El mandatario chileno Gabriel Boric y el presidente del gobierno español Pedro Sánchez, acompañados brevemente por su homónimo peruano, Pedro Castillo, se dieron cita ayer en el Instituto Cervantes, en Manhattan, para rendir homenaje al discurso prestado por Salvador Allende ante la ONU hace 50 años. También participaron la hija del ex presidente, la senadora Isabel Allende, y su nieta, la bióloga y documentalista Marcia Tambutti.
Ubicados en un auditorio en el subterráneo del instituto, delegaciones del gobierno chileno y español, familiares del presidente Allende y la Orquesta Juvenil Municipal de La Pintana –invitada por el gobierno especialmente para la ocasión– rememoraron el ovacionado discurso de 1972; un día después de que Gabriel Boric se estrenara exponiendo ante las Naciones Unidas. (Revise acá el discurso de Allende y acá el de Boric).
Separados por 50 años, ambos discursos ante la Asamblea General de la ONU comparten algunas similitudes, más allá de cómo se inician (Boric, en una suerte de homenaje in situ, comenzó su exposición con un “Vengo de Chile”, al igual que Allende). De extensiones dispares –Allende habló por más de una hora, mientras que Boric lo hizo por 22 minutos–, la fuerte crítica a la desigualdad nacional e internacional fue un elemento central en las dos presentaciones.
Allende destacó que durante los años que empresas extranjeras explotaron el cobre antes de que el gobierno lo nacionalizara, éstas “se llevaron más de cuatro mil millones de utilidades, en circunstancias que su inversión inicial no subió de 30”. Boric reparó en la crisis climática, con Chile cumpliendo 7 de los 9 criterios de vulnerabilidad ambiental de Naciones Unidas cuando es responsable de sólo un 0,24% de las emisiones de gases de efecto invernadero
Los contextos, claro está, eran distintos, por lo que los hilos conductores también. Mientras Salvador Allende detalló ante las Naciones Unidas las agresiones del imperialismo a su gobierno, uno que buscaba redistribuir la riqueza mediante profundos cambios económicos, Boric advirtió sobre las consecuencias de desoír el malestar de la gente que habita “uno de los países más desiguales del mundo”: un estallido social que muchos, incluidos varios de los oyentes del presidente chileno, no vieron venir.
Allende destacó que durante los años que empresas extranjeras explotaron el cobre antes de que el gobierno del ex mandatario lo nacionalizara, éstas “se llevaron en ese lapso más de cuatro mil millones de utilidades, en circunstancias que su inversión inicial no subió de 30”. Boric reparó en la crisis climática, con Chile cumpliendo 7 de los 9 criterios de vulnerabilidad ambiental de Naciones Unidas cuando es responsable de sólo un 0,24% de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras “las economías más grandes del G20 […] producen el 80%”.
El llamado a la paz y al respeto por los derechos humanos también se repite. En 1972, Allende lo pidió para Indochina y para Vietnam. Hace dos días, Boric calificó como una “injusta guerra de agresión” rusa el conflicto con Ucrania; pidió la liberación de presos políticos en Nicaragua; llamó a no naturalizar las violaciones a los derechos humanos en Palestina; y llamó a movilizar esfuerzos para detener la violencia contra las mujeres a propósito del asesinato de Mahsa Amini a manos de la policía iraní por no utilizar velo.
El presidente Boric, también, condenó la “represión descontrolada” durante el gobierno de Piñera, calificándola como una “grave violación a los derechos humanos que debe ser reparada”. Allende –la historia nos recuerda– no tendría la oportunidad de denunciar crímenes de lesa humanidad en Chile.
El actual mandatario chileno hizo mención de la palabra dignidad, asegurando que “somos un país que lleva largo tiempo buscando su propio camino hacia” ésta. Allende relevó el poner “al servicio de las enormes carencias del pueblo la totalidad de nuestros recursos económicos” como algo necesario en miras de “la recuperación para Chile de su dignidad”.
Un elemento pareciera rodear todo lo expresado en ambos discursos: la constante desigualdad.
Épocas distintas, hilos conductores y extensiones diferentes, ciertos grandes males en la sociedad persisten, imposibles de superar por el sistema imperante desde hace más que los 50 años que separan el discurso de Salvador Allende con el de Gabriel Boric.
Un elemento pareciera rodear todo lo expresado en ambos discursos: la constante desigualdad.
Nota del editor: Este artículo fue modificado posterior a su publicación, puesto que mencionaba a Pedro Sánchez como presidente de España cuando su cargo es presidente del gobierno de España
Comentarios
De "desigualdad" nadie se
Es imposible hacer una
Muy de acuerdo con Fernando.
La verdad es que no tengo
Al menos su comportamiento es
Añadir nuevo comentario