso es un hecho, está claro, por más que uno se sienta parte de ese mundo y entienda desde donde miran la realidad. Es un hecho que estos grupos tienen una tarea pendiente que es muy grande, que es constituirse en alternativa política, no solamente como alternativa de respuesta, con capacidad de objeción y crítica, sino también con capacidad de respuesta. Por ejemplo, que tengan en el proceso constituyente contenidos relevantes, y creo que en eso están.
"Creo que no hay que esconder que todavía los sectores populares, ciudadanos, están en constitución, que no han logrado producir alternativas claras, pero están en ese proceso. Y el proceso constituyente los pilla un poco a contramano, sin estar tan constituidos ".
Ahora, ese es un proceso lento y son espacios que están siendo presionados, por la lucha política, a madurar de manera acelerada. Y están poniendo a prueba la voluntad de los otros, que tiene que optar por seguir bloqueándolos o abrirse a entenderse con ellos. Probablemente ellos no van a hablar del modo tradicional en que hablan los políticos, ni como las élites académicas y de otros espacios, pero sus palabras son tan legítimas, relevantes, complejas e inteligentes, elaboradas y profundas como las otras. En definitiva, la aparición de estos sectores en la política actual también presiona los modos que han sido tradicionales de la política chilena.
Creo que no hay que esconder que todavía son sectores en constitución, que no han logrado producir alternativas claras, pero están en ese proceso. Y el proceso constituyente los pilla un poco a contramano, sin estar tan constituidos y actuando en escenarios políticos actuales mientras se van formando.
No hay, creo yo, otra alternativa, más que esos sectores se constituyan como actores de la esfera política actual. No hay posibilidad de ninguna acción política que los exima de esa necesidad. A mí modo de ver, porque no va a haber un proceso de transformación, de superación del neoliberalismo, de superar el régimen actual, si no se incorporan orgánicamente a estos segmentos a la lucha política, a la esfera de la acción política pública.
Hace poco escribí que de lo que se trata es de transformar la democracia, no profundizarla. Hay que modificarla, porque la democracia de los deudores, de los millones de endeudados, todavía no se ha inventado. La democracia actual no permite la participación de esos sectores. No es la democracia de quienes fueron producidos y pauperizados a la vez por el modelo. Creo que son los sectores que protagonizaron la revuelta, el plebiscito y que salieron a votar en segunda vuelta, y que no salieron en la primera vuelta. Esta es una necesidad histórica y tiene que ver con la apertura de un nuevo ciclo histórico. Si vamos a hablar de este nuevo ciclo, tiene que ser incorporando de manera democrática, organizada, a esos sectores que hoy no están presentes en la política.
- ¿Qué pasa si eso falla?¿Qué cree que puede pasar si las élites políticas o la clase política impide el despliegue de estos sectores populares en la democracia, impiden que entren a la política? ¿Puede haber otro estallido o alguna crisis parecida?
- Creo que lo que puede pasar -y es una de los grandes peligros de este momento que podemos llamar una segunda transición- es que se repita lo que pasó en la primera transmisión, que fue cuando se hizo una exclusión política a ese mundo popular, a fines de los 80 y principios de los 90. Y eso termina con una revuelta, con estallidos que vienen de la Revolución Pingüina hasta ahora y que van declinando la estabilidad del sistema político.
"Uno no puede decir si va haber o no un estallido, lo que está claro es que puede haber un cierre por arriba, para pactar estabilidad y si ese pacto no tiene una línea transformadora clara, va a producir un malestar de la gente que se movilizó para reclamar la superación del modelo actual".
Claro, uno no tiene una bola de cristal para decir que va haber o no un estallido, lo que está claro es que puede haber un cierre por arriba, para pactar estabilidad y si ese pacto no tiene una línea transformadora clara va a producir un malestar de la gente que se movilizó para reclamar la superación del modelo actual. Ya hay un nivel de insatisfacción de inicio. Y creo que eso es peligroso para construir un orden democrático duradero.
- ¿Cómo ve a la derecha en este escenario? Muchos hablan de una derecha derrotada, que cuando opta por Kast renuncia al camino que trazó antes de separarse de la dictadura, pero igual ganaron en primera vuelta. Y tienen fuerza en el próximo Congreso, y haberse sentido derrotados podría provocarles unirse más, compactarse.
- Es que el análisis de la derecha puede ser múltiple. No es simple. Por un lado, hay una crisis en la derecha, al tener que ordenarse detrás de Kast ya estaban expresando una crisis, porque Kast no representa el alma de lo que fue la derecha chilena que se constituyó desde los 90 en adelante. Kast representa una anterioridad a esa derecha, que se impone con la crisis de la derecha, y aquí [Sebastián] Piñera tiene un rol importante en la crisis de la derecha. Que la derecha se haya tenido que poner detrás de Kast, con un proyecto que no aspira a gobernar el país, con un proyecto de desarrollo poco nítido, expresa que los sectores que habían tenido más voluntad de un proyecto histórico en la derecha política no pudieron articularse ni tener fuerza y no tuvieron más opción que ponerse tras esta alternativa extrema.
Y no los representa tampoco porque hay una crisis general del modelo neoliberal que no encuentra en la derecha ninguna capacidad de proponer una salida. Frente a la crisis del neoliberalismo, la derecha no propone otra salida que no sea más neoliberalismo. Y claramente el neoliberalismo no genera ni los márgenes de rentabilidad que se supone que entregaba ni genera integración ni paz social como en algún momento pretendieron.
Entonces, hay una crisis evidente que se expresa en la falta de imaginación de la derecha, justamente Kast expresa esa falta de imaginación, que frente al problema se ofrezca una corrección que lo que hace es profundizar más en el problema.
"La derecha aún en esa crisis, como demostró Kast en primera vuelta, tiene capacidad de producir mensajes que enganchan con la insatisfacción de muchos sectores populares. Y tiene una convocatoria en sectores populares que no es menor".
Como tercer punto, hay que tener cuidado en asociar la crisis de lo que uno podría llamar la derecha política, que han participado por años de la política formal, con una crisis de la oligarquía, que está parada. Los grandes grupos empresariales en Chile no sólo tienen poder económicos, sino capacidades sociales tienen espacios intelectuales, culturales, a través de centros de estudios, fundaciones, universidades, etcétera. Son espacios relevantes.
Y lo otro es que la derecha aún en esa crisis, como demostró Kast en primera vuelta, tiene capacidad de producir mensajes que enganchan con la insatisfacción de muchos sectores populares. Y tiene una convocatoria en sectores populares que no es menor. Hay sectores que aún escuchan a una derecha que tuvo una vocación popular, al menos un sector de la derecha desarrolló una vocación popular y no hay que desconocerla. Ese tema se mantiene abierto. No hay que pensar que ese sector vaya por completo a abandonar a la derecha y apoyar al Frente Amplio, ese es un sector en disputa ahora.
Hay que tener mucho sentido de responsabilidad y acudir a esos sectores, conversar con ellos y no verlos como votos derecha irremediables, porque yo creo que lo que expresan esos sectores también es la propia crisis del modelo.
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