Cambio Constitución

Tras la victoria del No en el plebiscito del 5 de octubre de 1988, Augusto Pinochet advirtió impasible: “Los chilenos votaron que yo no siguiera, pero de ningún modo por un cambio de la Constitución. ¡No habrá cambios constitucionales!”.

El PC aún no determina si irá con todo por la presidencia, puesto que de momento no tendría los votos. En este caso, el FA podría ser determinante en apoyar a Cristina Dorador o Rosa Catrileo. Esto mientras la ex Concertación suma apoyos de la derecha.

La violencia de credo y la perspectiva de género eran materias importantes para Renovación Nacional, pero en el trabajo del reglamento de la Constituyente los gremialistas habrían excluido las iniciativas de sus compañeros de pacto. La derecha en el organismo ha tenido dos almas, las cuales con el paso del tiempo van acrecentando su distancia.

A dos meses de instalada la Convención Constitucional, la presidenta del organismo repasa en entrevista con INTERFERENCIA varios de los logros, conflictos y desafíos del organismo. Entre otras cosas, destaca el poder de deliberación y transversalidad del pleno, las aprehensiones en el poder constituido respecto de los cambios que pueda haber y la falta de un llamado del gobierno a detener los ataques racistas.

Se concretó el divorcio definitivo entre La Lista de Pueblo y los Convencionales del Pueblo. En paralelo, estos últimos iniciaron una coordinación con Movimientos Sociales Constituyentes, para levantar una agenda común en materia medioambiental.

Este representante del mundo evangélico es uno de los 15 de Vamos por Chile que propuso un diálogo con los pueblos indígenas. Pese a esto, mantiene sus críticas a Elisa Loncon, a quien acusa de estar “ideologizada” al no haber apoyado que la bandera cristiana fuera parte de la instalación de emblemas que se hizo en el edificio del ex Congreso el pasado 4 de agosto.

La derecha buscaba que el órgano fuera un poder derivado del artículo 15 de la Constitución de 1980, sin embargo, la mayoría de los sectores de la Subcomisión de Estructura se opusieron a esto y declararon que la Convención es una “asamblea representativa, paritaria y plurinacional, de carácter autónomo”.

Marcos Barraza dijo a INTERFERENCIA que no confía en el grupo de derecha que se ha declarado dialogante. Mientras que por el lado de su sector, cree que el pacto Apruebo Dignidad debe profundizar su perspectiva antineoliberal, además de crear mayorías con otras fuerzas transformadoras como la Lista del Pueblo y Movimientos Sociales Constituyentes.

El Partido Comunista y el Frente Amplio buscan dejar atrás los problemas, por lo que repasarán las situaciones que los enfrentaron para así intentar comenzar de nuevo con la articulación dentro del órgano constituyente.

Es la segunda mujer que sale de este colectivo desde que partió la Convención. Entre sus razones, señala que no quiere sacrificar su independencia y que sentía que en ocasiones su postura no representaba a la organización.

Hasta el momento se ven ocho colectivos estables al interior del organismo y un grupo de ‘solitarios’ que podrían articularse de forma obligada. Las relaciones son dinámicas entre gran parte de estos sectores, aunque en la izquierda la Vocería de los Pueblos se convierte en un espacio de diálogo más estable.

Mientras Daniel Jadue y Gabriel Boric endurecen el choque en la carrera presidencial, los constituyentes de ambos bloques han venido mostrando lo suyo. Primero marcharon separados para la instalación, luego fue la elección de presidencia de la mesa y ahora borradores independientes para el reglamento.

Renunció Francisco Encina pero el gobierno lo reemplazó por una endeudada Catalina Parot. Provoste prestó el Senado y sumó puntos de cara a su eventual campaña presidencial, pero también presentó problemas técnicos. Los convencionales avanzaron en la ampliación de la mesa, la cual busca integrar a más sectores políticos.

El Ejecutivo ha provocado molestias a los constituyentes. Primero el decreto de instalación, luego las cuestionables licitaciones de servicios de funcionamiento, el choque con los pueblos indígenas y ahora la falta de condiciones para sesionar. Los convencionales piden la salida del organizador Francisco Encina y su jefe, el ministro Juan José Ossa.

En un día histórico pasan muchas cosas y algunas se olvidan si no se cuentan. Patricia Politzer y Natividad Llanquileo fueron protagonistas, pero la Vocería de los Pueblos, la Lista del Pueblo, el Colectivo Socialista y el Partido Comunista, aportaron con situaciones que marcaron el momento político del 4 de julio de 2021.

La mujer lingüista del Pueblo Mapuche obtuvo 96 votos y fue escogida como la primera presidenta de la Convención Constituyente. Sus palabras al asumir el cargo pasarán a la historia.

Son 15 constituyentes, entre independientes y militantes del Partido Socialista, quienes se organizaron en este grupo con la intención de incidir en la agenda de la Convención. Baradit es uno de ellos y niega que este sector responda a los lineamientos de la colectividad presidida por Álvaro Elizalde.

Es parte de los constituyentes mapuche y de la Vocería de los Pueblos. Su perfil de mujer, de región, independiente y de pueblo indígena, encamina a esta lingüista hacia la testera del organismo que redactará la nueva Constitución.

Son los grupos con más fuerza dentro de la instancia. Si bien aún no definen los nombres, hay ideas sobre los criterios que deberían tener los cargos, los cuales proyectan que la Convención podría ser dirigida por una mujer, de regiones y perteneciente a pueblos originarios.

¿Llegó el momento de un sistema parlamentario o semipresidencial? El cientista político Eduardo Alemán dice que la respuesta a las demandas ciudadanas no tiene que ver con la forma de gobierno, pero sí formas que garanticen la respuesta del estado a las necesidades de la población.

El presidente Piñera salió a blindar la constitución vigente diciendo que ninguna carta magna “parte de cero”. Los partidos de oposición, en tanto, destacaron a los manifestantes como los triunfadores de la jornada. Pero los protagonistas de las protestas, pese a aprobar en el plebiscito, miran con desconfianza a la institucionalidad y señalan que no soltarán las calles.