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Viernes, 18 de Julio de 2025
Novedades editoriales

Extracto del libro 'Fútbol y Dictaduras' historias, escritos y reflexiones

Marcelo Carrasco Ortiz

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Portada Futbol y Dictaduras.
Portada Futbol y Dictaduras.

Lanzado recientemente en FIl de Recoleta por las editoriales Matecito Amargo y Talleres Sartaña, el capítulo rememora el penal que Carlos Caszely falló en 1982 como símbolo del enfrentamiento entre deporte y política durante la dictadura chilena, analizando la disputa mediática en dicho contexto histórico. 

17 de junio de 1982, Estadio Carlos Tartiere, Oviedo, España. Corría el minuto 26 del primer tiempo, cuando Carlos Humberto Caszely es derribado en el área. El árbitro otorga un penal para Chile, que a esas alturas del partido se encontraba 1-0 abajo en el marcador frente a la selección austriaca. El resto es historia conocida.

¿Qué pasaba si Caszely convertía el penal? Varias veces se ha intentado dar respuesta a esta interrogante, llegando a la misma respuesta: probablemente, no mucho. Y es que es bien sabido que el Mundial del 82’ representa la peor actuación de Chile en citas planetarias y, por lo demás, el partido contra Austria fue cuesta arriba desde el pitazo inicial. Además, era el primer encuentro de la fase de grupos, no se trataba de un penal decisivo que de ser convertido aseguraba la clasificación. No, era simplemente un penal que, como mucho, podría haber asegurado un eventual empate, sin que ello asegurase la clasificación de Chile a la siguiente ronda, en un partido en que el juego colectivo y el planteamiento táctico del técnico dejaron mucho que desear, considerando el poderío individual que poseía el plantel chileno.

Entonces, ¿por qué es tan recordado el penal que erró Caszely? Para responder a la pregunta vale analizar quién era Carlos Humberto durante aquellos días. Como futbolista, el “Chino” venía de ser trigoleador del fútbol chileno, entre 1979 y 1981, durante su segunda etapa defendiendo los colores de Colo-Colo, luego de su exitoso paso por el fútbol español. Conjuntamente, contaba en su palmarés personal con el título de goleador de la Copa Libertadores de 1973, múltiples campeonatos con la camiseta del popular y notables actuaciones por la selección.

Eso era, precisamente, lo que representaba Carlos Caszely: era un disidente político, encarnaba todo aquello que la dictadura pretendía erradicar. Reconocido simpatizante del gobierno de la Unidad Popular, cercano a figuras como Víctor Jara y el propio Salvador Allende, apoyó en sus candidaturas a Gladys Marín y Volodia Teitelboim y se declaró abiertamente como opositor de la dictadura. Incluso, llegó a rechazarle un apretón de manos al mismísimo tirano, durante la despedida de la selección antes del Mundial de Alemania en 1974.

Sin embargo, al contemplar la figura de Caszely como sujeto político, ya es posible dilucidar algunas respuestas del porqué causó tanto revuelo mediático el penal errado. Pues, el hoy en día mítico goleador de bigote y short extremadamente corto, gozaba de un sello político tan distintivo como su conducción del balón y capacidad goleadora y no representaba precisamente el ideal de ciudadano y deportista que buscaba imponer la dictadura cívico-militar, instalada en el poder desde el Golpe de Estado de 1973.

Conocida es hoy en día la anécdota de su traspaso frustrado al Santos de Brasil por los servicios de inteligencia de la dictadura, que, fieles a sus “métodos de persuasión” enviaron una nota a sus símiles brasileros indicando no recibirlo por ser un “activo miembro del Partido Comunista”, pese a que el mismo Caszely haya aclarado nunca haber sido militante de algún partido político. Lo cierto es que, para aquellos días, en pleno contexto de Guerra Fría y bajo una dictadura militar orquestada por Estados Unidos, cualquier atisbo de disidencia política era signo de comunismo.

Y eso era, precisamente, lo que representaba Carlos Caszely: era un disidente político, encarnaba todo aquello que la dictadura pretendía erradicar. Reconocido simpatizante del gobierno de la Unidad Popular, cercano a figuras como Víctor Jara y el propio Salvador Allende, apoyó en sus candidaturas a Gladys Marín y Volodia Teitelboim y se declaró abiertamente como opositor de la dictadura. Incluso, llegó a rechazarle un apretón de manos al mismísimo tirano, durante la despedida de la selección antes del Mundial de Alemania en 1974.

Sin duda, llegaría el día en que todo ello le pasara la cuenta. En primer lugar, el odio repudiable de los “milicos” se dejó caer sobre la madre de Carlos, doña Olga Garrido, quien, mientras su hijo jugaba en España, fue cobardemente secuestrada y torturada, para luego ser abandonada con su mandíbula rota, en un peladero de la Avenida Vicuña Mackenna en Santiago. Tiempo después, vino el Mundial de 1978, donde fue apartado de la selección, nuevamente, como castigo por su inclinación política, pese a que no se reconociera públicamente. Finalmente, tras retomar su puesto en el seleccionado chileno, emprendió rumbo al Mundial de España de 1982, donde ocurriría aquel fatídico penal que significó un nuevo ataque hacia su persona, esta vez dirigido a su exitosa figura como deportista.

