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Viernes, 19 de Abril de 2024
Analista en industria televisiva

Luis Breull: “TVN tiene una corrupción estructural. No merece ser salvada, hay que refundarla”

Laura Landaeta
Marcos Sepúlveda

La noticia sobre la venta de su edificio patrimonial parece marcar el comienzo del fin de este proyecto de televisión pública sin identidad, que se mueve al ritmo del mercado, obedece a la clase política y suma años de fracaso económico.

Admision UDEC

“El fracaso del actual proyecto de televisión pública autónoma y autofinanciada de TVN comienza con el cepo político y editorial binominalizado, impuesto en 1992”. Con esta frase Luis Breull, experto en análisis de la industria televisiva, consultor de medios y académico de la Universidad Católica (hoy doctorando en Flacso, Buenos Aires), parte su descarnada evaluación de la crisis que hoy tiene a la estación en plan de venta de su principal activo: el edificio institucional de calle Bellavista.

Una venta que a todas luces parece ser también el comienzo de su fin, la crónica de una muerte anunciada que no sólo se inicia con una seguidilla de malas gestiones comerciales que, al día de hoy, tienen al canal sumido en una profunda debacle financiera; sino también con una serie de desaciertos editoriales, de lineamientos programáticos y de completa lejanía con los procesos sociales que ha vivido el país. Una evaluación que apunta también a su falta de identidad, a una profunda corrupción estructural y a su necesidad de autogestión comercial.

Según el estado financiero de TVN, tan solo en marzo los ingresos de actividades ordinarias de la estación ascendieron a 9.906 millones de pesos. Para generar estos ingresos, el canal gastó 11.178 millones, cerrando el mes con una pérdida de 1.268 millones de pesos. Alarmantes cifras que han sido pan de cada día desde hace años y que parecen no querer remontar pese a los esfuerzos.

Es por esta razón que, pese a que Adriana Delpiano, vicepresidenta del actual directorio de TVN, comentó a INTERFERENCIA que: “nosotros queremos arrendar el edificio y no venderlo”, en la práctica y, más allá de cómo termine esta transacción inmobiliaria, la suerte de la televisora parece estar echada.

Y es que, según señala Breull, “el desgaste de TVN comienza a derruirse en los primeros años de la década 2000, con la llegada de Pablo Pïñera el 2001 y, luego, Eugenio García el 2002. Este último como director de programación quería dejar como herencia una suerte de nueva historia de TVN, ser como un gurú que reorientara la identidad del canal para empatizar con el individualismo emergente en los chilenos volcados al consumo”.

“El relato de los años noventas, de la plaza de encuentro, del TVN que se reconoce en lo político-social y que mira a la calle, y a las personas, se termina porque García sostiene ante el directorio y los ejecutivos que los chilenos ya dejaron de lado la transición, se privatizaron y miran su casa, su cuenta corriente, su vida y su trabajo y por eso TVN debe dejar de ser esa plaza pública para convertirse en un mall televisivo”, agrega Breull.

Además, el canal estatal se transforma, gracias a la ley de 1992, en una estación que debe regirse por las normas del mercado para subsistir. Atrapado por un conflicto constante de intereses políticos entre partidarios de los gobiernos de turno y la oposición. Una trinchera editorial obligada a surgir vendiendo publicidad y apelando al frío rating, que olvida por completo la esencia de una televisión pública de calidad.

-¿Es entonces el mecanismo de autofinanciamiento impuesto en 1992 el principal responsable de esta debacle que vive hoy TVN?

-Es que una cosa fue el desgaste del canal y otra la estructura corporativa que se plasma a principios de los noventas con este autofinanciamiento y esta dependencia del Estado. Los gobiernos de turno nombran al presidente del directorio y sus seis miembros restantes son ratificados por el Senado, repartidos desde un inicio y hasta hoy entre el PPD, el PS, el PDC, la UDI, RN y un independiente de derecha.

Con ello, el directorio de TVN terminó siendo una estructura de cepo editorial, se actuaba por bloqueo. Y tenías una mitad del directorio que nunca creyó en los medios públicos, que era el sector de la derecha. Entonces su trabajo era frecuentemente de mucho celo, desconfianza y de bloqueo. Que se moderaran del canal, que fuese equilibrado; algo que se tradujo en medir y repartir por igual el tiempo en pantalla de los actores políticos. Ese fue un pacto que no molestó mucho en los 90, pero que se volvió patológico esta última década y que llevó a que, como los gobiernos de turno no podían incidir mucho en TVN, comenzara este proceso en el que el director ejecutivo tratara de afirmarse en su cargo con los votos de la oposición política al gobierno para frenar críticas y presiones oficialistas.

