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Viernes, 18 de Julio de 2025
[La columna de Yasna Lewin]

La Constitución de los designados

Yasna Lewin

“Nada se ha dicho sobre el peor de los cerrojos: la mitad más uno del comité de admisibilidad, designado a dedo por el Congreso, tendrá mayor peso que los 3/5 de los consejeros constituyentes elegidos en las urnas”. 

El concepto diplomático “in statu quo ante bellum” se utiliza para suspender las conflagraciones y restablecer la paz, dejando las cosas "como eran antes de la guerra"; permite propiciar la retirada de las tropas y recuperar la situación de poder y liderazgo previa al conflicto. Es lo que sucedió el lunes con el “Acuerdo por Chile” para continuar el proceso constituyente, retomando la antigua manera de hacer las cosas y el orden que reinaba antes del estallido social de 2019. El acuerdo trae grandes certezas pero ninguna garantía de estabilidad ni de éxito, porque fue justamente ese orden de poder previo al estallido el que causó la crisis política y social.

Tal como está concebida esta nueva etapa del proceso constituyente, las posibilidades de alcanzar un verdadero pacto social dependen exclusivamente de la voluntad del sector que domina el Congreso, la derecha ampliada a sus nuevos aliados, lo que reduce al mínimo los incentivos de cambio. Nadie que ocupa posiciones ventajosas querrá modificar ese status quo.

Es bastante contundente la lista de cerrojos a la libre deliberación democrática en el nuevo proceso, desde la sobre representación de regiones menos pobladas en el consejo elegido con el sistema de circunscripciones; pasando por expertos designados con incidencia desmedida; hasta llegar a los doce bordes, cuya vaguedad permite interpretaciones arbitrarias. Pero hasta ahí las restricciones pueden considerarse razonables, porque los quorum supra mayoritarios de 3/5 garantizan el consentimiento de las minorías.  Por lo demás, existe experiencia comparada con similares mecanismos  de participación de expertos y de legisladores en procesos constituyentes de diversas democracias respetables.

El verdadero candado autoritario ha pasado más o menos inadvertido y radica en el quorum del comité de admisibilidad. Esta suerte de Tribunal Constitucional del proceso, que vigilará la correcta aplicación de los doce principios acordados por los partidos políticos, decide por la mitad más uno de sus 14 integrantes y puede impugnar cualquiera de las normas aprobadas por los 3/5 del Consejo elegido, sin ninguna instancia de apelación. O sea, la mitad más uno del comité de admisibilidad designado a dedo,  tendrá mayor peso que los 3/5 de los consejeros constituyentes elegidos en las urnas. Más encima, para que intervenga este comité basta 1/5 de constituyentes elegidos; a penas diez.

Y aquí entra un segundo mecanismo antidemocrático del acuerdo al que tampoco se ha hecho referencia. Estos 14 censores constitucionales de las doce bases reproducirán de modo exacto la composición de fuerzas políticas del Congreso, porque serán designadas por el Senado a proposición de la Cámara de Diputados. ¿Qué tiene eso de antidemocrático si se trata de un Congreso elegido por el pueblo? Primero, que los parlamentarios fueron votados para legislar y, si bien poseen un poder constituyente derivado, resulta abusivo endosar esa derivación a terceros designados. Segundo, la correlación de fuerzas del Congreso fue distorsionada a espaldas de sus electores, cuando dos senadores y tres diputados elegidos en virtud de su militancia demócratacristiana dejaron de serlo para pactar con la derecha.  

De igual forma, un diputado elegido como independiente en lista radical mutó al “amarillismo” para sentarse con la derecha. Finalmente, 6 diputados del PDG, electos por su supuesta filiación de centro, se han convertido en un impredecible archipiélago de intereses individuales, predominantemente derechistas.   

El verdadero candado autoritario ha pasado más o menos inadvertido y radica en el quorum del comité de admisibilidad. Esta suerte de Tribunal Constitucional del proceso, que vigilará la correcta aplicación de los doce principios acordados por los partidos políticos, decide por la mitad más uno de sus 14 integrantes y puede impugnar cualquiera de las normas aprobadas por los 3/5 del Consejo elegido, sin ninguna instancia de apelación.

