El ritual clásico del diálogo político no se expone a las pantallas de televisión ni al escrutinio público, hasta que la mesa está servida, con preparaciones cocidas a fuego lento y platos cuidadosamente presentadas a los comensales. Recién ahí entran las cámaras. Por eso sorprendieron las frenéticas cocciones al aire libre durante la renovación de la mesa de la Convención Constitucional. Nos acostumbramos a décadas de negociaciones herméticas entre políticos “profesionales” que bien pueden tardar años en tomar decisiones. Pero los siguientes seis aspectos de la reciente elección de la mesa de la Convención demuestran que en el Chile del 2022 otra política es posible.
1. La gobernabilidad, incluso sin partidos
Uno de los aspectos más llamativos de la votación de María Elisa Quinteros (MSC) fue la ausencia de respaldo electoral de los partidos políticos. Las orgánicas fueron incapaces de visualizar que los distintos colectivos independientes podían reunir por si mismos la mayoría para asegurar la elección de uno de los suyos. Con excepción del Partido Comunista, aunque al inicio de las votaciones esa colectividad alentó la intransigencia de la Coordinadora Plurinacional de los Pueblos.
La articulación de la ciudadanía, y por tanto la gobernabilidad, hace rato que dejó de ser patrimonio exclusivo de los partidos.
El Frente Amplio creyó que podía extender la negociación para capturar minúsculas ventajas y así arruinó sus seis votaciones precedentes, en favor de Cristina Dorador, representante del mismo colectivo de la nueva presidenta de la Convención; Movimientos Sociales Constituyentes (MSC).
Como sea, quedará registrado que el segundo tiempo de la conducción del espacio político más relevante de los últimos 90 años, no fue obra de los 'profesionales', sino de los movimientos sociales, pueblos originarios y apenas un puñado de militantes. Como si fuera un remake del 25 de noviembre de 2019; la articulación de la ciudadanía, y por tanto la gobernabilidad, hace rato que dejó de ser patrimonio exclusivo de los partidos.
2. La probidad como condición ética y estética
Le ha costado mucho a nuestras elites comprender que el acceso a posiciones públicas de privilegio implica estándares de probidad cada vez mayores. Lo que antes no parecía problema, hoy puede resultar inhabilitante, porque la ciudadanía aspira a un comportamiento ejemplar de sus representantes.
Eso no lo entendió el Colectivo Socialista al levantar la candidatura de Ramona Reyes, ni el Frente Amplio al convenir un acuerdo inicial en torno a su nombre. Algunos dirán que un mayor problema es la arbitrariedad de las redes sociales y la virulencia de las funas; pero como bien señala el profesor de Yale Jason Stanley “sobredimensionar la importancia de la cultura de la cancelación alimenta las tendencias fascistas”. O sea, pretender que los vociferantes son responsables de los problemas de la democracia representativa implica desatender lo principal y concentrarse en lo accesorio.
Lo que antes no parecía problema, hoy puede resultar inhabilitante, porque la ciudadanía aspira a un comportamiento ejemplar de sus representantes
No debemos considerar un escollo la existencia de una ciudadanía alerta, que exige ser y parecer coherentes con valores que a la democracia le importa proteger.
3. Transparencia con costos y beneficios
Un referente emblemático del viejo orden institucional fue el Senador Andrés Zaidívar, quien refiriéndose a una negociación política dijo que “no todo el mundo puede estar en la cocina, ahí está el cocinero con algunos ayudantes”.
Si algo ha dejado en claro la Convención Constituyente es que cuando se cocina al aire libre todos pueden participar en la receta; y sobre todo el acceso libre de los medios de comunicación hace que la política, con sus pros y sus contras, adquiera el rating y visibilidad de un reality.
A los nostálgicos de las puertas cerradas hay que recordarles una norma básica aprendida en la pandemia: “ventilar la casa ayuda a prevenir muchas enfermedades”.
Es cierto que la transparencia expone todo; los principios, la coherencia y también los pequeños egoísmos; pero la política tiene todo eso. A los nostálgicos de las puertas cerradas hay que recordarles una norma básica aprendida en la pandemia: “ventilar la casa ayuda a prevenir muchas enfermedades”.