El canal vivió bloqueado editorialmente y además con unas pugnas políticas tremendas. Con la anomalía de desconfianzas políticas crecientes, sumado al desconocimiento que generalmente tenian y tienen estos personajes de la industria televisiva y de la esencia de la comunicación en un sentido profesional.

- Y, ¿cuándo comienza a pesar esta realidad?

-Es que como en los noventas la televisión seguía siendo el gran medio de comunicación, con grandes utilidades y sintonías, no se notaba tanto. Pero, con la crisis financiera de la industria esbozada a principios de la década pasada y acrecentada desde el 2014, vino también la evidencia de esta situación. Ese modelo terminó por evidenciar que era un engendro que a la larga el mercado iba a derrumbar.

-Navega bien en las aguas, pero la sentencia estaba...

-En el período de Pablo Piñera la línea editorial de TVN se comienza a reorientar sobre las premisas de Eugenio García, que había que ser creativamente más liviano y no tan centrado en los relatos de la transición, no más documentales densos, había que alivianar la pantalla, etc. Y ahí el canal pierde por completo la noción de un relato con sentido de lo público. Se desvanece en esta tesis de aparente nueva individuación del chileno, desvaneciendo su línea editorial y cuando van a echar a Pablo Piñera (que decidió renunciar antes, para no ser despedido), había también un enorme desgaste en el departamento de prensa.

Del éxito de la etapa de Jaime Moreno Laval (1996 al 2001), se pasa a un descenso complejo entre Gemma Contreras (2001-2003) y luego Verónica López (2003-2004). En ese período la línea editorial de TVN se desarma y cuesta volver a encontrar un sentido diferenciador con la competencia. No saben qué es ahora un canal público, qué significa en la práctica, algo que en los años noventas tenían mucho más claro. Por eso el nuevo eje del relato es solo ser exitosos conquistando audiencia y no tanto creando agenda e identidad.

-Claro, porque era el canal de la transición a la democracia...

-Exactamente, acompañó ese relato político de manera medianamente asertiva, pero en los años dos mil se quedó sin relato. Y comienza a perder su sentido. Crece el Mega, Chilevisión lidera la industria el 2011 y en TVN Daniel Fernández (director ejecutivo entre el 2004 e inicios del 2010) crea una estructura empresarial que le termina pesando mucho e impactando negativamente en las finanzas de TVN, reordena las gerencias y su nomenclatura, crea nuevos cargos ejecutivos y al final nos encontramos con un canal que tiene 40 puestos e responsabilidad alta o media.

Para colmo en enero del 2009 hacen un reality al que le fue pésimo, un reality millonario que se fue un absoluto fracaso, que duró tres semanas y que sólo echarlo a andar costaba 1.500 millones de pesos. Ahí Fernández responsabilizó de esto a las cabezas de área y no a los realizadores, por lo que despide a Pablo Ávila que era gerente de producción y a Vicente Sabatini, director de programación. La época de bonanza que se cosechó en los años anteriores comenzaría allí a hacerse agua en manos de la nueva camada de ejecutivos, que llegarían a TVN con altos sueldos y malas decisiones.

-Gastos desproporcionados que comenzaron a generar números rojos.

- En ese mismo año 2009 TVN trata de revertir el mal inicio de año con un severo plan de ajuste de pantalla y se vuelca a dar Pelotón en el prime casi todo el año y la teleserie ¿Dónde está Elisa? Se cancelan proyectos externos y eso causa un daño enorme a la industria del contenido nacional cultural y comunidad, lo que generan la quiebra de las productoras Nueva Imagen y Ross Films, que trabajaban surtiendo contenidos al canal. Y muchas otras. Hace agua, además, sobre cómo calar en la industria siendo un canal público. TVN comienza a girar solo sobre obtener rating a toda costa, manteniendo en lo posible los equilibrios políticos para que el directorio no molestara y tener formatos altamente rentables en audiencia y dinero. Y así se batieron desde entonces con un proyecto que nunca logró cuajar.

- ¿Es ahí cuando además llega a la dirección ejecutiva Mauro Valdés?

