Nicolás Maduro, el sucesor designado en 2013 por el difunto Hugo Chávez, ganó ayer por tercera vez la presidencia de Venezuela, asegurando su permanencia en el Palacio de Miraflores, sede del poder ejecutivo en Caracas, por los próximos seis años.
Su triunfo ha sido un balde de agua fría para los casi ocho millones de venezolanos que han abandonado su país durante la última década en busca de mejores perspectivas económicas y políticas.
“Triunfo la paz y en Venezuela habrá paz, paz para nuestra patria”, afirmó Maduro en un discurso frente a sus partidarios en el centro de Caracas hacia la 1 de la mañana. “Que nadie se deje arrastrar por el fascismo y el club fascista de la región, como [Javier] Milei, ese bicho miserable (…) Milei es un tipo feo y estúpido, un sociópata, un sádico quien disfruta de hacer sufrir al pueblo de Argentina”.
Acto seguido, el mandatario reelecto por segunda vez alabó la “unión cívico-policial-militar” de Venezuela y prometió “convocar a un gran diálogo” nacional para sacar adelante a su nación.
Hace solo una semana Maduro había advertido de un “baño de sangre” e incluso de una “guerra civil” si los resultados le eran adversos, pero ayer los principales voceros del régimen hablaron de manera insistente de la “paz”
Durante la jornada electoral, los representantes de la oposición hicieron varios llamados a monitorear las mesas de votaciones y supervisar las actas electorales. Con todo, hasta el cierre de esta edición, no había denuncias serias de fraude electoral.
Hace solo una semana Maduro había advertido de un “baño de sangre” e incluso de una “guerra civil” si los resultados le eran adversos, pero ayer los principales voceros del régimen hablaron de manera insistente de la “paz”. Frases como “Venezuela votó en paz”, provenientes de pesos pesados del oficialismo como Diosdado Cabello, y llamados a celebrar en “paz” su eventual triunfo, fueron frases recurrentes ayer.
Lo mismo dijeron voceros de las fuerzas armadas y del ministerio de Defensa en una conferencia de prensa realizada varias horas antes de que se dieran a conocer los resultados anunciados por el Consejo Nacional Electoral (CNE), encabezado por Elvis Amoroso, un fiel miembro del chavismo. En esa rueda de prensa, los militares afirmaron que la tercera etapa de su plan de supervisión electoral, contemplaban su despliegue hasta el 15 de agosto para “garantizar la paz”.
Según el CNE, la participación electoral fue del 59%, algo superior a las presidenciales de 2018.
Las encuestas anteriores a los comicios, así como algunos sondeos a boca de urna realizados ayer, daban por amplio ganador al candidato opositor Edmundo González. Algunos observadores internacionales que pudieron asistir a los comicios indicaron sus dudas sobre los resultados finales. “Es un robo completo”, afirmó uno de ellos, pero sin indicar mayores detalles al respecto.
Al cierre de esta edición, la mayoría de los mandatarios de Sudamérica no se habían pronunciado respecto de los resultados. Entre ellos estaba el Presidente de Brasil, Lula da Silva, quien había llamado a respetar los resultados de las elecciones y que envió como observador al ex canciller de ese país Celso Amorim.
Uno de los pocos que reaccionó de manera inmediata fue el mandatario chileno Gabriel Boric. En sus redes sociales aseguró que “el régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer. La comunidad internacional y sobre todo el pueblo venezolano, incluyendo a los millones de venezolanos en el exilio, exigimos total transparencia de las actas y el proceso, y que veedores internacionales no comprometidos con el gobierno den cuenta de la veracidad de los resultados. Desde Chile no reconoceremos ningún resultado que no sea verificable”.
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