Los encargados de impartir el ataque fueron los medios de comunicación masivos, aliado histórico de la derecha y los regímenes autoritarios. La Tercera,diario que le declaró la guerra mediática desde un principio al gobierno de Salvador Allende y uno de los medios partidarios de la dictadura de Pinochet, fue el que más duramente atacó a la figura de Carlos al día siguiente. “Renunció Galtieri: ¿Y qué pasa con Caszely?” titulaba el periódico haciendo una referencia a la renuncia obligada del dictador argentino un día antes del partido y en sus páginas presentó una nota titulada “¡La calle le pide cuentas a Caszely!”, en la que podía leerse la opinión de diferentes personas entrevistadas en las calles, de las cuales, curiosamente, ninguna pedía cuentas como ponía el título y la mayoría hacía alusión al planteamiento del técnico Santibáñez.

En esa misma línea, otros medios escritos de igual alcance contribuyeron a alimentar esta visión tendenciosa de rechazo hacia la figura del delantero. La revista deportiva Extra, también de La Tercera, rezaba: “Otra sorpresa: Austria derrotó a Chile. 1-0: Caszely perdió un penal” y en la portada de Las Últimas Noticias podía leerse “Austria uno, Chile nada. El cero es para Carlos Humberto Caszely”.

Como puede apreciarse, el enfoque periodístico de los medios, lejos de centrarse en el resultado, en las probabilidades de clasificación que aún tenía Chile o en un análisis deportivo del partido, volcó todos sus esfuerzos en disparar, con papel y tinta, hacia el cuerpo cansado y culposo del delantero chileno, como si aquel penal hubiese abatido la figura del guerrillero comunista que la dictadura pretendía instalar en todo aquel que se opusiera a su cruenta tiranía y solo hiciera falta rematarlo sobre el césped.

Irremediablemente, hoy por hoy no resulta ajeno que al hablar de la figura de Carlos Caszely parte de la población lo recuerde por aquel penal. Ciertamente, hay quienes, más cercanos al fútbol y su historia, al oír hablar de Carlos Humberto se nos venga a la mente la figura del “Rey del Metro Cuadrado”, la jugada del “Se pasó, se pasó”, sus golazos y forma de juego, adelantada para su época y, como no, su ideario político. Pero, por otro lado, producto del trabajo mediático-propagandístico muy bien orquestado por la dictadura y los medios de comunicación masivos, es casi inevitable que se mantenga viva la imagen del “fracaso deportivo” que, como se ha intentado exponer mediante estas líneas, estuvo lejos de serlo.

En contraste, un joven Aldo Schiappacasse, enviado especial de la revista deportiva Deporte Total, brindaba a la televisión abierta un análisis del partido en que relucía una crítica al juego colectivo y los errores tácticos cometidos por Luis Santibáñez, declarando “La derrota es merecida, Chile no mereció triunfar”, sin mencionar siquiera el penal en cuestión.

La diferencia abismal entre ambas posturas tiene una explicación concreta: la revista Deporte Total no estaba alineada con la dictadura. Más aún, este medio escrito fue el único que dio voz al propio Carlos Caszely, por medio de una entrevista, cuando fue vetado de la selección durante el Mundial del 78’. En consecuencia, como se puede apreciar en la nota de Schiappacasse, Deporte Total no volcó sus esfuerzos en el desprestigio del villano que pretendía instalar el relato hegemónico de los medios afines al dictador, sino que se centró en un análisis objetivo y netamente deportivo del partido.

De esta manera, al revisar la prensa de la época, aunque de manera superficial y tenue, se pueden establecer ciertas conjeturas respeto de la ridiculización que, a partir de un hecho puntual, se instaló sobre la figura de Caszely y se extendió por los últimos ocho años de dictadura, teniendo, incluso, sus propias secuelas mediáticas en tiempos de transición y durante esta mal llamada democracia.

Irremediablemente, hoy por hoy no resulta ajeno que al hablar de la figura de Carlos Caszely parte de la población lo recuerde por aquel penal. Ciertamente, hay quienes, más cercanos al fútbol y su historia, al oír hablar de Carlos Humberto se nos venga a la mente la figura del “Rey del Metro Cuadrado”, la jugada del “Se pasó, se pasó”, sus golazos y forma de juego, adelantada para su época y, como no, su ideario político. Pero, por otro lado, producto del trabajo mediático-propagandístico muy bien orquestado por la dictadura y los medios de comunicación masivos, es casi inevitable que se mantenga viva la imagen del “fracaso deportivo” que, como se ha intentado exponer mediante estas líneas, estuvo lejos de serlo.

Sin embargo, como en todo orden de ideas, nunca todo está perdido y por mucho que el brazo armado del Estado haya hecho de las suyas contra la familia de nuestro querido jugador y más allá de los esfuerzos del armamento mediático –igualmente poderoso que el represivo–, que encabezó el desprestigio forzoso hacia su persona, es nuestra responsabilidad como lectores y amantes del fútbol, de su historia y sus hitos trascendentales, mantener viva la imagen y reivindicar la figura tanto de Carlos Humberto Caszely Garrido como de todos aquellos futbolistas que se han atrevido a posicionarse contra la injusticia, la tiranía y el fascismo, entendiéndolos como sujetos históricos de gran valor para mantener viva la llama de un fútbol diferente al que se pretende instaurar en el mundo neoliberal actual, un fútbol consciente, político y social, desde el pueblo y para el pueblo.



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Comentarios

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Excelente artículo que analiza la vida futbolista del gran Carlitos Cazzely, ídolo futbolistico de todos los tiempos. Felicitaciones al autor de la columna por aclarar todo lo que corresponde y que sucedió durante esa larga noche negra de 17 años que tuvimos que vivir en Chile. Para peor algunos de esos siniestros "personajes" aún hacen lo que quieren y mandan en el país!!

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