- Que venía de una minera, sin conocimiento de industria televisiva y sin entender que levantar un canal, es construir un relato. Y ya a esas alturas nunca más tuvieron un relato. Pero aún TVN se podía parar, porque tenía el área dramática que seguía haciendo teleseries exitosas, aunque ya no con el sello sociográfico e identitario de Sabatini, sino de comedias y dramedias de María Eugenia Rencoret…

-Pero dejaron ir a sus grandes baluartes lo que sin duda termino sepultando las pocas oportunidades que quedaban de debatir y hacer una televisión pública de calidad.

-En el período final de Fernández y Valdés las teleseries eran claves. En el conflicto permanente de Valdés con el Piñerismo más duro meten a Mikel Uriarte, que venía de Fonasa, un operador político UDI que llega con el encargo de sacarlo y le hace la vida imposible. Así, Uriarte se niega a aprobar el contrato de Rencoret y con ello termina de sepultar al canal.

Y luego viene la sucesiva debacle con Ricardo Solari, Carmen Gloria López y todos los demás ejecutivos y miembros del directorio que terminan por matar el canal y su proyecto público.

-Si uno analiza la realidad de TVN viendo el destino que han tenido los canales de TV pública en el último tiempo, acaso no fue su certificado de defunción el volverla una televisión competitiva y que se financia por el mercado a comienzos de los 90?

-Se logra un conceso al discutir y aprobar la nueva ley de TVN en 1991, a inicios de la transición, pero primero se analiza qué hacer con el canal heredado de la dictadura, altamente deficitario, que tenía una deuda gigantesca. Y el Gobierno de Patricio Aylwin, con Eugenio Tironi en la Secretaría de Comunicación y Cultura quien decía que la mejor política de comunicación para el gobierno era no tener una política de comunicación, es decir, que TVN no debía ser un problema para el Ejecutivo; toma esta decisión de pedir el primer salvataje para refundar la señal. Y en eso la gestión de Sebastián Piñera es clave desde el senado, porque propone que se le entreguen los recursos públicos al canal para saldar su deudas y así salvarlo, pero que se transforma en un canal público autónomo y autofinanciado.

-O sea, ¿es Sebastián Piñera quien dicta la sentencia de muerte del canal estatal?

- El modelo final de este TVN refundado a partir de 1992 se debe en lo político a Enrique Correa, pero el entonces senador Piñera fue un apoyo clave en la tramitación y diseño del modelo de financiamiento. Resulta curioso que Correa y Piñera terminen siendo los gestores del modelo que hoy hace agua. Un diseño que en ese momento defendió la Concertación y que terminó transformándose en un cepo editorial de equilibrios binominalizados, en una sociedad que hace décadas dejo de ser binominal y es de múltiples voces y tendencias.

No querían que TVN fuera un canal que alguien se llevara para la casa y de tanto abogar por eso, terminaron creando un canal que no representaba a nadie. Fue la anulación del discurso de independencia editorial. No podía ser un canal conflictivo en lo político, ni en lo social. No podía meterse en las crisis. Operó siempre con un celo muy fuerte del directorio.

- ¿Eso terminó por dejar fuera a los disidentes, compartiendo sólo intereses del duopolio político en pantalla?

-Claro, era tan perverso el diseño editorial en términos de negar la evolución de la opinión pública de la sociedad, que en las orientaciones programáticas estaba señalado que no podía ni subrepresentar, ni sobrerepresentar a grupos Y el gran indicador de presencia en pantalla era la votación para la elección del Congreso. Entonces, los partidos que tenían menos representación en el Congreso, o que derechamente no la tenían, prácticamente no podían participar de la pantalla. Ya a mediados de los años dos mil, cuando las agrupaciones sociales comienzan a presionar, hay un cambio que se genera con Daniel Fernández, quien rompe ese eje y da cabida a todos los partidos por igual en los debates electorales. Comienzan a trabajarse los debates de otra forma y se trata de cuotear menos la pantalla, pero el daño ya estaba.

- Luego de tantos traspiés y con la venta del canal en marcha, a su juicio ¿Cuál debería ser el rol de la televisión pública hoy?

-Es muy difícil de responder, pero debe comenzar por ser un canal que se instale como necesario en la acogida y difusión de las voces ciudadanas, debe dar cuenta de las dinámicas sociales de contingencia. Debe ser el espacio donde las contingencias sociales se expresen. Eso implica representar espacios distintos a los que el mercado te financia. Los avisadores compran publicidad ideológicamente, ya vimos como le quitaron financiamiento a CHV y CNN en el estallido social por ejemplo.