La consecuencia es que un Congreso que fue elegido para legislar con una ligera mayoría de centroizquierda se convirtió, sin mediar elecciones, en un doble poder legislativo y constituyente, con mayoría conservadora. Y el impacto de esto en la nueva propuesta constitucional puede ser dramático, porque nadie asegura su aprobación.

Huelga recordar que la distancia de la ciudadanía con la Convención Constitucional no tuvo nada que ver con la indiscutida participación democrática en su origen y en su metodología de trabajo; de hecho, nunca llegó al nivel de descrédito del actual Congreso. El pecado de la Convención fue exactamente el mismo que han cometido todas las instituciones democráticas en los último 32 años: encerrarse en su burbuja, sin atender a los vaivenes y vicisitudes de la ciudadanía.

El Acuerdo por Chile repite ese error, pero esta vez las consecuencias son de exclusiva responsabilidad de quienes impusieron sus condiciones, la derecha (amarillos incluidos), porque el estado de fragilidad del oficialismo le hizo imposible vencer la presión conservadora; máxime considerando que la opción de desahuciar las negociaciones imponía mayor incertidumbre a un gobierno extremadamente debilitado.

Así las cosas, esta vez es la derecha la responsable de conducir el proceso hacia su aprobación en el plebiscito de salida. Puede hacerlo si permite una Constitución genuinamente democrática, si no pretende restablecer el orden “in statu quo ante bellum”. O bien, puede repetir su historia autoritaria e imponer un maximalismo inverso al que tanto criticó; mientras espera sentada una versión institucional del estallido, que no será en las calles, sino en las urnas, mediante gobiernos populistas de ultraderecha que ofrezcan salidas a la vulnerabilidad social, a través del orden y la paz de los cementerios.

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Hola, gracias por el casi siempre buen trabajo

Todo el gasto y el esfuerzo realizado no arrojará ningún fruto en post del Estallido.Todo quedará como antes.Los cambios esperados caen de nuevo al tacho de la basura.Es una barbaridad que no tiene nombre..Negro futuro para los que amamos la libertad y la Equidad en esta vorágine actual para nosotros y las generaciones que vendrán….

Se agradece tanto cada columna de Yasna. Es increíble cómo el absurdo rechazo de la propuesta fue un incentivo para retomar el poder y control total de la política en el país, y además por quienes en su mayoría permanecieron silentes durante el proceso de la Convención, sólo aportaron recursos para falsas y estúpidas interpretaciones. Todo por volver a la "normalidad" del abuso, la injusticia y la desigualdad, al alero de una pseudodemocracia que no quiere irse. Por mi lado, me parece mucho más interesante saber qué sabores tenía la torta de cumpleaños de Jonathan, la longeva tortuga.

La derecha impuso sus condiciones y la pseudo izquierda las aceptó. Este contubernio nace muerto por su ilegitimidad. Lo que salga de este engendro Gatopardista va a tener a todos los medios de comunicación patronales y los partidos firmantes cacareando para que se apruebe en el plebiscito de salida, por tanto es lo más probables que lo consigan, pero solo postergaran la lucha por los cambios

No había mucho más que hacer después del brutal resultado del 4 de septiembre. A la izquierda le salió demasiado cara la borrachera constitucional.

Clara columna. Para variar, la derecha con su torpeza de siempre, no aprenden ni respetan procesos.

Esta es la realidad Solo agradecerle al 62% del pais que voto rechazo No pidan ahora lo que en las urnas no fueron capaces de defender

Estimada Yasna Levin, tengo la mejor impresión de usted como periodista, pero creo que este diario Interferencia no le hace bien, ni a usted ni al país. Perdieron la brújula hace rato y además tienen un comodín tonto, que cualquiera se da cuenta que es de Interferencia. Me da pena, mi pareja estaba suscrita pero después de tantas estupideces, quedamos en que ya no valía la pena.

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