“Adoro hacer campaña. Y tenemos 28 días más (...) mañana estaremos en las calles para ganar las elecciones”, señaló anoche Lula Da Silva, hasta ahora vencedor de las elecciones presidenciales que convocaron a más de 123 millones de brasileños, luego de conseguir el 48,5% de las preferencias. El ex presidente y candidato del Partido de los Trabajadores (PT), deberá medir fuerzas el 30 de octubre en segunda vuelta con el actual presidente, Jair Bolsonaro, quien consiguió un 43% de los votos.

Lula habló en público en Sao Paulo luego de la victoria. Lo hizo en compañía de Geraldo Alckmin, su compañero de fórmula en la vicepresidencia del país, y otros correligionarios. Si bien la victoria se celebró, lo cierto es que los rostros no eran precisamente de festejo. 

En la otra esquina se encuentra Jair Bolsonaro, candidato del derechista Partido Liberal (PL), quien apuesta por extender por otros cuatro años su gobierno en el país, pese a los vaticinios que arrojaron los principales sondeos durante los últimos días. Las encuestas señalaron que Bolsonaro conseguiría una votación en torno al 37% de las preferencias, mientras que Lula ganaría por amplio margen, de manera que la discusión pública se concentró en si Lula conseguiría o no ganar en primera vuelta. 

“Vencimos la mentira de los sondeos”, fueron algunas de las palabras que Bolsonaro emitió anoche luego de las votaciones, en alusión a que la diferencia entre ambos candidatos fue de solo 5 puntos y no 14 como incluso algunos sondeos indicaron antes de los comicios. El mandatario reconoció que la votación expresa una “voluntad de cambio” de parte de los brasileños, pero que “tenemos una segunda vuelta por delante y podremos mostrarle a la población que la inflación está bajando”, dijo Bolsonaro, quien es cuestionado principalmente por el alza de precios y la mala gestión de la pandemia de Covid-19. 

En todo caso, un discurso muy lejano al que se esperaba, considerando que Bolsonaro y los sectores políticos derechistas en Brasil ya habían iniciado cuestionamientos a la legitimidad de los votos en caso de que ganara Lula.

Un mecanismo conocido, teniendo en cuenta que uno de sus principales aliados internacionales, el ex presidente estadounidense Donald Trump, acusó fraude en las elecciones que perdió frente a Joe Biden en Estados Unidos. 

En caso de que gane Lula, implica una consolidación del sector progresista en los gobiernos latinoamericanos, considerando la presencia de líderes de izquierda o centroizquierda en los gobiernos de Argentina (Alberto Fernández), Chile (Gabriel Boric), Perú (Pedro Castillo), México (Andrés Manuel López Obrador), y también Colombia, con la reciente elección de Gustavo Petro.

Todo indica que los escasos cinco puntos de diferencia le dieron aire a Bolsonaro, y olfatea que la tarea no es imposible. 

Algo que puede alimentar esas esperanzas para Bolsonaro son los resultados de los otros cargos públicos que se eligieron en las elecciones de ayer, votaciones que están lejos de ser incómodas para el actual presidente brasileño. Además de las presidenciales, ayer se votó para elegir a un tercio del Senado (27 escaños), a los 513 miembros de la Cámara de Diputados del país y también a los gobernadores correspondientes a los 27 estados de Brasil. 

Dadas las votaciones, el escenario parlamentario que deberá enfrentar el presidente que sea electo el 30 de octubre estará inclinado hacia la derecha. Así las cosas, en caso de que el balotaje se quede en manos de Lula, el ex presidente izquierdista deberá gobernar por los próximos años con un parlamento dominado por la oposición, en el que, precisamente, el Partido Liberal de Bolsonaro es el que tiene más presencia.

En el Senado, luego de las elecciones de ayer, el PL es la fuerza política con mayor representación, con 14 de los 81 asientos, entre los cuales se cuentan varios ex ministros de Bolsonaro. Ocho de ellos fueron electos para el cargo en estas elecciones  En la Cámara de Diputados, el escenario es similar, considerando que 99 de los 513 escaños corresponden al Partido Liberal, nuevamente, el que tiene más presencia. Esto sin considerar otras fuerzas desde el centro hasta la derecha más extrema que están representados en otros numerosos partidos. 

El caso de los gobernadores también es ilustrativo. Debían elegirse los 27 gobernadores correspondientes a los estados en que se divide Brasil, y de ellos quedaron definidos 15. El resto deberá enfrentar una segunda vuelta, al igual que los candidatos a la presidencia. De los 15, nueve corresponden a candidatos apoyados por Bolsonaro y solo cinco a candidatos de Lula.

Un escenario de gran incertidumbre, pues si bien las parlamentarias hacen pensar en un escenario más favorable a Bolsonaro en segunda vuelta, lo cierto es que al realizar la aritmética de la elección presidencial, se podría vaticinar un triunfo de Lula, considerando las votaciones de los candidatos que quedaron en tercer y cuarto puesto.

En tercer lugar, figura Simone Tebet, candidata del Movimiento Democrático Brasileño (MDB) con un 4,2% de las preferencias. Se trata de un porcentaje que se espera que concurra a la votación de Bolsonaro en segunda vuelta, considerando que el MDB es el partido que rompió su coalición con el PT de Lula en 2016, lo que tuvo como consecuencia la destitución de la ex presidenta, Dilma Rousseff (PT).

En cuarto lugar, quedó Ciro Gomes, ex ministro de Lula y candidato del Partido Democrático Laborista (PDT) con un 3% de las preferencias. Gomes ha sido uno de los principales enemigos del gobierno de Jair Bolsonaro durante los últimos cuatro años, con fuertes críticas principalmente al manejo de la pandemia del actual presidente de Brasil. Pero también ha tenido palabras duras para el Partido de los Trabajadores de Lula. Ha afirmado que el gobierno de Bolsonaro fue posible debido a la corrupción con que se ha manejado el país, y cuando fue candidato en 2018, decidió no expresar su apoyo a Fernando Haddad, candidato del PT que se enfrentó y perdió a la postre contra la candidatura de Jair Bolsonaro. 

Debido a que el PDT de Gomes es de inspiración socialista, se espera que los tres puntos conseguidos por el candidato se traspasen a la votación de Lula, asegurando así el porcentaje que necesita para ganar en segunda vuelta. Sin embargo, no necesariamente ocurrirá así, ya que el candidato del PDT alberga mucha votación “antipetista”, defraudada por la forma en que el partido de Lula ha conducido los destinos del país. 

Así las cosas, se mantiene la incertidumbre por un mes más, mientras que los ojos de América Latina y el mundo esperan por un desenlace. En caso de que gane Lula, implica una consolidación del sector progresista en los gobiernos latinoamericanos, considerando la presencia de líderes de izquierda o centroizquierda en los gobiernos de Argentina (Alberto Fernández), Chile (Gabriel Boric), Perú (Pedro Castillo), México (Andrés Manuel López Obrador), y también Colombia, con la reciente elección de Gustavo Petro.

En Chile, Bolsonaro tiene gran cercanía con el ex candidato presidencial del Partido Republicano, José Antonio Kast, el cual publicó a través de sus redes sociales que se trata de "un gran resultado para @jairbolsonaro en Brasil . Derrotando a todas las encuestas y medios de comunicación, saca una gran votación y resultados en el Congreso, posicionándose con fuerza para la segunda vuelta. La corrupción no puede ganar!".