-Claramente el mercado te obliga a cumplir con cierto perfil informativo.

- Ciertamente, lo que te lleva a entender que ese mito de que te financien los avisadores es mejor a que te financie el Estado es una falacia y un autoengaño. El canal siempre estuvo politizado por el hecho esencial de ser un canal público del Estado y los avisadores también politizan. Entonces para cumplir un rol público y rescatar el pulso de la ciudadanía en sus grandes temas, es vital tener independencia económica del mercado. Y también no solo visibilizar micro casos de pobreza bajo la lógica de la empatia dramatizada, como ahora se hace en la pandemia, por ejemplo, sino construir una realidad que permita entender estructuralmente la vida social en el Chile contemporáneo. Reconocer sus complejidades, diferencias, segregaciones, traumas, esperanzas, anhelos, desafíos que permitan a la gente comprender hacia dónde vamos como país y como comunidades cada vez mñas diversas, multiculturales, distintas y necesarias. Y eso el canal nacional hoy no tiene idea de cómo construirlo o plasmarlo en un relato coherente ni en creaciones que al mismo tiempo que entretengan, eduquen e informen, lo hagan con el nuevo sello público del TVN del presente y futuro que lo distingue de Mega, Chilevisión, Canal 13 o el resto de los canales comerciales privados.

-¿Se puede interpretar la gestión de venta del edificio patrimonial como el inicio del fin, como sucedió en el pasado con el diario La Nación, un desmembramiento que termina en la muerte?

-Pasó también con Radio Nacional y la Nación, ahora con TVN. Algo que, ciertamente responde a que a los sectores de derecha les parece que no es necesario que el Estado tenga medios de comunicación. No ven una necesidad ahí, porque confían en que la libertad de mercado se garantiza no desde el Estado, sino desde la acción libre del individuo.

Ahora con TVN lo que estamos viendo sí es un proceso final, porque lo único que le queda al canal es el edificio, que es su único patrimonio. TVN debe a la banca dos a tres veces su presupuesto anual y en una condición tan deplorabledonde directivos y ejecutivos que operaron sin ningún accountability o responsabilidad, dilapidaron su patrimonio y sentenciaron a TVN a una constante presión por bajar los costos a como dé lugar.

-Han bajado su planta en casi mil trabajadores, de un total de 1500...

-Claro y eso implica que la mirada de quienes están hoy en TVN es la de cuadrar una planilla Excel. No están pensando en el grupo humano que construyó o ayudó a construir la televisión identitaria y de servicio que encarnó TVN, ni en su proyecto futuro, ni en cómo levantar una buena televisión pública para los próximos años. Y yo creo que el afán solo por bajar costos dejó en un último plano hablar del proyecto de televisión pública y qué significa.

O sea, le entregaron hace ya dos a tres años el prime a series bíblicas evangélicas de propiedad de un personaje que está investigado, por la forma cómo se ha enriquecido en su rol de creador de una rama de la iglesia evangélica en Brasil. Parece que en TVN da lo mismo a quién comprar producciones o si ellas son creadas y pensadas como productos de proselitismo religioso, si son baratas y tienen algo de rating. Si yo quiero explicar el sentido y el rol de un canal público porque da Los diez Mandamientos, José de Egipto, Josué o una sumatoria de teleseries turcas baratas, mejor bajamos la cortina. Dejémonos de tonteras, no hablemos de televisión pública. Lo triste es que sus recursos hoy no dan para plantearse una pantalla que cueste más que eso.

-Pero, ¿se justifica realmente en el Chile de hoy el tener una televisión pública?

-Totalmente, se justifica una plataforma pública o un holding público más bien. Si vemos la estructura de propiedad de los medios en Chile, TVN no debe morir. Pero en la práctica TVN hoy es igual que el resto y ese es un tema que hay que sincerarlo porque estamos a años luz de tener un canal público de verdad. Hay que sincerar ese debate y hacerlo. Tomar ejemplos por ejemplo de cómo la Deutsche Welle, la ZDF de Alemania, o la TV pública francesa o la BBC, por ejemplo, qué ofrecen y cómo satisfacen el rol de la inquietud ciudadana en toda su diversidad de intereses.

