Es junio del año 2011, luego de tres meses de movilizaciones estudiantiles, durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, cuando los dirigentes estudiantiles agrupados en la Confech, fijan y afinan su Petitorio, el que rápidamente se sintetizó en dos frases: “educación pública gratuita y de calidad” y “no al lucro”.
“Construir un proyecto de educación garantizado constitucionalmente como un derecho social universal en todos sus niveles, fundado en un sistema de educación pública, democrática, pluralista, gratuita y de calidad, orientado a la producción de conocimiento para un desarrollo integral e igualitario y a la satisfacción de las necesidades de Chile y de sus pueblos”, dice el objetivo central del petitorio.
En tanto, los objetivos inmediatos son: “frenar la reforma privatizadora del gobierno en materia educativa y posicionar las demandas transversales: educación gratuita, fin al lucro, democratización, fin al endeudamiento y al autofinanciamiento y acceso equitativo”.
Con este gesto se definió el carácter de las protestas estudiantiles de ese año y esa demanda resumió la naturaleza política de esa generación.
"Creo que uno de los problemas de focalizar las políticas sociales ha sido la segregación. Y ese es el gran costo y la gran trampa que esconde la focalización de los recursos", Giorgio Jackson en 2013.
“En los países más desarrollados, la educación no nace de la gratuidad sino que la financia el Estado. Si esos $400 mil pesos que hoy cuesta la educación privada las pagaras en impuestos se hace la diferencia. Porque finalmente tú no vas a recurrir a esos recursos para irte de vacaciones. Lo que se produce es una integración social y no vas a tener a todos los hijos de los ricos juntos, a todos los hijos de la clase media juntos y a todos los hijos de los obreros y campesinos juntos. Eso es lo que necesitamos para que no hayan los conflictos sociales que hoy tenemos”, dijo Giorgio Jackson el 3 de julio de 2011, en su primera aparición en el programa Tolerancia Cero mientras era presidente de la FEUC.
La elite no demoró en retrucar que la solicitud de gratuidad-universalidad era regresiva, pues financiaba con dinero estatal a estudiantes de altos ingresos, lo que fue objeto de una profusa campaña en los medios. Ante esto, dos años después, el propio Jackson, en el mismo segmento televisivo, aunque esta vez como presidente de Revolución Democrática, respondió que eso se solucionaba a través de una reforma tributaria que haría pagar más a los universitarios más exitosos, componiendo un círculo virtuoso:
“Yo creo que los ricos son sujetos de igual derecho que los pobres, yo no creo en esa distinción. Y creo que uno de los problemas de focalizar las políticas sociales ha sido la segregación. Y ese es el gran costo y la gran trampa que esconde la focalización de los recursos, sobre todo en materia como educación y salud. Entonces hay un tema de fondo que no tiene que ver con cómo se distribuyen. Yo creo que si es que un rico paga muchos impuestos también tenemos que asegurar que tenga condiciones dignas, y que el rico pueda ir con el pobre a la misma escuela a mí me parece que tiene un valor republicano, democrático y por supuesto de integración que no lo estamos viendo”.
Diez años después, estas ideas eclosionaron en el Frente Amplio como uno de sus principios de la oferta política al país, desarrollando una fuerte crítica a la contracara del universalismo: la focalización de las políticas sociales.
Probablemente quién más desarrolló esta idea fue Claudia Sanhueza. En una columna publicada en agosto de 2013 en La Tercera titulada Focalización: un atentado contra la igualdad la economista planteó que “se dice del gasto social que está ‘focalizado’ cuando sus beneficiarios son sólo quienes no pueden acceder por su cuenta a la prestación respectiva. La idea detrás de la focalización del gasto social es que si el gasto social tiene por finalidad mejorar a quienes están peor situados, es irracional beneficiar a los más ricos [...] Aunque las cosas han cambiado algo desde 2011, todavía puede decirse que hay un relativo consenso entre los expertos respecto de la superioridad del principio de focalización frente al principio universalista”.
Tras ello, la especialista argumentó en favor de la universalización que “los niveles de igualdad son más altos en las sociedades que implementan políticas universalistas que los que focalizan el gasto social (países escandinavos). El tema es que hay una relación entre las preferencias por el universalismo y otras medidas, como los altos impuestos progresivos. Por lo tanto, la redistribución de las transferencias universales más que se compensa con la redistribución de los impuestos”.
Críticas que iban al corazón de las políticas públicas de los denominados “30 años”, en momentos en que "el principio de focalización" ha sido aceptado en el país sin discusión alguna desde la década de los ochenta, y se ha generalizado a todo el gasto social: que debe dirigirse sólo a la población más vulnerable, dejando que los ricos compren en el mercado servicios en materia de educación o salud. “El principio opuesto es el principio universal, mediante el cual el gasto público debe beneficiar a todos, ricos y pobres”, explica Sanhueza.
“Es muy importante que gastos permanentes se financien con ingresos permanentes, porque sino al final es vender humo y la gente lo que menos quiere es que se creen expectativas que al final no se pueden cumplir. Nuestra propuesta es de $250.000, pero depende de que la reforma tributaria que estamos proponiendo", Gabriel Boric en 2021.
De tal modo, no era de extrañar que a la hora de armar el programa de Gabriel Boric, el universalismo fuera un principio rector en materia económica. Más todavía con la pandemia, en la cual las políticas de focalización resultaron ineficaces para llegar con las ayudas a quienes las necesitan, siendo el IFE (ingreso familiar de emergencia) universal (o casi) el que mejor resultados entregó, el que hasta octubre había sido percibido por 8.319.146 de hogares, lo que es el 96,4% de los que están en el Registro Social de Hogares.