4. El arribo de la diversidad
En su primer saludo, el nuevo vicepresidente de la Convención Constitucional, Gaspar Domínguez, reivindicó el uso del término de 'disidencia', en contraposición al de 'minoría sexual'. Probablemente muchos espectadores no sabían, hasta entonces, la diferencia entre un concepto que busca modificar un orden establecido y otro que solo constata una situación de minoría.
Este gesto es tan significativo como el de Elisa Loncon cuando asumió el timón constituyente, al reivindicar su lengua desde la testera.
Lentamente, y sin haber dictado ninguna norma todavía, la Convención ya está cambiando los discursos dominantes en nuestro país. La paridad de género es un 'desde'; la plurinacionalidad, que siempre estuvo allí, es más visible que nunca y; las diversidades sexuales se atreven, como disidencias, a exigir condiciones justas y cambios a un modelo de sociedad que estructuralmente los discrimina.
Lentamente, y sin haber dictado ninguna norma todavía, la Convención ya está cambiando los discursos dominantes en nuestro país.
La equidad de género es algo tan internalizado y evidente en la Convención, que a veces olvidamos que lo que es sentido común en ese espacio no lo es en el resto de las instituciones del país. La paridad en cada uno de los espacios de decisión de la Convención muestra que la igualdad de género no es utopía; Loncón y Quinteros son testimonios emblemáticos de aquello.
5. Los nuevos líderes ciudadanos
Chile se acostumbró a las carreras políticas extensas, a presidentes y presidentas que se reeligen, a políticos que ya estaban consagrados antes del golpe del 73, lideraron oposición o el gobierno durante la dictadura, para luego encabezar la transición y sentarse 30 años en el Congreso. Una élite mayor de 70 años, que postergó a dos o tres generaciones de la primera línea de la política.
En las entrevistas de la prensa y en los matinales de TV se repiten estos rostros. Por eso resulta tan simbólico y refrescante tener que googlear los nombres de quienes brillan en la Convención, para conocer la historia que los llevó a ocupar un escaño.
Tal como ocurre con la llegada de Gabriel Boric a la Presidencia, la Mesa de la Constituyente refleja también un cambio de folio.
Tal como ocurre con la llegada de Gabriel Boric a la Presidencia, la Mesa de la Constituyente refleja también un cambio de folio. Es de esperar que estos jóvenes rostros no quieran acompañarnos por los próximos 40 años ni olviden que la política es más sana si promueve el recambio.
6. Quien no dialoga pierde
Por obvia que parezca la necesidad del diálogo, en la Convención Constitucional hay actores que se atrincheran de manera contumaz. Y no solo aquella parte de la derecha que decidió desde el inicio cobrar su dieta hasta el fin del proceso constituyente y apostar por el descrédito del organismo para favorecer el rechazo del plebiscito de salida.
También al otro extremo hay constituyentes incómodos con la amplitud del debate, que definen su posición en contraposición al otro, sea este un partido político tradicional, un académico cuyos postgrados lo alejarían del pueblo o un miembro de la élite 'impura' de cualquier signo. Llega al absurdo de pensar que un voto de derecha 'contamina' cualquier acuerdo o calificar de 'tradicional' a un referente como el Frente Amplio, que apenas cumple 7 años.
También hay un centro ultrista. Como lo identificaron Tariq Ali o Chantal Mouffe, existe un “extremo centro” o “centro radical” integrado por aquellos convencidos de que la moderación y el orden imperante es el único posible
Pero también hay un centro ultrista. Como lo identificaron Tariq Ali o Chantal Mouffe, existe un “extremo centro” o “centro radical” integrado por aquellos convencidos de que la moderación y el orden imperante es el único posible, los que descalifican la forma y fondo de cualquier debate que sobrepase sus costumbres.
Todos estos actores, de distinto signo, quedaron en mayor o menor medida fuera del juego esta semana y deberán definir en los próximos meses si seguirán siendo parte del decorado o cambiarán su estrategia para aportar a la nueva Constitución.
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Estas seis conclusiones demuestran que otra política es posible y de ella depende el respaldo ciudadano al plebiscito de salida.
Comentarios
Una de las consignas del
"Lentamente, y sin haber
Me gustan sus artículos.
El temor al disenso o a la
La columna escrita por Yasna
Excelente análisis Jasna
Muchos y durante mucho
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