-¿Ves a alguien capaz de tomar TVN y encausarlo en las condiciones en las que está?

-Es que más que tomar a alguien en específico, más que ese nombre, lo primero que necesitamos es que la organización tenga sentido e identidad y eso se debe redefinir como una nueva estructura corporativa, porque en el modo actual pongas a quien pongas le irá mal. Es una institución sin proyecto, sin identidad ni plata. Todo mal. Hay que dejar el romanticismo de que debe ser solamente un canal de televisión de los grandes.

Creo que debe ser una multiplataforma de medios públicos que esté en internet, que esté al aire, que tenga poadcast, radios, que transmita contenidos no sólo audiovisuales. Un gran multimedio que mire a la sociedad desde los ciudadanos y no desde el mercado. TVN se redujo a un club que se cerró sobre sí mismo, a replicar un discurso redundante, construido sobre sus propios programas hablándose entre ellos, exaltando a sus rostros o personajes más que a mirar al país. Eso debe cambiar porque el estallido social cambió el encuadre de con el que la ciudadanía mira el presente, el futuro, a las élites, al poder, a las empresas, a las organizaciones e instituciones. No es que a la gente no le interese la televisión pública, lo que no le interesa es este tipo de cultura televisiva disociada de sus vidas cotidianas. Hay que discutir una plataforma de medios públicos mediante un diálogo abierto y sincero con la ciudadanía en su conjunto y diversidad.

-Estuvieron discutiendo el rol de TVN pública en el Congreso el 2019 y no llegaron a nada ¿Será posible tener una segunda discusión y hacerlo bien?

- Es que no llegaron a nada porque a las élites les interesa más la página 2 de El Mercurio, las cartas, la editorial que la pantalla de TVN. Ese es precisamente el debate que no debe haber. Ya que estamos discutiendo la posibilidad de una nueva Constitución con participación ciudadana, deberíamos ampliar el debate y discutir con la sociedad civil una buena televisión pública, pero no dejarla morir.

-¿Y este modelo de televisión pública debería dejar de tener una autogestión comercial?

-Totalmente, debería ser financiado por el Estado porque si la entregas al mercado ya sabes a quién se lo estás entregando. Tarde o temprano el mercado te pasa la cuenta y eso es lo que hoy le está sucediendo a TVN.



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Comentarios

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Lastima que no hay una autocrítica. La década del 2000 afecto a todos los canales y seguirá afectándola si no son capaces de reinventarse. No justifico la existencia de un canal del estado, a menos que sea netamente con sentido cultural, pero refinanciarlo no es solución para evitar la corrupción. Chile precisamente un país que le sobren los recursos para tener una DW, TVE, RAI CPAN u otra. Si nos sobran los recursos, bienvenido, de lo contrario el camino es autofinanciarse. De lo contrario es desprenderse de este activo y orientar sus recursos donde realmente se necesita

Clarísimo panorama de TVN que dejó de ser pública y pasó a ser binominal a principios de los 90's.

El análisis más claro que he leído sobre la crisis de TVN en años.

Saludos

Excelente análisis de Luis Breull, TVN ha sido una caja pagadora de cuentas permanente de la lacra que son los partidos políticos, esos mismos que tienen un 3 % de aprobación y siguen apernados en el poder llenándose los bolsillos de un dinero que no se merecen, por otro lado los mal nombrados rostros que ganan sueldos millonarios y son mega estrellas de 5 segundos, para que nombrarlos si todos los conocen. Vi estos días en you tube "El virus que paro Chile",...un reportaje de 42 minutos realizado por la TVE, algo notable que debiera realizar TVN Chile, no lo hace porque,..???? Hoy cada persona arma y ve su propia TV,....si no como se explican el éxito de Netflix,.... Re-fundarla es casi imposible,............

Comparto plenamente las palabras del entrevistado. Nuestro país necesita de una plataforma de medios públicos generados por las comunidades y territorios, que dé cuenta de las diferentes realidades. Sería una manera potente de construir identidad.

No comparto lo que dice el entrevistado, todos los canales de televisión están decayendo más aun los públicos, la comparación con Europa es estúpida e imaginativa, en latinoamericana nunca se va a tener el presupuesto que se tiene en el viejo continente. Una ves más se demostró que las empresas estatales lastimosamente se transforman en maquinas de pagar favores e ineficientes. Como socialista creo que nunca van a funcionar las empresas estatales si no se reforman desde la base...

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