Esto era inconmovible hasta hace un par de días, luego del ingreso al equipo económico de Boric de nombres como Andrea Repetto, Eduardo Engel, Ricardo Ffrench-Davis, Roberto Zahler, Felipe González y Stephany Griffith-Jones, quienes llegaron a moderar las expectativas sociales de la candidatura, ante un escenario económico futuro que consideran incierto, por lo que encontraron aconsejable dar garantías a quienes sostienen agendas de inversión y crecimiento, conviniendo moderar el incremento de la carga tributaria en los próximos cuatro años de 6% del PIB a 5%, para tratar de llegar en ocho años al 8%.
Ante expectativas de menor ingreso fiscal, había que hacer recortes, y el resultado de eso fue pasar de una pensión básica universal de $250.000 pesos a una enfocada en el 40% más pobre. Asimismo, en vez de entregar un nuevo IFE universal -tras el Acuerdo de Implementación Programática con los equipos económicos de Marco Enríquez-Ominami y Yasna Provoste- se plantearon medidas como un IFE laboral enfocado en las mujeres, a la vez que se buscará fortalecer el subsidio al empleo femenino (Bono al Trabajo de la Mujer) y también al Subsidio al Empleo Joven (SEJ).
“Es muy importante que gastos permanentes se financien con ingresos permanentes, porque sino al final es vender humo y la gente lo que menos quiere es que se creen expectativas que al final no se pueden cumplir. Nuestra propuesta es de $250.000, pero depende de que la reforma tributaria que estamos proponiendo -donde recibimos las propuestas de nuestros equipos económicos que trabajaron en conjunto con los de Marco Enríquez-Ominami y Yasna Provoste- pueda efectivamente empezar a recaudar”, dijo Boric recientemente en el programa Candidato llegó tu hora de TVN.
“Hoy recibimos una propuesta de nuestro Consejo Asesor Académico en materias económicas que una de las cosas que nos plantea como muy importante es que en particular en el primer año tenemos que ser muy responsables con el gasto fiscal, porque hay un sobrecalentamiento en la economía donde la productividad no ha estado al nivel del consumo interno y por lo tanto tenemos que poder atemperarla para que no tenga efectos negativos”, agregó el candidato.
¿Un renuncio, un vórtex de pragmatismo o simple gradualismo?
INTERFERENCIA tuvo la ocasión de consultar a Claudia Sanhueza respecto de las modificaciones al programa, si es que había ahí una reorientación de los principios del conglomerado en materia de políticas sociales.
“No hemos abandonado el horizonte de la universalidad de los derechos sociales. El Acuerdo de Implementación Programática contempla un camino para hacer viable las reformas que hemos propuesto, pero se mantiene en nuestro programa el objetivo de asegurar una pensión básica universal. La misma lógica se encuentra a lo largo de todo nuestro programa, como sucede con la propuesta de Sistema Único de Salud y el objetivo de llegar a la gratuidad universal en la educación”, respondió.
Además, varios economistas de la plaza, ajenos a la candidatura de Gabriel Boric, reafirman la idea de que esta candidatura no se ha cambiado del eje universalista en la inspiración de las políticas públicas, lo que incluye a las nuevas incorporaciones, que no son particularmente afectas a la focalización. Esto, pese a que provienen del mundo de la ex Concertación, el cual -en términos prácticos, gustándole o no- fue fiel ejecutor de las políticas de focalización durante sus gobiernos.
“No hemos abandonado el horizonte de la universalidad de los derechos sociales. El Acuerdo de Implementación Programática contempla un camino para hacer viable las reformas que hemos propuesto, pero se mantiene en nuestro programa el objetivo de asegurar una pensión básica universal", Claudia Sanhueza en 2021.
“No creo que haya un tránsito hacia la focalización. Lo que debe pasar es un shock de realismo enfrentado al escenario económico 2022 - 2023, que obligará a moderar ambiciones, y en esa coyuntura privilegiar apoyos a mujeres y jóvenes, en tanto se logran cambios tributarios y mayor espacio fiscal”, dice un economista del mundo progresista, ajeno a la campaña de Boric, quien pidió reserva de su nombre para hablar con libertad.
Por su parte, un economista jefe de un banco, opina que el programa de Boric “más que cambios relevantes en sus aspectos clave, introduce gradualidad. En mi visión entonces sigue siendo un programa que compromete el crecimiento de largo plazo de la economía, sin incentivos para nuevas inversiones. Veo que están más bien buscando viabilidad fiscal en el corto plazo”.
Otro economista que ha estado en el sector público durante el gobierno de Michelle Bachelet, opina que en el programa original de Boric, “los ingresos y gastos no conversan, por lo que los economistas que entraron están empujando a que calcen”. Respecto de las medidas de focalización, el economista opina que responden a un “realismo que se impone a la adolescencia maximalista”. El profesional no tiene claro si el asunto da para un cambio en los principios de los economistas que acompañan a Boric, pero “sí da para reconocer que no hay dinero y que no tienen mayoría en el Senado”.
El primer economista entrevistado, por su parte, opina que la universalización podría dar pasos significativos en materias de pensiones y salud, en tanto se consigan algunos apoyos en el Congreso, pero -y en esto coincide con sus colegas- “el verdadero debate universalismo-focalización se dará en la cancha y no en los discursos, y sabemos que la cancha estará bien empinada ‘gracias' a la primera línea que saqueó locales de pymes, incendió otros y se dio varios lujitos que nos han costado caro: un Congreso empatado”.
Comentarios
Ya basta de darse vuelta la
Podrían haberlo publicado el
Si las grandes empresas y
Del dicho al hecho hay mucho
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